Otro día más, otro empleado de una compañía que decide dar el paso de publicar una carta abierta denunciando prácticas a las que se opone desde un punto de vista ético, intentando provocar un cambio en las decisiones tomadas por la dirección. En esta ocasión es un empleado de Amazon quien, de manera anónima pero posibilitando la verificación de su condición de empleado de la compañía, publica en Medium un artículo titulado «I’m an Amazon employee. My company shouldn’t sell facial recognition tech to police«, que rápidamente se convierte en viral y obtiene el apoyo explícito de más empleados, al tiempo que pone a la compañía en una situación a la que, a pesar del habitual hermetismo que practica en su comunicación, es muy difícil no plantear algún tipo de respuesta. Específicamente, la carta pide no solo que la compañía deje de trabajar para la policía aportando sus sistemas de reconocimiento facial, sino que además, eche de sus sistemas a Palantir, la polémica y siniestra empresa de Peter Thiel. Mientras tanto, Jeff Bezos defiende la colaboración con el Pentágono, y afirma que si las compañías tecnológicas norteamericanas se niegan a trabajar con el gobierno, el ejército o las instituciones públicas de su país, eso traerá importantes problemas, y afirma que una de las responsabilidades del management de las compañías es tomar las decisiones correctas, aunque sean en ocasiones impopulares.
La tendencia, de la que hemos hablado ya en otras compañías tecnológicas anteriormente, o que incluso ha llegado a afectar recientemente de manera muy importante a la mismísima Casa Blanca, se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para los directivos corporativos, que no terminan de ver hasta qué punto es cada vez más importante que cada decisión esté no solo fundamentada en unos principios éticos coherentes, sino que, además, esté previamente explicada hasta la saciedad o incluso negociada con todos los empleados. Ya no hablamos de un caso aislado o de dos, sino de una auténtica tendencia. Decisiones además, en muchos casos, con una trascendencia y dimensión económica importantísima, como la que puede llegar a tener para Google su vuelta al mercado chino con un buscador que respete las normas de censura del gobierno del país y que muy probablemente los ciudadanos chinos aprecien o incluso consideren que mejora su situación, pero que se encuentra con una fuerte resistencia interna de los empleados de la compañía, que puede llegar a concretarse no solo en un problema reputacional, sino incluso en una importante salida de talento. Para Google, cambiar de opinión, cuando hay consideraciones éticas implicadas, puede convertirse en un gran problema.
¿Deben las compañías permitir que los empleados, tradicionalmente considerados defensores incondicionales de su empresa, condicionen sus decisiones estratégicas? En la mayoría de las compañías tradicionales, existen pocas dudas al respecto; si la compañía dice que se hace, se hace, y quien no esté de acuerdo, ahí tiene la puerta. Pero en sectores como la tecnología, donde los trabajadores son muchas veces considerados con razón el activo principal a preservar y donde gozan además de una gran movilidad profesional, ese criterio puede convertirse en una importante fuente de problemas y amenazar incluso la sostenibilidad, además de la reputación.
¿Es la coherencia ética un lujo que solamente algunos empleados con elevada cotización en el mercado, como ocurre con muchas de las compañías tecnológicas, pueden permitirse? ¿O es algo que nos disponemos a ver aparecer incluso en compañías tradicionales o en mercados en los que perder un puesto de trabajo puede convertirse en un problema de subsistencia? ¿Cuántos de los que estáis leyendo este artículo os plantearíais dejar vuestro puesto de trabajo si no estuvieseis éticamente de acuerdo con una decisión estratégica tomada por vuestra compañía?
Es tiempo de repensar la forma en la que las compañías se gestionan, desde una óptica global: no solo como tratan a sus empleados o qué nivel de información sobre sus proyectos les comunican, sino también como plantean su estrategia y si esta es coherente con los principios éticos de todos los actores implicados. Es, posiblemente, la mayor revisión en los principios de responsabilidad social corporativa que hemos vivido en la historia del management: entender que la responsabilidad social corporativa empieza por uno mismo, se aplica primero a quienes trabajan en la propia compañía, y no se limita a ser una serie de principios laxos destinados a hacer bonito en una página web o en una memoria anual. Si fallas en esos principios, si incumples compromisos éticos o si condicionas tu estrategia a los resultados prescindiendo de otras implicaciones, podrías encontrarse con serios problemas.
This post is also available in English in my Medium page, “The techies are revolting! Who next?»
¿ Y si tienes a una parte de tus empleados renunciando por un razón y otra parte renunciando por exactamente lo contrario? ¿ Qué deben hacer las compañías?
Sinceramente no lo entiendo. Si no estas de acuerdo con lo que hace tu compañía, te marchas y en paz. Lo que no llego a entender que un simple empleado, se crea con derecho a decir a una Dirección de una gran compañía, si deben o no colaborar con una empresa de reconocimiento facial. ¿De veras un ignoto empleado de Amazón, se considera que puede dar lecciones de ética a sus dirigentes?.
Segundo punto, una tecnología, sea RFID, lector de código de barras, lectura de código QR, lectura del iris del ojo, o de reconocimiento facial, no son mas que tecnologías, que en si mismo, no son ni buenas ni males, dependerá de que fin se pretenda conseguir ahí donde se apliquen. Yo no veo nada perverso, en que se utilice el reconocimiento facial, como paso previo a utilizar una cuenta corriente, el banco puede no solo saber que el usuario es poseedor de una determinada tarjeta y password sino que además es él personalmente el que actúa en la cuenta.
Veo peor que se utilice el reconocimiento facial para que una serie de cámaras, fiscalicen tus paseos por la ciudad, Peor y muy bobo, cuando simplemente pueden obtener lo mismo, con seguir el deambular de tu teléfono móvil.
¡Por favor! Que ya somos mayorcitos para que se nos intente asustar con el Coco
Pues claro que un empleado de cualquier compañía puede considerar que puede dar lecciones éticas a sus dirigentes. Son sus acciones lo que definen su ética, no su cargo.
Y tu segundo punto, claro que la tecnología es neutral. No está pidiendo que no se desarrolle. Está pidiendo que no se venda a la policía. Eso es un uso específico de la tecnología.
El empleado tiene fácil decidir trabajar en una ONG que tiene claros principios de actuación. Si decides trabajar para una compañía que tiene como objetivo declarado, conocido y aceptado, la consecución de beneficios, no puedes ir diciendo, con este cliente no trabajas o con este si. La libre acción de entrar a trabajar en la compañía, es lo que definen tu ética y tu voluntariamente entraste a trabajar en una compañía que busca beneficios.
¿Tu crees sinceramente que la policía de TU pais, es un servicio, tan repugnante,como para evitar tener cualquier tipo de contacto? . ¿Por qué crees que el reconocimiento facial, en manos de TU policia, va a ser por fuerza de uso ilegal?.
Supongamos que el policía muerto en Andalucia hubiera llevado unas gafas que le hubiera avisado que se acercaba a dar el alto aun peligroso homicida.y en vista de ello hubiera conseguido conservar la vida ¿Te parecería un mal uso del reconocimiento facial?
Pues claro que el empleado tiene derecho a decir lo que le dé la gana, y sí que puede decir que con este cliente trabaja o con este no. Otra cosa es que lo echen. Y el empleado también tiene derecho a irse de la empresa.
Creo que las tecnologías de este tipo, donde se persigue a la gente antes de haber hecho nada, son un tremendo error y una demolición de derechos básicos humanos.
Todo esto nos va a llevar a un estado policial, como está pasando en China.
No seas demagógico con lo del Guardia Civil en Granada. No, no me parece un mal uso del reconocimiento facial, y ni aún así lo querría. Es lo mismo que pasó con el terrorista de la maratón de Boston y Apple no queriendo parchear iOS para que el FBI pudiera acceder a los contenidos del teléfono.
En una democracia la policía no está por encima de la gente.
…primero vinieron por los homosexuales, pero no me importo porque yo no era homosexual…
Gorki, tanto tu cómo yo, venimos de escuelas «verticalistas» y entendemos que hay una autoridad que debe dar las órdenes. Y el resto debemos respetarlas. Yo así lo creo. Pero lo que yo crea, tiene el valor del aire dentro de un vaso.
La autoridad no puede ser lo único que se deba respetar, o si no te vas.
Tiene que haber algo más valioso que la autoridad para respetar y son nuestros derechos y libertades (que están cambiando en función del entorno lo sé) pero -oh casualidad- los gobiernos que compran la tecnología de seguimiento nunca lo hacen en beneficio nuestro.
A lo sumo justifican el beneficio de su compra si hacen un uso beneficioso secundario, por ejemplo, si gracias al uso de esos sistemas consiguen salvar la vida de un niño en una situación de peligro y el noticiero de las 20 tiene una nota de color para mostrar al grupo de zombies que los miran y piensan lo bueno que es el gobierno.
Y ya está: todos contentos (…controlados pero felices…). Este tipo de campañas de marketing más elaborado es lo que viene ocurriendo desde hace bastante tiempo y organizado por quienes entendieron que la manipulación se lubrica apuntando directamente con música e imágenes a la parte del cerebro que maneja los sentimientos.
Lo de Bezos es de manual: Falso dilema
Según yo, el empleado de Amazon no es que se levantó cabreado porque le sirvieron el café frío y se la agarró con lo primero que se le cruzó. El tipo está haciendo lo que hay que hacer: está conectando los puntos a su alrededor.
¿Tiene derecho una compañía a creer que puede tomar decisiones que supone que son estratégicas de puertas adentro de la empresa pero que van a afectar mi presente, mi futuro y el de mis hijos?
Por cierto: no son «empresas de reconocimiento facial». Así es como se presentan. Pero la tan mentada «Responsabilidad Social Corporativa» ya sabemos por qué principio$ se rige y por donde se la pasan.
En las típicas empresas el trabajador sufre una maratón preparativa para evitar «disonancias». Y ya no digamos ahora con las tremendas TTTs.
Un trabajador tecnológico sufre menos adiestramiento previo. La uni hace lo que puede, pero el ambiente salva los principios éticos bastante bien. El coco de un trabajador «de altura» suele funcionar (mientras no lo domestican) bastante libre.
Así que debe y puede (o debería poder) manifestar cualquier trabajador una queja sobre su empresa. Lo de los «cajoncitos de cagar quejas» son de auténtica vergüenza.
Y la empresa debe y puede (o debía poder, aquí sobra!) tomar medidas disciplinarias contra el empleado, si se demuestra que miente o libera «verdades preciosas» (algo que no debía existir en una empresa mínimamente democrática (que no quiere decir que se voten las decisiones, sino que no haya actividades de cloaca, esas típicas de los gobiernos antidemocráticos).
En fin, que estamos en épocas donde las medidas de presión «obreras» ya no pueden ser los típicos panfletos y las huelgas «temerarias». Hay mucha hambre y la economía necesita una reconducción humanitaria (si queremos sobrevivir como especie).
Porque el Coco infantil no existe, pero el peligro de extinción humana sí «anda por ahí». Y si no que le pregunten a los dinosaurios. ¿O será que ellos no podían pensar «en futuro»?
Mañana sale uno diciendo “I’m an Amazon employee. My company should sell facial recognition tech to police“ y ya están empatados, o es que la posición del primer empleado es moralmente superior a la del segundo? Y a quién hace caso Bezos? Y si no es a la policía, a quién pretende ese sensible trabajador que se venda esa tecnología?
Me han dicho que en China estas cosas también pasan.
Te imaginas lo que es dirigir una compañía donde tienes que tener en cuenta que un almacenero que te indique, no trabajes con ese, que echa azucar a los jugos de frutas infantiles, y otro te dice, con ese no trabajes, que paga muy mal a los Indios de la amazonía, y un cuarto, te diga con ese ni trabajar, que es socio de Monsanto. y un quinto que opina que no se puede trabajar con otro cliente porque comercializa aceite de palma. …
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El talento de señor (o señora) es tan insustituible en la empresa que ha publicado la carta abierta de forma anónima.
Al final el peligro no será la IA, será la generación de la piel fina. ¿Llegaremos a ver a abogados exigiendo a sus bufetes no defender a criminales? ¿Una huelga general en las eléctricas y petroleras? ¿Es reprobable que le surja ahora la conciencia a esos empleados y no en el momento de la contratación?
Partiendo que prácticamente toda actividad es potencialmente nociva con el medio, ¿quién va a categorizar cuanto lo es? ¿Si para este blog los empleados de las fábricas de coches diésel son terroristas, los empleados de una tabacalera son genocidas?