Los almacenes son, sin duda, uno de los elementos que más amenazados parecen dentro del previsible impacto de la sustitución de trabajadores por robots de diversos tipos. La práctica totalidad de las compañías que desarrollan su actividad en torno a productos físicos poseen almacenes, y el desarrollo de la nueva logística está imponiendo a todas ellas unas pautas de eficiencia y de automatización cada vez más exigentes, más extremas, con el fin de obtener una velocidad, una eficiencia o una trazabilidad cada vez mayores al tiempo que se eliminan los errores. La logística es, cada vez más, un factor clave en la eficiencia y en los costes operacionales, y la presión que eso supone sobre las compañías es cada vez más elevada. Todo indica que innovaciones como los vehículos de conducción autónoma verán su desarrollo bastante tiempo antes en los almacenes que en las carreteras.
Un almacén es, en efecto, un entorno mucho más previsible que una carretera. Sus dimensiones y particularidades están perfectamente cartografiadas al detalle y con precisión, y además, condiciones como la temperie, la iluminación, la visibilidad o la presencia de obstáculos son, por lo general, perfectamente previsibles. Por otro lado, los almacenes, particularmente a partir de cierto tamaño, son enormemente sensibles al error humano: un material colocado manualmente en el lugar equivocado puede convertirse no solo en un material perdido, sino además, en un espacio inútilmente ocupado, con todos los problemas que ello puede acarrear.
El famoso (y fantástico) vídeo de Amazon y sus robots Kiva que llevo utilizando desde 2011 en mis clases y conferencias tiene ya numerosas alternativas más recientes, como este de un proveedor logístico chino que resulta igualmente fascinante. Pero más allá de robots relativamente pequeños, achaparrados y de color naranja capaces de transportar paquetes o estanterías enteras, un almacén tiene otras demandas de trabajo que suponen otros perfiles. Según estadísticas del Bureau of Labor Statistics, 2,924,300 norteamericanos trabajaban en 2014 en tareas de registro de almacenes, además de otros 3,719,300 dedicados a mover materiales manualmente en sus estanterías y a otros 679,900 encargados de manejar máquinas para desplazar pallets y otras cargas pesadas.
En la imagen, una carretilla elevadora autónoma de Seegrid: el clásico «toro» de los almacenes, pero en versión autónoma. Capaz de mover más de tres toneladas y media de materiales, y de hacerlo además sin un operador humano manejándola, gracias a cinco cámaras que le proporcionan una visión estereoscópica y le permiten manejarse en un almacén previamente mapeado a la perfección. Contrariamente a lo que ocurre en el caso de los vehículos autónomos, las cámaras proporcionan suficiente información para el sistema de reconocimiento óptico sin necesidad de sistemas como radares o LiDAR, debido a la mayor previsibilidad del entorno del almacén. Además de desplazar las cargas, es capaz de recogerlas y soltarlas igualmente sin intervención humana, lo que permite eliminar no solo el coste relacionado con el operador, sino también ganar en precisión en tareas repetitivas que típicamente tendían a generar una cierta tasa de errores.
¿Cuántas compañías van a plantearse eliminar a una parte importante de trabajadores o a la práctica totalidad en sus almacenes en los próximos pocos años? ¿Cuántas de las que no puedan plantearse hacerlo pasarán a subcontratar sus almacenes con compañías especializadas, convertidas en auténticos especialistas capaces de extraer rentabilidades mucho mayores en la logística? ¿Cuánto tardaremos en dejar de ver personas que afirman dedicarse a trabajos relacionados con un almacén? Pero sobre todo… ¿tendría sentido, una vez que las máquinas han desarrollado la capacidad de llevar a cabo esas tareas relativamente repetitivas y pesadas con mayor precisión y con menos errores que las personas, seguir dedicando trabajadores humanos a ello?
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Cuando estaba en el colegio o instituto nos llevaron a la destilería de Whisky DYC en Segovia. No sé qué edad tenía, pero menos de 15 años. Allí vi a un operador con la mirada perdida (ni siquiera se inmutó ante el grupo de chavales) manejando tapones que llegaban por una cinta y botellas que llegaban por otra. Una escena que se me quedó grabada, porque pensé que era el trabajo más aburrido del mundo.
Hoy, viendo los videos que enlazas, con operadores que cogen productos de una cinta y los meten en bolsas que son despachadas automáticamente, he pensado lo mismo. No tiene sentido que las personas se dediquen a tareas tan tremendamente monótonas. Lo mismo ocurre con los cajeros de supermercado, pero al menos estos tienen alguna oportunidad de interactuar con los clientes, aunque solo sea para saludar y ser saludados.
No obstante, siempre quedarán trabajos (al menos durante unos cuantos años), pero muy pocos, relacionados con la logística de transporte de mercancías que han de desempeñar personas: en mi reciente mudanza de casa, creo que solo el transporte del camión podría haber sido autónomo. Ni el empaquetado cuidadoso en cajas en origen ni el transporte desde el camión a las habitaciones en destino está aún al alcance de la tecnología, aunque sé que se está trabajando en robots «humanoides» capaces de coger un paquete del suelo y llevarlo a otra parte, así que a lo mejor me equivoco. Fontaneros, electricistas, cerrajeros, etc. sí pueden estar más tranquilos, y son tareas más creativas.
Sin duda habrá una auténtica carnicería de obreros humanos poco cualificados, que pasarán a engrosar las cada vez más pobladas filas de los prescindibles y desheredados y que después votarán cositas feas por puro resentimiento, hay está la legión white trash que apoya a Trump como aperitivo.
La solución que yo le veo es que cada máquina esté sujeta a enormes cagas impositivas, que o bien disuadan de su utilización a los empresarios o ayuden a pagar la colosal factura social que se avecina. Si no, el estallido social está garantizado.
La pregunta es si habría trabajo para todos aunque todos fuéramos trabajadores súper cualificados.
Ese es el punto, por mas que podamos hacer en expertos en programación y/o analisis de datos a la mayoría de la población, la realidad es que no hay tantas posiciones potenciales para ser cubiertas.
La pregunta es, ¿es realmente necesario el trabajo?
La respuesta es bien simple. Si las máquinas son capaces de cultivar solas los campos (ya conseguido), y de extraer minerales de las minas (cercano a conseguirse), transportar las materias primas a las fábricas (cercano), donde se transforman en productos manufacturados (cercano o ya conseguido, según los casos), que luego se llevan a un almacén que transforma los envíos mayoristas en minoristas (cercano), que luego lo mismo llevan un paquete de harina que un móvil de última generación hasta mi casa, o hasta unas taquillas automatizadas (estilo Amazon Lockers) cercanas a mi casa, ¿para qué demonios necesito trabajar yo?
Hay que empezar a cambiar de mentalidad. Si el ser humano trabaja en producción, transporte, y distribución es porque hasta ahora era el único que podía hacer tales cosas. El «ganarás el pan con el sudor de tu frente» no es una maldición bíblica, es una afirmación que se está quedando obsoleta.
Hola Enrique,
Me ha gustado mucho tu artículo, ya que estoy entusiasmado con las oportunidades que ofrecen los sistemas autónomos.
Dentro de un tiempo la logística va a quedar totalmente integrada con el márketing, sin precisar mano de obra alguna.
Pides un artículo en la web, lo recibe el sistema, la carretilla ‘Seegrid’ recoge tu artículo del almacén y lo transporta hasta la furgoneta autónoma que está esperando a detectar que estar llena para iniciar el reparto.
Va a ser genial, salvo para los operarios de los almacenes…
Un saludo!
Ya hace años que me quedé asombrado cuando en una farmacia de Villajoyose observé que el pedido de medicinas que le hacia al farmacéutico le llegaba por una especie de tobogán a la caja registradora.
A veces pensamos que la mecanización es solo de grandes corporaciones que mueven colosales cantidades de objetos, pero resulta que la mecanización llega igualmente a negocios de autónomos, como es un farmacéutico que rara vez tiene mas de tres empleados. Resulta que las farmacias de la costa tiene en verano un fuerte aumento de clientela y les compensa mas mecanizarse que aumentar la plantilla de dependientes. Posteriormente he visto el mismo sistema robotizado en montones de farmacias también en Madrid.
Si como dice por ahí uno, debemos plagar de impuestos a estos sistemas automáticos, yo soy partidario que plaguen de impuestos a los ascensores domésticos que con su automatismo han robado miles de puestos de trabajo a los ascensoristas, Con lo bonito que debe ser pasarse ocho horas dentro de un ascensor ¡hale!, para arriba y para abajo y llega Otis y les arrebata estos puestos de trabajo.
Gorki, hoy no existe un problema con los ascensoristas, porque hace tiempo que no existen. Pero si, por ejemplo, los conductores de vehículos motorizados (taxistas, camioneros, etc.) se quedan todos sin trabajo habrá que pensar en ellos.
Mi propuesta es hacerlos ascensoristas, quien sabe conducir en horizontal, podrá perfectamente conducir en vertical. Si se trata de dar un sueldo por hacer algo que no no es necesario hacer, ¿qué mas da lo que hagan?
Esa es la cuestión: que si el estado, o las empresas coaccionadas por el estado vía impuestos a las máquinas, han de mantener puestos de trabajo artificiales que ya no son necesarios y no aportan valor, sería mejor emplearlos en actividades que pueden aportar más valor a la sociedad: seguridad/vigilancia (es curioso que cada establecimiento, por pequeño que sea, tenga que contratar seguridad privada), limpieza y conservación de calles y montes, atención a personas mayores, cursos de formación, etc. etc.
Exacto, Miro alrededor mio y veo muchisimas cosas que no se hacen y convendría hacer como las que tu dices. seguridad/vigilancia, limpieza y conservación de calles y montes, atención a personas mayores, cursos de formación, y otras que no dice, y serian necesarias , guarderias laborales, educacion especial para discapacitados, arte, en todas sus ramas, etc.
Pero muchos solo se les ocurre mantener en su puesto a unos conductores que ya no hacen falta, porque los «toros» han aprendido a andar solos por los almacenes.
¡¡¡ Falta de imaginación !!!, solo equiparable a la de los sindicalistas
Lo que hagan es importante. No es necesario poner a nadie de ascensorista.
También podemos separar en dos grupos, unos a cavar zanjas y otros a taparlas.
El que aquí acierta, creo, es Krigan, pero todavía no todos han despertado como él.
solución?
Muy divertido el vídeo del proveedor logístico chino, (sobre todo por la música).
Parece difícil cobrar impuestos a una máquina o un robot, pero se puede cobrar impuestos a una empresa en relación con los puestos de trabajo que ocupan sus máquinas. Habrá, de alguna forma, que repartir la riqueza generada por las máquinas, pues es absurdo que esa riqueza generada por años de desarrollo tecnológico solo se la queden unos pocos. Sería no solo el fracaso de la sociedad sino el de la humanidad.
¿tendrá el gobierno chino algún plan para toda la población que va a perder su empleo? China es en estos momentos la ventana al futuro de muchos otros gobiernos que tendrán que ir siguiendo de cerca la evolución de la automatización para aprender de China.
Pues se quien se gana la vida, mas bien tirando para penosamente porque son doce horas diarias, con el llamado toro carretilla, y en sus ratos libres escribe libros, da conciertos … trabajos mas creativos que cuesta dinero … bueno pues menos mal que ahora quedarian solo los trabajos creativos ….
No hace falta esperar al futuro, el futuro ya lleva años con nosotros. Es cierto que el Kiva impresiona pero muchos de los procesos de los almacenes ya están total o parcialmente automatizados. Y en los casos en los que se realiza de forma manual, existe un sistema informático que usa al mozo como si fuera un mecanismo más.
Llevo 10 años diseñando sistemas informáticos para controlar lo que ocurre dentro de un almacén, sean personas o máquinas, y sé que las maquinas eliminan puestos de trabajo, pero también los crean (soy un ejemplo), y de mejor calidad. Hay que asumirlo como una realidad y afrontar el reto de construir nuestra propia industria que cree empleo y compita a nivel internacional.
Desde que se inventaron los robots Kiva (y sus variantes como el robot chino del vídeo) la gran asignatura pendiente de la automatización de los almacenes es desarrollar robots pickers, que cojan algo de un sitio y lo pongan en otro (la parte difícil para un robot es coger, no dejar).
En el caso de los Kiva, el robot lleva toda una estantería hasta el picker humano, que coge de ella un producto y lo pone en la cubeta de un pedido. En el caso del robot chino es al revés, el picker humano coge el paquete y lo pone sobre el lomo del robot.
En el momento en que se consiga un buen robot picker (que cada vez se avanza más), el almacén será algo totalmente automatizado, salvo por el empaquetado del envío si es que el almacén se dedica a la venta minorista.
Todavía se hace la descarga manual de cajas en contenedores sin paletizar, procedentes de China. Lo he vivido muchos años en la enpresa en la que trabajaba.
Pero esto va a cambiar: https://youtu.be/8wngL0BnF_4
Como dice un amigo, el software es infinito. No se acaba nunca de hacer una versión definitiva. Siempre hay errores que arreglar o nuevos requisitos que implementar. Por lo tanto siempre recomiendo aprender programación, os facilitará el futuro.
Y tal y como han dicho arriba, la RBU está cada vez más cerca, tal vez a cambio de las tareas que se les puede dar mejor a humanos de momento, como cuidado de mayores.
La automatización puede estar muy bien.
Creo que existen empresas con procesos «antiguos» con sistemas implementados que tal vez no les salga rentable cambiar todo el sistema, automatizar el almacen, despedir los mozos de almacen y re-educar a todas los empleados que vieran grandes cambios en los procesos habituales.
¿Crees que realmente interesa automatizar el mundo logístico a todos los niveles? Una cosa son mega empresas cómo Amazon y otra cosa son las pequeñas empresas.