Tras más de dos años en beta, Facebook lanza finalmente en abierto Workplace by Facebook, la adaptación de todas las herramientas de Facebook (perfiles personales, grupos, mensajería instantánea, vídeo, etc.) a entornos profesionales. La red social se enfrenta a un mercado relativamente inexplorado para ella, en el que podemos encontrarnos desde las viejas y mayoritariamente oxidadas intranets, hasta herramientas como Yammer de Microsoft, un unicornio como Slack, o próximos despliegues de herramientas como la que prepara LinkedIn.
La propuesta de Facebook es un pago por usuario activo que comienza en los $3 para compañías de hasta mil usuarios, desciende hasta $1 para las de más de diez mil, y es gratuito para organizaciones sin ánimo de lucro o educativas.
Las compañías que decidan adoptarlo tendrán que superar la idea de la conveniencia de compartir información con una compañía tan aparentemente voraz y ávida por ella como Facebook, y aquellos viejos miedos que achacaban a las redes sociales la idea de pérdida de tiempo: finalmente, una herramienta desarrollada con la misma base que Facebook será ese sistema nervioso que transmitirá información de la compañía y servirá de soporte a esa tan importante comunicación interna que durante años se ha convertido en un auténtico reto para muchos.
La gran verdad es que hace mucho tiempo que los entornos corporativos hace mucho tiempo que pasaron a tener herramientas que, conceptualmente y desde el punto de vista de posibilidades, estaban muy por debajo de lo que podíamos hacer en nuestro ámbito personal. Las viejas intranets, que en realidad en muy pocos casos llegaron a funcionar, se convirtieron en simples tablones de anuncios a los que la mayoría no acudía nunca o lo hacía únicamente para ver información muy puntual. El despliegue de herramientas en el entorno Microsoft, basado en una suite en permanente cambio con adquisiciones y adaptaciones que finalmente parece quedar conformado como Skype for Business y Yammer, parece haber generado una pléyade de compañías mayoritariamente insatisfechas con sus prestaciones y sujetas a procesos de comunicación interna escasamente activos, mientras el ahora líder de la industria es una compañía tan joven como Slack, creada por un Stewart Butterfield que aspira a desarrollarla hasta el final sin venderla a nadie tras la espantosa experiencia que tuvo con la venta de Flickr a Yahoo! y que va por buen camino tras varias rondas de financiación que sitúan su valor en torno a los 4,000 millones de dólares. En el medio, jugadores tan interesantes en este ámbito como LinkedIn, que anunció a principios de 2015 un producto para conectar a los trabajadores de una compañía, pero de la que todavía no hemos visto ninguna propuesta concreta.
Las herramientas son importantes, sí. Pero mi impresión tras ver muchos casos de despliegue de herramientas es que las buenas experiencias en comunicación interna tienen mucho más que ver con la cultura corporativa que con las herramientas como tal. La idea de utilizar una interfaz y unas herramientas tan conocidas como las de Facebook para desplegar mecanismos de comunicación interna puede ser interesante, pero no funcionará si una compañía tiene jerarquías muy marcadas o, en general, formas de entender el trabajo propias de cuando la comunicación interna no tenía ninguna importancia. Obviamente, tratar de desarrollar procesos de comunicación interna sobre una herramienta con aspecto del siglo pasado puede resultar más difícil que hacerlo sobre una herramienta atractiva y con una interfaz familiar, pero si detrás del despliegue no existe una verdadera cultura que valore la comunicación interna, no conozco ninguna herramienta capaz de hacer magia.
Slack es una de las herramientas más flexibles que conozco: permite integrar prácticamente cualquier cosa, es sencilla, de interfaz agradable, tiene un modelo freemium extraordinariamente abierto que permite un nivel de uso muy ambicioso con el producto gratuito, y ha hecho un trabajo muy bueno dándose a conocer sin ningún tipo de campaña ni inversión en publicidad. El precio de Slack para quienes quieren toda la funcionalidad sin límites es más elevado que el de Workplace, entre $6.67 y $12.50 por usuario. Quienes recomiendan Slack lo hacen porque la han visto funcionando, porque han entendido que la clave está en una API capaz de conectar cualquier cosa (documentos compartidos, sistemas de ticketing, alertas, noticias, foros, etc. con una función de búsqueda muy buena y eficiente… pero también un canal de chistes, o cualquier otra cosa), pero en general, lo han hecho en compañías que, de no haber tenido esa herramienta, se habrían comunicado con señales de humo si hubiese sido necesario. Las herramientas son importantes y pueden facilitar las cosas, pero la comunicación interna se asienta fundamentalmente sobre una cultura.
De aspecto, Slack me da una impresión mucho más plástica y maleable que Workplace, aunque la red de Facebook cuenta desde su lanzamiento con un programa de partners para tratar de crear ese importantísimo ecosistema de herramientas que funcionen dentro de la red corporativa. Por el momento, Workplace cuenta con un ramillete de compañías conocidas de diversas industrias que han probado el sistema (Booking.com, Campbell’s, Club Med, Danone, Mercado Libre, TBWA, Telekom Austria o Telenor entre otras, además de organizaciones como Save the Children u Oxfam), con una recepción probablemente dubitativa en función de la mala reputación de Facebook en el entorno corporativo y de los recelos sobre la privacidad de la información interna, con una legión de usuarios familiarizados con la interfaz, y con otra más joven que, aunque la consideren cavernícola, nunca han llegado en realidad a abandonarla totalmente. Por supuesto, una cosa es utilizar Facebook para tu comunicación y socialización personal, y otra alimentar Workplace con fines profesionales. Pero en cualquier caso, en entornos cada vez mas virtuales y menos vinculados a la localización física o a la conversación en el pasillo, bienvenidas sean herramientas que puedan mejorar esa importantísima comunicación interna…
This article is also available in English in my Medium page, “Will Workplace by Facebook redefine internal communication?»
Lógicamente, como particular, este producto pensado para empresas no me interesa en absoluto, pero me temo, que a estas alturas un Facebook para empresas , tampoco interese a las empresas, porque o bien simplemente, (y para algunas cosas), utiliza ya Facebook abierto, o desde hace años, tiene sobradas herramientas gratuitas y de pago, para montarse lo que ofrece Facebook Workplace, con mayores grados de privacidad y seguridad que lo que pueda ofrecer, algo montado sobre la infraestructura de Facebook, Es posible que me confunda, pero no le augura mucho éxito a este producto.
las buenas experiencias en comunicación interna tienen mucho más que ver con la cultura corporativa que con las herramientas como tal
Esa es la clave. Aunque hay un problema con las herramientas (no todas son buenas o tienen una experiencia de uso sin fricción), el problema fundamental es la cultura corporativa. Empezando por una falta de tiempo o interés en muchos trabajadores para ver ni siquiera la página home de la intranet de su empresa cada día, siguiendo por intranets cuyas páginas más visitadas son el «resumen de prensa», los horarios de lanzaderas, el tablón de anuncios, el menú del comedor o las cámaras de tráfico de la carretera de salida de la oficina. Y los intentos que he visto de impulsar el compartir el conocimiento no han pasado de intentos bienintencionados que fracasan por un aspecto fundamental: el (escaso) valor que aportan a los que lo visitan. Al final lo que hay en muchos casos son repositorios de documentos en una intranet, que hace años se guardaban en carpetas de un sistema de archivos de un servidor (y todavía se hace).
En cuanto a Workplace by Facebook, me temo que el nombre «Facebook» y sus connotaciones le impedirá entrar en la mayor parte de las empresas. Como si LinkedIn pretendiera ahora expandirse con una red social para familiares y amigos…
Hombre es que Facebook y empresa es como, en fin que le dejen llevar tambien la Playstation a la empresa, ja ja ja, y porque no en clase «facebook en el aula», cada alumno asi conectado con el otro, de al lado y dos mesas mas para atras y del otro aula, pues revolucionara el entorno educativo, son oportunidades que como no entra la tecnologia en ese pais, se esta desaprovechando, ha ha ha
He estado implantando dentro del programa Early Adopters de Facebook at Work (hasta ayer este era su nombre), esta solución en dos empresas a las que asesoro.
Después de poco más de un mes, me parece una gran herramienta para la comunicación interna de la empresa, a muchos niveles, y además con una curva de aprendizaje prácticamente nula, pero tiene muchas limitaciones como lo que vende ahora: WORKPLACE, carece de herramientas para la gestión de proyectos, para la gestión de archivos, para controlar procesos, etc. Es de momento poco más que Facebook.
De las 2 empresas en la que estoy implantandolo, en una ha tenido una gran aceptación, en la otra menos, y como bien indicabas, es debido a la cultura empresarial y el tipo de personal de una y otra empresa, porque el implantador era el mismo (yo).
Con una buena cultura de compartir información se puede hacer hasta con un Excel, con una mala cultura, ni con la mejor herramienta conseguirás comunicar.
Esto acaba de empezar, en futuras versiones auguró que Workplace crecerá hacia eso, hacia un lugar de trabajo, pero le queda mucbo recorrido.
Con una buena cultura de compartir información se puede hacer hasta con un Excel, con una mala cultura, ni con la mejor herramienta conseguirás comunicar. VICTOR VERGÉS.
Absolutamente de acuerdo. El problema está en conseguir llegar a tener la experiencia que compartir favorece a todos. Habitualmente el sentir general es que compartir supone molestia para quien comparte y beneficio para el «lurker»
Fascinante artículo. Me ha recordado mucho a este otro: https://medium.com/@shemag8/fuck-you-startup-world-ab6cc72fad0e#.btk5mjog7