La ciudad de San Francisco decide poner freno a la proliferación de robots de reparto de mercancías de diversas compañías que comenzaban tímidamente a aparecer por sus aceras. Tres compañías, la europea Starship y las norteamericanas Dispatch y Marble, llevaban desde el año pasado, cuando hablamos por primera vez del tema, haciendo ensayos de reparto para diversos productos, a las que amenazaban con unirse experimentos de empresas clásicas del delivery como Domino’s Pizza.
Tras las severas limitaciones, cada compañía solo podrá contar con un máximo de tres robots, solo podrá haber un máximo de nueve en toda la ciudad, solo podrán operar en determinadas zonas industriales con escaso tráfico peatonal (lo que prácticamente elimina su utilidad para el reparto domiciliario), tendrán que ir a un máximo de cinco kilómetros hora (alcanzaban un máximo de 6.5), y estarán obligatoriamente supervisados por una persona. La argumentación que sustenta las medidas tiene que ver con la protección de las personas mayores, los niños y los minusválidos, a pesar de que en todo el tiempo que los robots han estado en pruebas en la ciudad, los robots no hayan generado ningún problema ni accidente con peatones, y fuesen esencialmente «cordiales» en su uso del espacio urbano. Las autoridades de la ciudad también han prohibido el uso de Segways y de bicicletas en las aceras por la misma razón, aunque en esos casos hablamos de «torpes humanos» conduciendo un vehículo, no de exquisitos y educados robots con algoritmos diseñados específicamente para ser respetuosos.
En principio, las limitaciones aprobadas por San Francisco no tendrían por qué suponer un problema para el desarrollo de las tecnologías, salvo por el inconveniente que supone irse a hacer pruebas a otras ciudades. Sin salir de la San Francisco Bay Area, localidades como Redwood City, San Carlos, Sunnyvale o Concord han dado su aprobación a varios programas de despliegue de robots de ese tipo, como lo han hecho también estados como Florida, Idaho, Ohio, Virginia o Wisconsin. La logística de proximidad propuesta por este tipo de compañías ha obtenido un gran éxito entre los capitalistas de riesgo, que han inyectado importantes cantidades de dinero en su desarrollo, lo que permite anticipar que en no mucho tiempo, veremos este tipo de robots en alguna acera cercana. ¿Qué ciudades se mostrarán más abiertas o más cerradas a estos despliegues? ¿Qué tipo de relaciones establecerán las ciudades y los peatones con este tipo de ocupantes de las aceras? ¿Qué actitudes, además de la inicial curiosidad, nos encontraremos en esos escenarios de convivencia cotidiana entre personas y robots?
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Ya estamos otra vez… Para que los conductores de empresas de reparto no se queden sin trabajo pronto, no se les ocurre mejor idea que «regular» el número de robots y las zonas por las que pueden circular.
Pan para hoy, hambre para mañana.
Solo conseguirán dilatar la masiva adopción de robots para reparto, y no por mucho tiempo. A no ser que hagan como con los taxis, claro.
Solo decir que Starship ha estado realizando pruebas de reparto por donde vivo en Londres, y solemos cruzarnos con sus robots cuando vamos corriendo, y se comportan muy bien :-) Cuando apareces desde atras delante suyo repentinamente, se paran, pero si apareces de frente hacia ellos, simplemente reducen la velocidad y tuercen hacia un lado para dejarte pasar sin desviarte…ojala los humanos fueran asi! :-D
En una de las páginas de fabricantes que enlaza Enrique se puede ver en portada un vídeo grabado desde el propio robot mientras avanza: son exquisitamente amables con los peatones.
Por cierto que al robot se le cruza por delante un repartidor que empuja un carro lleno de paquetes… y el repartidor no se lía a patadas con la máquina ;-)
De todos modos, me gustaría ver algún robot repartiendo paquetes por Huesca: muchas aceras no tienen rampa todavía, y cuando se pone verde el semáforo para peatones también se pone verde alguno para coches a la vez, provocando pequeños atascos en muchos cruces. Además no cabrian por muchas aceras y tendrían que ser todo terreno por lo mal que están otras.
La cuestión subyacente a este escenario y a otros muchos similares que se irán produciendo aceleradamente, es si los estados van a ser capaces de dotarse de estructuras fiscales recaudatorias y de aseguramiento frente a los riesgos sociales, con una capacidad redistributiva de rentas lo suficiente amplia y adecuada como para absorber las consecuencias negativas de la rápida sustitución de horas de trabajo humano por trabajo-máquina-IA.
Debemos asegurarnos que el principal objetivo de la robótica y inteligencia artificial sea crear valor y bienestar para para la sociedad en su conjunto, no solo para una élite cada vez más reducida.
La verdad es que no me imagino unos robots tan grandes circulando por las aceras de Madrid o Barcelona.
A veces, la tecnología y su implementación por parte de la empresa no sirven para nada. No sirven para nada de cara al cliente o consumidor. Solo sirven para que la empresa gane mas dinero al poder prescindir de trabajadores.
Recuerdo al final de los 80 el caso del audiotex, que parecía revolucionario. Casi 30 años después todas las medianas y grandes empresas han implementado sistemas de respuesta telefónica (y también telemática) automática al cliente prescindiendo así de muchos teleoperadores, con el ahorro que conlleva. Pero, el servicio que muchas veces, en este sentido, dan estas empresas es malo o muy malo. Obligan al cliente a trabajar por ellos, pulsando botones, y a esperar muchas veces largos minutos, utilizando nuestro tiempo sin remunerarlo.
Está claro que, en la mayoría de estos casos, preferiríamos que nos atendiese de primeras un teleoperador. Y si no ocurre así es solo porque la empresa quiere ahorrarse unos cuantos empleados.
Entonces, lo que me pregunto es para que sirve, en estos casos, la implementación de nuevas tecnologías.
Si solo sirve para que muchos pierdan su trabajo y para que una empresa, o unos inversores de capital a riesgo, ganen mas dinero, entonces, como cliente o como consumidor tengo que reconocer que a mi no me interesa para nada.
Este tipo de robots me parecen grandes y feos, y seguro que, mas allá de la novedad, no será lo mismo que recibir un paquete de la mano de un ser humano. Si la empresa que lo utiliza me entrega el producto gratis o me cobra mucho menos por el envío me lo pensaré, pero si solo sirve para quitar el trabajo a muchos y para hacer mas rico a unos pocos, entonces paso.
Ni está suficientemente avanzada la tecnología ni lo está la legislación. Tardaremos mucho en ver compartir tranquila y legalmente calzadas y aceras entre transeúntes y vehículos convencionales y vehículos autónomos.
Actualmente comienza a haber serios problemas simplemente con la circulación de vehículos mini-motorizados, (bicicletas, patines, seaways, tablas, etc) por las aceras, como para complicar más la cosa con vehículos autónomos. Con seguridad, habrá problemas que solo el tiempo irá solucionando..
El empeñarse en ver estos problemas como obstáculos artificiales de los repartidores físicos es una tontería, existen y son reales.
Me encanta pensar en la escena de Yo, robot con Spooner persiguiendo al robot «malo»… si hasta veremos más pronto que tarde como Trump se saca la piel de humano…
¿Como una sociedad capitalista actual va a entender a los robots, si ni siquiera un profesor de secundaria puede entender (su potencial, no eu manejo!!) a una simple tablet?
a 5 km por hora (o 6,5) serán todo lo amables que quieran, pero son más lentos que el caballo del malo, lo que les condena al reparto de ultra-proximidad, sin salir de las aceras. Y tampoco parece que tengan una gran capacidad de carga, cuántos encargos pueden hacer antes de volver al almacén? Una legión de autónomos mal pagados seguro que es mucho más rentable y eficiente… y se mueven mucho más rápido, por la cuenta que les trae.
¡Gracias señor Dans por utilizar lenguaje inclusivo! Personas y robots
Creo que se está implementando tecnología del futuro en ciudades del pasado, con infraestructuras mediocres y poca o precaria accesibilidad. Por poner un simil, si te compras una casa de 1950 que tenga la instalación antigua, revestimientos deficientes, etc, y quieres dotarla de TV, Internet, suelo refractario, aislante en las paredes, hilo musical… me temo que cualquier contratista te sugerirá que la tires abajo y le hagas una reforma integral.
Evidentemente esto es inviable en una ciudad, pero se llega a un punto en el que no pueden coexistir pasado y futuro (salvo el supercomputador Marenostrum IV que reside en una vieja capilla del siglo XIX).