La música en streaming es ya la fuente de ingresos más importante para la industria en el mercado estadounidense, tras superar a las descargas y a unas ventas de soportes físicos que no han parado de caer desde el año 2000. La evolución de la industria demuestra una cuestión muy clara: el joven que con 19 años revolucionó completamente el panorama en 1999 y que posteriormente vimos convertido en portada de Time Magazine, Shawn Fanning, merecería que toda la industria musical se pusiese de acuerdo para construirle una estatua en bronce en algún lugar concurrido.
En efecto, Napster fue la demostración de que, en un mundo hiperconectado mediante internet, la única posibilidad que la industria podía tener era la de construir un «grifo mágico» del que fluyese constantemente la música que el usuario desease, música a demanda. Napster era precisamente eso: tras décadas de economía de la escasez, tras años y años de no poder escuchar una canción que te apetecía salvo que la pusiesen en la radio o estuvieses dispuesto a bajar a la calle para ir a una tienda de discos, surgía un canal en el que bastaba con introducir el nombre de una canción para, al cabo de un rato que aún así se hacía interminable, tenerla almacenada en nuestro disco duro. Atrás quedaban años de grabar esforzadamente de la radio en cintas de cassette, de prestar y pedir prestados discos a los amigos o de limitar el disfrute de la música a tan solo algunos momentos escogidos: tras la adopción masiva de internet, la música pasaba a ser como cualquier otro conjunto de bits, y podía ser transferido a través de la red.
La industria de la música tardó muchos años en enterarse, y en realidad, todavía no se ha enterado del todo. Millones de dólares enterrados absurdamente en hacer lobbying, en perseguir a usuarios y compañías, en tratar de evitar lo inevitable… hasta que vieron que lo único que podían hacer era tratar de ser competitivos, intentar fabricar algo parecido a aquel «grifo mágico» que un Shawn Fanning cargado de lógica digital había construido en 1999. Tras década y media de hacer el ridículo , de falsear cifras, de demonizar todo lo demonizable y de intentar detener absurdamente el avance de la tecnología, la industria musical se encuentra ahora con que las derivaciones de aquella «maléfica invención» son ahora su principal fuente de ingresos. Pronúnicalo así, despacio: su – prin – ci – pal – fuen – te – de – in – gre – sos. Lo que paga sus sueldos. Lo que les mantiene vivos. No, no están donde están gracias a los litigios, ni a pagar patéticos lobbistas, ni a obtener leyes que les protejan, ni a perseguir judicialmente a usuarios o incluso a profesores como yo. Están ahí y se llevan dinero a casa a final de mes gracias a internet, a Spotify, a Apple, a YouTube y a compañías similares que han conseguido construir ese «grifo mágico» que hace que ahora, cuando queramos escuchar música, solo tengamos que teclear (o a veces ni eso, que yo ya entro en el coche a veces y digo simplemente eso de «Oye Siri, ponme jazz» :-) Aquel enemigo que creían tener a principios de siglo, hoy es quien les paga las facturas.
Pero no, según la industria, aún no es suficiente. Si leemos a la RIAA, la Recording Industry Ass. of America, resulta que siguen enfadados porque ganan más con los vinilos, que están pasando por una especie de segunda juventud puramente debida a un romanticismo residual, que con el streaming. Y aún tienen la absoluta desfachatez de señalar lo fundamental: que a pesar de que el consumo de música se ha disparado, los ingresos de los artistas no han avanzado al mismo ritmo.
Ese es precisamente el problema: que una industria que ya no justifica en modo alguno su margen operativo sigue convertida en la parte que se lleva la gran mayoría de unos ingresos que tendrían, legítimamente, que estar llevándose los creadores, los autores y los músicos. Una industria que con la llave de los derechos de autor y de su catálogo histórico, sigue negociando de manera férrea su parte del pastel, pero solo traslada a autores y artistas las migajas de lo que real y legítimamente le correspondería. La industria sigue manteniendo un férreo control de los canales de distribución que construyen los gustos de los usuarios, sigue negociando contratos con los artistas que les dan pleno control sobre sus derechos, y sigue sosteniendo márgenes que únicamente se justificaban cuando era necesario incurrir en gastos logísticos y operativos para fabricar vinilos o CDs, distribuirlos y venderlos en tiendas. La lógica de que la ley de Moore haya permitido reducir drásticamente los costes de producción y, de manera infinitamente más drástica, los costes de fabricación y distribución de soportes físicos no se traslada a este negocio, y no sirve para que los autores o los artistas exijan a esa industria lo que es legítimamente suyo. ¿Que indica que el mayor porcentaje de dinero generado por la música no repercuta en los creadores, sino en la industria que edita sus creaciones? Simplemente, ineficiencia. Pura y dura ineficiencia que, por las razones que sea, han sido capaces de perpetuar a lo largo del tiempo, controlando y asfixiando cuidadosamente los escasos brotes de rebelión que han ido surgiendo en cada momento.
No, la música no es ni Universal, ni Sony, ni Warner. La música son autores, artistas, creadores, intérpretes… Pero por la razón que sea, dieciséis años después de la feroz llamada de atención que supuso Napster, de la demostración de que la música no podía vivir al margen del progreso, son Universal, Sony y Warner las que siguen refunfuñando porque no ganan lo suficiente, y los autores, artistas, creadores, intérpretes los que siguen igual o peor que antes. Por alguna razón, cuando alguien se queja de que gana poco con su música en Spotify o en YouTube, nadie mira a la compañía discográfica que sí gana dinero porque ha negociado su comisión adecuadamente a cambio del acceso a su catálogo, y todos miran a Spotify o a YouTube. Misterios de la lógica, o de la torpeza de quienes no son capaces de negociar adecuadamente su poder y sus derechos. El mismo misterio que lleva a que ese Shawn Fanning de la evolución de cuya ocurrencia hoy viven miles de ejecutivos de compañías discográficas siga siendo considerado un villano, y no tenga la estatua de bronce que realmente merecería.
This article is also available in English in my Medium page, “The record industry should erect a statue in honor of Shawn Fanning«
Lo admito, se me ha escapado una carcajada cuando he leído el título del post. :)
Pero lo cierto, es que si Fanning hubiese intentado crear ese servicio de la forma facultativa y de la mano de la industria, ahora todavía no existiría Spotify, ni lo que le sustituirá, porque la verdad es, que Spotify también será relevado por otros productos y es solo un escalón más en la evolución del modelo de negocio de los contenidos.
Internet es un medio profundamente disruptivo, donde la innovación supera cada nueva frontera que encuentra.
Lo que resulta realmente estremecedor, no es que la industria de los contenidos aún no haya conseguido hacer de internet parte de sus canales de distribución, ni se haya adaptado a esta nueva realidad, es que teniendo en cuenta la radicalización de los cambios que se dibujan en el horizonte, no han logrado hacerlo con éxito en todo este tiempo.
Y que tienen una fundamentación económica y social.
Es lo que sucede cuando un Canon es tu negocio, y no el producto que vendes.
Provocaciones intelectuales al margen, a veces da la sensación de que esa industria se encuentra inmersa en una perpetua y descabezada carrera de la Reina roja. Y que lo sucedido con Kodak y la película fotográfica, es un presagio de lo que ocurrirá en otros mercados.
No se trata de derrocar una industria, se trata de un cambio social en la forma en que la gente desea consumir esos contenidos.
Y si no satisfaces o no te interesan las demandas de tu mercado, bueno. Hora de montar esa panadería.
Porque incluso la leche ahora viene en Tetrabrik.
Creo, Enrique Dans, que te olvidas, o prefieres no añadir a este buen artículo, un matiz importante:
Si, la principal fuente de ingresos de la discográficas es internet, pero ni de lejos, ni muy de lejos tienen los beneficios que tenian en «la epoca del cassete y el cd», así que para ellos, desde su punto de vista, Napster fué un dolor de cabeza que inició la perdida de benificios, de jets privados, de poder, etc del que disfrutaban antes las discograficas y sus directivos.
Díselo a los repartidores de hielo, a los serenos, a los telegrafistas, a los monjes copistas, a los zapateros remendones, a las telefonistas, a los que ponían los bolos en las boleras, a los ascensoristas, a los proyeccionistas en los cines, a los gasolineros, a los cobradores de peajes, a las cajeras en los supermercados, a los vendedores de billetes en estaciones y aeropuertos y a los trabajadores en cadenas de montaje industriales. Más pronto o más tarde, la tecnología los dejó o los dejará sin trabajo. Y ellos no tuvieron ni a quién hacerle estatua… ;-)
Para mi la evolución no es, trabajar a tiempo parcial para empresas que deberían darme servicio, como ponerme la gasolina, recoger la bandeja en MD, pasar por un lector la compra en el super, comprar un bocata congelado en una máquina expendedora…. Ya que por hacer todo estos no estoy pagando menos, que si lo hace un trabajador HUMANO, eso si los ingresos de las cadenas de supermercados, gasolineras, MD van en aumento….
Te pones tú la gasolina… hasta que llega el coche eléctrico, con baterías de precio y autonomía razonables (cosa que está en camino). Entonces ya no te pones tú la gasolina, sino que enchufas tú el coche en tu garaje, y adiós a las gasolineras.
Cuando llegue ese momento, los monopolios ya se encargaran de que no sea razonable.
Jordi:
Google y Tesla creen que lo pueden conseguir, le pese a quien le pese.
Por otro lado, Shawn Fanning no era más que un simple chaval de 19 años, y las discográficas no consiguieron evitar su revolución.
El planeta está lleno de ejemplos de antiguos «todopoderosos» que vieron cómo alguien se llevaba su queso simplemente porque la tecnología favoreció al disruptor.
Ya lo decia Einstein si no me equivoco… no son gente sin trabajo sino recursos liberados xa ocuparlos en seguir creando valor. De ahi que si aceptamos todos el nuevo paradigma tecnologico deberiamos tener un sistema educativo que ofrezca al mercado jovenes con una formacion diferente, mas flexibles, con mas herramientas xa reinventarse, espiritu emprendedor, etc… pero eso es otra historia.
Las discográficas se han convertido en mayoristas de la música. Me temo que mayoristas inevitables., amparados en toda una maraña legal tejida para que así sea. Si eres músico, tienes que recurrir a éstos parásitos intermediarios.
Imagino que por ésta razón la industria del Adtech, cuando se planteó hincarle el diente al negocio de la música, no tuvo reparos en aliarse con las discográficas, perpetuando el modelo anterior.
Tanto que se mete todo el mundo techie (y con razón) con las discográficas, pero nadie cuestiona el papel de los Spotify o Apple, que al final lo que han hecho ha sido sacar su porción de la tarta.
Puestos a pedir que las discográficas renuncien a su tajada, ¿porque no pedir a las plataformas digitales que renuncien un poco, solo un poco a la suya?
Era broma, venga, no seamos ingenuos.
Si, Shaw Fanning merece una estatua.Y si es ecuestre, mejor. Pero tendrá que pagarla Apple, porque los artistas se han quedado como estaba
Pues todavía les queda más por sufrir, porque las descargas de pago (iTunes y similares) están bajando. Es decir, cada vez ganan más en Internet, e incluso más en total, pero porque la fuerte subida del streaming compensa con holgura la caída de la venta de copias, tanto físicas como digitales. La gente está saliendo del concepto de «poseer canciones» para ir al concepto de «acceder a la música».
Y claro, la gran pregunta es cómo se las van a arreglar las discográficas (hacedoras de copias) para seguir llevándose la pasta en un mundo en el que la comercialización de copias tiene cada vez menos importancia.
Aunque parece que pueden dormir tranquilas, al menos de momento, porque la mayoría de los músicos siguen pensando que esto del streaming es algo malo, malísimo, algo que no da dinero. Ahora bien, el día en que los músicos despierten y se den cuenta de que el streaming es la principal fuente de ingresos…
Con ser disruptivo para el mundo de la música, que Internet de la posibilidad de que cada cual, oiga lo que quiera, en el momento que lo quiera, a mi juicio, no es lo más disruptivo, sino el hecho real de que hoy, los músicos pueden conectar directamente con su audiencia, pasando de uso de intermediarios, se llamen estos discográficas o Spotify,
Comprendo que se quejen duramente todos los intermediarios musicales, porque realmente ya hoy, NO SON NECESARIOS y si aun perduran, es por la pasividad de los propios músicos a subirse directamente al carro de Internet y seguir acudiendo a unas estructuras que ANTES SI, eran imprescindibles para llegar a su audiencia, pero que hoy no son necesarias en absoluto.
Es posible que los intermediarios no sean necesarios, pero sí son convenientes, y la conveniencia en Internet es un generador de valor, y por lo tanto se paga por ello. Vamos, que dudo mucho desaparezcan así como así. No tienes más que echar un vistazo al mundo del turismo.. dónde reservamos los hoteles y alojamiento hoy en día? Booking.com o Airbnb. No suelen ser ni más baratos ni más caros que reservando directamente con la propiedad, pero los usamos por pura conveniencia.
La pregunta es… ¿usarías Booking.com si se llevase un 90% del precio que pagas por cada noche de hotel?
Yo probablemente no, porque sé que no es sostenible, pero estoy seguro que muchos consumidores no son tan escrupulosos, o directamente no son conscientes de la situación. De todos modos, sabemos que las cosas no son tan sencillas, y que ni booking ni las discográficas se llevan un 90% de los ingresos digitales. Es posible que a un artista sí le quede sólo el 10% restante, pero el 90% no da de comer solo a las discográficas, sino también a las plataformas digitales, agregadores, editoriales..
Resumiendo, que mal que me pese quizá el tan manido ejemplo de los repartidores de hielo también haya que aplicarlo a los músicos, y no sea suficiente con que «sólo» compongan canciones si pretenden vivir de su música, sino que además de salir a la carretera, han de saber venderse, crear comunidad, gestionar un e-commerce propio con «artículos» exclusivos, etc..
Aquí tienes un buen retrato del problema…
¿Dónde está la conveniencia de las discográficas? La conveniencia está en iTunes, Spotify, y Youtube, que ya se llevan su parte. El problema (para los músicos) es que las discográficas se quedan la práctica totalidad del 70% que NO se lleva iTunes.
Incluso en iTunes (venta de copias online) resulta difícil justificar el 70% de la discográfica. Pero es que además el mercado está yendo al streaming. Ahí el valor lo da el gratuito Youtube, y si quieres librarte de los anuncios, y alguna ventaja más, te coges un Spotify Premium.
En un mercado así, ¿dónde está la propuesta de valor de las discográficas? ¿En que pulsaron un botón para subir la música a Youtube y Spotify?
Krigan, no hablaba (exclusivamente) de las discográficas, sino de los intermediarios. De todos modos, como melómano que soy, sí te puedo dar unos cuantos ejemplos de discográficas a las que sigo con los ojos cerrados (obviamente no hablo de las grandes multinacionales), al igual que hay promotores de conciertos con los que me pasa lo mismo, me fío de su criterio sé que aunque vaya a un concierto sin haber escuchado al grupo, lo voy a disfrutar. Vamos, que para mi sí hay valor añadido en el rol de curator o prescriptor.
Y ojo, que en ningún momento he dicho que esté de acuerdo con el reparto actual (que no lo estoy en absoluto), sino que el músico ha de mover el culo si quiere cambiar o romper el status quo, ya que con llorar no es suficiente. De hecho, la conclusión del artículo que enlaza Dans un poco más arriba es precisamente esa.
Quizá, sólo quizá, los vinilos venden porque aún hay gente que se resiste a considerar la falacia de que la música sea como «cualquier otro conjunto de bits». La música es música. Un conjunto de bits extraído de una música es un conjunto de bits. Hay quien no nota la diferencia. Hay quien sí.
Quizá, pero dudo que una industria seria deba guiarse por personas que siendo completa y absolutamente incapaces de diferenciar una grabación digital de una analógica, insistan en que la segunda «se oye mejor» y «les gusta más». Sería como si modificásemos la Medicina y la seguridad social para acomodar a los que insisten que quieren curarse con homepatía.
La música es música.
De acuerdo, no hay melómano que confunda un concierto en directo, con un concierto grabado, sea en vinilo o en fichero digital.
Un fichero digital es «un conjunto de bits» que se transforman en música en un altavoz. Un vinilo es un conjunto de baches grabados en un surco, que se transforman en música en un altavoz, despues de ser previamente transformados en corriente elecctrica, (quedan pocas cabezas de microsurco que no transformen los «baches» en señales eléctricas.
Claro está, que puede haber quien prefiera la «fritanga» que se oye en un disco de vinilo, a poco que coja un poco de polvo, porque sobre gustos colores. Personalmente creo que la razón de comprar vinilos no es acústica, sino de otro tipo, de «posesion», sentimental, retro, o cosas por el estilo, pero puede quien lo prefiera por el sonido, no lo pongo en duda.
Las ventas de vinilos son marginales, solo 17 millones de unidades vendidas frente a los 123 millones del CD, y eso que el CD no es actualmente ni la sombra de lo que fue.
Eso sí, son muy rentables porque se venden al doble del precio de un CD. Pero solo una pequeña minoría de gente está comprando vinilos.
Muy interesante este artículo (http://www.hispasonic.com/reportajes/sonido-vinilo-postureo-realidad/41746) del que, indirectamente, se deduce que los vinilos estarán MUERTOS en poco tiempo. Y no por cuestiones más o menos esotéricas sino por la simple y mundana cuestión de que se mueren las pocas máquinas que quedan y las aún menos personas que saben manejarlas y repararlas.
Sr. Dans, totalmente de acuerdo, a ver cuándo los artistas deciden de una vez asaltar a esa banda de ladrones que son las discográficas y reclamar lo que es suyo.
Y por cierto, eso de que la única palabra que ha puesto en siglas sea Association… tiene usted un humor perverso. :-D
En cuanto a muertes, yo añadiría a los clientes. Es decir, ¿el vinilo ha conseguido nuevos entusiastas desde que pasó su época? Yo diría que no, que el que se «crió» en el CD o más tarde en el mp3 nunca se ha iniciado en el vinilo.
Al vinilo le quedan los oyentes de otra época, los cuales acabarán por desaparecer antes o después, por simple ley de vida.
La industria discográfica tiene menos ingresos, pero también menos costes (logísticos, fabricación de cds, promoción, etc..) Entiendo que hayan bajado los márgenes, ¿pero tanto como dicen?