Me encuentro en una noticia en uno de los especiales de El Mundo, bajo el título «El arte de humanizar el mensaje» (pdf), en el que se habla del perfil de los llamados influencers que las marcas utilizan para comunicar sus mensajes, y de mecanismos de influencia que llevan a muchos de ellos, según el reportaje, a «cobrar cantidades de dinero de entre seis y siete cifras por apoyar a una marca».
No sé, debo estar haciendo algo muy mal, o ser la vergüenza de las escuela de negocios por mi incapacidad crónica para hacer negocios… pero yo nunca me he dedicado a eso. No solo jamás he cobrado cantidades de seis ni de siete cifras por apoyar a ninguna marca, sino que jamás he utilizado mi participación en ningún medio de comunicación, social o no, para ello. Nunca me han pagado por escribir un tweet ni una entrada en mi página, y cuando me han pagado por un artículo o por un libro, ha sido simplemente por haber dedicado mi tiempo al hecho de escribirlo y por los supuestos conocimientos que me permitían hacerlo. Esto no quiere decir que no vaya a hacer publicidad en un momento determinado: muchas personas con cierto nivel de visibilidad hacen publicidad de marcas o las apoyan de alguna manera, y no hay nada en mi religión – o en mi ausencia de la misma – que me prohiba hacerlo. Simplemente, aún no he encontrado ninguna marca que me demuestre entender bajo qué condiciones lo haría.
Creo sinceramente que eso de la influencia es otra cosa diferente. Si tengo algún tipo de influencia, la tendré por ser capaz de generar reflexiones u opiniones que mis lectores encuentren convincentes o útiles, en muchos casos porque, siguiendo la dinámica y la metodología de aquello a lo que me dedico, consigo que sea el lector o el asistente a una conferencia el que llegue a una conclusión, no porque yo se la dé hecha (en eso consiste dar clase en una escuela de negocios… no «damos apuntes» ni contamos lo mucho que sabemos, sino que tratamos de que el alumno piense y llegue a las conclusiones por sí mismo). Supongo que el hecho de trabajar así tiene mucho que ver con el hecho de llevar veintiséis años en IE Business School, una institución donde la libertad de cátedra es completamente sagrada y que me ha defendido en numerosas ocasiones, creyese o no en lo que yo había dicho, simplemente argumentando que tenía derecho a pensarlo o decirlo.
A lo largo de muchos años ya escribiendo sobre los efectos de la tecnología, supongo que algunos ya han tenido tiempo de comprobar que las cosas que escribo o cuento son las cosas en las que creo, y que no me encontraría cómodo contando algo en lo que no creo. Eso no impide que pueda hablar de un producto o de una marca determinada: simplemente tengo que creer en lo que digo, en ocasiones tengo que haberlo comprobado por mi mismo, y tengo que adecuar mi mensaje a mi nivel de confianza. O que no aproveche una oferta económica de una marca para poder hacer algo que me apetece hacer y que no me obliga a decir cosas en las que no creo o que no quiero decir. No tendría ningún problema en esponsorizar mi página, siempre que ello no conllevase molestar a mis lectores con formatos absurdos y que, además, no me impidiese decir lo que estime oportuno decir, sea sobre la misma marca o sobre sus competidores. ¿Vendo espacio? Podría hacerlo. ¿Vendo mi opinión? No. ¿Impide eso que mi nombre aparezca al lado de una marca? No lo creo, pero exigiría una serie de compromisos entre esa supuesta marca y yo, por un lado, y un elevado nivel de transparencia por el otro.
Aparezca o no en reportajes sobre influencers, sigo haciendo lo que siempre he hecho: tratar de aprender lo más que puedo sobre cosas que me gustan, me interesan o me intrigan, intentar comunicarlas de la mejor manera posible sea en una clase, en una sala de conferencias, en un plató de televisión o en una página, y tratar de que todo ello me permita seguir haciendo lo que me gusta. Si eso me convierte en influencer, me alegro un montón. Pero no confundamos los términos: para mí, la influencia, aunque se pueda utilizar bajo determinadas premisas si puedes hacerlo sin traicionar la confianza de nadie o la fidelidad a las cosas en las que creer, es como el cariño verdadero: no se compra ni se vende.
Bien dicho, Enrique. Se puede decir más alto pero no más claro.
Enrique
Una de mis actividades es la de asesoramiento en outplacement como bien sabes. A las personas les explico bien claro la diferencia entre lo que realmente son y lo que proyectan en las redes sociales, especialmente para las personas que no te conocen personalmente. La explicación es larga, pero por ser breve, uno de los motivos es por la interpretación que la gente hace de la lectura, asociando entonación o contexto que no son los que realmente tiene el que escribe.
Yo que te conozco en persona, sé como piensas y como escribes, y luego veo algunos comentarios de personas, es un claro ejemplo de esto que hablo.
En lugar de tratar de expresar mi opinión a tu absoluta independencia, lo que pueden hacer tus lectores es mirar tu pasado de blogs y los hechos hablan por si solos.
Si leen tus post sobre cualquier empresa que lleve tiempo, apple, google, amazon, twitter, facebook, verán post muy a favor y post en contra. Incluso recuerdo como dijiste que orbit de pedro jota tampoco era una buena solución porque las noticias no se podrían compartir, y llevabas toda la razón.
Yo termino diciendo algo que ya te he dicho, TE LEO PORQUE EN MUCHAS OCASIONES ME HAS HECHO CAMBIAR DE OPINIÓN.
Un abrazo
que no sales en Tele5? buena noticia, a ver, personajillos como los de Tele5 gana muchisimo dinero increible … pero internet en su forma definitiva va convirtiendose en algo mucho peor que Tele5 asi que tu influencia poca … no tienes futuro … pero es que ya ni presente apenas despues de todo lo que te has currado …
Hola,
Muy buen artículo Enrique. Yo creo que a los periodistas de El Mundo les han bailado las cifras porque cobrar cantidades de 7 cifras (estamos hablando de millones de euros) creo que no está al alcance del perfil de influencer que han nombrado. Iniesta puede cobrar 20.000 € por tweet (creo que es por donde anda su cache) pero de ahí a lo que han dicho va un abismo.
saludos,
Considero que si eres un «influencer», cualquiera que tenga los lectores que tienes, es un «influencer» inevitablemente. También considero que eres honrado y que tu opinión no la cambia el recibir algo de un comerciante. Evidentemente así lo consideramos mayoritariamente tus lectores, puesto que repiten.
Tambien es sabido que has a hablado de productos que los fabricantes han te han dado, puesto que con frecuencia tu mismo lo has dicho. Mi opinión en esos casos es que dijiste de ellos lo que pensabas. Si no fue así y tu opinión vimo mediatizada por una compensación económica, pues hay que reconocer que eres muy hábil, pues no se te ha notado nada.
Así que tranquilo y di lo que te parezca en tu blog y que piensen lo que quieran, pues aviados estamos, si no vanos a poder elogiar algo que nos gusta. no sea que se piensen que nos pagan para ello
.
Me quedo con una frase de este post: «Simplemente, aún no he encontrado ninguna marca que me demuestre entender bajo qué condiciones lo haría».
Y, es que, si se analiza el perfil de los (creo que mal llamados) influencers nos encontramos con perfiles de personas jóvenes, que dan carnaza a cualquier precio. Bajo mi prisma, sin valorar los efectos futuros de sus acciones. ¿Qué efecto tendrá en el futuro? ¿Vivirán los mismos problemas que tantos otros profesionales con una vida productiva muy limitada?
Pero bueno, es un juicio realizado desde fuera. Quizá ellos lo verán diferente.
Un saludo,
Samir
Si está claro que al final se hacen ricos los que más cara le echan… aunque no tengan talento alguno.
Y como no hay regulación…
Yo también creo que sí eres una persona influyente porque lo que dices tiene interés y hace despertar a muchas personas de su letargo en los temas que tratas. Te agradezco que en muchos casos arriesgas: cuando defiendes los derechos de internet como la neutralidad de la red o cuando criticas con la misma vehemencia que yo haría las peculiares leyes de protección de los derechos de autor.
Pero creo que hay más. En este blog me gusta también su dinámica, la forma en que llevas un blog 2.0, muy lejos de otros frontales sin comentarios o que son solo vacíos y adulatorios. Me gusta tu «ecosistema» de comentaristas que muchas veces amplían la información y proporcionan a cada tema nuevas dimensiones.
Las comparaciones son odiosas, pero me voy a animar a contar que hace más de diez años fui comentarista pocos años del blog de Martin Varsavsky cuando estaba diseñando FON. Le dimos muchas ideas, le ayudamos a perfeccionar su idea que al principio era rudimentaria y mucha gente se llevó malas respuestas e ingratitud. Han pasado muchos años y hoy conservo muchos de aquellos otros comentaristas de aquel blog que como yo huyeron de las boludeces de aquel nuevo rico con el ego inflado y a muchos de ellos hoy los considero incluso amigos.
A través de este blog me han escrito varias personas de mucho valor y en resumen, Enrique no solo eres una persona honesta en quien confiar, sino que cuentas cosas que me interesan con rigor y siempre estás dispuesto a aprender, corregir o aumentar los detalles de cada tema. Todo ello te honra.
Ah, por cierto, en el año 2011 tuviste una reyerta -dialéctica- casi barriobajera si se me permite la broma con Lucía Echebarría y ese mes de febrero a partir de aquellas opiniones divergentes se me ocurrió la idea de crear La Ovejita Ebooks que este año adquiere este mes de febrero una nueva dimensión. Te agradezco también la inspiración para este proyecto. En fin: GRACIAS.
«Si tengo algún tipo de influencia, la tendré por ser capaz de generar reflexiones u opiniones que mis lectores encuentren convincentes o útiles»
Enrique, ojalá todos esos supuestos influencers lo fueran por lo mismo que tú. Desgraciadamente, esos youtubers que se denominan influencers son famosos y tienen una horda de seguidores por hacer un humor obsceno, ridiculizar a otros y por decir muchos tacos en sus vídeos. Ninguno «genera reflexiones» ni se espera que lo hagan.
Bastante ofensivo -por cierto- que compartas página con El Rubius, en mi opinión.
Llevo leyendo tus artículos un año y medio, más o menos, desde que cursé un master de Big Data, interesantísimo. Y desde entonces, creo que he leído prácticamente el 80% de tus artículos. Una persona muy coherente en sus escritos y en las pocas entrevistas que haya podido escuchar, de hecho, me encantaría escuchar en directo alguna de tus ponencias o poder asistir a alguna de tus clases. El fenómeno de los youtubers no tiene que ver nada con tu trabajo, y he escrito ‘trabajo’. Tu trabajo en Internet, sobre Internet y desde Internet, tiene un valor objetivo mucho mayor que el valor (de negocio) que proporciona los millones de seguidores que puede tener un youtuber que existe por un modelo de negocio (voluntaria o involuntariamente) ya sea por un fenómeno fan o por pura coincidencia. Hay que separar el grano de la paja. Gracias, espero teniendo reflexiones tuyas todos los días. Saludos.