En octubre de 2014, Nest Labs anunció la adquisición de Revolv, una compañía que fabricaba un centro de comunicaciones para conectar, en el hogar, todo tipo de dispositivos y poder controlarlos desde una app. Nest es la compañía que fabrica los conocidos termostatos y detectores de humo inteligentes, creada por Tony Fadell, un ex-empleado de Apple, que posteriormente fue adquirida por Google (hoy Alphabet).
Las razones para la adquisición de Revolv parecían claras en el momento de su anuncio: Nest pasaba de ofrecer simplemente dispositivos para funciones concretas, como la calefacción, la detección de humos o la monitorización mediante cámaras (mediante la adquisición de Dropcam), a representar toda una gama de ofertas de funciones dentro del llamado «hogar inteligente», agrupadas en un hub específico. La razón real, sin embargo, era un esquema mucho más próximo al llamado acqui-hire: el equipo de Revolv era, según Matt Rogers, cofundador de Nest, «the best team out there».
Revolv era un dispositivo que apelaba a los auténticos geeks del home automation: un dispositivo puntero, adelantado a su tiempo, que ofrecía la promesa de conectar todo tipo de cosas y, además, con la promesa de «suscripción al servicio y actualizaciones gratuitos de por vida». Comprabas el dispositivo por $299, y ya estabas listo para conectar lo que fuera, con la tranquilidad de que, a medida que fuesen saliendo nuevos productos y servicios, irías recibiendo actualizaciones para poder conectarlos, y tu servicio seguiría funcionando.
Ayer, Nest envió una actualización a los propietarios de Revolv diciéndoles que su dispositivo dejaría de funcionar. No, no se trata simplemente de que deje de recibir soporte o que deje de actualizarse: es que la compañía iba a acceder a los dispositivos de sus clientes, y directamente hacer que dejasen de funcionar. Desactivarlos. Lógicamente, algunos usuarios comenzaron a mostrar su disconformidad, y la cuestión se hizo relativamente viral y fue recogida por varias publicaciones fundamentalmente todo al hilo de una pregunta: ¿a quién pertenece el producto que un usuario adquiere? Para un usuario que adquirió Revolv, una vez el producto es remotamente desactivado, es como si hubiese comprado un tupper de plástico: ya no sirve para nada.
En este caso, hablamos de un producto-servicio: el dispositivo no es nada sin la app que permite interactuar con él. Cuando la compañía que te lo vende desaparece, ¿qué ocurre con las promesas que te hizo en el momento de la adquisición? ¿Todos entendemos que «lifetime» o «de por vida» es un adjetivo que se refiere a «la vida de la compañía que te lo vende»? ¿O la vida del dispositivo? E incluso en caso de desaparición de la compañía, ¿por qué desactivar unos dispositivos que podrían seguir funcionando por un tiempo, aunque no fuesen actualizados o mantenidos (con los posibles problemas de seguridad o de otros tipos, eso sí, que esa falta de soporte podría conllevar?
La gran pregunta ya no es cuánto vale en nuestros días una promesa de «servicio de por vida», sino más bien la idea de posesión? ¿Quién posee realmente un producto que adquieres? La posesión solía estar vinculada al objeto, al producto adquirido: la respuesta solía ser completamente obvia: ¿a quién pertenece lo que he comprado? Pues a mí, que para eso lo he comprado y pagado. Ahora, en un número creciente de casos, la posesión está mucho más vinculada al servicio que le da sentido. Y cuando la compañía que te vendió ese servicio, por la razón que sea, decide interrumpirlo, ¿cómo es la situación que se genera? ¿Es lícito abandonar a clientes que pagaron por un producto y una promesa determinada?
Por el momento, todo indica que en función del revuelo generado, la compañía compensará económicamente a los propietarios de los dispositivos Revolv que sean desactivados. Pero la duda está ahí, y afecta cada vez a más productos: ya no poseemos lo que compramos. Hasta qué punto estemos dispuestos a aceptarlo sin protestar o sin amenazar, en un mundo cada vez más bidireccional, con afectar la reputación de las compañías, ya es otra cuestión.
This article is also available in English in my Medium page, “Who do the products we buy really belong to?»
Voy a tirarme a la piscina y decir lo que valen las promesas de las compañias hoy en dia. NO VALEN UN TRUÑO.
Todo lo que te diga una compañia, una tienda, un comercial de cualquier sector, en realidad, no valen ni lo que la palabra del tipo que te lo está diciendo, aunque te lo den por escrito.
¿Negativo? no, realista.
Tienes toda la razón. Se supone que al pagar un producto no un servicio el producto (material) es tuyo 100 x 100, otra cosa el servicio que eso es ya por contratación . Las empresas están abusando de su dominio en el mercado, solo quieren cobrar y cobrar, Ellos inventaron la Obsolescencia programada
A mí me parece simplemente un caso de estafa. Primero cobras 300 dólares por cacharro, poco después lo desactivas, y ya veremos si te compenso, y la cantidad que te compenso.
O hay un castigo legal bien gordo para Nest, o veremos más casos de estos. Para el comprador es imposible saber si un cacharro que compra incluye en su interior una rutina que permite que el fabricante lo desactive remotamente.
A mi personalmente siempre me ha tirado para atrás todo este tipo de dispositivos que requiere un servidor externo para funcionar. Tanto por la obviedad de que si la empresa cierra (como es el caso) te quedas sin dispositivo, como por el hecho que tus datos pasan a través de un tercero. Obviamente a las empresas les interesa más este modelo ya que en cierta manera te predispone a adquirir nuevos productos de la misma compañía, a la par que te atan con un contrato de mantenimiento (en el caso de Revolv no sé si había un contrato de por medio).
Ojalá este caso predisponga a una mayor oferta en la cual la parte del servidor esté incluido en el producto. No obstante, dudo que llegue a suceder ya que la teoría es muy bonita, pero conlleva más dificultad para su correcto funcionamiento, lo que impediría la comercialización a gran escala.
PD/Offtopic: Sí, uso windows XP SP2.
Hola. ¿XP SP2? Bromeas?
Por lo que he leído de los EULAs de varios productos, normalmente las empresas se reservan el derecho sobre el software. Es decir, el hardware puede ser tuyo, pero el software nunca lo será. Y, a veces, ni el hardware (ver las compañías telefónicas).
Creo que esto es un ejemplo claro de lo que comento.
Lo que han logrado con este movimiento, es que me plantee la compra de dispositivos que dependan de una empresa para su funcionamiento.
En Europa, cualquier empresa está obligada a reparar y vender repuestos de los equipos de consumo que venda, un mínimo de 10 años después de su venta. Este tipo de situaciones destaca la necesidad de actualizar este tipo de leyes a las características de este tipo de productos.
Más allá de la credibilidad que se juega una empresa o un empresario/desarrollador/inventor en estos casos para futuros proyectos, las leyes deberían proteger a los consumidores de este tipo de prácticas, para que no se den casos como dice Krigan en el comentario #001.
Es como venderte un teléfono que solo vale para para hablar con Moviestar ¿POR QUÉ?
¡Claro está!, que luego le das 3 euros a un chino y te lo «libera». ¿Es legal o ilegal «liberar» un teléfono?
El concepto de «propiedad» está cambiando pero en los dos sentidos ¡Cómo que no puedo fotocopiar MI liibro! (o reproducir en público MI canción).
Justo estaba pensando en la posibilidad de «flashear» el dispositivo este con una ROM «opensource» y darle un uso similar al que tenía.
Si es que esto es posible, claro.
Al final es una cuestion, como todo en la economia, de confianza. No me importa que el fabricante «posea» parte del producto si me fio de él y además ello conlleva ventajas.
Si no me fio de una empresa, por ser poco madura o tener una mala reputacion, mas les vale no querer venderme productos sin garantias de futuro claras.
Creo que está mal empleada la analogía del Tupperware, si al menos fuese eso seguiría sirviendo, pero en todo caso sería un Tupperware que ya no le puedes quitar la tapa porque «expiró» la cantidad máxima de aperturas, por lo tanto ya no cumpliría su función…Es decir, estaríamos ante un auténtico escenario (una vez planteado por Stallman) de Defective by Design
Hola
Creo que hay una cuestión previa que se está obviando; antes de interesarse por el propietario hay que tener muy claro QUÉ se está comprando.
Desconozco los particulares de este caso en concreto, pero sólo será MI libro si lo he escrito yo, o tengo los derechos, sólo será MI canción si la he compuesto yo, o tengo los derechos.
Por frivolizar: cuando le digo al taquillero «Deme dos butacas» no creo que los veinte euros que me pide me den derecho sobre los asientos sobre los que disfruto la obra.
Un saludo.
Yo compro sólo, lo que otros quieren vender. Si me venden papeles encuadernados que contienen un texto, digo que me están vendiendo un libro. Podían perfectamente venderme papeles encuadernados sin texto, y yo diría que compro una agenda, pero si voluntariamente añaden un texto a lo que nadie les obliga, me venden papel y texto y yo que lo compro tengo los derechos sobre él, porque eso es lo que he comprado y pagado a alguien que era su propietario y libremente me lo vendió y cobró.
Ya digo que el concepto de propiedad está cambiando en anbos sentidos.
Se me escapan algunos conceptos que comentas pero, parece, el concepto de propiedad está cambiando tanto que estamos a medio día de la ley de la selva «Cómo soy más fuerte que tú, tu móvil es mío».
Creía que se compraba el derecho a leer el libro, no los derechos de «el libro».
Pue yo creía que me vendían libros y no derechos.
Puede simplemente que la tecnología haya cambiado quien es el más fuerte, antes no era factible copiar un libro si no eras editor, él era el más fuerte, Ahora es factible y los editores no se quiere hacer a la idea que ha perdido su fuerza.
O sea que sí, que es la ley del más fuerte. Sólo puedo decir: ¡Adiós Mundo Cruel! ¡Bienvenido Mundo Factible!
MANU3L, si te sirve de consuelo, yo no pirateo absolutamente nada, no porque no sepa, o no pueda, sino simplemente porque no lo necesito. Habiendo tanto LIIBRE, GRATUITO y de CALIDAD en la red para utilizar o leer necesitaría cinco vidas para de disfutar de lo pirata, ni siquiera me lo bajo, simplemente lo consumo.
No, el derecho de autor nunca ha sido como tú dices, no se vende ningún «derecho a leer el libro». Como ya te ha dicho Gorki, se venden libros (copias impresas), no derechos.
Una vez vendida la copia tangible, para cualquier tipo de obra salvo programas de ordenador, esta puede ser prestada, alquilada, o incluso revendida (incluso a un precio mayor).
Otra cosa es que los de la SGAE te hayan contado 4 trolas, y tú te las hayas tragado. Para que lo entiendas:
– Si quieres leer un libro, puedes hacerlo, no necesitas ningún permiso del autor.
– Puedes hacer lo que te dé la real gana con el libro que has comprado, incluso revenderlo a mayor precio.
– Incluso puedes hacer copias del libro que has comprado (fotocopiarlo, por ejemplo), siempre y cuando las copias sean para uso privado tuyo.
Por tanto, es un poco absurdo que lo pintes como si esto fuera la ley de la selva. Son las reglas que han existido legalmente desde siempre.
Hola Gorki
Yo también disfruto de los placeres de la red. Nusé si será legal pero… es divertido
Hola Krigan
Debo ser duro de mollera, sigo sin entenderlo.
Imagino que cuando vendes tu copia, e incrementas tu patrimonio, se lo comentas al amigo Montoro para que todos seamos participes de tu alegría. No me gustaría pensar que el canal de Panamá llega hasta tu cuenta corriente.
Un saludo.
Manu3l:
En toda mi vida no he revendido ni un libro, y ya nos explicarás qué relación hay entre los impuestos y el tema que estamos tratando.
Krigan
Perdón, he confundido la potencialidad que exponías con el hecho ya consumado, lo siento.
Juraría que propiedad, derechos e impuestos tienen sus raíces bastante mezcladas. Pero yo… soy de Ciencias.
Tengo una enorme sensación de deja vu, comparándolo con el caso de Google Reader. Si bien yo no pagué por usar el servicio, si tenía una cierta inversión en horas en el sistema. Y en un momento nos dejaron en la estacada.
Al final, nos estamos fiando de que una empresa cumpla con su parte del trato ética y legalmente. También lo hacemos con el dinero, desde el mismo momento en el que aceptamos que su valor reside en la «confianza» de los mercados.
Acabará estallando… o no.
Cuando contraté Movistar hace apenas cuatro años, me ofrecieron fútbol «gratis para toda la vida». Me debí morir poco después porque empezaron a cobrármelo apenas un año más tarde. Cuando llamé para protestar me dijeron que había habido un «reposicionamiento». Y hasta la fecha. Estamos en sus manos.
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En tres palabras, prometo mientras meto (con perdón)
corolario. Y después de haber metido, olvidar lo prometido..
Yo por eso siempre desconfío de los ecosistemas muy cerrados e intento, en la medida de lo posible, conseguir un hardware con el que pueda trastear a placer. En todo caso, creo que hace mucho tiempo que el negocio está en el servicio muy por encima del dispositivo.
Esa es la clave, sistemas abiertos. Después de todo, el Revolv no es nada más que un pequeño servidor doméstico que sirve para controlar diversos dispositivos de domótica a través de una app. Si los protocolos son abiertos, todos los elementos del sistema (lo mismo la app, que el servidor, o los dispositivos) son reemplazables.
Pero aquí hay algo más. No es solo que la gran mayoría de la gente, por simple ignorancia, no comprenda la importancia de los sistemas abiertos. Aquí hay una empresa que desactiva el aparato que ella misma vendió. Y eso ya entra dentro de la categoría de estafa para mí.
Al margen de la estafa, cabe incluso preguntarse si verdaderamente el Revolv es un sistema bien diseñado, si verdaderamente tiene sentido que haya un servidor que por sí mismo no presta ningún servicio, sino que sirve tan solo para controlar otros aparatos.
Lo cierto es que se podría hacer al estilo DLNA, que puedes usar una app para controlar diversos aparatos domésticos, sin que haya ningún servidor ni hub especializado en funciones de control. El Revolv no es sino una especie de intermediario innecesario. Para la simple función de interconectar, ya tenemos el router wifi.
Simplemente es otro giro de tuerca que el capital añade para seguir consiguiendo más ofreciendo aún menos, han superado la obsolescencia programada con la nueva obsolescencia obligatoria.
Mientras todos lo ignoremos o no seamos libres para elegir podrán inventar más estafas cómo está, pero en caso contrario, no podrían venderte el trasto, te lo deberían de alquilar por una cuota mensual invariable y asumible, desde el principio hasta el final, ya que nunca será tuyo.
La solución es el software libre, y legislar para que el software pueda ser modificado por el que lo compra y para que esté en su posesión para uso privado. Si fuera así, podrías pagar los servicios a un informático para que te actualizara el software.
» Pero la duda está ahí, y afecta cada vez a más productos: ya no poseemos lo que compramos.».
Coincido totalmente, no con que sea una duda sino una triste constatación.
Desgraciadamente, cuando el producto tangible va asociado a un servicio, las compañías van a tenerlo jurídicamente fácil: añadir en sus contratos de venta que no se vende un producto sino una licencia de uso.
Así en el caso de que la compañía que me ha vendido el terminal móvil decida no darme más servicio, podrán argumentar que no compré el producto sino una licencia de uso. Limitada de hecho en el tiempo, como cualquier versión de Windows.
¿Podemos aceptar esto? Yo digo que no. ¿Tenemos medios para impedirlo? Pues….el mismo que cuando ponemos un check sobre el acuerdo leonino de licencia de cualquier software: aceptar o prescindir del producto.
El propio de los mercados de innovación es que – durante cierto tiempo – la demanda supera la oferta y el poder está del lado del ofertante. Con la saturación de la oferta, el poder cambia de lado.
La licencia de Windows no está limitada en el tiempo. En el caso del Revolv, tampoco había ninguna licencia, ni términos de servicio, ni nada que se le parezca que indicase ninguna limitación temporal. Simplemente, un buen día decidieron que desactivarán el Revolv el próximo 15 de mayo y, en el colmo del descaro, añadieron que lo hacen porque están preparando el lanzamiento de un nuevo producto.
Ni siquiera respetan la garantía del producto. También será revocada el 15 de mayo. Porque ellos lo dicen, claro. Pero los 300 dólares que les dieron por cada aparato, esos no son revocados.
Pues sí, Krigan, las licencias de Windows están limitadas en el tiempo, no de forma contractual, pero si «de facto». Entiendo que se trata de un matiz, pero del momento en que existe un soporte y unas actualizaciones, el producto está sometido a obsolescencia por parte del proveedor, algo que no ocurre por ejemplo con una nevera, que tiene una duración de vida propia, pero no supeditada a actualizaciones succesivas del fabricante.
Obviamemte, si todo no fuera discutible y matizable, no se plantearía siquiera la cuestión de «a quién pertenece realmente el producto. Habría una respuesta clara, objetiva y tanjante.
algo que no ocurre por ejemplo con una nevera,
Ocurre si, pero de otro modo, desaparecen los repuestos. cuando tienes un pequeño contratiempo, por ejemplo se rompe el interior de la puerta de la nevera, o como me paso a mi en un congelador, se pudrió la goma de ajuste de la perta. «No hay repuestos».
A veces una chapuza hecha por ti, o más raramente en un taller de reparaciones, te saca del apuro, ponen un «sucedáneo» y sigues tirando, pero a veces no tiene solución. Igual ocurre cuando vas a comprar cuatro baldosas para sustituir las que te rompió el fontanero en el baño o un rodamiento para la ventana deslizante «No se fabrican, no hay repuesto»
Tengo en casa una batidora de las de vaso que no vale porque las aspas han perdido el filo, no hay repuesto de aspas, ni del vaso completo y nadie se compromete a afilarlas. Cuando tenga tiempo las trataré de afilar yo mismo.
Es lo mismo que si me hubieran cambiado el software , tengo el hardware perfecto, le motor en lo mejor de su vida y en perfecto uso, pero de nada me vale.
Si compras un producto tecnológico, ya sabes que se te va a quedar obsoleto antes o después. Hasta hace solo unos años, ni móviles ni televisores recibían actualizaciones. En los primeros tiempos de Windows, tampoco este se actualizaba. De hecho, la finalidad de una actualización es alargar la vida del producto, no recortarla.
Ahora imagina que los respectivos fabricantes deciden desactivarte el televisor y el móvil el día 15 del próximo mes, sin importar siquiera si esos aparatos todavía están en garantía. ¿Qué razón aducen? Que han sacado nuevos modelos.
Evidentemente, no es el mismo caso que si el televisor y el móvil simplemente dejan de recibir actualizaciones. O el coche, ¿sabías que cada vez hay más modelos de coche que reciben actualizaciones?
No puedes cobrar a precio de compra, y después tratar el producto como si en lugar de venderlo simplemente lo hubieras alquilado, porque los precios en uno y otro caso son muy distintos. Y encima rescindir ese supuesto alquiler. ¿En qué lugar se expresa cuál es el periodo de alquiler?
Hay algo que muchos no leemos, términos y condiciones, los productos en los productos Apple, las consolas de juegos… a pesar de su abultado precio, el usuario ni es propietario del software ni del hardware, pero desde luego es un gran error anunciar la muerte, en vez de no anunciar nada y preparar al dispositivo un largo coma, que es lo que han hecho y hacen todas las marcas comerciales, para todo lo demás software y hardware libre.
Cuidado con querer revivir el dispositivo alterando el software o el hardware, aunque es legal en algunos países como España (siempre que fin sea la mejora del dispositivo) te puedes enfrentar a un eterno calvario de demandas judiciales por parte de la marca:
https://es.wikipedia.org/wiki/George_Hotz
300e esto no es nada.
http://www.xataka.com/aplicaciones/a-john-deere-le-da-igual-que-pagues-por-sus-tractores-siguen-siendo-suyos-y-la-clave-esta-en-el-software