Albert Molins, de La Vanguardia, se interesó por el artículo que publiqué hace algunos días sobre la internet de la mentira en el que recomendaba el de New York Magazine titulado «How much of the internet is fake? Turns out, a lot of it, actually«, y me llamó para hablar sobre el tema. Con esos ingredientes y algunos otros, ayer publicó «Minas en la red» (pdf), en el que me cita, y en el que intenta dar cuenta de muchos de los problemas que nos han llevado a la situación actual de falsedad en la red.
Como comenté con Albert, el problema fundamental surge de la sacralización a toda costa de una serie de métricas, y de una profunda falta de ética: hemos convertido un entorno como la red, en principio, mucho más fácilmente cuantificable que su predecesor, en una competición absurda por ver quién es capaz de hacer más trampas para obtener unas métricas más llamativas. Desde el medio que intenta engordar sus páginas vistas mediante refrescos de pantalla no solicitados o comprando tráfico, hasta la marca o el influencer que adquieren seguidores falsos para parecer más grandes, todo en la red se ha prostituido hasta el límite, generando un amplísimo tejido que no produce nada más que mentiras, más que la ilusión de una atención que no existe, y que podría llegar a esa paradoja denominada «the inversion» en el que ese tráfico falso llega a convertirse en más importante que el tráfico real.
El problema está en aceptar que una métrica determinada es buena, desvinculándola completamente de la manera en que ha sido obtenida. Resulta completamente absurdo, pero hemos llegado a un punto en el que lo importante es poder presentar muchas páginas vistas, muchos seguidores o muchos clics sin que aparentemente importe el hecho de que una cantidad creciente de ellos tengan detrás prácticas fraudulentas, granjas de dispositivos en países perdidos o agregaciones de tráfico sin sentido. Detrás de todo ello, las responsabilidades se buscan, como siempre, siguiendo el dinero. Fundamentalmente, malos profesionales: ese director de marketing que contrata una campaña sin plantearse que todas las métricas que le presentan pueden ser falsas porque encuentra el tema «demasiado complicado» como para dedicarse a hacer su propia investigación, que acepta lo que le presenta su agencia de medios sin siquiera planteárselo, y que se dedica a malgastar su presupuesto publicitario en anuncios que nadie ve. La falsedad vive de la falta de ética y de las malas métricas, sí, pero también de la ausencia de supervisión.
El resultado, lógicamente, es un sistema en quiebra, una fiebre del oro en la que únicamente ganan dinero los vendedores de herramientas, un contrasentido con el que resulta fundamental acabar, pero en torno al cual se entretejen muchísimos intereses. Hablar de ello sin tremendismos, sin descartar el todo por las partes, y exponer con objetividad las malas prácticas utilizadas es fundamental para incrementar la cultura sobre el tema, para esperar que en algún tiempo podamos aspirar a que se imponga el sentido común.
Lo que básicamente estás denunciando de forma indirecta es que los anuncios en internet (se correspondan a métricas tramposas o no) es que sirven para poco o nada… es la única lectura que puedo sacar.
Si yo contratara a un anunciante, es porque de alguna manera espero un retorno de la inversión. Y deberé ser capaz de reportar un aumento en mis cifras de ventas a mis mayores.
Si eso no se produce puede deberse a que la audiencia esta trampeada (lo que tu denuncias) o que directamente el anuncio es superfluo o una estupidez supina, y en este último caso el responsable seré yo que he fallado (por el tipo de anuncio, por anunciar un bodrio de producto, etc)
Juzgar como motivo el falseamiento de las métricas, puede en primera instancia valer como una excusa como cuando llegas tarde al trabajo por el tráfico, pero en realidad denota una falta de previsión reiterada del que es responsable solamente el contratador de anuncios, el otro si cuela cuela…, ya deberían haberlo pillado si la agencia es lo suficientemente profesional. Pero si te rodeas de piojosos lo normal es que te llenes de piojos.
No es Internet, es el mundo el que confunde apariencia con realidad, porque la realidad siempre tiene aparejada la apariencia, si un señor tiene 100000 seguidores, se nota, no lo puede ocultar, pero en cambio, la apariencia no presupone por fuerza la realidad. Un señor que aparenta tener 100000 seguidores, puede que no tenga tal número. Es un típico filosófico el perorar sobre la apariencia y la realidad, hay quien opina que la realidad es algo secundario frente a la apariencia y que si esta permanece inalterable, es idéntica a la realidad.
Los problemas aparecen cuando la apariencia cambia ante nuestra apreciación, Un título universitario, era la apariencia de unos conocimientos. Cambia nuestra apreciación y pensamos que no siempre un título universitario, se corresponde a unos conocimientos y una Presidenta de Comunidad Autónoma, un Jefe de Gobierno, Jefe de Oposición, y casi todos los mandos de la Policía, que lucían en sus curriculums, auténticos títulos universitarios, pues realmente los habían recibido de la Universidad, se encuentran ahora, que la gente ha cambiado la apreciación y que pensamos que los títulos que poseen no presuponen unos determinados conocimientos.
Igual pasa con los youtuber, influencer y páginas web- Antes tener 100000 seguidores, suponía a nuestra apreciación, una alta eficacia de sus anuncios , pero hoy apreciamos que esos anuncios no son necesariamente eficaces y este es el drama para el anunciante
Es muy fácil criticar a la Agencia de Publicidad o al anunciante,, pero ¿Que es lo que tenemos que tener en cuenta a la hora de elegir la página web donde poner los anuncios?
Recuerdo que en el barrio había gente que consumía cualquier rumor sin fijarse en el transmisor. Otros, lo que primero haciamos era ver la jeta de quien decía lo que decía. Y además, claro, los datos que manejaba.
Internet es un barrio monstruoso, pero vale la misma técnica de filtrado : quien está detrás de la noticia. Incluso si la noticia es un simple número de visitas.
Buenas! Aquí Jaír, de EfectiVida.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Las métricas, la forma de obtenerlas, de analizarlas, así como la manera en cómo se inflan los números, es, en muchos casos, una realidad virtual redundante. Es inexistente dentro de un mundo ya, de por sí, un tanto imaginario.
Pero no todo es así. Hay una minoría que sí se esfuerza por aumentar sus cifras de forma honrada.
No manejo bien todas las redes sociales, pero sí puedo hablar de Twitter, que es con la que me he enfocado el último año. De hecho, desarrollé un sistema semi-manual para aumentar el impacto de tu cuenta. Ha funcionado, y el lunes publicaré un artículo actualizado sobre el tema.
Algo que extraigo sobre esta red y que creo que se puede aplicar a la mayoría, es que se puede ver fácilmente si los seguidores son reales o ficticios, simplemente con dedicar 5 minutos a analizar el perfil. En twitter, por ejemplo, basta ver la cantidad de likes y de retweets. Es cierto que también se pueden comprar, pero, ya de entrada, muchos perfiles tienen miles de seguidores, pero pocas interacciones.
También puedes ver los seguidores y, si te encuentras con perfiles extranjeros, o con fotos de perfil de chicos y chicas demasiado guapos para ser realies, pues… eso, que no lo son.
Y para más señas, con mirar los comentarios en los tweets, sabrás fácilmente si la cuenta es mayoritariamente real o no.
Aún así, en las cuentas que tienen cientos de miles de seguidores, hay que dar por sentado que entre un 30% y un 40% corresponden a bots o campañas de pago.
Hay aplicaciones que te dan un nivel de autoridad basado en estos parámetros, pero no son fiables. Pienso que, con un poco de inmersión en el ecosistema de la red en cuestión, basta con unos minutos para detectar lo falso de lo real.
Espero haber aportado algo al artículo de Enrique (tanto este como otros similares sobre el tema).
Un saludo desde las Canarias!
En Internet, como en la vida, hecha la ley hecha la trampa y no faltan «profesionales» o buscavidas que buscan la manera de manipular el sistema en su provecho.
Lamentablemente en Internet es algo muy común y muy fácil, pero a lo que resulta muy complejo encontrar solución ¿es posible tener un Internet anónimo y libre sin un Internet falso como consecuencia?