Tras más de una década de constante declive, el tráfico en la red atribuible a descargas llevadas a cabo mediante el protocolo BitTorrent vuelve a subir, un ascenso que muchos atribuyen a la cada vez mayor fragmentación de la oferta de contenidos audiovisuales. Ante una oferta de contenidos que se divide de manera exclusiva entre servicios como Netflix, HBO, Amazon, Hulu y otros, los usuarios interpretan que hay un límite al número de servicios por los que pueden plantearse pagar una cuota, y recurren a herramientas como, Transmission, µTorrent, Vuze y otras para localizar y descargar los contenidos que quieren ver.
La consecuencia es lógica: si ofreces a los usuarios alternativas sencillas y a precios razonables para obtener los contenidos que desean, los utilizan, y de hecho, se convierte en la mejor manera – posiblemente la única – de luchar contra las descargas irregulares. Pero si construyes un montón de jardines vallados y exclusivos, y pretendes que los usuarios paguen por el acceso a todos ellos sin ofrecer soluciones inclusivas sencillas, muchos de esos usuarios vuelven a recurrir a BitTorrent, el único servicio que les proporciona acceso a todos ellos. La fragmentación y la exclusividad se convierten en un fuerte desincentivo a un pago que, lógicamente, tiene un límite dentro de la propensión marginal al consumo de los usuarios, y llevan a un incremento de ese consumo a través de unos canales irregulares cuyo uso sigue siendo y será completamente imposible de reprimir. Mientras los diversos servicios compiten en cada edición de los Emmy por tener contenidos cada vez más atractivos y superan de largo a las productoras y cadenas tradicionales, los usuarios se encuentran ante la dificultad de dedicar un porcentaje mayor de su renta disponible al consumo de contenidos, y vuelven a sentirse justificados para recurrir a canales alternativos.
Lo que el mundo de la música ha conseguido evitar gracias a la presencia de plataformas como Spotify, Apple Music u otras con acceso a la práctica totalidad de los contenidos salvo en momentos relativamente excepcionales, se ha convertido en un reto mucho más complicado para la industria de los contenidos audiovisuales, que busca su diferenciación y su ventaja competitiva en la disponibilidad de un catálogo fuerte de contenidos de producción propia sobre cuya emisión pretende mantener una exclusividad que no ofrezca confusión al usuario. La presencia en ese catálogo de series icónicas con un fuerte atractivo y un importante movimiento a través de redes sociales ase convierte en un fuerte estímulo para muchos usuarios, pero no necesariamente justifica una propensión a un pago mensual para el resto del catálogo, y menos aún si la plataforma es la tercera o la cuarta por la que el usuario tiene que pagar.
Para Netflix, el problema es relativo. La compañía siempre ha hecho gala de un pragmatismo absoluto con respecto a las descargas irregulares, que compara con un negocio, el del agua embotellada, capaz de subsistir y de ser rentable a pesar de existir una disponibilidad prácticamente ilimitada de agua del grifo. Netflix es el líder del segmento, el servicio que supone en torno a un 15% del tráfico de descarga de todo el mundo, el que cuenta con una base de más de 130 millones de usuarios en 190 países, y el que genera una fidelidad inquebrantable que lleva a que el número de usuarios que decide dejar de pagar por su servicio, el conocido churn rate, sea habitualmente muy bajo. El problema es mayor, lógicamente, para aquellos que intentan competir con Netflix ofreciendo servicios similares, y que, en muchos casos, carecen de la ventaja competitiva que Netflix posee gracias a la explotación de los datos de su enorme base de usuarios. Pero sobre todo, el problema radica en volver a convertir en un hábito para un cierto segmento de consumidores unos servicios que, en muchos casos, habían ido convirtiéndose en relativamente marginales, en un uso casi residual en numerosos mercados. Si ese patrón de uso vuelve a popularizarse, va a ser difícil achacar la responsabilidad únicamente a los usuarios…
This article was also published in English on Forbes, “Why more and more people are returning to BitTorrent»
Yo mismo soy un ejemplo de lo expuesto en el artículo:
– Netflix: contratado desde el primer día que se lanzó en España, y que no me lo quiten.
– HBO: lo contrato por temporadas. Es inferior a Netflix como servicio. No permite saltarse los títulos de crédito al principio de los capítulos de serie, no es compatible con mi smartTV del salón (tengo un Chromecast, pero es un paliativo incómodo, porque tengo que recurrir al móvil o tablet para iniciar la reproducción), etc. Han ido mejorando con el tiempo copiando algunas cosas de Netflix, pero no han copiado lo suficiente.
– Amazon Prime Video: lo tengo por ser usuario premium de Amazon, pero no tiene mucha oferta de contenidos en España, así que no lo uso mucho.
– Bittorrent: lo uso si un contenido no está en los anteriores, y me interesa mucho.
– Servicio de tv de pago: ni me planteo el tenerlo, y ya no solo porque suele ser más caro, sino porque el streaming es algo muchísimo mejor. La tv (de pago o en abierto) es tecnología obsoleta del siglo pasado, solo útil para eventos en directo (campanadas de Nochevieja, fútbol (si me gustase, que no es el caso), etc).
Mi caso es muy parecido, salvo que nunca usé el torrent (sí las descargas directas). Aunque tengo Chromecast, al Apple TV que uso tiene aplicación HBO, así que el Chromecast solo lo usé en las últimas vacaciones.
Por otro lado, me siguen gustando los contenidos en bluray, por la calidad y el coleccionismo, aunque ya no compro.
Tengo Movistar Fusión Series, pero no tengo conectado el descodificador, que vive en un armario a la espera de que pasen los 4 meses restantes (de 6) en los que Movistar Series me sale a mitad de precio por una oferta irresistible que me hicieron por teléfono. Cuando llegue el 5º mes iniciaré el trámite para pasar a Fusión #0, salvo que el operador me haga otra oferta irresistible en el precio.
En todo caso se demuestra que los usuarios sí pagan por contenidos de calidad y conveniencia a precios razonables. Lo de la fragmentación con las series es terrible y ellos verán, sucede lo mismo deportes que sí me interesan como el tenis: hay años en los que he podido pagar por ver un único partido (una final de Grand Slam), años en los que he pagado un único mes de EuroSport Player, y lo normal es que no pueda pagar ni un partido suelto ni un mes suelto (caso de Movistar). El broadcasting del ajedrez (worldchess.com) está mucho mejor: puedes pagar por un pase anual, o solo para el mundial.
Hace años usaba el mercado del agua embotellada para criticar a la industria por esforzarse en prohibir grifos y no en comercializar agua embotellada.
El servicio de streaming es un monopolio natural. La fragmentación del mercado no es sostenible a largo plazo y volvemos a la analogía del agua embotellada: una industría que no ofrece lo que los clientes quieren.
En mi caso, ademas de lo que comentas, que suscribo (tengo Netflix y encantado, pero no es suficiente); el problema es que me gusta mucho el cine antiguo (cine negro principalmente) y pelilculas de serie b y esto no esta disponible en ningun servicio. Esto que puede parecer un poco marginal creo que no lo es y es bastante amplia la comunidad de gente que vemos otras cosas ademas de estrenos y novedades y para esto…es necesario el torrent.
Pues en mi caso solo tengo contratado el Amazon Prime Video, pero no ningun otro servicio de streaming. ¿Por qué? Por los malditos bloqueos regionales.
Yo soy consumidor compulsivo de series coreanas. Existen servicios como DramaFever, Viki o VIU, pero, aunque quisiera pagar por ellos, el contenido disponible para España es una minima porcion del total. Por tanto, debo recurrir a los torrents y a descargar los subtitulos de esos mismos servicios porque no quieren autorizar su acceso desde España a sabiendas de que jamás intentarán vender esos contenidos a otros servicios.
Hola, Enrique
He visto este comentario tuyo con motivo de la visita de John Ridding y su declaración sobre los muros de pago en la prensa. No tengo Twitter, y tengo una pregunta que hacerte sobre el tema, aunque no sé si estarías dispuesto a contestar con franqueza, por eso de las formas.
¿Hay algun incoveniente en que la haga en este momento, como off topic?
Espero que no parezca curiosidad malsana, pero me gustaría oír la respuesta. :-)
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La fragmentación está en el ADN humano. Solamente el ansia de poder y mayor riqueza puede favorecer el monopolio. Pero, como con la mafia (y las dictaduras), nunca será duradero.
Es algo característico de la especie humana. Y lo podemos ver en la fragmentación de la izquierda y de la derecha, usando los partidos políticos. Sería necesario un equilibrio para que se produzca un beneficio general. Pero, eso de pensar en «lo general», es el menos general de los pensamientos.
Por no hablar del ego (más bien EGO!) de los que «se consideran» (y son considerados por mucha gente) superiores al resto de los mortales…
La red de carreteras es un monopolio natural. Ademas de individuos somos ante todo seres sociales.
Usuario de Netflix desde hace muchos años. No tengo cable. Y suscripto a Amazon Prime, pero no lo uso.
Mi faltante: los estrenos. Para ello uso transmission en una Raspberry pi.
A la espera de Apple Video, porque sueño que me va a dar los estrenos (espero sea tarifa plana para contenido en general y un dólar x estreno). Si es así, me olvido de los torrents…
Hola Enrique, ¿ves viable que alguna compañía cree (o algún emprendedor) que podría ser yo, un agregador que solucionase este problema. Un Booking o similar de las plataformas.
Muchas gracias,
Alejandro
Sí.
¿Y un agregador de qué forma podría solucionar este problema exactamente?
Ryanair prohibió que las agencias de viajes vendieran sus billetes. Tu negocio desaparecería el día que una o varias plataformas se nieguen a trabajar contigo, por ejemplo, si tienes éxito.
Piensa en el wifi, que hay millones y en vez de compartir el acceso, por ejemplo con empresas como Fon, las mantenemos como reinos de taifas, cada uno con la nuestra.
Y siempre tendrás que lidiar con la alternativa P2P, donde los usuarios logramos los servicios que las empresas no nos quieren vender.
El estado podría fomentar un marco competitivo, pero en entornos de innovación ya se ha visto que es mas efectivo esperar a que tu enemigo se muera que a que lo ejecuten por asesino.
Creo que falta en el análisis una valoración de qué puede suponer a largo plazo la compra de BitTorrent por parte de TRON, un ambicioso proyecto blockchain cuyo objetivo final a muy largo plazo es conseguir la descentralización de la red.