Desde la revista Capital, Jordi Benítez me pidió una columna sobre la que pensaba sería la característica principal del 2017 en cuanto a la evolución tecnológica, que titulé «El año de la división digital» (pdf). Fue publicada con el primer número del año, pero se me había pasado reseñarla hasta ahora.
En mi opinión, el año 2017 será el año en el que las señales del llamado digital divide se intensifiquen para hacerse cada vez más insoportables o más evidentes para muchos. A medida que la tecnología ofrece más y mejores posibilidades, metodologías más productivas, sistemas de interacción más ágiles, o modelos de negocio que dan lugar a una mayor eficiencia, la sociedad va escindiéndose entre aquellos que los abrazan y los usan con actitudes que van desde el tecno-fanatismo hasta el pragmatismo, mientras otros segmentos de la sociedad los ven como algo aparentemente incomprensible o implanteable.
La división, obviamente, no se queda en las personas. Alcanza a las empresas, y genera una frontera entre aquellas que son capaces de transformarse para extraer ventajas competitivas de las características del entorno y la progresiva ubicuidad de la tecnología, y aquellas que simplemente, siguen haciendo lo mismo que hacían, con leves variaciones cosméticas, y van cayendo progresivamente en la ineficiencia. Hoy precisamente estaré hablando de ese tema en The Data Day 2017: cómo las compañías que no son capaces de entender la necesidad de plantear su negocio en torno a la importancia del dato, de su procesamiento, de la obtención de los mejores algoritmos y de la mejora continua de sus sistemas de machine learning están destinadas a ser cada vez menos competitivas y desaparecer. Y no es una cuestión de complejidad: las barreras de entrada han caído hasta límites insospechados. Es una cuestión de mentalidad.
A continuación, el texto completo de la columna:
El año de la división digital
Todas las señales lo indican: el 2017 será el año en el que se consolide la gran división digital. El llamado “digital divide” que hace algún tiempo se utilizó para referirse a la brecha entre conectados y desconectados, utilizado, ahora que prácticamente todos estamos conectados y llevamos un ordenador en todo momento en el bolsillo, para distinguir a los que son capaces de entender y acostumbrarse a un mundo cada vez más sometido al dominio de lo digital, frente a los que utilizan su smartphone… para poco más que hablar por teléfono.
Lo digital ha pasado a dominar nuestras vidas de manera insospechadas. Para mis padres, que acaban de pasar unos días en mi casa por navidad, la idea de que los contenidos se visualizan a demanda en nuestro televisor, que se puede llegar a casa a las ocho de la tarde y pedir a Amazon lo que te falta para desayunar y que te lo traiga en menos de dos horas, o que se pueden soltar las manos del volante del coche porque él se encarga de mantener la distancia de seguridad y de permanecer entre las líneas de la calzada son cuestiones que resultan obviamente atractivas e incluso inteligibles… pero inalcanzables.
Pero la división digital no se refiere únicamente a mis padres o a su segmento sociodemográfico. Afecta también a los entornos corporativos. En 2017, empezaremos a ver cómo las compañías que de verdad abrazan los entornos digitales para permitir que sus empleados redefinan lo que sus antepasados entendían por trabajo se convierten en enormes imanes capaces de atraer talento, mientras las que siguen exigiendo ocho horas de culo pegado a una silla pierden progresivamente a sus empleados de valor. Veremos cómo una serie de compañías privilegiadas comienzan a introducir inteligencia artificial y machine learning en cada vez más procesos, mientras que las que siguen utilizando a imperfectos humanos ven caer progresivamente su competitividad. Veremos cómo algunas compañías se afanan por eliminar los trabajos aburridos, sucios, peligrosos o deshumanizantes sustituyéndolos por procesos robóticos en los que los robots ya no son meros autómatas, sino entes capaces de tomar decisiones en contextos cada vez más complejos. Y sobre todo, veremos cómo ese tipo de proyectos están cada vez más dentro de las posibilidades de cualquier compañía que haya entendido sus posibilidades, gracias a herramientas cada vez más sencillas, provistas como servicios en la nube a las que las empresas conectan sus datos.
La tecnología es muy paradójica: a medida que se sofistica y es capaz de hacer más y mejores cosas, sus barreras de entrada no se elevan, sino que disminuyen. La tecnología de 2017, infinitamente más potente que la que podíamos pensar en disfrutar a principios de este siglo, no tiene una complejidad mayor vinculada a su uso, sino todo lo contrario. A principios de siglo, cualquier cambio de programa implicaba acciones de formación. Ahora, la mayoría de las herramientas que utilizamos en nuestro día a día digital las hemos aprendido a utilizar nosotros mismos, tras descargarlas en un minuto de una app store.
La división digital no es, contrariamente a lo que muchos piensan o a lo que podría indicar el ejemplo de mis padres, una cuestión de edad. Es una cuestión de voluntad, de encontrar una propuesta de valor adecuada, de verse uno mismo haciendo determinadas cosas aunque cueste, aunque obligue a abandonar zonas de confort que hemos definido a lo largo de una vida. La tecnología es cada vez más barata, más accesible y más inclusiva, pero no hace milagros. En 2017 veremos quiénes son capaces de entenderlo así, y quiénes se quedan fuera.
Acabo de pasar hace un momento, por una empresa que paradójicamente nació como resultado de adoptar una nueva tecnología a un viejo oficio, pero que en cambio, no se ha adaptado, (a mi parecer), a las posibilidades que hoy ofrece el nuevo cambio tecnológico del mundo digital.
Me refiero a «Mister Minit», los «tabucos» que existen en todos los supermercados dedicados, (fundamentalmente), al arreglo de zapatos y copia de llaves. Cuando aparecieron, en los años 60 fueron una revolución, que aplicaba una solución tecnológica que hacían posible que cualquier persona sin especial oficio, pudiera sobresalir en eficacia rapidez y precio, en la reparaciónes mas frecuentes del calzado y en la reproducción de llaves, frente a la oferta de los artesanos zapateros y cerrajeros, de cualificada formación pero aferrados a los procesos tradicionales de trabajo.
La consecuencia fue que en pocos años su aparición, llevo al cierre de la inmensa mayoría de los talleres de estos artesanos tradicionales, solo una minoria sobrevivio haciendo reparaciones especializadas que ellos no cubrían.
Sin embargo, pese a su nacimiento netamente tecnológico, (me hace el efecto que), no están sabiendo tomar la ola de la revolución tecnológica, y por ejemplo, siguen haciendo reproducciones analógicas de las llaves, que no son perfectas y obligan con excesiva frecuencia a volver a repasar llaves que te han hecho, porque fallan a la hora de abrir las puertas, mientras que en los pocos talleres de cerrajeria que quedan abiertos, si se han subido a la nueva ola y hacen copias no analógicas, sino digitales, de las llaves y estas copias abren a la primera en una proporción asombrosamente alta.
Por lo que se ve, no basta acertar una vez en el cambio tecnológico, sino que hay que estar alerta a todos los cambios que se puedan producir, para no quedar tan obsoleto como es su día quedaron los zapateros remendones, por no haber adoptado la tecnología que utilizaba su competencia Mister Minit.
Pues sí suena interesante… aún no he visto copia de llaves digital, lo vi en alguna noticia hace tiempo, pero aún no me ha coincidido probarlo ni sé dónde están…
Por cierto, acabo de hablar de ti en una conferencia :-)
GRACIAS Que hablen de mí, aunque sea mal
Pena que lo hagas cuando ya estoy retirado, ¡No habría yo sacado poco partido a eso, en mi época activa!.
Si quieres un sitio que hacen copias digitales lo hay en la calle Chile cerca de Calle Colombia, unos cerrajeros especializados en puertas blindadas y cajas fuertes, es donde ahora pido copia de mis llaves.
Relacionado, una vuelta más:
http://www.tuexpertoapps.com/2014/07/28/keyme-la-app-capaz-de-hacer-un-duplicado-de-tus-llaves/
«Es una cuestión de voluntad, de encontrar una propuesta de valor adecuada, de verse uno mismo haciendo determinadas cosas aunque cueste, aunque obligue a abandonar zonas de confort que hemos definido a lo largo de una vida.»
¡Interesante post! Llevo personalmente varios meses obligándome a cambiar hábitos tecnológicos adquiridos, explorando nuevos dispositivos y apps para ver qué valor me aportan (y cuáles adopto y cuáles descarto), o pueden aportar a otros, y saliendo de mi zona de confort. Mi última experiencia fue el fin de semana, preparando un PowerPoint para mi trabajo (en horario fuera de la oficina, que dirían en el siglo pasado…) con un iPad Air personal sin teclado, fuera de casa y sin una mesa de trabajo, sobre la marcha (en cafeterías o en tiempos de espera). Tarea que se me antojaba incomodísima pero que resultó más productiva de lo que esperaba. El PowerPoint incluía capturas de pantalla de muchas páginas web que tenía que recortar, marcar determinadas zonas, etc. Me resultó muy sorprendente que lo pudiera hacer con un solo dedo y que lo pudiera terminar por completo en ese dispositivo.
Soy un convencido de que la transformación digital de las empresas empieza por nosotros mismos, a nivel particular, y de ahí hay que fomentarlo en nuestros equipos y luego a nuestros jefes y a nuestros clientes. A nivel de empresa, gracias a una licencia personal de Office 365 E3 que me da Microsoft he montado un grupo de trabajo con uno de mis equipos para explorar las posibilidades de colaboración de sus más de 20 aplicaciones (que no son las 4 típicas de Excel, Word, Outlook y PowerPoint) durante las próximas semanas y meses, y siempre les insisto que es un viaje de exploración y aprendizaje, para nosotros mismos, para ver cómo se hacen las cosas en movilidad y en la nube. Espero que al menos alguno de ellos aproveche la oportunidad y se suba al tren…
Tip: cuando te des el tiempo de mirar más allá de lo que ofrece Microsoft, descubrirás un universo inacabable de servicios/software en la nube que lleva ahí casi una década (y evolucionando cada año).
Los que nos dedicamos a programar no podemos controlar nestra sorpresa al ver cómo los que no saben programar descubren el mundo del software normalmente a través de los «grandes» del sector. La excepción son los «early adopters», claro.
Ahora quiero enlazar mi comentario con el artículo de Enrique. Realmente el punto crucial de esa división digital es la mencionada «zona de confort». Es la explicación de esa y de todas las divisiones!
Estoy ya cansado de reunirme con clientes que quieren «innovar y modernizar sus procesos pero sin dejar de trabajar con el EXCEL» (lol)…. y es literal, eh! :-(
Hola Sergi,
A nivel personal uso Mac y Google Apps (ahora G-Suite) de pago desde hace años y estoy encantado :-)
Pero a nivel de mi empresa y de mis clientes (multinacionales en ambos casos) me doy con un canto en los dientes si empezamos a usar Office 365 y la nube Azure de Microsoft. Plantear otras herramientas me resulta inimaginable, confortables como están con sus PCs de sobremesa con Office para Windows y un share en red ;-)
De todas formas, para mí usar las herramientas de un fabricante y otro es lo de menos, yo pruebo muchas y uso muchas para estar familiarizado y cómodo con todas. Lo importante es la actitud hacia la transformación digital. Mis clientes también quieren innovar y modernizar y el responsable de la intranet corporativa me viene a las reuniones con documentos impresos subrayados con rotulador amarillo y cuando se lo hago notar en plan de broma me dice que en realidad él «es de la época del papel, que adora los libros impresos y que el e-book no va a triunfar nunca…» ¿cómo se te queda el cuerpo?
Mi empresa es una PYME de 3 trabajdores autónomos, utilizamos Dropbox para alojamiento en la nube de documentos, pedidos y albaranes. La base de datos del programa de contabilidad y pedidos con la base de datos subida a Dropbox, y ahí trabajamos a distancia todos, la parte comercial y la de fabricación. Coste de inversión, 0 €. La cuenta de dropbox es gratuita, y el software freeware.
Para las comunicaciones a distancia entre nosotros, el típico grupo de Whatsapp cifrado (aunque nos da igual si no estuviera encriptado) para comunicar «Pedido del cliente X,Y y Z. Lo quiere para el lunes. Tenéis preparado el albarán en el programa de contabilidad» y «Pagada/cobrada la Factura X»
En mi caso, llevo la parte comercial y marketing. Sólo trabajo en el horario dedicado a gestión comercial y atención al cliente, todo gestionado por teléfono, con un CRM y organizado con Google Calendar de forma integral con el marketing digital, el cual gestiono la mayor parte de las veces con las app móvil de Hootsuite.
Tan sólo caliento el sillón delante del ordenador para programar mensajes de redes sociales y creación de contenidos para el blog y campañas de email marketing. Y sólo visito a clientes de grandes cuentas con reuniones ya programadas, y si puedo, muchas de ellas las cancelo porque la mayoría con una llamada de 15 minutos de teléfono o Skype basta.
Mis socias llevan la parte de fabricación y tienda física, una por turno de mañana y tarde, el cual se reparten entre ellas.
Pues la mayoría de empresas, PYMES que conozco siguen trabajando con el típico comercial a puerta fría, con gastos de gasolina, catálogos, con el portátil a cuestas (o tablet en el mejor de los casos) y muestrario de productos. Calculo que pueden visitar unos 15 clientes al día con mucha suerte, haciendo una visita promedio de media hora por cliente. Yo hablo con 20 clientes en una hora, y me comunico con cientos por correo electrónico y les envío ofertas y promociones con un sólo correo semanal.
Lo único que me falta es aprender gestión Big Data para la gestión de pedidos y campañas de ecommerce. ¿Alguien que me pueda recomendar algún blog o experto al que seguir sobre este tema?
A esa «flexibilidad» a la que tenemos que ir sin más remedio, hay que atribuirle una característica o cualidad: la «deshumanización» de los procesos productivos en los que la mano de obra humana daba un valor en positivo al proceso.
Que hay que ser flexible, pues si. Pero me cuesta lo mío…