Daniel Méndez me llamó por teléfono para hablar sobre entrevistas de trabajo a través de programas de videoconferencia, una práctica cada vez más extendida y con más sentido, y ayer citó algunos de mis comentarios en su articulo titulado «¡Está usted contratado!: cómo triunfar en una entrevista por videoconferencia«.
La conversación – e imagino que la razón de Daniel para llamarme – estuvo basada en una entrada que publiqué en octubre de 2009, «Entrevistas de trabajo a través de Skype«, que aún indexa razonablemente bien, y en el que traté de resumir mi experiencia con ese medio. En realidad, nunca en mi vida he hecho una entrevista de trabajo a través de Skype (la verdad es que, para bien o para mal, he hecho muy poquitas entrevistas de trabajo :-) pero las reuniones a través de Skype, Hangouts, telefónicas y por otros medios similares se han convertido en una parte muy habitual de mi día a día, y calculo que cada día de más gente. En algunas de las compañías con las que colaboro, las reuniones mediante videoconferencia se han convertido en auténtica rutina.
Con el tiempo, las teleconferencias y videoconferencias se han convertido en algo que tiendo a preparar con más cuidado, no con menos. Ideas como la de tener siempre un vaso de agua cerca, formas de tomar notas que no sean en el mismo ordenador que estás usando para hablar, dejarme post-its con temas que no quiero que se me olviden pegados en la ventana de detrás del ordenador, la indumentaria o el lugar en el que me sitúo se han convertido en cuestiones que planifico con cierto cuidado: escoger el lugar adecuado puede hacer que la experiencia sea incómoda. La importancia de la iluminación y el efecto de las sombras sobre la cara o de una luz demasiado dura hace, por ejemplo, que tienda a escoger lugares diferentes en mi casa para llevar a cabo la reunión según disponga de iluminación natural o se haya hecho ya de noche. Las prendas lisas que eviten motivos repetitivos y puedan provocar efecto moiré, o simplemente convertirse en elementos de distracción, los posibles ruidos, etc. se han convertido en algo que me genera la sensación de que, cuando se cuida, generan una imagen mucho más profesional. O más bien al revés: lo mejor es lo que no se nota, porque encontrarte de repente con alguien muy mal iluminado, inadecuadamente vestido o con ladridos de perro o con personas que gritan en el fondo o pasan por detrás de la cámara puede generar una muy mala imagen. Rutinas como la de arrastrar la ventana de mi interlocutor hasta la parte superior central de la pantalla, lugar donde está la cámara de mi portátil, hacen que mi mirada se dirija hacia la cámara de una manera más natural, en lugar de producir el desagradable efecto de que tu interlocutor habla contigo mientras mira hacia otro sitio.
Detalles, sí, pero que en determinados contextos y ante una actividad cada día más común, pueden terminar resultando importantes.
Soy de una generación a la que las videoconferencias le han llegado muy tarde. Hace muchos años, cuando nadie tenia hardware adecuado para videoconferencias, yo mantuve varias en una sala especialmente habilitada en el antiguo Banco de Bilbao en Madrid, que utilizaban para contactar con personas de la sede central en Bilbao.
Mi experiencia es que pierdo muchos puntos a través de la pantalla por todos esos motivos que indicas, miradas perdidas, ruidos de fondo, mala iluminación, inadecuada postura etc.
Acabada mi vida laboral, utilizo la videoconferencia con un hijo que vive fuera de Madrid y tampoco el resultado es satisfactorio, salvo que podemos ver a mi nieta, razón principal para hacerlo, por lo que con frecuencia preferimos el teléfono que la videoconferencia.
Como a mi, le pasa a mucha gente, pues siendo gratis, no llega a despegar, o al menos yo, a parte de mi hijo, ni la utilizo, ni nadie me la solicita.
Si alguien me ofreciera un trabajo y me pidiera una videoconferencia, creo que como indicas la prepararía cuidadosamente, (intentando que no se notara), pero sospecho, que perdería oportunidades, comparado con las probabilidades de conseguirlo en una entrevista personal.
Supongo, que pasa como con hablar en público, que es una cuestión de experiencia. Si se pone de moda entrevistar de esa forma, aconsejaría a quien busca trabajo. que ensaye y se acostumbre hablando con sus familiares y amigos, observe los defectos que comete, calidad de sonido, iluminación, donde mira, encuadre, fondo, etc., los corrija, si es necesario que se construya un pequeño «plató» de videoconferencias y que se acostumbre a hablar a una cámara y no a una pantalla, pues no es fácil si no estas muy habituado. Como los demás no lo estarán tampoco, puedes conseguir transformar el problema en una ventaja.
Hombre «saber estar en una videoconferencia» todo lo que no sea esto, a partir del segundo 44, es tonteria …. https://www.youtube.com/watch?v=aV2DLkDPwM8
Hace años pasé un momento muy embarazoso en una videoconferencia.
Por un problema familiar había que tenido que acercarme unos días a la casa de mis padres, y tenía una entrevista de trabajo por videoconferencia para una empresa irlandesa justo esa semana. Monté mi portátil con la webcam en el salón, puse el «micro Madonna» para que se me escuchara nítidamente y comencé a comunicarme con el entrevistador por medio del Ekiga. Y de repente, mediada la entrevista, entra mi abuelo (que no había entendido muy bien lo que estaba haciendo yo), pasa por detrás de la cámara y pone el televisor a un volumen excesivo. Yo estaba con el chip de hablar en inglés por la entrevista y me había puesto un pelín tenso por la situación, así que no me di cuenta, y comencé a decirle en inglés que si podía ir a ver la televisión a su cuarto porque estaba haciendo una entrevista de trabajo… y él mirándome con cara de «este chico está poseído, habla extrañas lenguas». Logré convencerle, tras darme cuenta de que estaba diciéndoselo en la shakespiriana lengua, pero ya no hubo forma de salvar la entrevista porque el entrevistador se había sentido agraviado por la situación.
Ahora lo cuento con una sonrisa, pero en aquel momento la situación me hizo perder un trabajo que parecía una gran oportunidad. Desde aquella, si no estoy seguro de disponer de un lugar donde pueda hablar con tranquilidad intento posponerlas o cambiarlas por una entrevista telefónica en la medida de lo posible.
Me dedico a la formación por videoconferencia en http://bit.ly/1pXfZAG.
Al principio, lo que más me preocupaba era, aparte del contenido de mi curso, que la comunicación fuese efectiva, es decir, que mi alumno me oyera y me viera bien.
Pronto descubrí que hay muchos aspectos que puedo mejorar para transmitir mi profesionalidad y seriedad en lo que estoy haciendo: altura correcta, vestimenta adecuada, evitar el excesivo movimiento, evitar manías (tocarme demasiado el pelo), etc. Llevar un bolígrafo en las manos me ayuda a no manifestar nerviosismo, impaciencia o intranquilidad.. También he creado un cartel con el nombre de mi empresa y su Twitter que coloco a mi espalda para que nadie se olvide de dónde estamos :D.
Superados los primeros miedos, todo va como la seda y me encanta enseñar (y aprender) por videoconferencia. Os animo a todos/as!!
Lo mejor es tomárselo en serio, es decir como una herramienta más de trabajo (si se trata de un entorno laboral), es decir, un proceso que se puede estudiar y mejorar con una filosofía tipo «lean meetings»
¿Por qué en este país [continente] le seguimos dando una importancia total al aspecto?
Hace ya muchos años fui rechazado en un trabajo en favor de otro candidato con mejor formación y mejor vestido. Su primera actuación consistió en cambiar un disco duro por otro y transferir la información. Se lo cargó, lo formateó antes de transferirlo al nuevo. Así que fue despedido y entré yo. Durante los siguientes tres años el jefe no dejó de insistir en que me pusiera corbata a lo cual yo siempre respondía: «prefieres que formatee discos de clientes con corbata o que haga bien mi trabajo aunque sea sin corbata».
¿Por qué en EEUU el aspecto es secundario y aquí es siempre lo primero? ¿Por qué un entrevistador no puede ver que alguien es un buen candidato aunque no tenga una casa muy ‘televisiva’?
¿Por qué un entrevistador no puede ver que alguien es un buen candidato aunque no tenga una casa muy ‘televisiva’?
Porque, hay muchas excepciones, pero la experiencia dice que un empleado desastrado, suele ser inadecuado.