Vivimos tiempos exponenciales, y la mente humana es muy mala intentando proyectar o imaginar ese tipo de progresiones y sus consecuencias. Uno de los reflejos más claros de ese problema puede verse reflejado en la peligrosa corriente actual que imagina la tecnología como algo peligroso y nocivo, como un factor del que las personas tienen que protegerse sea como sea, para evitar sus potenciales efectos negativos.
La tecnología, algo cuyo desarrollo es inherente al género humano y que le permite definir en gran medida el entorno que le rodea, tratada de repente como si fuera algún tipo de sustancia nociva, como un alcaloide, como un problema, como algo a lo que debemos adherir rápidamente una etiqueta de advertencia, definir sus efectos secundarios, racionar su uso. Un grupo de accionistas de Apple escribe una carta abierta a la compañía, «Think different about kids«, en la que la conmina, desde la posición que otorgan dos mil millones de dólares en acciones, a rediseñar sus terminales para evitar los, según ellos, efectos perniciosos que provocan sobre los niños, y que van desde distracciones, hasta depresión o incluso un mayor riesgo de suicidio.
La compañía, como no puede ser de otra manera cuando las cosas surgen de esa manera, contesta proponiendo futuras mejoras en sus controles parentales, que permitan a los padres ejercer un nivel de granularidad superior sobre el uso que hacen sus hijos de sus smartphones. Otros, como Tristan Harris, comparan nuestros smartphones con máquinas tragaperras, afirman que ejercen sobre nosotros una atracción adictiva, y nos recomiendan poner su pantalla en modo escala de grises para, supuestamente, combatirlo, una solución cuyos efectos no parecen ser en absoluto concluyentes. Algunos llegan al punto de afirmar que herramientas como Facebook deberían regularse del mismo modo que se regula a la industria del tabaco. Otros estudios afirman que el tiempo de uso de internet se ha elevado desde las 3.3 horas semanales en el 2000, hasta las 17.6 actuales, y lo presentan como una evidencia de problemas que afectan a nuestra vida social y relaciones, o que los niños «adictos a sus smartphones» no son tan felices como los que practican deportes y se relacionan «en la vida real». Vivimos, definitivamente, una época de resaca tecnológica, una de esas vueltas del péndulo que siguen habitualmente a las fases de adopción: un fenómeno que hemos vivido ya en otras ocasiones, pero del que no parece que nadie alcance a aprender nada.
Por favor, por favor, por favor… ¿podemos dejarnos de estupideces? Todo, absolutamente todo, es susceptible de provocar efectos negativos si se consume de manera excesiva. La frase es clara y de Shakespeare: «too much of a good thing». El problema es que se aplica sin pensar, en base a estudios no concluyentes o no científicos, en función de percepciones individuales o de evidencias puramente anecdóticas. No, no es cierto que la tecnología actúe como una droga: a todos nos gusta recibir muchos «Likes» cuando publicamos algo, y sí, puede generarse algo similar a la dopamina en nuestro organismo, pero eso no es más adictivo que cuando te gusta llevar a cabo cualquier otra actividad, no tiene nada que ver con las alteraciones que provocan determinadas drogas, por mucho que el concepto pueda resonar razonablemente bien con nuestra experiencia. No, no hablamos de drogas, hablamos de factores que definen el entorno en que vivimos. Tratar factores que definen el entorno como si fueran drogas que precisan advertencias, pegatinas y precauciones es completamente absurdo, y supone una nueva exageración en la sobreprotección. Mi generación acabó harta de escuchar que veíamos demasiado la televisión y que eso nos convertiría en vete-tú-a-saber-qué… y aquí estamos. La tecnología no es el tabaco, y la adicción a la tecnología no ha sido aceptada, y con mucha razón, por ninguna asociación mínimamente seria de psicólogos. Dejemos de poner en la biología responsabilidades que nos corresponden a nosotros: si tu hijo se deprime, no será por culpa de que utilice mucho su smartphone: la culpa será mucho antes de unos padres que renunciaron a hablar con él, a educarlo o a interesarse por lo que hacía, y pensaron que era normal que el papel de los padres lo jugase un dispositivo o una tecnología.
El problema, nos pongamos como nos pongamos y seamos o no accionistas de Apple, no está en los dispositivos, ni en las redes sociales, ni en internet. Demonizar la tecnología es simplemente la última válvula de escape para quienes hacen las cosas mal. Por supuesto que el que un niño utilice su smartphone sin parar, sin hacer otra cosa y a todas horas, que no hable con sus padres durante la cena, que no llegue siquiera a mirar a la cara a sus abuelos cuando va de visita o que deje de salir a la calle o de hacer deporte para pasar más tiempo ante la pantalla es malo. ¿De verdad alguien necesitaba que se lo dijesen? ¿Cómo de imbécil hay que ser para no darse cuenta de ello? Pero el problema no está en el smartphone del niño, ni se soluciona poniéndolo en monocromo o creando más controles parentales: está en la educación. Los controles parentales solo sirven para que los padres abandonen su responsabilidad en favor de una casilla en un formulario. Repito lo que ya he comentado en muchísimas ocasiones: el smartphone tiene que ser administrado con sentido común, como cualquier otra cosa. Si nunca dejamos a nuestros hijos jugar a todas horas, comer dulces a todas horas o hacer muchísimas cosas sin control, ¿qué nos lleva a permitirles que utilicen el smartphone a todas horas sin ningún tipo de control? No, no son «nativos digitales»… si efectivamente saben más que sus padres sobre el uso de la tecnología, es simplemente porque sus padres no se han interesado lo suficiente en ella y han decidido comportarse como unos irresponsables, porque la tecnología como tal es extraordinariamente sencilla de utilizar.
Lo que los niños tienen que hacer no es pasar menos tiempo ante la pantalla, sino pasar más. Lo que ocurre es que el tiempo de pantalla no es unívoco, no todo el tiempo de pantalla es creado igual. No es lo mismo pasar tiempo ante la pantalla haciendo estupideces o jugando a juegos banales, que utilizarlo para cosas constructivas, para aprender o para desarrollar determinadas habilidades que pueden resultar clave en el futuro. Permitir que nuestros hijos utilicen redes sociales no es malo, pero no tener ni idea de lo que hacen en ellas, de con quién se relacionan o si de las usan como idiotas, sin control o en busca del «Like» a costa de lo que sea es una receta segura para terminar teniendo problemas de todo tipo. Por favor, ¿podemos actuar como adultos responsables, y no como imbéciles que necesitan etiquetas pegadas en todas partes previniéndolos de cuestiones obvias? El mayor peligro para los niños no es pasar mucho tiempo con un smartphone o en internet. El mayor peligro es no tener acceso a un smartphone o a internet, y no poder prepararse adecuadamente desde pequeños para el entorno en el que van a vivir.
Aún recuerdo la sensación que me produjo la primera vez que, en mi primer año de vida en los Estados Unidos, alguien vino a mi casa con una planta, una Flor de Pascua de brillantes hojas rojas, y en la maceta venía adherida una etiqueta de advertencia que decía «not for human consumption». ¿De verdad alguien podía pensar que de alguna manera esa planta podía ser un alimento? ¿De verdad alguien había sido tan imbécil como para comérsela, había sufrido algún tipo de efecto secundario y había denunciado a la compañía que la vendía? ¿De verdad éramos tan idiotas como sociedad como para que esa etiqueta fuese necesaria? Estamos haciendo exactamente lo mismo: poner a Facebook, o a un smartphone, o a todo internet una etiqueta de precaución es, simplemente, evidenciar un fracaso como sociedad: somos demasiado idiotas como para entender lo obvio, como para controlar factores de nuestro entorno completamente ubicuos, omnipresentes y con muchas más ventajas potenciales que inconvenientes.
Pedir a Apple que, supuestamente por responsabilidad social corporativa, nos diga que sus smartphones son peligrosos y diseñe formas de que los niños los usen menos es una barbaridad. No, los smartphones no son peligrosos. Los que son peligrosos son los padres que carecen de sentido común, y sobre todo, los que pretenden que sean las empresas tecnológicas los que solucionen sus carencias, su ineptitud y su ausencia de responsabilidad a la hora de educar a sus hijos.
Vivir mata. Dentro de poco, alguien en su lecho de muerte denunciará a su gobierno, o a quien se le ponga en las narices, por no haber sido convenientemente advertido, y nos pegarán una etiqueta como esa en la frente para que lo tengamos presente. Y lo peor, alguien lo verá como un gran avance social y pensará que así estamos mejor. ¿Podemos, por favor, madurar como sociedad?
This post is also available in English in my Medium page, “Kids and smartphones: stop this overprotection madness now!»
Históricamente la vida de una persona daba para unos pocos adelantos. Pero, ¿como se sentiría un hombre medieval viajando en avión?. Nosotros podemos ser la primera generación que viva un salto tecnológico comparable a lo largo de una vida, y no creo estar exagerando.
En este mundo que nos ha tocado conviven una tecnología casi de dioses, con algunas mentalidades que parecen sacadas de las profundidades del tiempo y que muy dificilmente van a evolucionar al ritmo de su entorno.
La pseudociencia, la superstición, explicaciones sin ninguna base científica, terapias curativas de todo tipo, bulos… se nutren de ellos. Y algunos, hasta toman decisiones políticas que nos afectan a todos.
Todos creemos que la ciencia acelera, pero creo que es una sensación que no se ajusta a la realidad ya antes los cambios eran constantes. Por poner un ejemplo te cuento mi propia vida de 74 años-,
Yo he viajado en caballo, no como deport.e sino como medio habitual de transportes, ahora mismo no tendría el menor problema, salvo a falta de fuerzas, para poner una motura y las riendas a un caballo y montarlo, Sin embargo, si Dans tiene razón, terminaré mis días en furgon mortuorio sin chofer,y eso después de pasar por la Velosolex con motor en la rueda delantera, el 600, el Diane, el «tiburón» y otros vehículs hoy míticos.
He viajado en «el golfo» un Fokker nocturno a Bacelona, con cabina sin presurizar ni calefactar, por lo que volaba despacio y bajito, en el que la azafata repartía mantas a los pasajeros para combatir el frío de la cabina, y he podido viajar en Concord a reación, (lo siento pero no lo hice), y he viajado en Aerbús a 899 Km/h.
Cuando nací, no se había inventado la penicilina, y solo me vacunaron de viruela, he pasado todas las enfermedades infantiles e incluso, (levemente), la polimielitis, en cambio ya anciano, me han cambiado la aorta por un pedazo de plástico y me han hecho un trasplante de córnea, Por supuesto, mis hijos se vacunaron de todo lo habido y por haber y parece que les van a poder curar hasta del cancer, cambiándolos los genes, algo que tampoco se había descubierto cuando nací.
No se podia ir volando a A!merica sin hacer escala en las Madeiras, y luego otros fueron y volvieron a la Luna, para asombrosamnte, no volverlo hacerlo despuès, pero hacen cohetes que van un cometa y lo fotografían y analizan.
He aprendido a escribir con plumilla y tintero para acabar escribiendo digital. después de pasar por la pluma fuente y el bolígrafo.Mací en u a España mayoritariamente católica que hoy es mayoritariamente atea.
He vivido en una época sin plástico, con el cine en blanco y negro,.usando el pasaporte hasta para ir a Portugal, sin transistores, sin television, (en España), con corriente a 110 vatios, con cocinas de carbón. sin democracia y con pesetas, sin cajeros automáticos, ni tarjetas de crédito, con mili y sin Mercado Comun,
He nacido en la !Guerra Fria y visto la Caída del Muro, La Revolución Cultural de Mao y el neocapitalismo de sus sucesores.
Por resumir, de pequeño trillaba en la era con trillo de madera y piedras de pedernal sin labrar, y termino mi vida con cosechadoras de viñedo que sólo cogen las uvas, pero las que están maduras, en la parra queda el «!rampojo,»! y mas difícil las uvas verdes y ácidas.. Osea que podría decirse que como agricultor he pasado de la edad de piedar a la moderna en 79 años
Pues bien, en esta estresante vida de cambios continuos, lo único que no he sentido es vértigo. Eso de que no te adaptas a los cambios es un camelo.
Gracias por tu perspectiva!
Es obvio que ha habido una aceleración en el avance tecnológico. La distancia tecnológica y de modo de vida que hay entre un sumerio y un renacentista (4.500 años de diferencia) es mucho menor que la que hay entre el renacentista y nosotros.
El sumerio no conoció avances como el hierro ni la imprenta, y otros muchos que se podrían mencionar, pero esos avances se produjeron en 45 siglos. Los que ha habido desde el Renacimiento hasta ahora han sido en solo 5 siglos, y tú eres la prueba viviente de que gran parte de esos avances han sido en las últimas 7 décadas.
Te parece que el cambio continuo y acelerado es la norma precisamente porque esa ha sido la norma desde que naciste, pero en otros tiempos la cosa iba mucho más lenta.
Coincido con Luis Hernández en que la tecnología del siglo 21 está conviviendo con una mentalidad medieval (supersticiones, etc). Pero hay más. Incluso los que somos escépticos a tope… resulta que nos gustan obras de ficción como Stranger Things y El Señor de los Anillos.
Eso no quiere decir que no nos guste Westworld (que es totalmente fantasía científica, sin nada de magia), pero todavía nos gusta más la muy medieval y mágica Juego de Tronos.
No lo creo, el Renacentista descubrió que la tierra giraba al rededor del sol, que existía un continente viajando hacia el este, descubrió los satélites de saturno, la mayoría de los elementos simples, la pólvora, la imprenta. la brújula. Costruyóo relojes astronómicos, y vivió el cisma de Lutero.
Vió como caía el imperio andalusí, y comenzaba el imperio español, descubrio la imprenta, pasó de la alquimia a la quimica, conoció nuevos alimentos como la patata, el tomate, el pimiento.-
Cada uno de esos echos supusieron un zarandeo a su vida tan grande como ha podido suponer en la tuya la caida del Muuro de Berlín, el invento de la vacurn contra el sarampión, o el teescopio Huble
Lo que pasa ,es que nos parece que antes no habia cambios porque nos falta la pespectiva y ademas nos creemos el ombligo del mundo, y valoramos como gran cosa el vehículo autónomo, pero probable vaya a tener la misma importancia histórica que el descubrimiento del estribo por parte de los hititas. y desde luego menos que la escritura de los fenicios. o la adopción de los números arabigos , (mal llamados porque son indios), con el cero incluido..
Respecto al estribo, el alfabeto, y los números arábigos, varios siglos (incluso milenios) separan esas 3 invenciones.
Respecto al Renacimiento, el uso de la pólvora para armas de fuego es un par de siglos anterior a que empezase. Eso en Europa, en China es todavía más antiguo. Otro tanto con la brújula. La imprenta sí es un invento del Renacimiento, y el resto no son avances tecnológicos.
Los 3 alimentos americanos que mencionas, pese a no ser avances tecnológicos, sí contribuyeron a cambiar la vida de los europeos. Pero para que te hagas una idea del ritmo de las cosas por aquel entonces, pasaron unos 40 años entre la invención de la imprenta y el descubrimiento de Colón.
Los avances científicos, a diferencia de ahora, no solían tener repercusión en la vida cotidiana de la gente (no solían traducirse en avances tecnológicos), y de nuevo tenemos el tema del ritmo. Entre la publicación del libro de Copérnico (heliocentrismo) y el de Galileo (satélites de Júpiter, no de Saturno) pasaron más de 60 años.
Si hubieras nacido en el año en que se inventó la imprenta (hacia 1450), a tus 74 años lo único nuevo que habrías conocido son los viajes de Colón, posiblemente no habrías catado los alimentos americanos (no digamos ya comerlos con frecuencia), y del heliocentrismo y los satélites de Júpiter mejor nos olvidamos.
Creo que los dos estais diciendo lo mismo.
Lo que ha avanzado en los últimos 100 años (perdón… 74 :) es la capacidad que tiene alguien que sabe de algo para enterarse de lo que ha descubierto un australiano hoy por la tarde (de lo suyo) al otro lado del planeta.
Y digo que «sabe de algo» porque el invento del australiano puede tardar años en incorporarse a nuestra educación básica o a los planes de estudio de nuestras universidades. Lo mismo que hace 300 años.
En el fondo da igual: un niño que nazca hoy, cuando sea mayor (y, si quiere, australiano) tendrá una formación mucho mejor que ese australiano cuando se hizo mayor (y australiano)
Genial Gorki!! Me ha encantado tu relato.
En cuanto a tí, Enrique, creo que solo ves el.mundo ideal de padres. El de aquellos que han tenido la oportunidad y sabido formarse en tecnología y alcanzan a ver la repercusión de su mejor o peor uso para poder dialogar con sus hijos sobre sus ventajas y «potenciales peligros». No. Yo soy de los que piensan que igual que en los colegios se enseñan otras asignaturas sería bueno que lo hicieran en el uso de las nuevas tecnologías.
Plas, plas, plas !!!
No estoy de acuerdo con este artículo porque no me parece realista.
Estaría muy bien que todos los padres educaran perfectamente a sus hijos, pero la realidad es que eso no es posible por falta de medios, por falta de tiempo o por la propia falta de educación de esos padres. Por ello, no se puede ni culpar ni responsabilizar a los padres de los problemas que ocasiona el uso, a veces inadecuado, de las nuevas tecnologías.
Además, muchas parejas se separan y los hijos se crían sin la presencia del padre y con una madre que trabaja todo el día. Tampoco se puede culpar a los abuelos cuando los niños son educados por ellos.
Frente a esto, tenemos a grandes empresas como Apple, Facebook, Google, etc. que están dirigidas por gente inteligente, formada y con medios y que tiene frente al mundo una gran responsabilidad que debe asumir cuidando a sus usuarios y clientes. Si se trata de empresas tan grandes es justamente porque la gente ha depositado su confianza en ellos. Una confianza que no debería verse defraudada.
Tampoco es mucho lo que se les pide. No se trata de que eduquen a los niños y adolescentes del mundo, sino solo que tengan cuidado con ellos y se hagan cargo de los problemas que les van generando y vayan tomando las medidas oportunas para solucionarlos.
JJ Tiene un gran punto. Una de las cosas que más me ha sorprendido de la vida real es la cantidad de personas con serios problemas y que malamente consiguen cuidarse a si mismas. Mucho menos a un niño con smarthphone o sin el.
Y me autorespondo citando a #009 Gorki :
«la sociedad, solicita …. que se nos limite la libertad en aras de la seguridad»
Y entramos en un tema más filosófico ¿Como reaccionamos ante un grupo de gente que no es capaz de enfrentarse a la vida?
Las respuestan han incluido dictaduras así que una etiqueta en una planta casi parece una bendición jaja
Gracias por citarme, Ya son el 11# la numeración de los comentarios de este blog es digna de pasar al Guinnes. En mi opinión se debería al menos suprimir
De acuerdo con lo que comentas sobre el papel de los padres, creo que mucho.mas realista que lo que nos cuenta Enrique.
Tan sólo un matiz
Yo nunca pondría a los lobos a intentar cuidar del rebaño.
Me imagino a los postprehistóricos inventores de la rueda escapando de una de ellas cuesta abajo (una típica gracia de científco descubridor). Lo debieron pasar muy mal, pero no creo que se cargaran al inventor. Como mucho le reñirían por la «gracia»… aunque, si no eran muy políticamente correctos, le podían agradecer esa sensación de susto «tan agradable» (a toro pasado) que tuvieron gracias al asunto de la rueda. Aparte, claro está, del enorme agradecimiento para el futuro del transporte….
Lo quemaron vivo…. y luego se lo comieron.
Sólo un apunte, para prevenir sobre cualquier argumentación basada en la falacia de lo exponencial, o de los panes y los peces.
No es real, solo un sesgo de percepción, pensar que se ha producido una aceleración de la innovación basándose solo en el contraste y choque cultural que producen las nuevas tecnologías para las personas que no tienen un conocimiento cercano de las mismas.
Por ejemplo, el Bitcoin data de 2008, y su base técnica es muy anterior, de los años 80, y ya ahora bastante obsoleta, pero parece que es una novedad de los últimos 24 meses por la presencia constante en los medios de comunicación.
Se ha utilizado el experimento mental conocido como «The New York Card Trick» para explicar la falsa percepción y la falacia argumentativa del crecimiento exponencial, que nos pone a la vuelta de la esquina de ‘fenómenos impensables’.
Es semejante a la fabula de los granos de trigo y el tablero de ajedrez, pero jugando con las expectativas; si situamos un carta en una de las calles de New York y duplicamos su numero en cada manzana de edificios, podremos trazar una línea recta imaginaria entre dos puntos de Manhattan, o dos conceptos, al final del cual el montón de cartas sea más alto que el Everest.
De esa forma sería más sencillo mediante el «crecimiento exponencial» – de tecnologías antiguas o apenas desarrolladas – alcanzar la Luna cabalgando en una montaña de naipes, o en una bala de «cañón exponencial», como imaginaba Verne, que mediante cualquier otra tecnología, que además, supone un cambio de base en las premisas de todo ese desarrollo tecnológico y social.
Todos recordamos tecnologías que iban a cambiar el mundo y fueron un suspiro. Toda esa ilusión de naipes, se apoya en el desconocimiento y la vulgarización de las premisas de partida.
Es el argumento «ad expectatio» y del «crecimiento exponencial» tras el que se fundamentan seudociencias como la singularidad y los súper-humanos del transhumanismo, o el hype de las IA exponenciales enloquecidas que «dominarán» el mundo, y demás cataclismos variados. O las estafas piramidales.
No hace falta esperar cinco años, ni cincuenta, para saber si es verdad, o no, y sí es una tecnología con un futuro fiable; sólo hay que huir de las falsas percepciones y los trucos de naipes.
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Falacia del francotirador
El problema es que las GAFA no hacen una sola cosa, sino muchas, y en unas no cabe pedirlas responsabilidades, sino solo que trabajen bien y en cambio en otras si,
Google, como buscador, Solo le podemos pedir que trabaje bien, es decir que trate de entregarte los documentos encontrados relacionados con tu búsqueda de acuerdo con su relevancia, Yo puedo acusar, (y acuso), a Google de devolver los resultados
mediatizados por sus intereses comerciales y no por la relevancia para el usuario, pero no que los documento tengan información falsa o inadecuada, pues no es su misión, valorar si el contenido es verídico o no, sino solamente si es relevante para el usuario..
Ahora bien, si Google monta Google Kids, y ahí le cuelan páginas pornográficas, si es su culpa, porque ahí, si que se ha comprometido a vigilar los contenidos que selecciona.
Igual pasa con Facebook si se limita a ser una RRSS y me manda lo que dicen los amigos que YO he seleccionado, ninguna culpa tiene si el contenido de esos amigos son Fake News.
Pero si Facebook selecciona publicida o contenidos para andartmelos porque cree que son interesantes o se lucra con ello, si es responsable si le cuelan noticias falsas con afán de desprestigiar una candidato a unas elecciones, pues ello an echo la selección y no el usuario..
Igual le pasa a Apple, si se conforma con ser un fabricante de teléfonos móviles, su unica responsabilidad es que esos teléfonos respondan a las expectativas de los compradores. El que haya adictos al móvil, o que se utilicen para hacer moving escolar no es de su incumbencia, Apple solo hace buenos aparatos para comunicarse y punto.
Como no es de la incumbencia de un fabricante de cuchillos el que un loco peligroso los utilice para acuchillar a la gente.
Lo que me parece es que una parte, aun minoritaria, de la sociedad, solicita cada vez con mas fuerza, que se nos limite la libertad en aras de la seguridad, Mi opinión es que la seguridad, nunca se consigue por ese medio, como lo demuestran la cantidad de atentados que hay en paises en las que la libertad no es mas que una carencia, pero lo que es seguro, es que estamos dando por el palo del gusto a nuestros gobiernos, no importa cuales sean, que siempre desean tenernos bien controladitos.
Coincido en buena parte con tu comentario. Excepto en lo del cuchillo; si por ejemplo, los niños y adolescentes comenzaran a comprar cuchillos para hacerse daño o atacar a terceros algo habría que hacer. Piensa, por ejemplo, que en los países en los que se controla la venta de armas de fuego hay menos accidentes, heridos y muertos por su causa.
No digo que los smarphones o las Redes Sociales sean como las armas de fuego o las drogas químicas, pero sí que pueden estar diseñadas (igual que muchos videojuegos) para generar cierta adicción.
En el caso de las Redes Sociales, se busca que el usuario se quede allí conectado el mayor tiempo posible, que se enganche y no salga.
Con Google no podemos decir que ocurra algo así, en ese sentido son mas responsables. Pero si te fijas, en Youtube conectan el botón autoplay por defecto para que te enganches y te quedes allí consumiendo lo que te ponen. Cuidado, porque estamos cometiendo los mismos errores que con la tele. No estoy en contra del botón autoplay porque sirve, por ejemplo, para escuchar música sin parar y eso esta muy bien, pero debería estar desconectado por defecto y el que quiera que lo conecte.
si por ejemplo, los niños y adolescentes comenzaran a comprar cuchillos para hacerse daño o atacar a terceros algo habría que hacer.
Sí, llevarles al psicólogo o juzgarles por los delitos cometidos.
No, Víctor. Los problemas sociales no se solucionan enviando a los afectados al psicólogo. Y no te quedes solo con el ejemplo del cuchillo, pues se presta a equívocos.
Mejor, intenta entenderlo por el lado de esos videojuegos creados para resultar adictivos
Para mí, un comentario impecable. Coincido contigo.
Contestando a la última pregunta de su texto, la respuesta es no, no podemos. Únicamente hace falta ver las noticias del día, cualquier día, para constatarlo.
Estimado Enrique, siempre escribes sobre este tema con vehemencia e, incluso, diría yo, con enfado. ¿No crees que algo de razón pueden tener quienes consideran necesaria cierta limitación al uso del smartphone?
Estoy de acuerdo con tus argumentaciones, me parecen razonables y lógicas. Pero les falta el punto que ha añadido JJ en su comentario #007.
Dices: El mayor peligro es no tener acceso a un smartphone o a internet, y no poder prepararse adecuadamente desde pequeños para el entorno en el que van a vivir.
De acuerdo en el acceso a internet pero no con el smartphone. Para ellos es solo un juguete, punto. No se van a perder nada por no usarlo de niños. Yo tendría 40 años cuando comencé a usarlos (aunque llevaba años con PDA,s) y no tuve ningún problema en aprender ni adaptarme. No les va a pasar nada por empezar con ellos en la adolescencia, por ejemplo. Creo más importante que aprendan el uso de un ordenador que un smartphone, con diferencia. Y el entorno «se fabrica». Si a todo el mundo le diera de repente por salir a correr 2 horas al día, ¿tendrían que hacerlo también? En el entorno también hay muchas cosas que se están perdiendo por estar pendientes de una pantallita.
Es cierto lo que dices sobre la educación que deberían dar los padres a los niños sobre el uso del teléfono, pero olvídate de ello porque son muy pocos los que pueden o saben hacerlo. El smartphone es el gran juguete, nada más. He recriminado muchas veces a padres por comprar un smartphone a sus niños y ahora, cuando surgen los problemas (a veces muy serios), ven que tenía razón.
Soy poco de prohibiciones y tampoco sé la solución. Sí bueno, la educación que mencionas; pero a falta de ella, ¿qué?.
Que conste que considero el smartphone, tal como lo conocemos ahora, como uno de los mejores inventos de la humanidad junto con internet y la web. Me siento afortunado por poder disfrutar de ello pero también me genera muchas preocupaciones de todo tipo.
Tal vez la tecnología se nos esté atragantando.
Muy de acuerdo con lo que comentas.
Confundimos el uso de internet con llevar un smartphone encima y estar conectado las 24h. Este es el mundo de los adultos, uno en el que tenemos responsabilidades que no podemos desatender. Pero esto no lo necesita un niño que apenas sabe leer. Los dispositivos móviles no aportan nada positivo a un niño que lo que necesita es desarrollar su imaginación.
Podemos regalarles un teclado qwerty en cuanto aprendan a escribir y mostrarles las infinitas posibilidades de internet. Pero un móvil… ¿para qué? ¿Para que puedan engancharse a una pantalla sin que los veamos? No, gracias. Sin duda ya tendrán tiempo para eso.
«Lo que los niños tienen que hacer no es pasar menos tiempo ante la pantalla , sino pasar más».
Por supuesto¡¡ de lo contrario podrían salir a la calle a jugar, correr, relacionarse…, cosas del pasado a las que algunos padres siguen enganchados, sin darse cuenta que lo suyo es que se queden en casa delante de una pantalla, y cuanto más tiempo, mejor.
Como el anuncio en el que una madre recriminaba a su hija que dejase el móvil para cenar…, y no se daba cuenta que estaba encontrando el trabajo de su vida…
Si la generación que vimos tantas horas de televisión estamos generando un mundo con guerras en aumento y poca solidaridad gubernamental (sean muros, ignorar refugiados, condiciones pésimas de trabajadores, …), no sé si se deberá a las horas de tele, pero no es que el horizonte sea muy esperanzador …
La tecnología no creo que provoque los males, pero una y otra vez, ha sido utilizada por gente sin escrúpulos y la velocidad, alcance territorial y posibilidades de las nuevas tecnologías, sí provocan vértigo. Lo último, China controlando una ciudad …