Es una de mis reflexiones más habituales, y sobre todo en temporadas en las que viajo más: ¿por qué diablos tengo, si quiero subirme a un medio de transporte o acceder a un sitio, obtener en muchos casos un billete de papel que, además, incluso necesito mostrar a una persona en un punto de acceso, creando cuellos de botella y colas en sitios que podrían funcionar de maneras mucho más racionales?
El sistema, completamente ineficiente y absurdo considerando el nivel de generalización de la tecnología, lleva tiempo contemplando el desarrollo de sistemas alternativos aplicados a una amplia variedad de transacciones: en Londres, desde el año 2014, los usuarios de metro y autobús pueden, además de pagar con su Oyster Card, un sistema de prepago emitido ya a más de diez millones de usuarios y que es utilizado diariamente por más del 80% de los viajeros, utilizar los mismos lectores sin contacto para pagar con tarjetas de crédito contactless o con sus smartphones. El progreso en la implantación del sistema es tal, que los autobuses, desde hace algún tiempo, ya ni siquiera admiten el pago en metálico.
Este tipo de sistemas van extendiéndose cada vez más: hay ya más de ochenta ciudades en el mundo con despliegues de este tipo de sistemas basados en tarjetas sin contacto, con las compañías de tarjetas de crédito como claros interesados en la idea, y configurándose como uno de esos elementos que definen ese concepto vago al que generalmente nos referimos como smart city.
Sin embargo, además de la lentitud – o directamente ineptitud – de algunas compañías y administraciones a la hora de ponerlo en marcha, siguen existiendo numerosos ejemplos en los que persisten ineficiencias. El embarque en un avión por ejemplo, es uno de ellos: la necesidad de exhibir el título de transporte ante una persona en la puerta, título que afortunadamente ya puede estar en formato electrónico y ser mostrado desde un smartphone o incluso desde un smartwatch, se estropea cuando, además, tenemos que enseñar también un documento que acredite nuestra identidad. Una medida adoptada por seguridad, que en realidad no solo deja muchísimo que desear – generalmente la inspección del documento es completamente superficial y llevada a cabo en muy pocos segundos – sino que, además, es profundamente ineficiente. Un proceso de embarque de un avión es, en la práctica, toda una demostración de cosas mal hechas: desde las colas, al deficiente control, pasando por los viajeros que acuden cuando no es su turno, etc.
En la práctica, tendría muchísima más lógica proceder a la verificación de la identidad mediante sistemas basados en los dispositivos electrónicos que llevamos encima. Un smartphone o un smartwatch son dispositivos intrínsecamente personales, dotados de sensores y de sistemas de comunicación susceptibles de verificar mi identidad de formas mucho más rigurosas que una simple inspección ocular fugaz de mi DNI o pasaporte. Desbloquear mi smartphone con mi huella supone una prueba mucho más rigurosa de mi identidad que comparar mi cara con una foto, generalmente, además, con varios años de antigüedad. Podríamos desarrollar sistemas, por ejemplo, que se basasen en más de un factor – algo que tengo, como el teléfono, unido a algo que sé, como una contraseña, o a algo que soy, como una huella digital o una imagen de mi retina – que posibilitasen el paso por puntos de control de manera prácticamente automatizada y sin supervisión directa de una persona más que para casos aislados. Tecnológicamente, todo está ya desarrollado y con un nivel más que razonable de madurez en su difusión, difusión que además se haría más rápida si el desarrollo de este tipo de sistemas actuase como incentivo.
El desarrollo e implantación progresiva de sistemas como Android Pay, Apple Pay y otros ha hecho indudablemente mucho por la redefinición de muchas transacciones en términos de comodidad y con niveles de seguridad muy superiores a sus alternativas tradicionales, pero sin embargo, la transformación de los documentos oficiales de identificación, como tarjetas de identidad, carnets de conducir o pasaportes, sigue resultado muy lenta o completamente decepcionante en sus prestaciones, a pesar de que tendrían mucho que aportar tanto en términos de comodidad y seguridad. En India, el desarrollo de Aadhaar, la base de datos biométrica a nivel nacional, acompañada de IndiaStack, un conjunto de APIs que permiten a los desarrolladores crear aplicaciones sobre ella, parte del impulso de un presidente absolutamente convencido de la necesidad de apostar por la tecnología, pero también ha sido criticado por suponer un nivel de control muy elevado de los ciudadanos que supone una amenaza a la privacidad y un enfoque a la resolución de los problemas de la administración, no los de los usuarios, con algunas de esas preocupaciones acrecentadas debido a los planes del gobierno de sustituir el dinero en metálico por transacciones autenticadas mediante la huella digital. Indudablemente, el balance entre comodidad, eficiencia y privacidad debería estar presente en todo desarrollo de este tipo y ofrecer las garantías adecuadas al usuario, pero sin convertirse en un freno o en una enmienda a la totalidad para su introducción.
Es posible que a los que nos dedicamos a estudiar la tecnología o la innovación en general, todo plazo nos parezca excesivamente largo. Pero también resulta llamativo que, salvo en el caso de India, el desarrollo de este tipo de sistemas esté siendo tan desesperantemente lenta en el sector público frente al que experimenta en el sector privado, a pesar de las muchas ventajas que podría representar. Incluso administraciones tan retrógradas y presuntamente tecnofóbicas como la actual en los Estados Unidos están organizando rondas de reuniones con compañías tecnológicas para tratar de modernizar la forma en que los ciudadanos interactúan con ellas. ¿Qué planteamientos faltan para superar esas resistencias y que ese tipo de despliegues se conviertan en realidad?
This post is also available in English in my Medium page, “Why isn’t technology being used to make more everyday things easier?«
Estaría bien poder usar los mismos certificados de la casa de la moneda que usamos en las transacciones con la administración para identificarnos con el móvil.
Igual que se carga el certificado en el navegador, este podría cargarse en el móvil y usarse con el NFC para validar los accesos.
Si hacienda o el ayuntamiento nos dejan pagar impuestos con ese certificado es porque nos consideran totalmente identificados, así que sólo se trata de cambiar el medio, el navegador por el móvil.
El DNI incluye un certificado digital desde hace años, pero necesitas tener un lector especial conectado a un PC, y ese lector casi nadie lo tiene. Posteriormente sacaron una nueva versión del DNI con NFC (es decir, que es una tarjeta contactless). ¿Problema? Que se olvidaron de sacar la correspondiente app móvil. Así que da lo mismo que tengas NFC en el móvil, seguimos sin poder usar el certificado del DNI.
Es una situación absurda. Todo el mundo tiene el certificado del DNI en su cartera, pero casi nadie lo puede usar.
Paranoias de control aparte (como si las entidades financieras no conocieran al detalle nuestros movimientos económicos que, por cierto no tienen nada de privado: pocas cosas son más necesariamente públicas que el dinero, que solo sirve para intercambio con otras personas), mi experiencia principal es con las tarjetas bancarias sin contacto, que funcionan estupendamente y con las tarjetas de transporte interurbano, que son infames (un porcentaje elevadísimo de veces no funcionan y otro aún mayor lo hacen después de numerosos intentos fallidos que se alargan mucho más de lo que lo haría el pago en metálico).Si lo que buscan es disuadir de su uso y, de paso, del uso del autobús… objetivo cumplido.
Exacto. Muchas veces esos sistemas no funcionan adecuadamente por fallo de diseño, por desgaste y mal mantenimiento, porque han sido vandalizados, porque se ven sometidos a sobrecarga o fallos en un servidor que actua de cuello de botella.
Los lectores NFC muchas veces no leen bien (hay gente que no saca de la funda o de su cartera su tarjeta, o el protector del telefono hace que sea dificil de leer), la conservacion de los dispositivos lectores que se usan de forma masiva (como los de los torniquetes de metro) deja mucho que desear (y tampoco se puede reparar tan rapido como sería deseable), se dan cuellos de botella (un solo lector NFC por autobus, mientras que podria haber dos o tres)…
Todo por no hablar de los problemas si necesitan un servidor externo para su funcionamiento. ¿Acaso no se caen las webs de compra de entradas para conciertos? ¿Y las de la administracion (aunque estas cada vez menos)? Imagina si estuviera centralizado como sería en plena hora punta.
Por no hablar de lo rapido que se gastan las baterias de los telefonos.
Quita, quita. Hasta que eso esté lo suficientemente perfeccionado será mejor tener una copia en papel por si acaso. Que existan los otros medios, vale, pero que haya un plan B.
Te puedo asegurar que la paciencia y la tecnología no están reñidas, más bien lo contrario.
(En general, me lo paso bien con los niños en los aviones y demás, fíjate)
Desde el punto de vista de la seguridad, un smartphone no es el mejor sistema para identificarse, mucho menos aún cuando depende de la batería, o no es posible utilizar un dispositivo con un grado de seguridad homologado en todos los aeropuertos. Y tampoco son plegables.
Es más fácil vulnerar un dispositivo de ese tipo que ningún ticket impreso. Y estos son igual de rápidos, o incluso más en su uso práctico.
Y tampoco son personales, cualquiera puede llevar un smartphone ajeno, pero un segundo factor de autenticación, como el documento de identidad, ya es más difícil, por todas las medidas de seguridad que lleva implícitas.
Sí puedo explicarte porque a algunas personas tienen dificultad para esperar en las colas, eso no tiene que ver con la rapidez de lectura del billete.
La azafata que comprueba tu billete es un sistema biométrico basado en redes neuronales bastante eficiente. :-)
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La azafata, un tercio de las veces no te pide el DNI, otro tercio ni se lo mira, y otro tercio le echa un ojo superficial de menos de un segundo para ver si mínimamente te pareces a la foto, con el problema de que muy poca gente se parece a la foto de su DNI, y que además, al haber sido tomada generalmente hace cierto tiempo, puedes haber cambiado, llevar barba, gafas u otros elementos que dificulten la identificación. Y ya en el caso de países en los que las mujeres llevan además burka, niqab o elementos similares, ni te cuento lo divertido y eficiente que es el tema…
Si la azafata no te pide el DNI, te lo habrán pedido al facturar o pedir la tarjeta de embarque, Enrique.
La tecnología no consiste en el cachivache, sino en el proceso de la información y el ‘software’ que anima el sistema, en este caso el procedimiento de embarque del aeropuerto.
Puedes imaginar ese edificio como un enorme ordenador, que distribuye bits y maletas por sus entrañas.
En un momento dado, habrás tenido que demostrar tu identidad, tu destino y tu enrutamiento, con sistemas de los que ni siquiera has tomado consciencia.
Desde el Master PNR, que asigna tu asiento y destino, el «Pseudo city code» como ‘Martínez’, hasta el sistema de registro de entrada en EE.UU, el Automated Targeting System.
De todo ello, la principal demora consiste en la única puerta del avión en el Finger.
La tecnología si es buena, es invisible. :-)
Estoy de acuerdo con Menestro, la identificación para acceder al avión se realiza con el DNI/Pasaporte y el billete de avión, la azafata no mira la foto solo lee el nombre y los apellidos para ver si son coincidentes, proceso que se hace en 1 segundo.
Mucho más fácil hackear un móvil que robarte el DNI y el billete de avión.
«Te puedo asegurar que la paciencia y la tecnología no están reñidas, más bien lo contrario…»… si vas a comprar algo ya sea en la farmacia o el corte ingles o donde atiendan con ordenador, y el dependiente se queda pasmado delante el ordenador, con el windows pasmado tambien … hoy se tarda tantisimo en comprar un simple librito y que te lo despachen tras hacer las mil comprobaciones en el ordenador, y una cola gente detras desesperada, que hasta te extraña que puedan hacer negocio, que les de tiempo vender mucho en todo el dia
Supongo que mas pronto o mas tarde, nos pondrán al nacer bajo la piel un chip, similar al que ya tiene los perros, que nos valga de identificación a distancia, con lo que nos ahorraremos muchas molestias tanto para identificarnos, como para cargar a nuestra cuenta automáticamente ciertos pagos, como el autobús. y el cheking de los aviones.
Pese a todo no es una idea que me haga especialmente feliz.
Precisamente, la facilidad que da Renfe con su App Renfe Ticket es la que me animó a comprarme un smartphone: el ahorrar todo el proceso de impresión, validar mi pase en un segundo, y llevar toda la información en el bolsillo. La gente más asidua lo ve y enseguida quiere probarlo.
Debate interesante. Creo que dejar en manos de una pobre azafata, generalmente sobrecargada de trabajo (y a veces mal dormida) el control de la seguridad en el embarque es un gran error. Y una irresponsabilidad, ya que se pueden presentar fácilmente DNI falsos o de otra persona sin ser detectados por este medio.
Creo igualmente que un smartphone no debería ser de uso obligatorio. Y que no es el mejor sistema para identificarse.
Me parece que Krigan recuerda algo muy importante y que la administración debería tomar nota.
Temo, como Gorki, que en algún momento se intente obligar a todos los seres humanos a llevar un chip como el que ponen a los perros.
El estándar en cuanto a sencillez de uso parece que lo ha establecido Apple Pay
Basta con aproximar el móvil (sin necesidad de desbloquearlo), mientras pones tu dedo en el lector.
Nada de Apps de bancos, todo nativo e integrado.
Solo se podría superar con un sistema de huella eficaz (bien implementado) al estilo indio que apunta Enrique.
La verdad, no le veo mucha ventaja al sistema de Apple frente al desbloquear primero con la huella y aproximar el móvil. Como si lo desbloqueas mientras lo aproximas.
Además, muchos móviles Android (incluido el mío) tienen el lector de huellas en la parte trasera, que es más cómodo de manejar y no le come espacio a la pantalla.
El «todo integrado» significa «sin opciones».
No sé exactamente cómo funcionan todas las tecnologías de pago.
Pero una, ¿la de Apple?, que (además de muy fácil de aprender) ahorre una décima de segundo en cada transacción, multiplicada por, digamos, mil millones de transacciones diarias, supone 3,17 años de ahorro cada día.
Y con respecto al pago con moneda (que yo sigo usando :-)… aún es muchísimo más, claro.
Por cierto que, el lector de huella en la parte trasera parece mejor para esta tarea. Sí.
Lo del todo integrado y falta de opciones no tendría por qué ser así, cualquier empresa podría crear su propia App de pago para iOS.
En mi experiencia si el uso de la tecnología es para acelerar el proceso de embarque, creo que poco se iba a conseguir. En los útimos vuelos que he cogido, donde realmente se pierde tiempo es en que se sienten los pasajeros en sus sitios y guarden sus maletas (mucho mas grandes y mas numerosas de lo que deberían ser).
Antes de andar poniendo escaneres biométricos en cada puerta de embarque sería mucho mas útil ser totalmente estricto con el equipaje de mano y algo tan barato como indicar claramente en los monitores de las puertas que filas pueden empezar a embarcar.
Hay gente que parece que le encanta hacer colas y en cuanto ven que «parece que va a empezar el embarque» empiezan una carrera absurda por ser el primero (y no, no todos queiren estar los primeros para colocar la maleta)…
En mi opinion tendría mucho mas sentido embarcar, en lugar de por filas por «columnas» (A+B) y (E+F), dejando para el final los asientos de pasillo.
Estoy de acuerdo en que el DNI o un pasaporte no es fiable 100% para identificar a una persona, porque se basa en una foto. Lo que se hace en muchos casos es una comparación de nombres, que no una verificación de identidad. Pero es suficiente incluso para un notario (no para Homeland Security, que te toman las huellas y te hacen una foto).
Para los usuarios, las soluciones tecnológicas que se han desarrollado en España hasta ahora son un desastre: el DNI electrónico y el certificado FNMT. Tanto su uso como su renovación en diferentes sistemas operativos y navegadores son un suplicio y acaban con la paciencia de cualquiera. Respecto al teléfono inteligente, aunque parezca increíble, no todo el mundo tiene uno (mi padre, por ejemplo).
Para los controladores, incluso en el control de acceso a eventos como conferencias, al buffet de un hotel, etc. es más simple y barato imprimir una hoja de cálculo e ir tachando con un bolígrafo que cualquier otra solución tecnológica.
Hoy he estado todo el día en un evento técnico de Microsoft en sus oficinas de Pozuelo. En los días previos enviaron tantos correos insistiendo en llevar impreso el código QR para el control de seguridad del recinto (más restrictivo por ser sábado) que les hice caso. Pues no me lo han pedido, ha bastado con el DNI y me han tachado en una lista. Para el control de acceso al evento era otro código QR, que también he llevado impreso porque aunque se puede usar desde el móvil el año pasado me lié con los códigos, no tenía el correcto y casi no me dejan entrar. Durante el evento lo he tirado a la papelera porque creía que ya no me haría falta, pero era necesario para salir. Lo he recuperado del correo en el móvil y he podido salir. Moraleja: el año que viene llevaré los códigos impresos en una mano, el móvil preparado con los códigos en la otra mano, y el DNI en la boca :-)
Solucion: copiar a Estonia
Sobre esto podria escribir paginas… sobre como los acuerdos de reconocimientos de seguridad social en Europa no funcionan por la lentitud de la administracion espanola en Calle de los Astros, Madrid…. paginas y paginas… y sin seguridad social ahora mismo por ellos
Estimado Enrique,
leo como siempre con mucha atención tus temas y tus preguntas y también las soluciones que tú encuentras razonables o necesarias. Yo creo que siempre se puede ir un paso más allá y plantear opciones mucho más arriesgadas e innovadoras. En estos casos, me pregunto qué se le ocurriría a Da Vinci ante estos retos.
Por ejemplo, para tomar un autobús te planteas por qué no adquieren todas las ciudades un sistema en el que la gente pueda pagar con tarjeta o con aplicaciones asociadas al móvil -en muchos casos a una tarjeta-. Yo alucino con todas las «soluciones» que en realidad no lo son. Cuando en India se plantean que la gente utilice tarjetas o en lugares de Europa donde se ve como una gran innovación no usar dinero en metálico, yo creo que se puede ir más allá y vivir totalmente sin tarjetas e incluso sin dinero.
¿Es tan idealista pensar que pueda haber una ciudad tan bien gestionada que haya muchas calles por las que solo circulen autobuses y éstos sean totalmente gratuitos? Si dejásemos de financiar a los constructores, a los florentinos de turno, prescindiendo de los conseguidores que medran con las grandes obras y se hiciera una buena gestión de los recursos se podría hacer perfectamente.
Me dirán muchos que es un disparate y es cierto… en Madrid, capital mundial de la picaresca y de los latrocinadores/as. En el resto del mundo, se pueden hacer muchas cosas, en pueblos o ciudades de provincias, sistemas de bicicletas gratuitas que uno puede pillar en un lugar de la ciudad y devolver en la otra punta. Se ha hecho en Holanda en muchos lugares, ya es hora de que en España la gente se ponga las pilas y por fin seamos innovadores de verdad en algo, aunque sea enfadando un poco a las multinacionales y a las empresas que viven de los pagos con tarjeta… Eso sí sería INNOVACIÓN 4.0.
Saludos neoyorkinos desde el exilio…