Ayer se celebró la presentación de «Noticias, las justas«, un libro surgido de una idea de mi buen amigo Sergio Martín y editado por Wolters Kluwer, en el que participamos María Eizaguirre, Alberto Palomar, América Valenzuela, Almudena Vigil y yo mismo.
Un libro que comencé con un «Sergio, en qué lío me estás metiendo, a ver cuándo diablos saco tiempo para esto», que siguió como una oportunidad de agrupar temas relativamente recurrentes en la compleja interfaz entre la tecnología y el derecho, y que terminó siendo una oportunidad casi terapéutica para ordenar mis pensamientos y tratar de estructurar las actitudes que creo que un profesional, del derecho o de otros ámbitos, debería considerar como forma de enfocar el futuro.
En mi capítulo, titulado «La ley en tiempos enredados», comienzo hablando de la resistencia a la innovación como actitud humana comprensible, justificable dentro de un orden, pero claramente negativa, y especulo sobre cómo el diferente enfoque de los sistemas jurídicos basados en el derecho continental termina por perjudicar el progreso en determinados países mientras dota a otros, basados en la common law, de actitudes por lo general mucho más razonables y favorables al progreso.
Para intentar argumentarlo, intento revisar casos como el de las recurrentes prohibiciones de WhatsApp en Brasil y lo que pasa cuando los jueces «se vienen arriba», el derecho al olvido y lo que sucede cuando un tribunal pretende «inventarse» derechos no basados en la realidad e incompatibles con el escenario tecnológico, la prohibición de Uber mediante medidas cautelarísimas inaudita parte porque a un juez «le suena mal aquello», o el cierre de páginas web que no contravienen una ley específica (o incluso cuando terminamos creando leyes o tribunales especiales para que así sea) y, en general, el uso de las llamadas non-market strategies.
De ahí paso a reflexionar sobre la interacción de los usuarios con los servicios en la web mediante términos de servicio que nadie es capaz de entender, pero que parecen ser esenciales para definir con precisión su ámbito desde un punto de vista jurídico, y que terminan siendo simplemente una excusa para que los abogados puedan vivir de algo. Para terminar, intento analizar las derivas generacionales y la dirección del progreso tecnológico, para tratar de entender el futuro al que nos dirigimos: un entorno cada vez más complejo, más interconectado, en el que es imposible avanzar sin romper cosas, sin amenazar esquemas tradicionales o sin replantear «lo que hemos hecho toda la vida de una manera determinada».
Si para preservar una serie de equilibrios tradicionales que dábamos por asumidos evitamos avanzar, tendremos un problema, porque el progreso tecnológico nunca se ha detenido en función de los intereses de nadie, y la tecnología, como me he hartado de decir y escribir, no se puede «desinventar». Mientras sigamos teniendo políticos, jueces o fiscales que crean que eso sí es posible, que se puede simplemente y de un plumazo evitar que las cosas cambien o restringir el desarrollo tecnológico «porque no gusta» o «porque no interesa», seguiremos encontrándonos todos los días con noticias de decisiones judiciales absurdas, sin sentido, o simplemente equivocadas. Y en ese sentido, la oportunidad que me ha dado el ponerme manos a la obra para escribir este capítulo ha sido casi terapéutica. No sé si vocear mis preocupaciones en este sentido servirá de algo o convencerá a alguien, pero al menos, sienta bien. Ayer pude ver a la Fiscal General del Estado, Consuelo Madrigal, hacer una bonita, trabajada y elocuente presentación del libro en la que agradeció los planteamientos que hacía en mi capítulo porque le habían hecho pensar. Si consigo aunque sea solo eso, generar algunas reflexiones, el trabajo habrá merecido la pena.
ACTUALIZACIÓN: la presentación ha tenido alguna cobertura de prensa,
- Europa Press comentó la presentación de ayer en «Llega ‘Noticias, las justas’, una perspectiva diferente sobre la relación entre la comunicación y el mundo jurídico«
- La Opinión de Zamora, «El periodista Sergio Martín coordina el libro ‘Noticias las justas’«
- Público, «El lenguaje jurídico comprensible, un reto para los periodistas«
- Confilegal, «‘Noticias, las justas’, un libro sobre el reto de adaptar el ‘suajili judicial’ para que la sociedad lo entienda«
- Expansión, «Rigor o comprensión: ¿entiende la sociedad lo que dice la Justicia?«
Enrique, ¿sólo hay edición en papel?
El problema legal mas kafkiano, se deriva de intentar aplicar leyes nacionales, que solo tienen validez en un espacio geográfico determinado a Internet, que es algo por fuerza supranacional. Yo creo que debería haber para Internet un organismo legislativo y policial internacional, (quizá dependiente de la ONU), que mandara en toda Internet.
Yo siempre he pensado que ese organismo legislativo y policial debería existir a nivel mundial en todos los ámbitos y no sólo en Internet. Pero claro, como el mando cayese en manos inadecuadas a ver a donde se exilia uno…
Me temo que una parte de la libertad que aun existe en Internet, lo hace gracias precisamente al caos legislativo internacional.
Hombre este Sergio Martin y los demas periodistas locutores …, ya se estaran matando por conservar su empleo en television, radio, ya que en internet no hay vida, eso significa que internet no puede ser el futuro, eso esta claro
Cuento la anecdota de que un periodista que tenia un programa en Radio Nacional, bueno se le acabó y ahora lleva años con su programa en podcast, DE LOS 10 MAS DESCARGADOS DE ESPAÑA hasta el otro dia que comunicó su situacion, necesita donaciones para continuar, su situacion es insostenible y no podra seguir con su programa en podcast por internet y esta pendiente de volver a tener un trabajo en radio o television
Internet no es el futuro, de internet huya el que pueda y mientras pueda …
Qué más da si no entendemos las condiciones al darnos de alta o utilizar un servicio en Internet… los bancos llevan años haciendo lo mismo, y seguimos sin enterarnos.
Qué más da si un juez decide que no puede funcionar Uber… ya habrá otro juez que diga que sí puede funcionar. Como ocurre con algunos desarrollos urbanísticos: una corporación municipal lo impide, la siguiente, o la siguiente, lo autoriza.
Eso sí: supone un quebranto económico en todos los casos.
Los Estados tienen potestad para marcar sus Derechos. Como supongo que sabrás, tus derechos tienen límites. Limitan con los derechos de los demás. Esos límites se imponen mediante leyes que aprueban los legisladores que elegimos entre todos.
Esto es así en la teoría… y es una teoría que, al menos aparentemente, funciona.
De esta manera, el marco legal en el que nos movemos los españoles es «parecido» al marco en el que se mueven los franceses… pero no es igual.
Lo que es igual es que todos, españoles y franceses, tenemos marco (o marcos).
Pensar en adaptar ese marco a lo que la explotación económica de la tecnología por parte de intereses particulares precise para aumentar su cifra de negocio es un esperpento legal.
Semejante idea en mente de un abogado es una paradoja de esas de la vida… como la idea de la construcción de ese marco (ideal, justo, duradero, imparcial…) mediante la acción de los políticos.
En fin… gracias a no sé que, la codicia, la envidia, la cobardía, la ignorancia y, en muchos casos, la estupidez de los políticos permiten que los jueces de las «medidas cautelarísimas» tengan a qué agarrarse para obligar a las corporaciones a ajustarse a la legalidad; la otra posibilidad es que las corporaciones obliguen (o convenzan… los grandes beneficios de la tecnología; ya tú sabes) a los políticos a ajustar las leyes, que, repito: son los límites de tu libertad; a lo necesario para alimentar sus cuentas de resultados.
El problema, además de lo que comentas, es que la política y por ende las leyes, no sólo se limitan a gestionar las libertades, los derechos y sus límites. También tratan de definir unas lineas de progreso en función de determinadas ideologías. Y esas ideologías suelen caracterizarse por una velocidad de cambio bastante lenta. Vamos, que terminamos siendo gobernados por ideas respecto a la sociedad, el progreso e incluso la justicia, bastante anacrónicas.
No estoy acuerdo. Las leyes definen un marco que es común para todos. Y que nadie puede saltarse. Que ese marco pueda ser anacrónico para según qué avance tecnológico… pues podría ser; pero para evitar eso, haría falta una sociedad que demandase al legislador los cambios oportunos. Y eso no lo tenemos.
Suena a chiste, pero dicen que España es un país tecnológicamente avanzado: 2 de cada 3 españoles se conectan a internet a diario. El problema es que 1 de esos dos, a lo que se «conecta», es a Whatsapp y a Facebook. Lo de «internet» le suena al explorer que vió hace muchos años en un PC.
El otro, pues sí… puede que se conecte a internet para participar de manera espontánea en la creación de la wikipedia… pero tampoco me suena tan claro.
Por otro lado, también hay cierta «manga ancha» con «dejar hacer» mientras el que las hace no se coma un cacho grande del pastel.
Alquileres piratas, taxis piratas, gente que compra y vende en segunda mano sin declarar a hacienda… eso lo hubo siempre. Pero hasta que a alguien se le ocurre revender las entradas del fútbol en plan «vendo boli: 200€… y regalo entrada para el Madrid – Barça» nadie denuncia. Y cuando denuncia, el que lo hace es el que vende las entradas legalmente.
Para echarle el guante al reventa (por motivos de propiedad, de autorizaciones, de obligaciones fiscales o laborales, etc.) no hace falta un ley del 2016… llega con la anacrónica de 1964.
Hace unos días, en este mismo blog se hablaba de la TV. Y se hablaba de Netflix. La Ley del Audiovisual es de hace 10 años… para nada anacrónica.
¿Cabe Netflix en nuestra Ley del Audiovisual? Pues no… evidentemente. Es un servicio streaming. Utiliza la TV como soporte a través de algo que la conecte con internet. Pero no es una emisión.
¿Obligaría yo a Netflix a cumplir lo mismo que tiene que cumplir Mediaset? Pues yo sí… como cualquiera que vea la TV, tenga hijos en casa y el mando ande volando por ahí.
Lo que tiene que cumplir Mediaset (o Atresmedia… lo mismo) está muy clarito en esa Ley del Audiovisual. ¿Por qué Netflix se escurre de cumplirlo? Pues porque su propia manera de existir la deja a caballo entre un operador y un medio (es productora pero no programa) y, sobre todo, porque el consumo exclusivo de TDT en España alcanza el 80% seguido, de lejos, por el cable.
La porción de pastel que se traga Netflix es mínima respecto al mercado existente; que, además, no sólo no está muerto sino que es un negocio espectacular, tiene recorrido tecnológico de sobra para seguir siéndolo los próximos años; y, por ejemplo Netflix, es un buen ejemplo de esto.
El día que los servicios streaming consigan calar entre una parte de la audiencia importante, veremos… Pero para entonces no hará falta una nueva Ley… eso ya lo tenemos. Y está al alcance de cuanquier medio el hacer uso de ella ante la justicia.
Airbnb, Über, BlaBla, Wallapop… todos tienen un marco al que adaptarse y el deber de hacerlo. Los rollos estos de los súper por internet sin intermediarios… directo del productor: «oiga… ¿tiene usted Registro Sanitario de Industria, Certificados que garanticen cadenas de frío, sus trabajadores tienen la capacitación necesaria para manipular alimentos y cotizan a la Seguridad Social?». «Ah… pues no… Pero es que yo vendo en Internet»
No hombre… es que usted NO vende… Cuando venda tendrá que cumplir con todo eso como todo el mundo y la plataforma está obligada a garantizárselo al comsumidor como Carrefour…
Que se venda por internet o por teléfono da igual.
Dios los cría y ellos se juntan
La prohibición de Uber mediante medidas cautelarísimas inaudita parte porque a un juez “le suena mal aquello”. Esa frase encierra un nada disimulado desprecio hacia nuestro sistema legal y judicial.
En primer lugar, el juez NO prohibió cautelarmente la actividad de UBER en España porque le ‘sonaba mal aquello’ sino porque según su leal saber y entender estimó que había motivos o indicios juridicamente relevantes para decretar la suspensión o prohibición cautelar de las actividades de una ‘escurridiza’ empresa extranjera integrada por una maraña de sociedades radicadas en paraísos fiscales, sospechosas prima facie de pasarse por el arco del triunfo la normativa fiscal y laboral española y la que regula el transporte urbano de pasajeros, entre otras. Unas sospechas nada caprichosas y aisladas sino bien fundamentadas y compartidas casi unanimemente por toda la comunidad jurídica y por una gran parte de los ciudadanos (independientemente de que sean partidarios o no de la liberación del servicio de transporte urbano de pasajeros o de que el mercado se abra a empresas tipo UBER, españolas o extranjeras).
En segundo lugar, si bien en nuestro sistema legal y en el de la gran mayoría de los países civilizados (y por supuesto en los no tan civilizados) los jueces pueden Y DEBEN adoptar medidas cautelares inaudita parte (es ‘de cajón’ que así debe ser para poder velar eficazmente por los derechos de los ciudadanos), lo cierto es que la persona o empresa a la que esas medidas cautelares perjudiquen puede oponerse a las mismas y si ofrece adecuados argumentos, esas medidas pueden ser levantadas o canceladas por el mismo juez que las decretó o por sus superiores jerárquicos. Y, que se sepa, UBER no se opuso a dichas medidas ofreciendo argumentos fácticos o legales que pudieran llevar al juez a cancelas las medidas cautelares sino que de manera totalmente chulesca y prepotente pretendió, otra vez, pasarselas por el arco del triunfo, pero la jugada le salió mal. Recordemos que en un inicio UBER anunció a bombo y platillo que seguiría operando en España a pesar de la prohibición judicial. Finalmente, gracias a la contundencia de las medidas adoptadas por el juez, UBER no tuvo más remedio que claudicar y anunciar que acataría esas medidas y no seguiría operando en España.
En tercer lugar, no vamos a descubrir el meditarráneo si afirmamos que la legión de abogados y lobistas que el dinero de UBER puede comprar no consiguió ‘tumbar’ la decisión de ese juez en ninguna otra instancia judicial, española o extranjera, lo cual muestra bien a las claras que tales medidas no fueron adoptadas de manera caprichosa o injustificada, simplemente porque al juez ‘le sonaba mal aquello’ sino de modo tan fundado y juridicamente tan bien argumentado que esa legión de abogados y lobistas no fue capaz de ‘tumbar’.
Eso sí: las decisiones judiciales, por definición, nunca son al gusto de todos… Cuando nos favorecen o nos gustan, decimos que ‘se hizo justicia’ y cuando no nos favorecen o no nos gustan siempre se dice que ‘son arbitrarias’ o que el juez ‘no entendió nada’ o que ‘me tiene tirria’ o, simplemente, que ‘le sonó mal aquello’.
No es así. Con todo el respeto del mundo, sin pretender ser impertinente y asegurándote que respeto a los jueces cono a muy pocas otras instituciones, déjame que te diga que me leí aquel escrito con muchísimo detalle, y era una absoluta barbaridad, uno de los análisis más burdos y superficiales que he visto, una argumentación completamente paupérrima y detalles tan alucinantes como no detenerse a comprobar que, contrariamente a lo que aseguraba el demandante, Uber tenía dirección y razón social en España, directivos perfectamente conocidos y no era una empresa ilocalizable a la que no se podía notificar. Era, simplemente, un dictamen pésimo de quien no se ha detenido a hacer el más mínimo análisis, algo que cuestionaba absolutamente la competencia y la profesionalidad del juez. No había por dónde cogerlo.
Ya.
Una pena que por su CV no pueda representar a UBER en los tribunales sin duda que con su experiencia les hubiera aconsejado no saltarse la reglamentación española, emppresa que forma parte de esta patronal que se reunen todas ellas y le dan un premio por divulgar ¿ o defender sus intereses?
Para aquellos que quieran leer las Medidas Cautelares y poder opinar parece (deben saber un poco de leyes), …. yo al no entenderlo, me fío más de la palabra del juez que les voy a contar…, sin embargo de acuerdo a la filosofia del libro los periodistas deben hacernos comprensible el lenguaje jurídico y nosotros como ciudadanos tener sentido crítico de los asuntos.
Para ello, los opinadores y periodistas, deberán tenir un perfil jurídico mínimo. Ejemplo este artículo que informa y entrevista a una de las partes. Y no es la única manera de hacerlo pero claro para eso hay que:
a. Ser periodista, o parecerlo
b. No ser lego en leyes, o parecerlo
c. Ser objetivo, o parecerlo
Y si no se tienen estas habilidades, al menos tener sentido crítico y hacerse una pregunta sencilla
¿ Cómo es posible que a esta empresa le hayan impuesto estas medidas tan injustas, si está tan clara la situación?
Igual la respuesta es sencilla no lo son.
Representarles no, pero actuar como perito experto sí puedo. De hecho, me lo han solicitado para casos como «Telecinco contra YouTube», y honestamente creo que no lo hice mal…
En cuanto a si tengo intereses… te digo lo mismo que digo a todos: si en catorce años de página no me han acusado de nada, de escribir a sueldo de nadie ni de cobrar de nadie sin especificarlo claramente o sin desvelar posibles conflictos de interés, si en catorce años resulta que nadie me echa en cara nada, ¿qué pasa? ¿Que soy el genio que consigue engañar a muchas personas durante mucho tiempo? ¿O tal vez que estás acusándome de algo sin tener absolutamente ninguna prueba y de manera completamente gratuita?
Que no, hombre, que no. Que soy un simple pro-fe-sor y que no me dedico ni a extorsionar, ni a dejarme sobornar, ni a cobrar de nadie por escribir nada. Que son tonterías que están en tu cabeza. A ver si vamos madurando, por favor, que estoy hasta los mismos de este temita recurrente…
Por favor !!! No manipule mi post. Que luego comienzan los insultadores que Vd. permite,…
Nadie le está negando derechos que se recogen en nuestro ordenamiento constitucional, como es el derecho al trabajo, o de empresa.Tampoco se le niega que puede asociarse con quien quiera. Tampoco le acuso de que esté a sueldo de patronal, lobby o similar.
Le pongo un ejemplo, si yo tuviera un blog de futbol y el barsa me diera un premio al mejor blog culé, sería por ser un buen hincha culé ¿o por ser merengue?
Y si es Vd. un hooligan de Uber. Un pedazo de forofo, diría yo.Lo siento, pero es así. Si no le gusta. Es lo que muestra en sus artículos. Es malo eso. Yo creo que no, ( que Vd. lo sea y que yo se lo muestre)
Igual que yo no soy forofo ni de Uber ni de los taxis, pero se reconocer, cuando una acción empresarial no va a favor de los intereses de mi país. Y unas medidas cautelares si. Que le vamos a hacer. Le llaman sentido común, que parece que no es tan común para Vd.
Nadie es impertinente por expresar su opinión de forma respetuosa con las opiniones de los demás, aunque las ‘machaque’. Por eso a mí me parece muy respetable tu opinión en lo que se refiere a la decisión del juez que decretó la suspensión provisional de las actividades de UBER en España, aunque obviamente no esté de acuerdo con tu personal opinión, por mucho que a tí te parezca ‘una barbaridad’ esa decisión del juez y califiques sus análisis de ‘burdos y superficiales’. Es tu opinión, y hay que respetarla, pero solo como lo que es: TU personal opinión.
En cambio, sin entrar en detalles, a mí me parece muy acertada y plenamente justificada la decisión del juez, esa decisión que guste o no guste, a tí, a mí, a UBER o al Sursum Corda hay que respetar y ACATAR mientras ese mismo juez o cualquier otro juez o tribunal de rango superior (español o internacional) no la revoque o ‘cancele’.
Curiosamente, la legión de abogados y lobistas de UBER, a pesar de haberlo intentado por tierra, mar y aire, no fue capaz de ‘tumbar’ la decisión de ese juez que decretó la medida cautelar que prohibió a UBER operar en España, lo cual muestra bien a las claras que tal decisión dista mucho, muchísimo, de ser infundada legalmente, aunque a algunos, y a tí en particular (lego en materia jurídica según tengo entendido) os parezca lo contrario y califiqueis dicha decisión de burda, superficial o de ‘barbaridad’. Si así fuera, y tu personal opinión fuera acertada, esa medida cautelar ya estaría revocada y sin efecto alguno (y UBER operando tan ricamente en España), no crees?
Hoy asiste aqui el lobby de los taxistas en pleno
Es que Enrique siempre tuvo su puntito GrowthHacker… ;)
Cuando alguien expresa su opinión favorable a las decisiones que tomó un juez (se supone que imparcial: nadie se atrevió a tacharlo de lo contario….), se le acusa de ser miembro del lobby de los taxistas (como si los taxistas pudieran permitirse tener un lobby…), olvidando los milloncejos de nada que UBER (esos sí) se gastan en abogados, periodistas, políticos y lobistas de toda laya y condición. Si a alguien se le puede acusar de lobista (lease contratante de lobbys varios), con todo derecho y acierto, es a una empresa como UBER.
Lo del lobby de los taxistas es de risa (yo no conozco a ninguno, y lo máximo que hablé con un taxista es eso de ‘buen tiempo tenemos hoy, no?’ y poco más mientras dura la carrera (y no tengo clientes, ni primos, ni cuñados ni amigos taxistas), pero por expresar mi opinión sobre UBER y sus andadas (y no por ‘defender’ a los taxistas) resulta que a alguien le parece que formo parte del pleno del lobby de los taxistas. Manda güevos….
Pues aplícate el cuento e imagínate lo que me jode a mí que cada diez minutos venga un iluminado a decirme que formo parte del lobby de Uber, o el de Google, o el de Apple, o el de su p… Si me diesen un euro por cada vez que alguien lo dice, sería rico, y te aseguro que no lo soy!
Sí, puedo imaginarme que te joda que cada 10 minutos venga un iluminado a decir que formas parte del lbby de UBER o de GOOGLE o de cualquier otro de ese tipo.
A mí, en cambio no me jode que me ‘acusen’ de pertenecer al lobby de los taxistas, simplemente me dá risa y me parece ridículo por parte de quien hace ese tipo de afirmaciones solo porque mi opinión no coincide con la suya….
Enrique
Entiendo que se cuelan comentarios de personas que no tienen el filtro de moderación activado que no aportan más que ruido a las discusiones, difamando a otros comentaristas, como a Perico Palotes acusando que forman parte de lobbys del taxi. Otras veces el mismo individuo también lo realizó conmigo.
Te rogaría por el bien de este blog que revisaras tus políticas de moderación para no permitir insultos a los comentaristas.
Gracias por adelantado.
Yo al tal Sergio Martín dejé de verlo después de aquella vergonzosa «entrevista» a Pablo Iglesias. Como la voz de su amo no tiene rival, desde luego. Como coordinador de libros ya veremos.