El declive de la propiedad individual

IMAGE: Nick Youngson (CC BY SA) Un interesantísimo artículo del economista norteamericano Tyler Cowen en Bloomberg, «Americans own less stuff, and that’s reason to be nervous«,  incide en uno de los efectos recientes mas notorios de la tecnología: la disminución de la necesidad de poseer bienes físicos como tales, en beneficio de otro tipo de modelos basados en el acceso y amparados por la ausencia de fricción.

La tendencia resulta evidente: hemos pasado de llenar estanterías en nuestras casas con discos metidos en fundas de plástico con sus carátulas, a simplemente pagar por un servicio que nos permite acceder más cómoda y ventajosamente a toda la música que necesitemos en cada momento. Dejamos de tener libros en casa, para que sea Amazon quien los tenga y nosotros podamos acceder a su lectura a través de cualquier dispositivo, con ventajas tales como buscar una frase o almacenar nuestros subrayados cómodamente. Ya no encontramos interesante poseer cintas de vídeo: en su lugar, una suscripción a Netflix y servicios similares nos proporciona el acceso a todo el contenido en vídeo que podemos necesitar y mucho más. Cada vez más, cuando dejamos de utilizar un objeto, ya no lo guardamos en un cajón o en un trastero: lo fotografiamos y lo listamos en una página, donde otra persona que sí puede necesitarlo o desearlo nos ofrece dinero, en muchos casos, por librarnos de él. Modelos de distintos tipos que permiten cada vez más pensar en esquemas económicos más eficientes, en un concepto de economía circular, menos lineal, con una propuesta de aprovechamiento muy superior de los productos, en un ámbito donde sin duda veremos pronto desarrollos aún más provocativos.

Cuando cumplí mi mayoría de edad, mi obsesión era conseguir el carnet de conducir y hacerme con un coche. Mi hija, y por lo que veo, muchas otras personas en su generación, se examinó del carnet de conducir porque su madre y yo le insistimos en ello, lo ha utilizado únicamente cuando no ha tenido más remedio, no tiene coche y se mueve siempre en servicios de transporte públicos o privados, según el momento. Para ella, poseer un automóvil no tiene el menor interés, y la plaza de garaje de su casa, incluida en el precio del alquiler de su piso, está ahí simplemente para cuando tiene visitas. Para muchas otras personas que siguen modelos menos radicales, disfrutar de un automóvil implica simplemente pagar unas cuotas a una compañía de leasing o renting que es quien posee la titularidad del vehículo, y obtener simplemente un derecho que incluye todo lo necesario para su uso, desde seguros e impuestos, hasta mantenimiento. El concepto se extiende incluso a la propiedad inmobiliaria, y no solo refiriéndonos al clásico alquiler: muchas familias plantean sus vacaciones en el hecho de tener acceso a propiedades en cualquier lugar del mundo gracias a modelos basados en el home exchange.

Tradicionalmente, el acceso a las capas más elevadas de la sociedad en términos de estatus se basaba en la acumulación de propiedad, en poseer más cosas que otros. El rico era el que tenía muchas posesiones, el que almacenaba más objetos, el que tenía más caballos, más tierras o más oro. De ahí, hemos pasado a que los verdaderamente ricos, los billonarios que aparecen en los puestos más altos en la lista de la revista Forbes, sean aquellos que poseen acciones de compañías, que ni siquiera son dinero entendido como tal, sino el símbolo virtual de la propiedad de una compañía que, supuestamente, puede llegar a generar unos beneficios determinados en un plazo establecido (o en determinadas compañías, ni eso).

La tecnología posibilita una progresión en la retirada de la fricción económica, que conlleva que la verdadera riqueza no sea poseer los bienes como tal, sino tener acceso a modelos que permitan disfrutarlos de manera ventajosa. Un declive del concepto de propiedad cada vez más pronunciado y que abarca cada vez más aspectos, incluso algunos relativamente  insospechados. Hoy, el listo no es el que se compra un patinete eléctrico porque tiene dinero para ello: ese es, en realidad, un torpe que se auto-impone la obligación de cargar con dos docenas de kilos de aparato sobre el hombro a todas horas para utilizarlo un tiempo minúsculo, mientras, además, se tiene que preocupar de cargar sus baterías y de dónde lo deja en cada momento por si se lo roban. El listo es el que, en su lugar, se asegura que cuando quiera un patinete para ir de un sitio a otro, lo va a tener ahí, a pocos metros, listo para su uso. La propiedad ya no es una ventaja, sino la bola con cadena atada al tobillo con la que carga el condenado a no entender el nuevo modelo.

¿Cabe esperar que el conjunto de la sociedad entienda y compre apasionadamente este concepto de access economy, cuando los modelos económicos basados en la propiedad individual de los bienes han estado vigentes durante siglos? En absoluto. Pero eso no quiere decir que ese modelo basado en la disponibilidad de tecnología que lo hace posible no se haya convertido en una tendencia cada vez más representativa, y que, como tal, represente el cimiento sobre el que se esté construyendo una economía más eficiente.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “The decline of ownership»  

 

26 comentarios

  • #001
    Isaac - 20 agosto 2018 - 14:23

    Enrique, creo que el artículo del siempre interesante Tyler Cowen va exactamente en el sentido contrario al tuyo, preocupándose por las consecuencias a largo plazo de la “no propiedad”.

    Todo esto de no poseer las cosas y simplemente usarlas es muy bonito hasta que, como por ejemplo ya está pasando con las viviendas de alquiler, llega el propietario y te exige una subida de renta que no puedes pagar.

    • Enrique Dans - 20 agosto 2018 - 14:31

      Cowen habla de unas consecuencias que no conocemos. Yo avanzo más y digo que esas consecuencias desconocidas, al menos, plantean un uso de los recursos más racional.

    • Gorki - 20 agosto 2018 - 17:35

      Yo aconsejo que se compren ladrillos, porque para el pequeño ahorrador es la única forma de hacerse poco a poco con un capital. Pero no hay ninguna necesidad de vivir en los ladrillos que has comprado, la alquilas y vives en donde quieras con lo que si te suben los alquileres, sube tanto el que tu tienes, como el que tienes alquilado.

      Indudablemente tu eres el mejor inquilino de tu vivienda y el mejor casero, por eso al principio lo lógico es vivir en ese sitio, pero no eres el único, aunque sea tuya la casa debes pensar que estas de alquiler y que tiene que servirte mientras vivas en ella. Compraste en Fuenlabrada porque era para lo que tenías dinero y entonces no te venia mal, pero si trasladan el trabajo a Vicálvaro, no te lo pienses, busca alquiler en Vicalvaro y alquila tu casa en Fuenlabrada.

      La ventaja de lo que cuento es que puedes intentar comprar aquello que no te ahogua, un piso mínimo en barrio extremo, pues aunque a futuro sea pequeño para ti, que más te da, si no necesariamente vas a vivir en él.

      A medida que tus necesidades cambian, buscas la casa de alquiler más adecuada, mas grande, porque tienes hijos, o quizá en otro sitio, por el trabajo, o para vivir cerca de la suegra, o porque te has divorciado y hay que buscar dos casas en vez de una.

      Mientras tu eres libre de cambiar, si sigues ahorrando comienzas la compra de otro inmueble, no necesariamente una casa, un bungalow en la playa, una oficina, o un garaje,…. Algo que en principio tu seas el primer inquilino, pero solo eso , un inquilino como otro cualquiera, que ocupa ese inmuble sólo porque en ese momento le viene bien.

      Si vienen mal dadas y tienes que tirar de ahorros, por un lado puedes cortar gastos cambiándote a una casa más barata, o bien vender alguna de tus mini adquisiciones, el apartamento, o la plaza de garaje, dejando produciendo el resto Algo que no podrías hacer si de primeras te hubieras comprado «la casa para toda la vida».

      • Isangi - 27 agosto 2018 - 10:42

        GORKI, hay un gran riesgo de lo que dices aquí en la sociedad «mediana» actual:

        Si compras con Hipoteca(si la pagas de golpe es diferente) y alquilas esa casa, puedes incurrir en todo tipo de problemas con la casa(algunos aunque no alquiles) si para poder pagar el alquiler de tu actual casa necesitas el de tu casa hipotecada y no lo cobras por «motivoX» te puedes meter en lios economicos muy gordos que, de no tener quien te cubra en los malos momentos te pueden llevar a la pobreza total.

        Obviamente se pueden reducir mucho esos riesgos de diferentes maneras, pero no me parece que este «consejo» que das sea un buen consejo sin un buen estudio de todos los riesgos reales y las medidas para reducirlos o anularlos mucho.

    • Krigan - 20 agosto 2018 - 18:14

      Yo distinguiría entre cosas que son imprescindibles, como la vivienda en la que vives, la ropa, el móvil (como apuntó Gorki :-)), que esas sí voy a quererlas en propiedad, y las que son prescindibles, que son la mayoría, y en las que una posible interrupción en el acceso a las mismas no es tan dañino.

      El grado de utilización también va a influir. El coche propio se pasa casi todo el tiempo aparcado y es caro. El robotaxi, que llegará este mismo año, va a arrasar:

      https://www.bloomberg.com/news/features/2018-07-31/inside-the-life-of-waymo-s-driverless-test-family

      • Gorki - 20 agosto 2018 - 19:18

        Yo a la vivienda, desde luego que no considero que sea interesante «atarse». Pues no cambia nada la vida co el tiempo, para que estés atados a un «inmueble», fíjate en el nombre.

        A lo largo de tu vida cambias constantemente de necesidades, te fuiste de casa de papa, y te apetecía vivir en comuna, luego te casa y quieres un nido de amor, tienes hijos y necesitas una casa con jardín , te divorcias y quieres dos casas, cambias de trabajo y te vas a otra ciudad, se van los hijos de casa, para que quieres el jardín, llegas a viejo, sobra la mitad de la casa, llegas a mas viejo, hace falta un sitio para quien te cuide, un poco mas de tiempo y solo necesitas una habitación compartida como cuando te fuiste de casa, pero esta en el asilo. Y por fin una urna esta si ya suficiente para los restos.

  • #007
    Gorki - 20 agosto 2018 - 14:42

    En mi opinión lo que ha pasado es que el concepto «para toda la vida» esta muy en decadencia, ya nadie, (excepto los funcionarios), tiene un trabajo «para la toda la vida», ni una formación «para toda la vida», ni incluso una pareja «para toda la vida».

    Todo lo tenemos ahora y por un tiempo indeterminado, que quizá en algún caso sea «para toda la vida», pero que en la inmensa mayoría de los casos es simplemente, «de momento»

    Y «de momento» , esta pareja, este trabajo, estos conocimientos son los que tengo, pero como no se por cuanto tiempo los voy a tener, tener algo «para toda la vida», una ciudad, (o país), de residencia, una casa, una segunda vivienda, se transforman, mas en cargas que en posesiones.

    El nómada urbano moderno, desea poderse cambiar de residencia, de pareja, de vida, de trabajo,… sin tener que arrastrar una inmensa posesión que en el fondo son ataduras, y simplemente desea, utilizar allá donde vaya a parar, lo que necesite en ese momento de su vida, una vivienda, un trabajo, unos conocimientos, una pareja,… disponibles donde valla a parar,

    Luego detrás estará la economía colaborativa, circular, o… circunfleja, lo qu e sea, pero esas son las consecuencias. Quien quiere ir a Burgos, lo que desea es salir de donde esta y llegar a Burgos, si lo hace con coche propio, de alquiler, carsharing, blablacar o autobus de línea, es bastante secundario, pues ya no lleva gran equipaje. Lo que necesite, lo encontrara en Burgos, con la ayuda de su MOVIL, al que, eso si, no abandonara nunca, pues es su única posesión imprescindible, la que le dará, casa, trabajo, pareja,…..

  • #008
    Garepubaro - 20 agosto 2018 - 15:09

    Yo si que comprendo lo que quiere decir el articulo, y se hace una idea con un ejemplo muy simple. Si uno pasa el verano en una casa de playa de la costa o de campo, siempre se ha dado cuenta que no quiere tener allí «sus cosas de valor» pero quiere estar en las mismas que en su casa de la ciudad. Por no cargar peso en el coche y porque en ese tipo de viviendas hay robos …

    Y realmente hace tiempo que es posible, simplemente en unos pocos dispositivos, y mañana en menos, puedes estar como en la ciudad, llevando el móvil, ya lleva ebook, música, miles de libros internet, cámara fotografica etc … y no se echa de menos practicamente con dispositivos portátiles la casa de la ciudad … lo que falla es la television, tener una television grande en estas casas si puede ser objeto de robo y hay que cargarla, pero con los proyectores esos se va remediando … en fin que con un equipaje de 3 o 4 kilos ya tienes todo en el campo lo la playa, y con la mejora de estos dispositivos aun con menos ya nadie querra volver a la ciudad de sus vacaciones pues todo allí son estorbos y cachivaches …

    Y lavavajillas y lavadora, pues lo mismo como se come fuera o se pide en recipientes de plástico y carton, y hay lavanderias pues ni hace falta en casa tenerla llena de aparatos a reventar

    Es obvio que en el futuro la gente necesitara cada vez menos empresas y todo estará mas recogido, como hoy se lee el periódico y ya no hace falta rotativas, ni furgonetas, ni talar arboles para el papel, ni un dependiente esperando todo el dia en quioscos … y asi ira transformándose todo, energía vestimenta, alimentación … todos los artículos realizados con impresoras …

    • Gorki - 21 agosto 2018 - 10:22

      Estoy de acuerdo, y es peor. Cuando la casa de vacaciones es tuya, la lenas con cosas de la casa habitual que no quieres, las sartenes viejas, la tostadora lenta, la televisión culona,…..

      Y encima todos los años tienes que volver al mismo sitio a vivir una vida incómoda, para amortizar tu casa. Hasta que un día te plantas y dices, ¿Porqué no nos vamos a un piso turístico en Matalascañas? – Y vendes el piso a alguien, que lo alquila por AirBnb,

  • #010
    Fabio Castañeda - 20 agosto 2018 - 17:43

    Cuidado Enrique que en algunos casos puedes volverte dependiente, perdiendo tu libertad o incluso tu propia identidad.

    «Ya no encontramos interesante poseer cintas de vídeo: en su lugar, una suscripción a Netflix y servicios similares nos proporciona el acceso a todo el contenido en vídeo que podemos necesitar y mucho más.»

    Espera… yo si lo considero necesario. Especialmente cuando por el motivo que sea aquella película o documental que tenía en favoritos y que consulto o utilizo en mis clases con mis alumnos me la quitan de un día para otro.

    De hecho esto me está pasando con Youtube (en su versión gratuita). Desde hace algunos meses acudo a mis favoritos y me encuentro la desagradable sorpresa de que el vídeo que tenía guardado en favoritos ya no existe. Así pues, ahora opto por descargar aquello que me gusta o que voy a necesitar (en algunos casos no me puedo arriesgar a que desaparezca).

    Curiosamente fue el mismo Richard Stallman en persona quién me advirtió de esto en el transcurso de una visita a Sevilla en el 2011

    Siguiendo la misma regla, ¿Por qué en vez de escribir este artículo no lo haces en Medium? No tienes que cargar con la bola de pagar y renovar un dominio o el hosting de tu blog ¿no?…

    Creo que la tendencia es la que dices y está bien aunque el servicio prestado tiene que poseer ciertas garantías de uso y disponibilidad.

    Un saludo,

    Fabio Castañeda

    • Gorki - 20 agosto 2018 - 19:08

      El problema es la falta de competidores, Netflix quita una película, y la hemos fastidiado, Si hubiera competencia, irías a buscarla en otro sitio y acabado, y además Netflix se pensaria muy mucho retirar nada.

  • #012
    xaquin - 20 agosto 2018 - 17:47

    Puede que la propiedad individual tenga los años contados, pero la propiedad privada es un concepto más duro teóricamente. Cuando Trump piensa colonizar el espacio sideral, no se diferencia mucho de la colonización del Salvaje Oeste.

    Y el planeta Tierra ya está colonizado en ese mismo sentido, si miramos (viendo) la cantidad de espacio público que las empresas privatizaron en lo que va de siglo. No tenemos coche, pero vamos a veranear tranquilamente a terrenos «más o menos robados».

    La propiedad «privada» (que se le privó a otros), tiene aún muchos siglos para seguir favoreciendo a élites (de alto y medio rango). Lo mismo que el concepto, según dicen algunos obsoleto, de la acumulación monetaria (que dé poder).

  • #013
    Luis Alberto Díaz Martínez - 20 agosto 2018 - 21:29

    Exacto y preciso, “se ha dado en el clavo”. Por supuesto que esa es parte de la solución. Sin embargo no nos extrañe si a la sola mención de la palabra propiedad –sola o acompañada– alguien o algunos crean ver de nuevo el fantasma que recorría las calles de Europa hace 170 años y por eso mismo –¡de una!– se lleven la mano al cinto de manera instintiva.

    Sí, de ese tamaño seguimos en este siglo XXI, cuando casi todas las fronteras mentales siguen desmoronándose gracias a la fácil y práctica circulación de las ideas (información y conocimiento) que nos permiten las TIC. Aunque está claro que quienes siguen viendo dichos fantasmas y se alebrestan con su sola mención, no cesarán en su empeño de clausurar tal apertura, precisamente vía mordaza, protocolo o cobro desmesurado.

    Pero, vuelve y juega. De lo que se trata es de seguir re-evolucionando a troche y moche. Y por donde primero hay que hacerlo –antes que de cultivar la tierra arrasada– es en la mente o cerebro, el meollo (¿me oyó?) del asunto.

    Así que a poner en su sitio –vía economía circular y economía colaborativa– la idolatría fetichista del valor de cambio y cuanto con él se obtiene, empezando por la apariencia y el afán escalador; a conjurar los demonios de la tenencia desmesurada de cosas para despilfarrar y ostentar, junto a la dependencia enfermiza del consumo desaforado e inútil; a valorar en su exacta dimensión los principios de priori_dad, proporcionali_dad, digni_dad y equi_dad, y por ende la importancia de proteger y preservar YA, a toda costa (no más acciones simbólicas ni “paños de agua tibia”), el equilibrio e integridad del medio ambiente terrestre y sus ecosistemas.

    Pero todo ello, no para seguir aspirando a una presunta felicidad ultraterrena, sino para alcanzar el verdadero disfrute de cuanto Somos (porque Sabemos y Hacemos) en la única existencia que cuent: la que aquí y ahora tenemos.

    Y claro que hay que seguir “buscándole la comba al palo”. Sí, con la educación creActiva: la que nos permita alcanzar de una buena vez, Consciencia de Vida y Humani_dad.

  • #014
    Noel Torres - 20 agosto 2018 - 21:44

    Coincido con Fabio Castañeda, y además es algo que vengo advirtiendo hace tiempo. La «no propiedad» como la llamas ahora, que tal y como la presentas es parte de tu fe acrítica en la tecnología, que he comentado varias veces, no es sino la receta de un desastre. Sí tus libros están en Amazon y Amazon te los quita, los pierdes. Ya ha ocurrido (https://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/internet/2012-10-23/amazon-borra-todos-los-libros-comprados-del-kindle-de-una-usuaria-noruega-1276472246/ o
    http://www.libertaddigital.com/internet/amazon-borra-1984-y-rebelion-en-la-granja-de-sus-lectores-electronicos-kindle-1276365399/). Y has pagado por ellos. Prefiero el papel. Sí los pierdo es culpa mía, y además los puedo anotar, prestar, regalar, acariciar, oler… y llevar al monte a estar tranquilo sin electricidad a leer a la luz de una hoguera. Y funcionan sin electricidad ni conexión a la red.

    Y qué decir de Netflix, donde no compras, o de confiar tus fotos a Instagram o Picasa donde si te las borran y no tienes copia local… puf.

    La «no propiedad» puede tener sentido con las cosas materiales. Media Europa vive de alquiler. Pero con la información hay que tener mucho, mucho cuidado. Por la misma razón por la que se hacen backups. O acabarás sufriendo la Rebelión de Tycho.

    • Krigan - 20 agosto 2018 - 23:42

      En uno de los casos Amazon restituyó a la usuaria el acceso a los libros, en el otro Amazon devolvió el dinero de los libros publicados ilegalmente, y pidió disculpas por la manera en que había gestionado el asunto.

      A lo largo de mi vida he comprado un enorme montón de libros, y otros muchos que he leído sin comprarlos (regalos, bibliotecas, etc). Tan solo una pequeña minoría (posiblemente menos del 5%) los he leído más de una vez. Que yo sepa, al resto de la gente, lean poco o mucho, le pasa lo mismo. Un libro, salvo excepciones, es algo que se usa (se lee) una sola vez.

      En la Kindle Store salen bastante más baratos que comprarlos en papel, y tienes muchos libros que te costará encontrarlos en librerías o bibliotecas, o bien, si no hay edición en castellano, directamente tendrías que importarlos, con la consiguiente espera mientras el libro cruza el charco. A lo que hay que añadir los libros que están en el dominio público (accesibles en Project Gutenberg y similares), y el pirateo. El libro electrónico es un gran invento.

      Hace tiempo estuve mirando si apuntarme al servicio de suscripción Kindle Unlimited. No lo hice, pero no porque temiera perder el acceso a los libros si cancelaba la suscripción, ya digo que casi todos los libros los leo solo una vez, sino porque (al menos entonces) muchos de los libros que yo leo no estaban disponibles en ese servicio.

      De verdad, el sentido de posesión de los libros es algo un poco tonto hoy día (salvo que te ates al papel, claro). En una ocasión me bajé un torrent con miles de libros, y leí uno solo. Creo que todavía tengo por ahí ese fichero zip, pero no recuerdo dónde.

      • Gorki - 21 agosto 2018 - 01:06

        Yo tengo una razonable librería, en parte heredada de mi padre y donde hay también libros de mis abuelos. Como Krigan, he leído los libros, (y no todos), una sola vez, rara vez he vuelto a releer un libro que no sea de consulta, y ahora ni ello, consulto en Wikipedia, hace años que no echo mano de un diccionario, de una enciclopedia o de un atlas.

        Durante un tiempo una librería era donde guardabas los libros que habías leído, y en cierta medida, tu librería daba medida de tu cultura, hoy ya no la queda ni ese valor puesto que muchos leemos digital. Dudo que mis hijos conserven mis libros como yo conservé los de mi padre. realmente no tiene sentido.

        • Noel Torres - 23 agosto 2018 - 20:32

          Tengo una librería, sí. Con libros en papel, con dedicatorias escritas a mano por gente que me los ha regalado. Con libros que he leído dos y tres (y seis) veces, y otros muchos que he leído una sola vez, claro. Con los libros con los que estudié, con notas en las páginas, correcciones de erratas, observaciones del profesor o referencias. Con mi enorme colección de libros de rol que son insustituibles por ningún artefacto electrónico para echar una buena partida entre «birras y ganchitos», como dice el subtítulo de uno de ellos, que además cobijan entre sus tapas las fichas de los personajes y los resúmenes de las aventuras, y que me puedo llevar a jugar a donde no haya electricidad ni cobertura.

          La tecnología paga mi vida, pero no la domina.

  • #018
    Carlos Quintero - 20 agosto 2018 - 23:47

    Si no recuerdo mal, Jeremy Rifkin ya trataba algunos de estos temas en su libro «La era del acceso» del año 2000, y eso que Internet estaba casi en mantillas y todavía no existían los servicios que existen hoy en día.

    Aparte de las cosas que dejamos de poseer porque son sustituidas de forma muy natural, casi inconsciente, por servicios que proporciona la tecnología, empiezan a surgir estilos de vida donde muy conscientemente se prescinde de todo lo material que no aporta valor de ningún tipo (ni utilidad, ni valor emocional). Por ejemplo, The Minimalists (tienen documental en Netflix que aún no he visto, estoy con los podcasts).

  • #019
    José Enrique - 20 agosto 2018 - 23:53

    Todos esos objetos que ahora disfrutas como servicios (y no tan «objetos»… mencionas también productos culturales) van a tener que seguir siendo propiedad de alguien.

    Quizás el problema que van tanto el articulista enlazado como varios de los comentaristas vaya por ese lado: ¿Propiedad de quién? ¿Cómo afecta a la circulación en coche que ese coche ya no sea propiedad del vecino sino de una empresa que se dedica precisamente a eso: a ser propietaria de coches?

    ¿Qué pasaría si los apartamentos turísticos que se alquilan en AirBnB no fuesen propiedad de personas físicas sino de grandes inmobiliarias?

    Hay algo de definitivo en que mi colección de Pink Floyd sea mía…

    • Krigan - 21 agosto 2018 - 00:27

      Tu pregunta sobre el coche se responde rápido: te ahorrarás un montón de pasta de lo que ahora te cuesta comprar un coche y tenerlo, y podrás emplear ese dinero en tener otras cosas (no necesariamente en propiedad), o en ahorrarlo, como prefieras. En definitiva, serás más rico que ahora.

      • José Enrique - 22 agosto 2018 - 00:10

        La pregunta no es «¿Cómo me afecta a mi?»… sino «¿Cómo afecta a la circulación?»

        No seré más rico, podré disfrutar de más servicios; pero no poseerlos. Esa parte es fácil.

        La difícil es la otra. Desde el punto de vista de la innovación, puedes soñar con la inmortalidad (la mía, la tuya, la de Enrique)… pero no con un mundo en el que nadie se muera

    • Gorki - 21 agosto 2018 - 01:23

      Los hoteles suelen ser de empresas y no de personas físicas, ¿Hay algún problema en ello? – Pues yo creo que lo mismo si los apartamentos turísticos son de personas jurídicas, ¿Que mas da de quien sean? Si los necesitas, los disfrutas, ¿Te importa si lo que pagas va al bolsillo de un señor, o a la caja de una empresa?

      Igual pasa con los transportes, Casi todos los autobuses son de sociedades anónimas. ¿Pasa algo? . Si los taxis en el futuro son de una empresa y no de los taxistas ¿Cambia algo para tí? Y está por ver que eso ocurra, la inmensa mayoría de apartamentos turísticos son de particulares y los taxistas en el futuro pueden montar una cooperativa y gestionar taxis autónomos. ¿Por que no? – No gestionan en cooperativa las emisoras,…

      • José Enrique - 22 agosto 2018 - 00:21

        Te digo lo mismo que a Krigan más arriba. Lo que comenta el artículo enlazado en este post no se centra en mí o en cómo me afecte a mí; sino en cómo afecta al sector y al servicio.

        Vaya por delante que yo soy un tipo que cree en eso de la Plataforma, en la economía circular y en el P2P. Y, precisamente, por eso… no creo que el servicio pueda plantearse igual si la relación no se establece entre iguales.

        Lo digo porque parece que es común a varios comentarios y no se ha tocado este detalle en el post de Enrique. Creo que se ha pasado por alto.

        Dudo que se pueda establecer un modelo de acceso a bienes y servicios que sea ventajoso para el usuario si la relación no se establece entre iguales. Si el poseedor del bien o el ofertante del servicio es único (o un pequeño número), tal relación tiende al arrendamiento. Y las consecuencias son las que son.

  • #024
    Rafa Jover - 21 agosto 2018 - 13:41

    Estimado Enrique Dans, creo como tú, que se trata de una tendencia imparable inmersa en lo que se está denominando la «Sharing Culture» (solo hay que buscar estos términos en Google Scholar para ver la dimensión de tema), evidentemente, favorecida por el desarrollo tecnológico.

    No se si vale la pena entretenerse en la discusión de su conveniencia o no, lo que está claro, es que está ahí, lo veo en las generaciones de mis hijos (1994 y 1997), que además coinciden al 100% con tu hija en lo del carnet de conducir, y haremos bien en integrarla en nuestros planes empresariales, de marketing, compras, ventas y demás y hasta proyectos de vida.

    Me vienen a la cabeza otros ejemplos de esta tendencia cultural a compartir.

    La misma propiedad intelectual estaba dominada por el copyright © impuesto por el editor, y hoy, al alza, tenemos las licencias de Creative Commons, que permiten la difusión de las creaciones en determinadas circunstancias propuestas por el autor.

    En la difusión de la ciencia tenemos los Journals (de pago), monopolizados por Elsevier y unas pocas editoriales más, y hoy emerge con fuerza el Open Access que permite la difusión gratuita para el lector (tema que ya trataste, por cierto).

    Antes instalabamos los programas informáticos en nuestros ordenadores, así como cada una de las versiones que iban apareciendo del mismo, con el consiguiente desembolso, una y otra vez (al menos, los que los pagabamos). ¿Cuando fue la última vez que lo hicimos? y hoy tenemos los programas en la nube, generalmente bajo una subscripción razonable.

    Esta cultura favorece el trabajo en equipo descentralizado pese a que los individuos puedan estar separados por grandes distancias. El equipo puede trabajar sobre un proyecto aún trabajando en casa, por ejemplo con el popular Trello. Equipos trabajando sobre proyectos y no determinados el centro de trabajo, cuya filosofía da la sensación de ser muchas veces «tengo a todos mis empleados aquí, en estas instalaciones, de tal a tal hora, para poderlos supervisar desde cerca». Pero claro, en la organización descentralizada hay que compartir el proyecto, la información, la responsabilidad, la misión, la visión, la confianza, y tantas y tantas cosas, con los empleados, y esto no siempre es fácil. Interesante en este sentido el artículo de John Jantsch What is shared culture en Duct Tape Marketing, [Permiteme la referencia, https://www.ducttapemarketing.com/what-is-shared-culture/].

    Y por último, ¿que son las Redes Sociales si no la manera de compartir nuestra vida, nuestras tendencias, creencias, hábitos, etc, y además, gratuitamente?. Y que mejor ejemplo, que las empresas que dirigen estas redes sociales como el mejor ejemplo de adaptación, orientación y explotación de la Sharing Culture?.

  • #025
    Pedro Torres Asdrubal - 22 agosto 2018 - 16:56

    Unos llenando trasteros que luego son abandonados, y yo tirando a la basura lo que no necesito.

    Como Diogenes, no quiero que mis posesiones me posean.

    Luego está el Sr. Bregruen, multimillonario, dueño de El Pais durante un tiempo, que presume de «poseer» unicamente su colección de arte, que se exhibe en el Museo Bergruen de Berlín.

    Supongo que cuando quiere algo, lo alquíla…

  • #026
    acerswap - 23 agosto 2018 - 00:34

    Creo que la diferencia entre lo que compras y lo que alquilas está en la calidad y la disponibilidad. Cuando compras un coche, buscas un coche comodo, que personalizar a tu gusto y no uno que puede haber conducido cualquiera y haberlo dejado en mal estado o sucio. Lo mismo con las casas, por mucho que en tu segundo domicilio tengas las cosas que has descartado del primero, siempre estás mas cómodo que en una casa de alquiler, ya que al menos los muebles los has elegido tu y no tienes que preocuparte de no causar desperfectos que luego te puedan echar en cara o penalizarte en tu perfil.

    El segundo factor que comentaba era la disponibilidad. Tener un coche que puedas usar cuando quieras sin tener que preocuparte de que haya uno disponible de ese proveedor en tu zona es algo que vale la pena. Lo mismo que no tener que preocuparte por si puedes dejar ese coche en tu destino. Tambien el hecho de poder acceder a un contenido digital como una pelicula sin preocuparte de tener que pagar una suscripcion (por ejemplo, si no sueles ver cine no te compensa un pago mensual) o de si está disponible en uno u otro proveedor es cómodo.

    Obviamente hay casos en que compensa. Si consumes contenido muy variado pero no repites o si buscas simplemente transporte sin preocuparte por la comodidad una suscripcion es lo bastante atractiva como para optar por ella.

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