El último y enormemente alarmante informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) quita la razón a todos los imbéciles pseudocientíficos que llevan años negando las evidencias y pone a la humanidad en un camino de sentido único: cambiar o desaparecer. Es como tener una alarma de incendios sonando a todo volumen en la cocina, pero pasarnos el tiempo discutiendo sobre si está sonando en realidad o si es un sueño, a ignorarla completamente, o a buscar formas de que no moleste o no suene, en lugar de dedicarnos a apagar el fuego que la provoca. El calentamiento global ya no es una lejana entelequia para futuras generaciones: es algo que afectará enormemente a la calidad de vida y a las perspectivas de supervivencia de todos los actuales habitantes del planeta, salvo que vivan menos de cinco o seis años. Ignorarlo, discutirlo o negarlo ya no lleva a ningún sitio más que al ridículo.
¿Qué podemos hacer para contribuir a evitar una cosa así? Está claro que los sacrificios individuales plantean un problema: nadie quiere perder comodidad, confort o calidad de vida mientras ve como muchos de los que les rodean pasan olímpicamente de molestarse. Ser «el que se sacrifica» cuando la mayoría de tus conciudadanos se comporta de manera irresponsable es no solo duro, sino posiblemente absurdo, porque un camino implica sacrificios y pérdida de competitividad, mientras el otro corresponde a los hábitos que hemos construido durante generaciones. Sin embargo, hay algunos procesos mentales que pueden ayudarnos a tomar decisiones más coherentes con respecto a la magnitud del problema:
Primero y fundamental: entender que la evolución actual es completa y radicalmente insostenible. Detener esa evolución implica eliminar el primer y fundamental dogma del capitalismo: la necesidad de crecimiento económico. De hecho, la inmensa mayoría de las prácticas que provocan el calentamiento global se llevan a cabo en nombre de esa supuesta necesidad de crecimiento económico a toda costa, de esa obsesión por seguir creciendo caiga quien caiga. La tecnología para abandonar los combustibles fósiles existe, pero no se pone en práctica porque ello implicaría el colapso económico de múltiples industrias, un importante crecimiento en las cifras de desempleo y pérdidas multimillonarias para muchas compañías con un fortísimo potencial para el lobbying. La primera y fundamental bofetada, por tanto, tiene que ser necesariamente para los economistas, para quienes defienden la necesidad de mantener ese crecimiento económico insostenible a toda costa. El planeta, como todo, tiene sus límites.
Al tiempo, deberíamos pensar a la inversa: cuáles son las actividades económicas con potencial para crear valor al abrigo de la oportunidad que supone el calentamiento global. A medida que las evidencias se suceden, deberíamos contar con un cambio de actitud cada vez mayor en la sociedad, y con la llegada – esperemos – de un punto de inflexión en el que todos rechacemos aquellos productos y servicios que generen emisiones de CO2, para sustituirlos por otros que no contribuyan al problema. Estamos posiblemente ante el cambio de paradigma más importante de la civilización en toda su historia, y pensar que eso no va a crear oportunidades para los emprendedores y para los que sean capaces de entenderlo es estar completamente ciego. El emprendedor del futuro es el que aprende a ver el calentamiento global como una importante oportunidad de diferenciación y de negocio, capaz de generar ingresos a cambio de un resultado neto ya no neutro, sino positivo en términos medioambientales.
Segundo: la tecnología ayuda, por supuesto que sí. Pero lo hace a sus ritmos: solo es posible abaratar la tecnología necesaria para hacerla competitiva a base de fortísimas economías de escala y aprendizaje. Ejemplos como el de Tesla se encuentran ya prácticamente ahí: mientras muchos se ríen de sus dificultades de producción, como si fuera sencillo pasar de ser un fabricante prácticamente sin experiencia en la producción masiva a producir ochenta mil vehículos al trimestre, la compañía ha logrado ya superar las ventas de marcas históricas como Porsche, Mercedes Benz o BMW, es el vehículo de fabricación norteamericana más vendido en su país, y lo ha hecho con un modelo que aunque muchos critican por su precio, tiene un coste total de propiedad sensiblemente inferior a cualquiera de sus comparables con motor de explosión, y es además mucho más seguro. ¿Quiere esto decir que debemos salir todos corriendo a comprarnos un Tesla? Obviamente no, entre otras cosas porque no sería posible. Pero debemos presionar a todos los fabricantes de vehículos para que declaren muerto al motor de explosión y abandonen completamente su fabricación para pasar a centrarse en ser competitivos en la fabricación de vehículos eléctricos, lo que a su vez posibilitará enormes descensos en el coste de componentes fundamentales como las baterías. El millón de vehículos eléctricos en circulación en los Estados Unidos representa un hito importante, pero hay que llevarlo mucho más allá.
¿Qué hacer, por tanto? Básicamente, asumir que el último vehículo que adquirimos fue en realidad eso, el último que adquiriremos, salvo que podamos o queramos permitirnos uno eléctrico. No cambiar de coche es la mejor manera de presionar a la industria automovilística para que cambie: la ganancia que proporciona pasar de un vehículo más antiguo a uno nuevo es, en el mejor de los casos, marginal, y muy inferior a la que se conseguiría si todas esas marcas se viesen obligadas a modificar su estrategia para empezar a fabricar vehículos eléctricos ante la evidencia de que no pueden colocar su sucia chatarra en el mercado.
De nuevo entra en juego la tecnología: los vehículos autónomos avanzan a gran velocidad, acumulan cada vez mayor experiencia en tráfico real, y logran convencer a los reguladores de la necesidad de facilitar su llegada reescribiendo las normas de circulación para adaptarlas a ellos. Empieza a plantearte cómo será tu vida cuando no solo no poseas ese automóvil infrautilizado y aberrante desde un punto de vista racional y económico, sino cuando, además, las ciudades hayan avanzado en su adaptación para convertirse en sitios en los que caminar, montar en bicicleta, utilizar patines o patinetes y flotas compartidas de vehículos autónomos en lugar del caos actual en el que el automóvil particular gobierna a su antojo y todo el resto de elementos son vistos como estorbos. Visualízalo, y además, exígelo a tu ayuntamiento. Cuanto antes, mejor.
Pos supuesto, cifrar todo a cambios en el transporte sería absurdo. Hay muchos más elementos sobre los que actuar, aunque el transporte sea responsable de más de un tercio de las emisiones. La calefacción, el aire acondicionado o la cadena de suministro es responsable de una buena parte de las emisiones, y existen gran cantidad de actuaciones que pueden llevarse a cabo, desde manifestar una preferencia activa por el consumo responsable que utiliza productos de proximidad, hasta incrementar la eficiencia energética de nuestros hogares, pasando por reducir el consumo de determinados alimentos, como los relacionados con la explotación de ganado vacuno, frente a otros, o incrementar el uso de teleconferencias y reducir viajes. Cada una de estas recomendaciones genera, por supuesto, señales de alarma en cada una de las industrias afectadas. Pero de nuevo, tenemos que tener en cuenta que los grados de libertad se han terminado, y que, sencillamente, no estamos ya en situación de elegir. Simplemente, no hay elección. No hay opciones.
La tecnología, de nuevo, puede ayudar. Se está avanzando en el desarrollo de métodos para extraer CO2 de la atmósfera y no solo fijarlo y enterrarlo, sino incluso conseguir que se incorpore a determinados materiales para arreglarlos cuando se rompen, una posibilidad que podría llegar a aplicarse para obtener una economía del CO2 viable, y un resultado neto neutral o incluso negativo. La ruta hacia el fin del carbón es posible, aunque requiere muchísima más presión política sobre los gobiernos que aún pretenden recurrir a él, trabajo de militancia y trabajo de partido, para no solo avergonzarlos por su cortedad de miras, sino echarlos del poder por ser directamente nocivos. El cambio climático tiene que dejar de ser un aspecto anecdótico y bienintencionado de la agenda política para convertirse en el aspecto más importante, decisivo y fundamental para todos.
El cambio es posible. Pero corre muchísima prisa, y requiere que no nos sentemos a esperar a que pase un milagro: es fundamental entender lo que está pasando, informarse y plantear las exigencias oportunas en los lugares adecuados, aunque pensemos que esas exigencias recortan nuestras libertades individuales, nuestro nivel de confort o nos obligan a sacrificios que creemos imposibles. La alarma de incendios suena: si decides ignorarla, no solo lo haces a tu propio riesgo: lo haces con consecuencias que ya no vas a poder ignorar.
This article was also published in English on Forbes, “Technology, economy and global warming: what we can do to change things»
Soy terriblemente pesimista al respecto. De los tres grupos (personas, empresas, gobiernos) que pueden hacer algo:
– Las personas no van a cambiar en masa en pocos años. Históricamente, cualquier cambio de calado en temas «de cajón que deberían caer por su propio peso» lleva décadas y ni aún así se acepta en muchos casos: racismo, feminismo (entendido como igualdad de derechos de las mujeres) , aceptación de la homosexualidad, consumismo, ecologismo, separación iglesia-estado, respeto a los animales como seres vivos que sienten y sufren (y sus derivadas finales vegetarianismo y veganismo), etc. Por alguna razón, la gente tardamos mucho en «hacer la conexión» en nuestros cerebros (to make the connection), a pesar de que hoy en día hay muchísimos más canales de difusión (blogs, documentales, redes sociales, etc.). Y aunque hagamos la conexión, si supone un sacrificio personal elevado en muchos casos no se hace.
– Las empresas solo se preocupan de sus accionistas, no de la sociedad. Y sus dirigentes solo se preocupan de mantener su bien pagado puesto de trabajo.
– Los gobiernos: en democracias, los partidos solo quieren alcanzar el poder y mantenerse en él. No parece que haya ninguno que quiera inmolarse adoptando medidas drásticas, que se reservan para situaciones de emergencias y este tema no se ve como tal.
El ser humano siempre ha demostrado resistencia al cambio y mas aun cuando el gobierno apoya dicha resistencia, la tecnologia puede ser tanto antagonista como protagonista del cambio ya grandes empresas usan energia solar para alimentar sus centros de datos, ahora somos nosotros los ciudadanos de a pie los que tenemos la mayor responsabilidad, debemos aumentar y crear tecnologias verdes, debemos educar en cuanto al consumo entre otros, lo mas dificil es el cambio de pensamiento de una sociedad adicta al gasto, la contaminacion entre otros. Quisiera ver muchad mas startups con un nucleo enfocado en la lucha contra el calentamiento global
Carlos, soy también pesimista al respecto pero difiero de tu opìnión en el tema del cambio en las personas. Yo creo que las personas podemos cambiar si se nos facilita el cambio. Usamos la energía en casa que se nos da, no podemos elegir de donde viene. En mi caso uso un coche exclusivamente para ir al trabajo y hacer la compra. Hago unos 1500 kms. al año y me cuesta unos 2000 euros al año, para que te hagas la idea de cuan absurdo es para mi tenerlo si contase con un medio de transporte público, ya que en mi caso si prescindo del coche la única alternativa es el taxi. Ir caminando, en patinete o bicicleta eléctrica no es una opción con el clima de Irlanda.
Luego para mi está ya todo perdido porque el cambio tiene que empezar en los gobiernos (y los dos sabemos que eso no va a suceder), obligando a los proveedores de energía a producir 100% limpia en un plazo más bien corto, proveer sistemas de transporte público que lleguen a todos los rincones de la ciudad y movidos con energías limpias. Y simple y llanamente ponerle fin al coche que se mueve con petróleo. Gastaría muy gustosamente esos 2000 euros al año en transporte público, y eso es NEGOCIO para las empresas. El problema es que la tarta se repartiría más, porque a día de hoy ese dinero se lo llevan las petroleras, automoción y seguros que por supuesto prefieren condenar al planeta antes que ceder su gran trozo de la tarta.
Después de convertirme en ciudadano canadiense y luego de la consecuente emoción caí en cuenta de:
¿ Estamos desestabilizando el sistema planetario con la migración y lo que conlleva?Canada, todos sabemos, es un país ubicado en las regiones más frias. Hace sesenta años, me cuentan otros inmigrantes y nacidos aquí, caía nieve por montones, ¡por montones!. Hoy día cae nieve y tranquilamente salimos a caminar «sans problem» durante el invierno. El calor humano está calentando el Canada, a lo que se suma que todos los grandes fabricantes de IA están migrando al Quebec. ¿Que hacer?… pregunta inocente: ¿les negamos la visa?.
Cambio climático. Si el primo de Rajoy decía que eran paparruchas, así que eso del cambio climático debe ser mentira.
Dejando de lado los negacionistas, mientras los conservadores en USA vean el cambio climático como un argumento de los demócratas para regular la industria ( y por tanto limitar la libertad y estar más cerca de ser un estado comunista) , poco se avanzará. Es triste, pero es así.
El primo de Rajoy, con toda su Cátedra de Física en la Universidad de Sevilla, si es cierto que dijo eso es porque no es más que un gilipollas. No hay más que fijarse en su explicación… «si ni siquiera es posible predecir el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla.» Lo dicho, un Gilipollas con mayúsculas. Rajoy, no. Rajoy simplemente ha sido un cínico al que sus tontunas le acercaban al pueblo, por tontería generalizada. Mal de muchos consuelo de tontos.
Alexgg, efectivamente capté que lo del primo de Rajoy era de coña. Quise a propósito de tu comentario dejar claro que esto se dijo de forma seria para confundir a la ciudadanía. Y abajo va el video:
https://www.youtube.com/watch?v=XY6xbpnilbg
In some way my fridge is like the Planet Earth, being the poles and north territories as its freezer. What if We put everything, inside the freezer, from chicken to pizza, affphones and tablets , even, our Artificial Inteligence.
Note: aff-phone is the new generation of smartphones… affectum phones (i read it in www.paraboladeltransistor.com
Como bien indican en un comentario, la cultura de la gente no permite vislumbrar lo cierto del argumentario anticambio climático. La gente se fija más en quien lo dice (y cortacircuita sus «oidos cerebrales»), que en los datos de cada argumento.
Es como el clásico médico que fuma diciendo lo malo que es fumar. La gente no piensa en el argumento, la gente «piensa» en la contradicción del médico (y que eso apoya precisamente lo más fácil: seguir fumando!).
En cierto modo se está pagando el amaestramiento memorístico de la educación oficial. Al repetirse tanto ancuentra mejor adopción en nuestra memoria. Los argumentos novedosos requiere más esfuerzo por parte de nuestro cerebro.
A fin de cuentas, lo notamos todos los días en la política actual.
El cambio es inevitable por lo que en algún momento llegará, queramos o no. Pero ¿cómo hacer para que el cambio llegue más pronto que tarde? Que llegue antes puede ser decisivo para que la especie humana tenga alguna posibilidad más de una supervivencia mejor. ¿O llegará cuando ya sea demasiado tarde?
Se ha debido crear en estos días la plaza de e.Isaias digjital, una especie de Community Marketing de los malos presagios y yo sin enterarme.
Puesto a elegir,…. los prefiero antes que a los del telemárketing. Dan también la lata, cierto, pero al menos lo hacen OFLINE y no llaman al teléfono a la hora de la siesta..
Un día menos hacia el abismo, PERO…. es día de fútbol y no cuenta. todo se paraliza, Las penas con fútbol son menos
Yo ya he asumido que mi coche es el último que me compro, y que si se me estropea tiraré de segunda mano mientras no haya solución mejor.
Y yo creo que simplemente dos cambios cambiarían radicalmente a sostenible la movilidad:
1-: Promoción masiva a motos y bicis eléctricas con carriles dedicados a ellas en toda la ciudad y quitados a los coches. Hacer un sistema Europeo de matriculación y gps para evitar robos de motos y bicis electricas.
2- Promocion de servicios UberX, Uber y sobretodo UBER-POOL, o taxi-furgoneta-microbus de personas yendo en la misma direccion.
Con esas dos cosas en 5 años NOS CARGAMOS el coche particular al 90%
Hola Enrique,
Este cambio no sucederá hasta que las empresan vean que les renta. Hasta ese momento… Todo es humo. Mi coche GLP contamina mucho menos. Pero es que los 5000 habitantes de mi pueblo tenemos coches para bajar a Madrid a trabajar. Y aun así, contaminamos mucjo menos que el aire acondicionado del Hotel Eurostar.
¿Dónde empieza todo? Pues en tu escuela de negocios. Si las grandes empresas bajan su huella de CO2, entonces todo irá mejor. Los individuos simplemente no tenemos ese poder.
Y dicjo quede, no creo que el cambio climático dependa tanto de nosotros como del Sol. Y no confundamos sostenibilidad con clima, por favor
Y dicho quede, no creo que el cambio climático dependa tanto de nosotros como del Sol
No se trata de creer, se trata de lo que estamos midiendo, de lo que estamos comprobando.
Llevamos décadas monitorizando el Sol y no hay un aumento apreciable en su actividad.
Sabemos que el calentamiento global existe porque lo estamos midiendo. Y éste es mayor por la noche y en invierno, justo lo que cabría esperar si el responsable es el efecto invernadero y lo contrario de lo que sucedería si el Sol fuera el responsable.
Además sabemos que el CO2 tiene un importante efecto invernadero y que los niveles a nivel mundial en la atmósfera están ya por encima de las 400 ppm, cuando en los años sesenta estaban por debajo de las 300ppm.
Estoy harto de las opiniones sin fundamentar en un tema tan importante como este. Respeto todos los puntos de vista siempre y cuando estén medianamente fundamentados.
Los lectores de este blog tienen una formación e interés científico superior a la media y los comentarios están cargados de cinismo, ignorancia y derrotismo.
Me llevó años ver como muchas de las personas a mi alrededor aceptaban la existencia de cambio climático solo para comprobar que ahora minimizan los riesgos que supone.
Si esperamos otro tanto a que se den cuenta del enorme riesgo al que nos enfrentamos, será demasiado tarde.
Primero las mujeres y los niños, luego el planeta.
Principio de la auto-aplicación previa. No podrás hacer y dar a los demás aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo.
Daniel Goleman, Ecología Emocional
Sin planeta no hay ni mujeres, ni niños. Ni especie humana, ya de paso. Si se pierde esa batalla, se pierden todas las demás. Es curiosa la negativa irracional a aceptar algo así, que si no cambiamos, nos podemos ir todos completa y radicalmente al carajo…
El tema que planteas en el artículo es para pensar un poco más y meditar sobre él. Es cierto que la tecnología tiene un papel fundamental tanto positivo como negativo en el calentamiento global y que por esta parte, los fabricantes de coches hacen un gran esfuerzo en eliminar el motor de explosión pero también se impone algo muy poderoso, la economía familiar.
Necesitamos tecnología avanzada , pero asequible. No todo el mundo se puede permitir los costes de comprar un vehículo eléctrico y en esto podría ayudar el gobierno (sea del partido que sea) con subvenciones generosas con el fin de incentivar la compra de vehículos eléctricos así como toda aquella tecnología que mejore el cambio climático.
Buen artículo, un saludo.
Yo soy pesimista al respecto: el ser humano es egoísta por naturaleza. Mucha gente no recicla, y los que lo hacen creen que por el hecho de hacerlo ya están en paz con el medio ambiente. Aunque luego compren en el supermercado paquetes de queso ya cortado el cual contiene una lámina de plástico que separa cada loncha. La única solución que veo es que los gobiernos tomen conciencia y se premie la venta a granel.