Dos noticias recientes me llevan a pensar en la interacción entre las herramientas de la web y la democracia: por un lado, la campaña llevada a cabo por Facebook para recordar a sus usuarios norteamericanos la posibilidad de registrarse para votar en las próximas elecciones presidenciales, que en numerosos estados ha sido capaz de generar importantes incrementos en el volumen de ciudadanos registrados.
Por otro, el lanzamiento por parte de Google de una herramienta para hacer fact-checking de noticias en Google News, una forma de, mediante una etiqueta, intentar proporcionar un mayor nivel de contraste, de veracidad, o al contrario, de poder poner de manifiesto posibles mentiras en las noticias facilitando que aquellas páginas dedicadas a la comprobación de noticias puedan incluir los resultados de sus análisis al lado de la propia noticia analizada.
En el primer caso, me parece muy interesante entender el potencial de las redes sociales a la hora de proporcionar no solo recordatorios, sino también caminos que facilitan las cosas a los ciudadanos. El sistema electoral norteamericano exige que los votantes se registren para poder ejercer su derecho al voto, y el porcentaje de votantes registrados ha ido aumentando a lo largo de la historia del país desde los momentos iniciales en los que solo los hombres, propietarios de tierras y blancos podían votar, hasta el momento actual, en el que a pesar de la universalidad del derecho para todos los ciudadanos, menos de un 45% se registra para ello. Que una simple campaña llevada a cabo por una red social como Facebook contribuya significativamente a incrementar el porcentaje de votantes registrados en muchos estados es algo que, sea por la razón que sea, mejora la calidad de la democracia en su conjunto.
Claramente, en la simplicidad está la clave. Antes de este tipo de iniciativas, un ciudadano debía acordarse de su intención de registrarse para votar, encontrar un momento adecuado para ello, e informarse sobre dónde y cómo hacerlo. Con la campaña, una persona recibe el recordatorio en un soporte, la red social, que habitualmente le recuerda muchas otras cosas – desde cumpleaños de amigos o familiares hasta eventos o aniversarios de cualquier cosa – y que además de facilitarle el enlace adecuado y directo para ello (en función del estado en el que reside), le proporciona una retroalimentación positiva mostrándole quiénes de sus amigos se han registrado ya para votar. A veces, mejorar la calidad democrática de un país – entendida como el número de participantes en una toma de decisiones colectiva – es tan simple como utilizar las herramientas adecuadas.
La iniciativa de fact-checking de Google incide, sin duda, en otra manera de mejorar la calidad democrática: a través de medios que llevan a cabo su trabajo de informar de manera responsable. En la sociedad actual estamos viviendo un proceso de gradual abandono de los principios más básico de la ética: si una compañía miente y pone en el mercado vehículos que contaminan cuarenta veces más de lo que decía en su publicidad, la convertimos en líder de mercado. Si un político miente o roba, nos parece «lo normal» y tendemos a olvidarlo en seguida. En este contexto, que surjan cada vez más organizaciones dedicadas al fact checking, que analizan las noticias y las contrastan con hechos y datos fehacientes y comprobables a golpe de clic, es algo indudablemente positivo. Que el Washington Post mantenga desde 2013 un fact checker que en sus últimas ediciones ha otorgado su máxima calificación, cuatro pinochos, a discursos de Donald Trump es algo que puede llevar a muchos a plantearse la línea editorial de periódico, pero que sin duda aporta mucho aunque solo sea por hacer públicas sus herramientas de análisis y las fuentes de los datos utilizadas en el proceso. Podemos alegar que la elección de los elementos sobre los que levar a cabo comprobaciones sea arbitraria o no lo sea, pero indudablemente, hablamos de un mayor nivel de análisis, y por tanto, de más elementos en manos del ciudadano a la hora de estableces qué es verdad y qué no lo es. Contribuir a facilitar el fact checking, incluso contando con que ello desemboque en que algunos pretendan pasar por fact checks análisis en realidad falseados o tendenciosos, es una manera de elevar el precio de la mentira y, por tanto, de mejorar la calidad de la democracia.
¿No resulta curioso que en España, donde numerosos medios demuestran todos los días una necesidad acuciante y desesperante de fact checking, seamos uno de los pocos países del mundo que no tengamos Google News? ¿Alguien recuerda por qué lo cerraron?
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Creo que el hecho de que se ven necesarias este tipo de aplicaciones para recordar al ciudadano lo que es su derecho y su deber, demuestra un deficit democrático y una falta de cultura e irresponsabilidad que se traduce en los gobiernos que devastan el panorama político. Y como muestra, España.
No se si estaré retorciendo el asuntillo, pero la calidad democrática de un pais (gobierno, cultura…) tiene mucho que ver con el aguante de la irrupción internauta… vamos, el clásico «libertad de expresión (con sus defectos y sus virtudes!) en Red».
Bueno, no sé porque la cerraron lo que sí tengo claro es que en España no se informa, se crean corrientes de opinión con información que puede ser verdad, pero queda deslucida por la carga ideológica que suelen esconder. Hay excepciones, no se puede generalizar, pero al periodismo en España tiene demasiados vicios. Entre los últimos, la costumbre de algunos periodistas de descalificar a otros compañeros en foros públicos. La decencia debería estar por encima de esos debates. Y claro así nos va.
No sabía cómo funcionaba el tema de las votaciones en Estados Unidos; pero me parece bastante triste que los ciudadanos no se tomen la molestia de registrarse para poder votar.
Me parece bien por parte de FB que ofrezca facilidades; pero al final no sé si el ciudadano no volverá medio tonto con tanta facilidad.
¿Pensáis que una persona que realmente se preocupa por su entorno y desea votar no va realizar los tramites necesarios?
Lo que me da que pensar es, esa gente que no se toma la molestía de registrarse si se tomará la molestia de leer los programas de los aspirantes antes de ejercer su derecho a voto.