En septiembre del pasado año, Amazon anunció sus planes para abrir una segunda localización en los Estados Unidos, según ellos, al mismo nivel que su sede fundacional de Seattle, que está licitando mediante un sistema similar al de una subasta pública.
Automáticamente, ciudades de todo el país se pusieron a trabajar para optar a ser candidatas: las oficinas de Seattle son nada menos que 33 edificios, más de 750,000 metros cuadrados en los que trabajan más de 40,000 empleados directos de la compañía (se calculan unos 53,000 empleos indirectos), la gran mayoría altamente cualificados, que aportan a la ciudad mucho más que el gasto que hacen con los 25,700 millones de dólares de sus salarios: la compañía dedica 43 millones de dólares tan solo como pagos al sistema municipal de transportes de Seattle que entrega como como bonus a sus empleados. En el año 2016, se calcula que los visitantes a la compañía y a sus empleados supusieron un total de 233,000 noches de hotel. El impacto de la llegada de esa segunda sede de Amazon se considera potencialmente transformacional, incluso para ciudades de grandes dimensiones.
Semejantes dimensiones convierten esa segunda sede de la compañía, con una inversión directa calculada en unos cinco mil millones de dólares, en una auténtica golosina para cualquier ciudad: 238 de ellas presentaron su candidatura, de las que la compañía, en una primera criba, seleccionó veinte. Lógicamente, la compañía, que sabe de su atractivo, no se queda corta en sus demandas, que van desde localizaciones privilegiadas y bien comunicadas, hasta un sistema universitario fuerte capaz de suministrar talento, pasando por supuesto por incentivos fiscales de los gobiernos estatales y locales. La compañía tiene claro que el país necesita a Amazon más de lo que Amazon necesita al país, y está dispuesta a poner eso en valor, con todo lo que ello conlleva. Se ha convertido en uno de los mayores generadores de empleo a todos los niveles: cada uno de los eventos de reclutamiento de trabajadores anunciados por la compañía provoca aglomeraciones de miles de personas. Hablamos de una empresa dispuesta a comerse el mundo, y que en los Estados Unidos se ha convertido ya prácticamente en el modo de compra por defecto, lo que supone un enorme poder e influencia de cara al futuro.
Así, Maryland ha ofrecido cinco mil millones de dólares en crédito fiscal y gastos de transporte, New Jersey ha llegado a los siete mil millones, y Columbus (Ohio) ofrece eliminar todos los impuestos sobre propiedades de Amazon durante durante quince años más una devolución en cash a la compañía de una parte de los impuestos pagados por sus empleados. Al hombre más rico del mundo, propietario de una de las compañías más valiosas del mundo, no le faltan novias ni incentivos.
Por otro lado, ¿qué ocurre cuando Amazon llega a la ciudad? ¿Qué efectos cabe esperar sobre el comercio local? Lógicamente, la llegada del gigante supone una prueba brutal de eficiencia, que los comercios tienen que superar bien integrándose con el sistema de fulfillment de la compañía (y aceptando sus condiciones), o intentando mantener su atractivo frente a ella, una tarea sin duda compleja. Por otro lado, la compañía tiene una cultura de marcada imbricación en lo local: alienta a sus trabajadores para que consuman en locales de la zona, no suele construir comedores para fomentar que utilicen los restaurantes y bares locales, y lleva a cabo numerosas acciones de construcción de comunidad. En general, nada indica que el comercio local de Seattle haya evolucionado a peor en los ya más de veinte años que la compañía lleva allí, o al menos, no más de lo que el comercio local ha podido sufrir en otras ciudades.
La llegada de Amazon parece un evento importantísimo para una ciudad, pero… ¿son los incentivos y privilegios que hay que utilizar para atraerla un uso razonable y adecuado del dinero público? Ninguna ciudad quiere quedarse fuera de la competición, pero, ¿cómo se siente un comerciante local cuando ve que su ciudad pone en juego millones de dólares para atraer a un gigante que, muy posiblemente, va a generar una importante tensión económica en su negocio? ¿De dónde salen, en los generalmente ajustados presupuestos estatales o municipales, esos fondos? ¿De qué otros usos se detraen? ¿Infraestructuras? ¿Educación? ¿Qué otras prioridades pueden verse relegadas para hacer frente a los incentivos que demanda Amazon? La idea no es sencilla, aunque lógicamente, tampoco viene de nuevas: para cualquiera que venda prácticamente cualquier cosa en los Estados Unidos, Amazon no es precisamente un desconocido: ya llevan años sintiendo la presión de su existencia. Pero que además vengan a tu ciudad supone, de buenas a primeras, condiciones logísticas mucho más competitivas: entregas de mercancía en una o dos horas, mejor propuesta de valor para Amazon Prime (lo que implica que más personas tratan de exprimir su suscripción adquiriendo más cosas en Amazon), o descuentos mucho más agresivos en muchos productos.
Racionalizar que la llegada de Amazon a tu ciudad supone un evento impresionante con potencial para cambiar su fisonomía y aportar a ella un importantísimo valor económico parece sencillo para las autoridades y políticos estatales y locales, y seguramente, tiene poca discusión de cara a la mayoría de los residentes, que ven con esperanza los puestos de trabajo y las oportunidades de crecimiento económico que puede generar. Por otro lado, supone procesos de gentrificación que pueden elevar los precios de las propiedades o los alquileres, y todo lo que supone la llegada de un colectivo importante de trabajadores con salarios elevados. Para el comercio local, sin embargo, la explicación y la venta de la idea tiene algunos problemas adicionales, tan complejos como lo que supone entender que venga o no venga, sus efectos los vas a sentir igual y si viene, al menos, obtendrás otros efectos positivos a cambio. En cualquier caso, tome Amazon la decisión que tome, esta nueva versión de la fiebre del oro aplicada al puntocom no deja de demostrar cómo de importantes se han vuelto determinadas compañías, y hasta qué punto definen y ejercen influencia sobre el entorno en que vivimos.
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Amazon vs Alibaba
«La primera gran diferencia entre ambas empresas líderes del comercio electrónico son sus beneficios. Alibaba acumuló un resultado de 11.000 millones de dólares (31/03/2016). Casi 20 veces más que su competidor, Amazon, que cerró ejercicio con un beneficio de 595 millones de dólares (31/12/2016).»
Con un poco de mala hostia diría que Amazon no pasa de trabajar en la cueva de los cuarenta, mientras que Alibaba está metida en la de los millones de «ladrones». Y digo «ladrones», por seguir el cuento y porque el que más y el que menos (ciudadano «libre» del mundo), sea obrero o comerciante, espera chupar del bote lo más posible. Dudo mucho que venga en el ADN humano, pero la realidad lo haría muy probable (esa ansia por «chupar»!). Y naturalmente, como en todo, siempre hay excepciones!
No creo que el comerciante minorista sea diferente del conductor de caballos, ascensorista o taxista. Suerte que no es una guerra a lo bestia (de batalla algo tiene), pero la palabra disrupción si que viene en el ADN humano y es fundamental en su relación evolutiva con el ecosistema.
Nos queda Portugal (a los gallegos), y nos queda que las empresas capitalistas adopten sistemas de operación comercial lo más respetuosas con el ecosistema donde se aparcan. Parece que Amazon no es de las que acumulan el oro en la cueva (ni se dedica a derrochar pagando políticos)… y eso ya es mucho.
Para cambios de sistema económico nos vemos en otro tipo de debate.
Cualquier gran empresa consigue esas ventajas, no importa que sea para abrir una fábrica de coches, unos altos hornos, o la sede de sus oficinas, como hemos visto hace poco con la sede la IATA en Madrid, o la sede de la Agencia Europea del Medicamento que desgraciadamente no irá a Barcelona.. En este mismo momento León, se postula para ser la sede de Tesla en España.
Igual pasa, a otra escala, con determinadas empresas y los centros comerciales, Un centro comercial precisa tener empresas «gancho» que atraigan a los clientes, Esto hace que empresas como IKEA o los grandes Hipe4rmercados, negocien entrar en los centros comerciales como accionistaas, de forma, que al abrir ellos un local hacen subir el valor del resto de los locales, con lo que a la postre, su local les sale gratis y como pagan a los proveedores a 150 días, El abrir un nuevo hipermercado no les supone en la realidad, ningún desembolso en metálico.
Las ventajas a corto plazo son clarísismas para los lugares agraciados, pero a largo plazo son mas sombrías, si dependen en exceso de ellas, (lo que no es el caso de Seattle ni el de Madrid o Barcelona), pues pronto o tarde, las empresas decaen y las ciudades que apostaron por ellas entran en una gran decadencia.
El ejemplo mas sangrante es Detroit, pero en España tenemos muchos ejemplos, El cierre de Manufacturas Metalicas y Barreiros en Villaverde supuso un gran quebranto, por no hablar de las empresas que vivieron de grandes astilleros, como Gijón, o de Pobla de Vallbona donde cerro IBM o la cuenca Minera con el cierre de las minas de carbón.
Estas grandes empresas, tiende a crear un «monocultivo» empresarial, que en su esplendor, generan además una industria auxiliar, que es muy apetecible para cualquier región, pero que cuando entran en decadencia, arrastran a toda la zona .
«cada uno de los eventos de reclutamiento de trabajadores anunciados por la compañía provoca aglomeraciones de miles de personas»
Es curioso que esto sea una realidad excepto en los puestos de alta cualificación. En los principales centros tecnológicos (Silicon Valley, NY, Londres) Amazon tiene un serio problema. Es percibida como mucho menos atractiva para el candidato. No solo ya comparando con el resto de grandes, sino con el mercado local de startups.
Día a día Amazon se va abriendo mas puertas en el mercado, cada vez somos más los que compramos y los que venden por esta plataforma. No paran de abrir almacenes pero lo mejor que tienen es que está todo practicamente informatizado, lo que es mejor para el trabajo rápido. En cuanto a las ofertas de Amazon hay muchos productos super baratos, pero otros quizas mejor comprar en tiendas a pie de calle.