La estrategia de Facebook estaba clara desde prácticamente sus inicios: su fundador, consciente de la volatilidad intrínseca a las redes sociales, en las que los procesos de adopción y la popularidad son fenómenos aleatorios y caprichosos, se había resuelto evitar el peligroso «efecto MySpace» intentando adquirir la masa crítica suficiente como para comprar toda aquella red que comenzase a mostrar una cierta tracción en el mercado, contando para esa evaluación con un panel privilegiado de observación: los más de dos mil millones de usuarios de Facebook.
Visto así, contar con una variedad de plataformas diferentes bajo un mismo paraguas comercial y con demográficos diferentes podía llegar a suponer una estrategia de diferenciación que evitase tener todos los huevos en la misma cesta, y posibilitase ganar tiempo y evitar pérdidas bruscas de ingresos ante posibles pérdidas de popularidad.
Lo que nadie podía anticipar, sin embargo, es que la crisis llegaría de una manera tan brutal: al peor año en la relativamente corta historia de Facebook se une la tozuda negación de la realidad, que lleva a que mientras se suceden los artículos sobre cómo abandonar Facebook e Instagram o cómo convertirse en un negocio libre de Facebook, Mark Zuckerberg afirme mostrarse orgulloso de cómo su compañía ha sabido gestionar los sucesivos escándalos durante este año.
Así las cosas, El País enlaza un artículo mío reciente para discutir, en su edición española y portuguesa, si Instagram está en situación de convertirse en la solución a los problemas de Facebook, una tesis compleja si tenemos en cuenta que aquella Instagram que en su momento se convirtió en un fenómeno con una enorme pujanza y crecimiento, hoy es cada vez más visto como una mera extensión de Facebook, cada vez más mimética y con similares problemas. La salida el pasado septiembre de Kevin Systrom y Mike Krieger, fundadores de la compañía, y sus posteriores declaraciones indicando su incomodidad con la forma en que Facebook gestionaba la compañía, unida a la deriva de esta, dejan claro que la Instagram actual no se parece demasiado a la que conocimos en su momento.
De hecho, parece interesante plantearse en qué momento las redes sociales comienzan a perder su esencia y a convertirse en otra cosa. Los que peinamos canas en esto hemos tenido ya, a lo largo del tiempo, oportunidades suficientes para presenciar esos procesos de progresiva pérdida de autenticidad, de desgaste o de evolución hacia otros valores y usos con los que los usuarios originales comienzan a estar menos cómodos, hasta el punto en que el sitio que conocieron originalmente y los patrones de uso que adoptaron se convierten en minoritarios. Generalmente, ese proceso tiene lugar ante la euforia de la compañía, que ve cómo su creación va haciéndose más mainstream, alcanzando unos demográficos más amplios y generalistas, y en consecuencia, incrementando sus ingresos. En el caso de Instagram, la llegada de la publicidad en noviembre de 2013 fue saludada con simpatía: todo indicaba que la compañía pretendía desarrollar un formato no intrusivo, no molesto, en el que cada anuncio parecía una publicación más y no atacaba ni te saltaba a los ojos… hasta que el ratio entre contenido y publicidad superó un determinado límite, y todos empezamos a ser conscientes de la molestia que suponía.
Pero en paralelo al desarrollo de la publicidad, y de hecho originado antes que esta, vivimos el fenómeno de los instagrammers, de los influencers convertidos en máquinas de ganar dinero en función de los productos que recomendaban, los looks que lucían o las marcas de lo que fuera que les esponsorizaban, o que intentaban hacer parecer que lo hacían. Un océano progresivamente lleno de basura, de falsos seguidores, de falsos Likes, de mecanismos absurdos para simular tracción y alcanzar las páginas de recomendación, de personas obsesionadas con la idea de alcanzar a cualquier precio una popularidad posiblemente rentable, pero completamente vacía, falsa, prostituida hasta el límite. La primera generación de jóvenes que se declaran hartos de estas prácticas, de este permanente y agotador concurso de belleza y de todo el bullying y acoso que lleva consigo ya está aquí, y coincide en el tiempo con el profundo hartazgo de los que se unieron a la compañía en sus inicios, como una forma simpática e interesante de retocar fotografías y compartirlas. Ahora Instagram, claramente, es otra cosa completamente diferente, y aunque algunos jueguen a intentar explotar esa cosa hasta el límite y matarían por alcanzar un estatus determinado, no todos parecen sentirse cómodos con todo lo que ello conlleva.
¿Puede Instagram convertirse en la salvación de Facebook? Francamente, lo dudo. Más bien parecería lo contrario: que el supuesto paraguas que permitiría a los fundadores de Instagram acelerar su «plan de dominación mundial» se ha convertido ahora en una losa que dificulta el crecimiento de la compañía, en una fortísima carga de isomorfismo que la aproxima cada vez más a cometer los mismos garrafales errores cometidos por su matriz, a deslizarse cada vez más rápido por la peligrosa pendiente de las redes sociales que solo se sostienen por la inercia de quienes aún creen aprovecharlas para ganar dinero, mientras la mercancía que venden va saliendo por la puerta musitando aquella épica frase atribuida a Yogi Berra: «ya nadie va allí… está demasiado lleno«.
Efectivamente, Instagram puede que esté demasiado lleno. Y no voy a decir de qué.
This post is also available in English in my Medium page, «How Facebook’s umbrella has become a straitjacket for Instagram«.
«Que hablen de mi, aunque sea bien» (Salvador Dalí) ,
A este respecto creo que Google lo ha hecho un poco mejor que Facebook, al menos en YouTube puedes contratar una suscripción mensual que, si te la puedes permitir, es una gozada ya que no ves ni un solo anuncio. Además su caja de comentarios ha dejado de ser el vertedero que era hace 3 años cuando estaba llena de insultos, peleas y spam y en estos momentos tiene una calidad aceptable para ser un medio tan masivo como es YouTube.
Por supuesto que aún tienen problemas muy serios como las cuentas falsas, los bots y los clicks falsos y también con los canales conspiranoicos y magufos, pero hay que reconocer que están tomando medidas y que no se han quedado con los brazos cruzados.
El primer conocimiento que tuve yo de Instagram fue cuando un amigo me comparatió un enlace con una foto de una conocida en común semidesnuda y una frase profunda de las que salen en el primer resultado de Google al buscar «frases profundas».
Creo que más o menos todo el mundo tiene la misma impresión sobre esa red social: egocentrismo, catetismo y cuatro que viven del cuento.
Hemos de reconocer que las RRSS, no son mas que el reflejo de la sociedad. Es duro aceptar que los contenidos, comentarios, fotografías, …, son aquello que NOSOTROS subimos, compartimos, leemos,… Es fácil echar la culpa a Facebook, pero a mi juicio, no es culpa de una determinada empresa, es de la sociedad que entre todos hemos construido.
Decía Ayn Ran en una entrevista de tantas en YouTube, que le encantaba ver escaparates pese a despreciar el consumismo, pues veía el esfuerzo de los empresarios por vender, las chorradas que se inventaban.
FB es tan mainstream como main street.
Los links del post me resultan siempre interesantísimos…no solo porque «darle» al inglés es un muy buen propósito de Año Nuevo…sino también porque el inglés se revela como fundamental para cualquier actividad tecnológica..El 80% o más de lo que «se guisa» en Tecnología está en inglés. Esto funciona así. Yo tengo una hipótesis «mu-loka» para este fenómeno ligüístico y es que si en un escenario imaginario/distópico..y no muy deseable en mi opinión..la 2GM la hubieran ganado «los otros»..los negocios & las tecnologías que nos encontraríamos andarían escritas en vete a saber si alemán…o incluso en «japo» !!! Bufff…agobia solo de pensarlo..con lo chungo que es para un occidental hablar o escribir eso que «dibujan» los nipones…Afortunadamente no ocurrió.
Pues el último link de la CNBC del post, en inglés ;-), que dices no vas a decir de qué..o mejor de quiénes parece haberse llenado «el Insta»..pues me he zambullido especialmente en ese site…en las estadísticas que nos presentan allí…se deduce..o por lo menos lo menos a mí me llega una onda muy clara con la respuesta: Jovencitas/os de menos de 20 añitos…vamos lo que se viene a llamar «centenials»…vamos lo que vienen a llamar los sociólogos «Z Generation»..o por simple secuencia lógica los tbn. llamados «post-milenials»…O como yo los llamo en mi mundo de piruleta: los «Zetas», que si quieres que te sea sincero..algo de z.ombies tienen..puesto que no sabemos dónde van.. ni exactamente dónde están..hasta que finalmente aparecen en 1 instante de la película..y nos sorprenden.
La sorpresa deja de serlo después de las revelaciones de las encuestas de la CNBC: Son todos Centenials & están todos metiditos en el «Snap-Gram»…que eso ya es 1 duopolio de facto, por no decirte 1 Imperio que aparenta llevarse el 80% de la actividad..O quizá más…Curioso fotograma en el que aparenta terminar la película ¿ no ? Te confieso que hasta yo me he sorprendido al verme abocado a sacar esa conclusión… Pero alto ahí, tratemos de ser críticamente costructivos.., nos nos conformemos con el primer resultado obtenido: ¿ pondríamos la mano en el fuego ( esto es certeza del 100%..) que los centenials que pueblan el ciberespacio son quien dicen ser ???? No perdamos de vista que la red que navegamos cotidianamente, contiene cada día más Fake Content…
https://www.youtube.com/watch?v=lT0Wao7fnyo
¿Hace falta mencionar la edad que tenían los early adopters de Facebook cuando empezó a «petarlo» allá por 2007? Ya os lo digo yo, la misma que tienen ahora los usuarios que están haciendo crecer a Instagram, entre 16 y 24. El hecho de que los «señores mayores» les despreciemos por sus hábitos y su forma de consumir contenido, no va a hacer desaparecer el valor que tiene para las empresas, el consumo de esos futuros veinteañeros y treintaañeros. El resto de ususaurios, probablemente vayamos donde ellos digan ;-)
En lo que estoy de acuerdo es en que Facebook se equivoca al intentar vincular tanto su red ¿Principal? con Instagram, ya es esto puede espantar a esos Zetas, como los llamaban más arriba, que rechazan Facebook por estar llena precisamente de gente que se ha hecho adulta.
A ver, recordadme cómo empezó esto de Facebook…
Ah sí, es cuando Zuckerberg se apropió «secretos comerciales, derechos intelectuales, así como códigos» de los hermanos Winklevoss.
Aunque antes, fue culpado por Harvard de hackear la internet de la universidad y de violación de privacidad y de propiedad intelectual.
Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.