El pasado miércoles, Snapchat anunció una serie de modificaciones en sus términos de servicio y en su política de privacidad, una serie de cambios destinados a posibilitar determinados usos necesarios en algunos de sus productos nuevos o redefinidos, como las in-app purchases (compras llevadas a cabo dentro de la aplicación) o la búsqueda de usuarios. El anuncio se hizo con completa claridad, como es costumbre en una compañía que, desde su nacimiento, es un ejemplo de cómo comunicar las cosas en su blog corporativo tal y como hablan las personas, en un lenguaje que sus usuarios entienden perfectamente (algunas entradas en concreto, como aquella en la que anunciaron que comenzaban a tener publicidad, son auténtico objeto de estudio: corta, sencilla y directa). Fundadores jóvenes, hablando para gente joven, sin más condicionantes que los necesarios.
Los términos de servicio y las políticas de privacidad son de las pocas cosas que, desgraciadamente, escapan a ese estilo comunicativo: no es un problema de Snapchat, sino de la sociedad en la que vivimos, que obliga a que ese tipo de documentos estén escritos no en inglés, sino en legalés, un idioma que supuestamente sirve para precisar todo hasta el límite de la interpretación. Las cosas, en unos términos de servicio, están pensadas para poner límite a cualquier tipo de demanda o de reclamación que pueda surgir, incluyendo los casos más peregrinos. Meterse a analizar ese tipo de documentos sin tener experiencia ya no legal desde un punto de vista genérico, sino incluso específica en ese terreno, es exponerse a todo tipo de interpretaciones erróneas. Que una marca diga, por ejemplo, que
«concedes una licencia a nivel mundial,libre de royalties, perpetua, sublicenciable y transferible para alojar, almacenar, utilizar, visualizar, reproducir, modificar, adaptar, editar, publicar, crear trabajos derivados, ejecutar públicamente, transmitir, distribuir, sindicar, promover, exhibir y mostrar públicamente el contenido en cualquier forma y en cualquier o todos los medios o métodos de distribución ahora conocidos o desarrollados más tarde»
no es la prueba irrefutable de que vayan a robarte tu contenido y usarlo para lo que les dé la real gana, aunque lo pueda parecer. Es simplemente lo único que la empresa puede hacer para poder publicar lo que les envíes sin que aparezca después algún descerebrado a denunciarlos por haber hecho precisamente eso, publicarlo. Y es, por cierto, una cláusula común en todos los servicios de este tipo. De hecho, es la misma que llevó a un montón de usuarios a escandalizarse en diciembre de 2012 por un cambio en los términos de servicio de Instagram, con llamamientos a revueltas y a insurrecciones de todos los colores… y que en realidad, no tenían ningún sentido. Casi tres años después, ¿alguien ha visto alguno de esos supuesto abusos terribles y robos de fotografías que los agoreros anunciaban que la compañía iba a llevar a cabo? No, ni uno. Sobre todo, porque si de repente la compañía se apropiase de una fotografía hecha por un usuario para utilizarla en la campaña de publicidad de dios-sabe-qué y embolsarse los derechos, el escándalo sería tal que posiblemente se llevaría por delante a la propia compañía. Y la compañía lo sabe.
No, en el lenguaje legal, no todo es lo que parece. En parte, porque la evolución de una sociedad enfermiza nos ha llevado a que sea así: dejas un agujero, y aparecerá un listillo para denunciarte por un supuesto que no estaba cubierto. Pero eso nos lleva a una situación en la que meterse a analizar unos términos de servicio sin ser un abogado experto en términos de servicio es una temeridad, lo cual nos sitúa en un absurdo conceptual: las empresas publican sus términos de servicio para que sus usuarios los lean y los firmen (sí, efectivamente, la mayor mentira en internet: «he leído, comprendido y acepto los términos de servicio») cuando en realidad, saben perfectamente que nadie va a ser capaz de entenderlos salvo que sea un experto en términos de servicio. Así de absurdo, pero es así.
Aceptémoslo: salvo que alguien cambie algo, y alguna iniciativa ha habido relacionada con ello, no vamos a ser capaces de entender la forma en que están redactados unos términos de servicio, aunque se escriban guías para aproximarse a ello. Lo que sí deberíamos, en cambio, es ser capaces de utilizar el sentido común, aunque a veces sea el menos común de los sentidos. Si una empresa que desde sus inicios ha tenido un estilo comunicativo claro y modélico, y que ha hecho de la privacidad y de los mensajes que se autodestruyen su auténtica etiqueta definitoria cambia sus términos de servicio, pensar que alguien en la compañía se ha vuelto tan loco como para pretender almacenar todos los mensajes y publicarlos o reutilizarlos después es algo que no solo rebasa los límites del sentido común, es que es directamente estúpido. No, las decisiones en las compañías no suelen tomarse completamente borrachos ni a la ligera, y la compañía que se caracteriza por destruir tus mensajes no se dedica a almacenarlos y a reservarse todos los derechos sobre ellos. Olvídalo. No es así. Si crees entenderlo así, lo has entendido mal. Y si te cuenta tu cuñado que es así, dile a tu cuñado que abandone el alcohol.
Las empresas, habitualmente, no se suicidan. Y menos por un «quítame allá estos términos de servicio». El mercado autorregula muchas cosas razonablemente bien, y si Snapchat de repente se convirtiese en una empresa malvada que almacena todo para utilizarlo posteriormente sin tu control, perdería a todos sus usuarios en cuestión de una semana. Es así de sencillo. En este caso, Snapchat ha hecho un verdadero esfuerzo por redactar sus términos de servicio de la manera más inteligible posible – dentro de las escasas posibilidades que esa tarea permite – y se ha encontrado, al hacerlo, con reacciones histéricas de gente no versada en la materia que cree ver cosas terribles, y que además las cuenta como si estuviesen completamente convencidos de que son así, renunciando a admitir su ignorancia a la hora de interpretar esas cosas. La respuesta de Snapchat, rápida y en su blog corporativo, es, de nuevo, de manual: no, todo eso que decís que vamos a hacer es absurdo, nunca hemos guardado vuestros mensajes, simplemente queremos plantear servicios nuevos, y no, no hay nada para asustarse, no vamos a suicidarnos mañana. De hecho, todo aquel escándalo sobre los snaps hackeados fue algo que nunca fue responsabilidad de Snapchat, sino de usuarios que eran tan estúpidos como para instalarse una app, Snapsave, diseñada para capturar y almacenar snaps, creada por irresponsables en términos de seguridad, y que sí fue hackeada.
Menos histerias, menos paranoias, y más sentido común, sea a la hora de leer términos de servicio, a la de leer noticias imprudentes o sensacionalistas o sobre todo, a la hora de difundirlas por ahí. El sistema tiene un fallo, de acuerdo: los términos de servicio son un documento absurdo que nadie lee porque está escrito para un público que es manifiesta y claramente incapaz de interpretarlo. Pero de ahí a pensar que las empresas tienen vocación por pegarse tiros en el pie, va un trecho. De algo debería valer que estemos todos interconectados y podamos leer rápidamente opiniones de expertos, como de algo debería servir también mantener una reputación de empresa clara y directa a la hora de comunicar. Repetir estos «rasgados de vestiduras» cada vez que una empresa cambia sus términos de servicio resulta profundamente cansino. La próxima vez, antes de creerse lo primero que lea (sobre todo si le suena extraño), consulte a un experto.
This article is also available in English in my Medium page, “Psst, did you hear what Snapchat has just done?«
Otro tanto sucedió con las condiciones de Google Photos hace unos meses. Gente en foros rasgándose las vestiduras y creando una gran bola impenetrable a las razones de porque eran así, igual que sucede ahora con Snapchat.
En fin, internet a veces no deja de ser una plazoleta de pueblo a nivel mundial, donde el que más chilla y los rumores más retorcidos triunfan.
Si una empresa que desde sus inicios ha tenido un estilo comunicativo claro y modélico, y que ha hecho de la privacidad y de los mensajes que se autodestruyen su auténtica etiqueta definitoria cambia sus términos de servicio…
No sería la primera empresa que abandona sus principios fundacionales en pos del dinero, El problema es que estas empresas van sumando poco a poco ACCIONISTAS, que nada tiene que ver con el espíritu fundacional y que solo desean recibir jugosos dividendos.
Pongo un ejemplo, la divisa fundamental de Google fue «Don’t be evil», te fías hoy de Google, ¿Qué pueden llegar a vender de tu intimidad, para poder dar un dividendo cada vez más alto a sus accionistas?
Bien, si Google ha cambiado diametralmente ¿Por qué no lo va a hacerlo Snapchat?.
¿De veras te crees que han cambiado las políticas de privacidad para defender aun mas a sus usuarios? O lo han hecho porque necesitan tener las manos libres para una mayor capacidad de maniobra. para Dios sabe qué, pero que en absoluto tiene como primera misión mejorar tu bienestar, sino obtener más beneficios.
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Siempre en primera línea de batalla eh Gorki! ;-) Abrazo
Estoy de acuerdo con Gorki.
Enrique, el legalés no existe (como ocurrencia está perfecta en el contexto, todos comprendemos a qué te refieres, pero…) existe el inglés, el castellano, el moldavo, etc. Y en castellano, por más retorcidos que sean los términos, para cualquiera que tenga la paciencia de leer atentamente el contenido de ese párrafo que tú transcribes dice exactamente lo que dice (perdón por la perogrullada): que les cedes absolutamente todos los derechos cesionables sin otro límite (implícito) que el que eventualmente imponga la ley y lo imponga como irrenunciable. Punto, Enrique.
Luego, seguramente, tú tienes razón en términos generales cuando dices que eso lo hacen las empresas para cubrirse de pleitos absurdos (pero que acaban produciéndose). Sí, efectivamente: no pare la motosierra con la entrepierna porque, si no le prevengo para que no lo haga, me van a hacer responsable a mí -bajo una indemnización multimillonaria- si usted se rebana las criadillas haciendo el indio.
Pero el contrapunto de Gorki es exacto. Cuando cedes unos derechos, los has cedido y lo demás, si esa cesión se va a usar o no o con qué, en realidad, se va a frenar la motosierra, es puramente especulativo.
Y cuando veas una fotografía tuya dándole millones a Snapchat o a quien sea sin que tú puedas reclamar ni un colín, no podrás alegar: «oh, es que yo cedí los derechos pensando que lo que ellos querían no era aprovecharse comercialmente de esa cesión».
El juez sonreirá beatíficamente y tú estarás frito.
«No sería la primera empresa que abandona sus principios fundacionales en pos del dinero »
Ejem…El primer principio fundacional de una empresa es o ganar dinero. Para sí o para sus malvados accionistas. Si, esos que ponen pasta sin la cual ninguna empresa despega y a quienes los principios fundacionales se la sudan. Quieren rentabilidad.
Parece obvio, pero es que es curioso como el mundo de internet arrastra un aura de ingenuo idealismo, perceptible en conceptos como neutralidad de la red, libre acceso a todo, economia compartida, etc.etc… que en realidad choca con el móvil de muchos de sus actores: LA PASTA . Y en muchos casos, en forma de pelotazo.
Y si hay que hacer lobby, se hace. Y si hay que ser «evil», se es. Y si hay que cambiar las condiciones iniciales para preparar posteriores movimientos, se cambian. (Por cierto, como hace la odiada banca y las telcoms)
Ni más ni menos como en el mundo real.
Los principios está muy bien si asumes el coste (léase pasta) que implican.
Y en cualquier empresa, costes, los mínimos.
El primer principio fundacional, con una serie de límites. Marcados por la ley, la ética, el sentido común, la sostenibilidad, el bien de la sociedad, etc. Si no tenemos esos principios claros, deberíamos ser apartados de la gestión empresarial lo antes posible, y preferentemente puestos a buen recaudo, porque nuestra profesión no será la gestión empresarial, sino el ser unos sinvergüenzas. Es así de claro. Lo de que «si hay que hacer lobby se hace, y si hay que ser evil se es» resulta completamente inaceptable, injustificable, viejuno, propio de otra época, algo que tenemos que erradicar lo antes posible y con toda la fuerza que sea precisa. Y me precio de pensar y de predicar que en las escuelas de negocios, además de a otras cosas, nos dedicamos precisamente a eso.
Los principios son, como su nombre indica perfectamente, lo PRIMERO. Quien no lo entienda así y anteponga otras cosas, cuanto más lejos esté del poder y de la toma de decisiones, mejor.
No puedo estar más de acuerdo.
Espero que no se interprete que estoy defendiendo esas posiciones.
Sólo me limito a describir la realidad.
Cuando las empresas se rigen por los números, el viejo debate de lo ético y lo legal se resuelve fácilmente olvidando lo primero siempre que se esté dentro de la ley. Y si hay que empujar para que la ley se cambie, pues se empuja,
Por tu regla de tres, Enrique, una parte enorme de las personas que dirigen empresas y gobiernos deberían estar en su casa. Y si aplicamos la ley, en muchos casos, en la cárcel.
No estaría mal, la verdad.
Me consta que tu punto de vista se predica en muchos lugares de formación y enseñanza. De hecho, recuerdo mi primera clase en la Universidad, asignatura de Economía de la Empresa en Empresariales, que trataba sobre ésto..
De ello han pasado 33 años y viendo el estercolero en que consiste el mundo de la empresa, no puedo evitar mantener un cínico escepticismo.
Hola,
hace menos de una semana, en un comentario sobre la ley en el parlamento europeo sobre la neutralidad de la red, llamabas ingenuo a un comentarista dando por hecho que cualquier puerta abierta de la ley se utilizaría por las operadoras para violar dicha neutralidad.
«Sí, eres un ingenuo. Al no cualificar ni determinar nada, al dejarlo todo en el aire, se permite todo. Y todo quiere decir TODO. Las operadoras van a hacer expresamente lo que les dé la real gana. No te puedes ni imaginar la de champán que corrió ayer. Dentro de un año, hablamos…»
En cambio, en este artículo mencionas
«no es la prueba irrefutable de que vayan a robarte tu contenido y usarlo para lo que les dé la real gana, aunque lo pueda parecer. Es simplemente lo único que la empresa puede hacer para poder publicar lo que les envíes sin que aparezca después algún descerebrado a denunciarlos por haber hecho precisamente eso, publicarlo. Y es, por cierto, una cláusula común en todos los servicios de este tipo. De hecho, es la misma que llevó a un montón de usuarios a escandalizarse en diciembre de 2012 por un cambio en los términos de servicio de Instagram, con llamamientos a revueltas y a insurrecciones de todos los colores… y que en realidad, no tenían ningún sentido. Casi tres años después, ¿alguien ha visto alguno de esos supuesto abusos terribles y robos de fotografías que los agoreros anunciaban que la compañía iba a llevar a cabo? No, ni uno.»
Yo, que soy seguramente un poco ingenuo también, interpreto de tus palabras que en el caso de los términos de servicio dejar puertas abiertas no entraña riesgos (acto de fe) y en cambio en la ley de la neutralidad de la red, dejar agujeros es una catástrofe probada.
Hola,
Interpretando la teoría de conjuntos: si algo no se encuentra en el conjunto de las condiciones de servicio, está fuera de su ámbito y por definición es otra «cosa»-
Aplicar un distinto rasero, indicando que en un caso tenemos el apocalipsis cercano y en el otro un sencillo alarmismo injustificado sólo se sostiene desde una visión polarizada de ambos casos.
NO. Se sostiene desde la PRUEBAS. En todo este tiempo, Snapchat no ha hecho nada raro con los snaps ni los chats de sus usuarios. En cambio, al día siguiente de votarse la propuesta que elimina la neutralidad de la red en Europa, las operadoras ya estaban aprovechando el tema y rompiendo internet tal y como lo conocemos.
Un poco de contexto y menos estupideces no fundamentadas sobre visiones polarizadas, por favor…
Imagina que ahora sale una ley que dice que le tienes que dar una llave de tu casa a la policia. Obviamente te parecera mal hacerlo aunque las las leyes actuales prohiban que entren a registrar tu casa. ¿Por que? Porque las leyes, ¡algo como las leyes! pueden cambiar. En el Reino Unido plantean prohibir los servicios que usen cifrado de extremo a extremo, y a muchos no nos gusta. ¡Habiendo leyes que garantizan la privacidad! Me vas a decir que prefieres fiarte mas de la etica de una empresa que puede comprarse y venderse que del propio gobierno que, al fin y al cabo, has contribuido a formar con tu voto o tu participacion.
Tu sabras de quien fiarte.
Muy de acuerdo con el artículo. Últimamente se ha desatado un ejercicio de lapidación de servicios online, a medida que van haciendo más osadas sus condiciones de uso.
Sí discrepo en cuanto a ensalzar la redacción que hace Snapchat de sus condiciones: también asistimos a una infantilización de los términos y condiciones (Google, Microsoft, Facebook). Puede que el contenido se haga así más comprensible, no digo que no. Pero en muchos casos, prácticamente se está insultando la inteligencia del lector/usuario, al utilizar ejemplos inocuos en condiciones realmente agresivas con la privacidad.
No estaría mal que aplicara los mismos criterios para los ISPs y la neutralidad de la red.