Cincuenta minutos

IMAGE: Dvarg - 123RFCincuenta minutos al día. Casi una hora se pasa el usuario medio cada día utilizando Facebook, Facebook Messenger e Instagram, el conjunto de aplicaciones de Facebook, y eso sin tener en cuenta WhatsApp, que en el caso de países como España se han convertido para muchos en un patrón de uso que raya la obsesión. Facedicción, likeholismo y varios nombres más se utilizan para calificar esta adicción a la conexión permanente, a la retroalimentación constante, al compartir y ver lo que otros comparten como si no hubiera un mañana.

Pero a mí, que no suelo quedarme satisfecho con este tipo de análisis tremendistas, lo que de verdad me pide el cuerpo es preguntarme si esto realmente tiene algo de malo, si es un uso adecuado de mi tiempo, o qué hacía yo antes con esos cincuenta minutos. La explicación bucólica de que antes utilizaba ese tiempo para pasearme románticamente entre flores y mariposas o para mantener interesantes conversaciones con mi mujer no me sirve: utilizo esas herramientas probablemente más que la media, pero sigo, casi todos los días, teniendo tiempo para ambas cosas (probablemente ayude el que tengo habitualmente muy cerca tanto las flores como a mi mujer, privilegios que no están al alcance de cualquiera :-)

¿A qué dedicaba antes el tiempo que ahora invierto en Facebook, en Messenger o en Instagram? El de Facebook me parece cada día más evidente, porque tengo claro que dedico el tiempo cada vez más a leer noticias, ver vídeos o leer actualizaciones relacionadas con la actualidad, con las noticias, con cosas que caen dentro de mis intereses o de los de mis amigos. Tengo amigos que comparten cosas que corresponden a intereses comunes de los que hablamos cuando nos vemos, y haber leído fuentes comunes porque él las ha visto en mi timeline o yo las he visto en el suyo es claro que enriquece nuestras conversaciones, que expande la base común sobre la que construir argumentos interesantes. Otro amigo comparte infinidad de cosas de actualidad generalista, de noticias, de política, e infinitos virales de humor: hay días en los que me llega a parecer cansino, pero además de ser amigo mío y de que le perdonaría perfectamente aunque tuviese un día especialmente intenso, tengo que reconocer que mis prioridades tienden a orientarse más a la información relacionada con los temas tecnológicos y de innovación, y que por tanto, sin Facebook y sin ese buen amigo, me sentiría mucho peor informado, más perdido en más conversaciones. Tengo que recordarlo la próxima vez que le vea e invitarle a una caña.

Por otro lado, veo también claramente como mi tiempo en Facebook se dedica cada vez menos a la estricta capa social, a felicitar a un amigo que está de cumpleaños o a ver las fotos del viaje de otro, que a leer noticias. Los algoritmos de Facebook parecen ir afinando bien mis intereses, entregándome noticias que me parecen atractivas, que me llevan a hacer clic – y si ahora, además, trabajan en eliminar esa absurda plaga llamada clickbait, mejor aún (¡ni te imaginas lo que pasará después!)

¿Instagram? No he sido capaz de alcanzar ese nirvana del Instagram en el que viven los jóvenes, en el que cada foto se convierte en un pretexto para una conversación interminable que, en muchas ocasiones, nada tiene que ver con la foto que tiene encima. Los usuarios de mi generación, por lo general, tienden a hacer algún Like que otro – que cuando es en mis fotos, me hace verdadera ilusión – y, como mucho, a escribir algo relacionado con la foto, a alabarla o a comentar algo directamente relacionado con ella. Mi uso de Instagram, por tanto, corresponde a procesar una foto, filtrarla, ponerla mona, subirla, y echar un ojo a lo que han subido otros. Grato, agradable, entretenido… puro ocio relacionado con una de mis aficiones, la fotografía. Antes, decididamente, consumía menos contenido relacionado con ese hobby y me generaba menos ideas.

Messenger es, para mí, una paradoja. Si el uso supera a unos pocos elegidos – familia, amigos muy directos y algunos pocos más – me colapsa, me distrae y se vuelve inmanejable. No uso Facebook Messenger y no uso WhatsApp (mi número de teléfono está demasiado expuesto), aunque eso me convierta en un poco asocial, y en cambio, sí uso, intensamente además, Hangouts o Telegram para mantenerme en contacto con mi familia (y dado lo hiperconectada que es mi familia, eso es casi «en permanente contacto»). Antes de las mensajerías instantáneas había que llamarse, y la verdad, no veo que esa situación fuese mejor que ahora en absoluto.

Mark Zuckerberg tiene su despacho en la privilegiada cúspide de una pirámide que le permite observar a qué dedican su tiempo 1650 millones de usuarios en todo el mundo. Desde esa posición, toma decisiones de compra para seguir una estrategia envolvente, de paraguas, que intenta mantener a esos usuarios el mayor tiempo posible dentro de sus propiedades. Que haya llegado ya a que le entreguemos casi una hora de cada día o más puede ser una noticia preocupante para muchos, pero francamente, para mí no. No me siento especialmente obligado a hacerlo, podría dejarlo en cualquier momento (aunque me sienta un poco yonqui cuando lo releo) y la verdad, me apetece que la compañía ponga en valor otras de sus adquisiciones, como Oculus VR, para poder pasar una parte de ese tiempo enchufado a un visor de realidad virtual, aunque esta imagen ponga todavía más nerviosos a algunos.

Cincuenta minutos al día tienen un significado muy distinto según quien interprete la noticia. Para algunos, es una prueba clarísima de alguna supuesta decadencia de la sociedad, de alguna aberración o de algún problema psicológico profundo. Para mí, es algo perfectamente normal, y es más, una situación que disfruto explorando. No sé si soy un raro, pero decididamente, no me considero ningún tipo de «prisionero» de Mark Zuckerberg, ni nada que se le parezca. La verdad, no me veo como aquellos esclavos, que cantaban mientras trabajaban. Sinceramente, no veo que mi uso de estas herramientas resulte en modo alguno problemático o preocupante, e incluso me gusta. Creo que me da más grados de libertad de los que me quita, no considero que de ninguna manera me haya hecho ver menos o quedar menos con mis amigos, sigo planificando ocasiones con ellos con regularidad y disfrutando de cada momento y de cada botella de vino que nos bebemos juntos. ¿Seré un bicho raro?

 

This article was also published in English at Forbes, “Fifty minutes«

 

21 comentarios

  • #001
    Eric - 28 abril 2016 - 10:56

    Estoy bastante de acuerdo. Creo que cada vez podemos elegir mejor a qué o a quien queremos dedicar nuestro tiempo realmente, independientemente del lugar físico en el que nos encontremos en ese momento, sin por ello ser menos sociales. Como mucho, soy «culpable» de ser menos social con mi entorno físico, digo.
    Interesante artículo :)

  • #002
    Andreu Costa - 28 abril 2016 - 11:20

    «Los españoles vieron la televisión este 2015 de media 3 horas y 54 minutos al día (cinco minutos menos que el año anterior), según un análisis elaborado por Barlovento Comunicación a partir de datos de Kantar Media a 28 de diciembre.»

    Eso sí es preocupante. ;)

  • #003
    Eduardo - 28 abril 2016 - 11:25

    De acuerdo en que el apocalipsis social no será mañana por culpa de Facebook.

    Yo también tengo la impresión de que, antes de las redes sociales, no éramos todos grandes genios profundos. Pero también creo que el alarmismo sustituye a los datos, es decir, que nos faltan estudios comparativos medianamente serios que estudien ese supuesto colapso de las relaciones sociales o aunque sea el cambio.

  • #004
    Ignacio Rosales - 28 abril 2016 - 11:27

    Las redes sociales no nos hacen más estúpidos, pero sí que parecen visibilizar la estupidez.

    • Antonio Arias - 28 abril 2016 - 12:58

      Tu visión de lo que es una red social y de como evolucionan junto con nosotros es muy miope.
      Yo las uso para con mis amigos y familia, y tildar de estupidez esto, es no ver más allá del típico comentario de tres palabras.
      Vuelve a leer el artículo de Enrique Dans.
      Saludos.

      • Ignacio Rosales - 28 abril 2016 - 14:48

        Me parece que es más fácil que tú vuelvas a leer mi comentario, a fin de cuentas es sólo una línea…

        ¿Dónde pone que usar las redes sociales sea estúpido? Porque yo leo y releo y sólo veo que «parecen visibilizar la estupidez».

        Aparte de eso, la condescendencia te la puedes dejar en casa.

        • Antonio Arias - 28 abril 2016 - 15:40

          Dejalo ahí. Ya queda claro tu estrechez de miras sobre este tema. Si para ti los comentarios y las multiples formas en que usa la gente las mil y una redes sociales que existen son de contenido estúpido allá tú. Debes de creer que estás un peldaño por encima de los demás.

          • anonimo - 28 abril 2016 - 20:06

            Pues estoy completamente de acuerdo con Ignacio. La cantidad de estupideces que se pueden decir en una red social (que probablemente serían las mismas que hace años se decian en un bar o en una comida con la familia) no quiere decir que las redes sociales sean estupidas.
            Me parece que no has entendido mucho

  • #009
    Antonio Arias - 28 abril 2016 - 11:34

    Sucede como siempre, cualquier tiempo pasado era mejor, que si antes los niños jugaban más en la calle, que quedábanos más con nuestros amigos, etc.
    Pero tras un mínimo análisis me doy cuenta que estoy más conectado ahora con los míos y con lo que sucede en el mundo que hace 20 años atrás. Sé de mi familia, cercana y lejana, de mi barrio, de mi ciudad, a poco clicks. Llego a casa y sé que travesuras ha hecho mi hijo hoy, o he podido darle las buenas noches con un pequeño mensaje de audio, video o una simple videollamada. Puedo organizar una cena de forma rápida e ir actualizando que planes hay para celebrarla.
    Y si quiero soledad para pensar o disfrutar de un paseo por el campo, facil, movil en silencio y guardadito en la mochila.
    En pocas palabras, nunca estuve y supe más de los míos como ahora.

  • #010
    Juan Navidad - 28 abril 2016 - 13:20

    Es obvio que la herramienta no tiene la culpa, porque solo es algo que depende cómo lo utilicemos. Mucha gente utiliza internet para cosas absurdas: esa moda de hacerse autofotos con «morritos» o de mostrar su físico, tan vacía y sin sustancia, es peculiar.

    Internet es una herramienta que puede cambiar nuestra vida para siempre si sabemos encontrar en qué nos puede hacer la vida mejor. Durante cinco años di cursos de informática a personas que en muchos casos el primeer día no sabían lo que era hacer clic. Traté de ser innovador para que en el primer día de clase se hicieran su propia web, compartieran informaciones. Que internet no fuera vista como «la tele», ese lugar al que vamos a ver lo que hacen los demás. Puede ser nuestro taller, laboratorio, centro de encuentro virtual, mucho más que un teletexto 2.0 .

    Pero evidentemente al sistema le interesa banalizar la red. Lo llevo diciendo muchos años: quieren acabar con lo que pueda resultar revolucionario de internet y domesticarlo como se hizo antes con la radio, la televisión, la prensa escrita, que la gente tenga solo una neurona y la use para comprar cosas y votar a los de siempre.

    Hace años también predije una privatización de internet y llegó Facebook. La gente no se da cuenta que en FB no están «compartiendo». Estamos reduciendo nuestra capacidad de proporcionar contenido a los demás. Si antes uno de mis artículos llegó a ser leído medio millón de veces gracias a los buscadores, si ahora lo compartiera solo dentro de FB no llegaría nunca a ser tan viral.

    Lo que hacen las empresas del grupo FB es unificar tareas que antes teníamos desperdigadas: utilizábamos la televisión o el periódico para informarnos. Usábamos el teléfono para hablar con los demás, con la familia, amistades, trabajo… Todos/a reccordaremos aquellas conversaciones amorosas que no terminaban nunca: «cuelga tú; no, cuelga tú. Mejor a la vez: 1, 2, 3… No has colgado jejej»… Ahora nos informamos y nos conectamos y vemos qué hacen otras personas en 50 minutos de media diaria. No está mal. Seguro que antes dedicábamos mucho más a todo ello cada día. Pero siempre habrá agoreros que nos dirán que estamos abocados al caos más terrible por hacer las cosas de siempre de otra manera…

  • #011
    Gorki - 28 abril 2016 - 14:43

    Es una perogrullada. La ventaja de llegar a viejo es que has vivido mucho. Dicha, hay que explicarla. Soy de una generación que nació textual y va a morir hipertextual, (si no inventan otra cosa nueva, como la inmersión 3D).

    De joven, (años 60), leía 3 periodicos diariamente, ABC, conservador, Pueblo, del Régimen y Madrid, de la oposición, Comparando los enfoques de una noticia o los silencios de otras y sobre todo, aprendiendo a leer entre líneas, me enteraba, (en parte), de lo que pasaba en el mundo. Eso me podía llevar 4 horas diarias.

    Llegó la televisión y me hice teleadicto. A través de TV tenía, (en parte), una visión del mundo, dada por el Telediario, la programación general, retransmisiones deportivas, películas, y reportajes de la 2, etc.

    Como TV absorbía mi tiempo libre, deje de comprar periódicos.

    Llegó Internet, y TV se convertía en un insoportable picadillo de imágenes, gracias a los 6 camales y el diabólico invento del telemando. Por no discutir continuamente con mis hijos, me acostumbré a ver, (en parte), el mundo por Internet en la soledad de mi cuarto, mientras dejaba de ver la TV familiar en el salón.

    Hoy mis hijos tampoco ven la tele casi nunca, pues en lo único que sigue siendo invencible la TV, es en el directo, pero en un 95% es fútbol y (para mi desgracia y la de mis hijos), el tema nunca ha sido de nuestro interés.

    Hoy no encuentro razón para poner TV, todo lo veo más cómodo en Internet. Paso en Intermet mucho tiempo, (ya jubilado mas de 4 horas diarias), y en televisión solo veo la caída de la bola del reloj de la Puerta del Sol cada 31 de Diciembre a las 12 de la noche.

    ¿Qué hago en Internet?. Ante todo leer para informarme y poder escribir en mi blog. Por tanto mi prescriptor es Google. Además enterarme de los temas que me interesan, en cuyo caso el guía es Twitter y la escogida gente que sigo, (los mejores especialistas en cada temas de mi interes). Además uso Facebook para informar/enterarme de la vida de mis amigos y conocidos, parientes cercanos, ex compañeros de trabajo, conocidos por un motivo y por otro etc.

    WhatsApp, lo destino única y exclusivamentea saber/informar a los íntimos y familiares cercanos. No úso Instagram, ni Printerest. Uso mucho WordPress.

    Creo que diempre he utilizando los mejores canales a mi alcance para informarme del mundo que me rodea, igual hoy, que con 18 años, Sólo cambian, y mucho, los canales a mi alcance físico y económico. Antes era el kiosko, hoy es Google

  • #012
    Manolo - 28 abril 2016 - 14:45

    En primer lugar enhorabuena por el artículo.
    Se escapa algo que podemos ver todos los días. El problema no es que hacíamos con esos 50 minutos. El problema es que hay ocasiones que estamos muy pendientes del móvil: se puede ver en cualquier restaurante o bar , con la gente sin mirarse casi en la misma mesa y cada uno con su móvil, o por ejemplo cuando vamos a dormir donde muchos expertos recomiendan relajarse, leer en definitiva desconectar el móvil. Creo que la aproximación también podría ser que esos 50 minutos no son malos, pero sí pueden serlo cuando tiene ese frente a gente de carne y hueso y nadie habla, solo está pendiente del móvil …

    • Gorki - 28 abril 2016 - 16:04

      ¿eran estos los que se comunicaban?
      https://enlenguapropia.files.wordpress.com/2015/05/periodicos-con-los-medios-1.jpg

  • #014
    xaquin - 28 abril 2016 - 15:06

    Para mi el problema no está en que uses 50 minutos de facebook ( con oculus incluida!), a finde cuentas ya eres un adulto. El problema lo tiene ( lo tenemos los demás!) cuando un adolescente se atasca con el vocabulario para navegar con tío Google o es incapaz de producir algo diferente de los comentarios «típicos» de internet… cuanda falla la maduración del lenguaje que tienen programado en su ADN.

  • #015
    ana - 28 abril 2016 - 17:31

    Yo las estadísticas de Facebook las cogería con pinzas… siempre las maquillan para aparentar más.

  • #016
    Edgar Ch - 28 abril 2016 - 18:41

    Siempre estaremos quienes nos creemos mas «cool» por no estar con la manada grande. No Instagram, no Facebook, no Snapchat, no (inserte red social exitosa). Pero si esos minutos los dedicamos a una web de programación, a un foro de Android, o a páginas de gatitos, siguen ocupando parte de nuestro tiempo.
    Venir a tu página, Enrique, puede ocupar 5, 10 o 15 minutos, dependiendo del número e intensidad de los comentarios y de lo interesante que puede ser ir a las fuentes primarias, y si ésas a su vez nos hacen surfear a otras páginas.
    Son de los mejores minutos ocupados de mi tiempo.

    • Enrique Dans - 28 abril 2016 - 19:02

      Muchas gracias, Edgar. Un honor que así sea, me animas! :-)

  • #018
    Esteban - 29 abril 2016 - 00:44

    ¿A qué dedicábamos ese tiempo que ahora usamos en las redes sociales, o en qué lo emplearían los jóvenes si no las hubieran «inventado»? Pues a ese otro invento tan denostado, que incluso llegaron a llamar «la caja tonta», ese aparato que se hizo el dueño del salón y que, dicen, había acabado con la comunicación en la familia.

    Ya de niños. incluso en el colegio, nos advertían de no pasar horas «pegados a la tele». O como decía un profesor: «que algunos no se levantan del sillón hasta que no sale la bandera y el himno».

  • #019
    María - 29 abril 2016 - 07:29

    Personalmente, con las nuevas opciones de chat: Telegram, WhatsApp, etc. Me parece de mala educación llamar por teléfono para contar una patochada, a no ser que se trate de una persona mayor.

  • #020
    mhyst - 30 abril 2016 - 02:11

    En general veo que tratáis Facebook como una red social más. Es un error. Las redes sociales sin Facebook pueden ser tan útiles como Twitter (bien utilizado) o tan entretenidas como Instagram (ya sé que es de Facebook tb) o tan íntimas como Snapchat. No estoy en contra de las redes sociales, aunque sí lo estoy de la centralización de esas redes. Por eso me gusta Quitter (basada en GNU Social y descentralizada) y paso cada vez menos tiempo en otros sítios.

    Facebook merece ser considerado aparte. Aún siendo una red social, es un animal completamente distinto. Twitter es para algo muy definido, Pinterest es para algo definido, Instagram idem. Télegram, aunque no nació como red social, sino como mensajería directa, parece que cada vez es más social con los grupos. Pero también tiene un contorno definido.

    Facebook es lo que llamamos, un jardín cerrado. No tiene un propósito concreto (aunque al principio sí lo tenía) sino que su intención es mantenerte el mayor tiempo posible dentro de sus páginas. Está claro que los de Facebook cobran más de su publicidad y más cuanto mayor tiempo estés dentro. Pero no es sólo por ver publicidad por lo que ganan dinero, sino por recabar datos de lo que hacen los usuarios, cuantos más mejor.

    Es por eso que su detección de caras es tan increíble. Su inteligencia artificial es capaz de reconocer a la gente por su silueta (ya lo comentó Enrique una vez). Como casi todos ponemos tarde o temprano una foto nuestra, sus sistemas pueden comparar las fotos que subimos y detectar automáticamente con quién estás (si esas personas también tienen Facebook). Para mejorar esa recopilación de datos y entrenar mejor al algoritmo, te piden que etiquetes a la gente. Y hemos caído sin darnos cuenta. Todos hemos etiquetado al amigo o a nosotros mismos en la foto del otro alguna vez. Gracias a eso su algoritmo mejora cada día. Facebook sabe cuales son tus amigos reales o al menos con los que más te haces fotos habitualmente.

    Al comprar WhatsApp, consiguió nuestro teléfono (si es que no se lo habíamos dado ya) y el de nuestros contactos, estableciendo con más seguridad nuestras relaciones. Sabe con cuanta frecuencia nos comunicamos con la gente y eso le da aún otro factor de aproximación al detalle de tu vida. Ni siquiera necesitan que el algoritmo lea los mensajes (cosa que si aún no hacen, quedan menos de diez años para que lo consigan).

    Desde el principio se preocuparon por conocer nuestros intereses. Había miles de páginas de gente famosa (y de otro tipo de cosas) y las que no estaban ya las creábamos nosotros. Después empezaron a preguntarnos qué marcas nos gustaban. En fin, tienen un perfil de cada uno de nosotros con más información de la que sabemos nosotros mismos.

    Misteriosamente, a Facebook le importa mucho la cantidad de amigos que tenemos. Aunque al principio no había un límite claro, ahora no te deja tener más de 1000 en un perfil normal. Si tienes más te obliga a crear una página (al precio de perder todo el historial de tu biografía). En la página tienes que decir a qué te dedicas más o menos con exactitud. Evidentemente, lo mismo que pasa con su política de nombres reales, a Facebook le interesa conocer a tus relaciones de la vida real. Por esto sólo, ya no es una red social como las demás.

    Me dejo muchas cosas en el tintero, pero mi comentario se alarga ya demasiado.

    Hasta ahí creo que ya he perfilado al Gran Hermano de 1984 mejor de lo que Orwell hubiera soñado. Pero no acaba aquí la cosa. No puedo hablar por los demás, pero sí lo que he observado en mi persona. Desde que tengo Facebook a esta parte me preocupo menos por encontrar nuevas cosas en Internet. Recuerdo la primera vez que tuve acceso a la Red. Me moría de curiosidad por ver qué cosas podría haber ahí. Usaba Altavista y algún buscador más para localizar webs de gente y de empresas. Pero pese a mis hallazgos, nunca tenía suficiente y cada día dedicaba un rato por ver qué sorpresas me depararía Internet. La Red de redes aún guarda muchas cosas que yo nunca he visto, sin embargo desde que uso Facebook esa curiosidad ha declinado considerablemente. Y me parece ver que a los demás les pasa lo mismo. Es un pálpito, pero decidme si me equivoco. En ese sentido Facebook ha contribuido a que Internet sea un poco más una tele. Evidentemente con el paso de los años de uso de Internet, uno puede perder varios grados de curiosidad, pero creo que puedo afirmar que no se trata de eso. Facebook crea a gente conformista con menos curiosidad por el mundo exterior, no sólo en lo que a Internet se refiere.

    Por cierto, no veo la tele desde hace algunos años. Nada. Veo algunas series que ponen en la tele, pero generalmente no las españolas. Así que a veces no me entero de cosas. Muchas veces me entero por Twitter o Facebook.

    Espero que me digáis si me equivoco. Un saludo.

  • #021
    lector - 5 mayo 2016 - 09:03

    Y te aporta algo a tu vida el Facebook o IG que sea de provecho?

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