El gobierno chino continúa la escalada en los niveles de control de la población y de la información a la que pueden acceder a través de la red, con vistas al XIX congreso del Partido Comunista que comienza el próximo 18 de octubre: a la prohibición de las VPN, que ya ha llevado a algunos ciudadanos a la cárcel y a las tiendas de aplicaciones a dejar de ofrecer ese tipo de herramientas, se añaden también la prohibición del anonimato, las multas millonarias a proveedores de acceso por no controlar los contenidos, el bloqueo de WhatsApp y otras herramientas de mensajería instantánea, y otras medidas destinadas a impedir que nada se mueva en la red sin el control del gobierno.
Ante el fortísimo incremento de la vigilancia, una herramienta ha comenzado a incrementar su popularidad: Shadowsocks, un proxy de código abierto, se ha convertida en la manera que un número creciente de personas utilizan para acceder a contenidos censurados, y todo indica que, por su mecanismo de funcionamiento, crear una conexión cifrada entre el ordenador del usuario y el utilizado como proxy, podría convertirse en un refugio muy difícil de bloquear: a pesar de que el proyecto original desapareció de los repositorios cuando su desarrollador recibió una visita de la policía, distintas versiones del proyecto están siendo mantenidas y mejoradas por otras personas. Una forma de entender fácilmente el funcionamiento de Shadowsocks sería el paralelismo con el mundo físico: mientras una VPN equivale al uso de una empresa privada de mensajería que se encarga de garantizar la privacidad de tus envíos, Shadowsocks sería como enviarle un paquete a un amigo con las instrucciones de cuál es su destinatario real para que pueda enviárselo.
Configurar Shadowsocks no es sencillo: es una herramienta pensada para su uso por desarrolladores, y requiere tener acceso y configurar un servidor fuera del país o más allá del bloqueo de la gran muralla. Se estima que la mayor parte de su uso corresponde no a actividades subversivas, sino a personas y compañías que precisan acceder a contenidos censurados accidentalmente o por la aplicación de políticas excesivamente amplias, como el bloqueo de sitios como YouTube, Vimeo y muchos otros: desde compañías comerciales que se encuentran de un día para otro con que no pueden acceder a las páginas de sus suministradores o clientes, hasta creativos de televisión que no pueden acceder a vídeos, pasando por todo tipo de circunstancias.
El gobierno chino ha sido razonablemente efectivo utilizando machine learning para detectar patrones de tráfico que identifiquen el uso de VPNs. Sin embargo, el componente descentralizado de Shadowsocks lo convierte en más difícil de identificar y controlar, lo que parece estar determinando su crecimiento. ¿Es posible un control total de la actividad en la red? Sin duda, el gobierno chino parece empeñado en conseguirlo. Que la tecnología lo permita a medio o largo plazo ya es otra cuestión.
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Me llama la atención con qué ligereza se ve ese nivel de control de los ciudadanos desde un gobierno. Si se llegase a esto en países occidentales se vería, con razón, como un ataque intolerable a la privacidad y los derechos ciudadanos, mientras que parece que con China se toma como una consecuencia de que no sean una democracia, y casi que ni molesta. Se toma como algo natural.
¿Por qué parece que a nadie le importa que la que parece próxima superpotencia sobrepase de calle la hipertrofia de la NSA en los USA?
Tú mismo te contestas… porque es algo natural. En las dictaduras es donde la policía empieza visitando a desarrolladores de programas libertadores y acaba… por visitar a cualquier individuo (que siempre presumió de «no hacer nada»).
En las llamadas democracias hay que trabajarse algo más el cocido represor.
He estado mirando Shadowsocks para Android en Google Play y los usuarios se quejan de que aunque era muy bueno ya no les funciona. Alguno apunta que hay que «borrar datos» para que vuelva a funcionar.
Luego, he visto en Github; troubleshooting.
Y si no va habrá que inventar otra cosa. Pobres chinos.
Estimado Enrique,
La mayoría somos de opiniones totalitarias y aceptamos la democracia como una manera de cambiar de dictadura sin derramamiento de sangre, como los antiguos griegos, que aceptaban el deporte como una manera de ver quien era el mejor soldado sin derramamiento de sangre.
China lleva 60 años sin una crisis y con crecimiento de dos cifras. El día que tengan una crisis y quieran cambiar de dictadura veremos como solucionan esa papeleta, pero en 60 años no se ha dado el caso y mientras continúen planificando la economía con lealtad patriótica no hará falta.
Decir a favor de occidente, que cuando se es cabeza de carrera te comes la resistencia del viento. Cuando los chinos sean lideres mundiales en términos per capita, tendrán que solucionar problemas a los que los demás no hemos llegado.