Me ha resultado muy interesante desde el punto de vista de sistemas de información la lectura de un artículo en ComputerWorld sobre la adopción de body cams por parte de departamentos de policía en los Estados Unidos, que supone un buen ejemplo de los costes, condicionantes y limitaciones del dimensionamiento en nuestros días de los diversos componentes que forman parte de un desarrollo tecnológico.
Las body cams son dispositivos que los agentes de policía llevan en el pecho o en la cabeza, y que son activadas para grabar en vídeo todas sus actuaciones, con el fin de poder utilizarlas posteriormente como evidencia en caso de necesidad. Su uso comenzó en Dinamarca y el Reino Unido, pero recientemente se ha disparado de manera especialmente llamativa en los Estados Unidos, a raíz de la aparición de numerosos casos de brutalidad policial que han conllevado no solo protestas ciudadanas, sino también una litigiosidad cada vez mayor por parte de los implicados en este tipo de actuaciones.
Los dos principales fabricantes de este tipo de cámaras, Taser (los mismos que fabrican las conocidas pistolas de descargas eléctricas) y VieVu, han facilitado ya dispositivos al 41% de los más de dieciocho mil departamentos de policía de los Estados Unidos, con modelos de negocio en los que se incluyen tanto los dispositivos, como el espacio de almacenamiento en la nube destinado a almacenar los vídeos obtenidos. Su equivalente en el mundo del consumo serían posiblemente las cámaras de Narrative, destinadas a que podamos almacenar o revivir los momentos principales de nuestro día a día.
Las cámaras no graban de manera permanente, sino que son activadas por los agentes mediante dos toques en su único botón. La mayoría de los agentes generan entre 60 y 90 minutos de vídeo al día, dado que únicamente activan la cámara cuando estiman que la situación lo requiere. Los dispositivos graban en 480p y pueden almacenar hasta 8GB de contenido, que son volcados a la nube al terminar la jornada. En el caso de las unidades fabricadas por Taser, su precio oscila entre los $400 del modelo que se lleva en el pecho, y los $600 de la más pequeña que se lleva en la patilla de las gafas o en la gorra, que va unida a una unidad de batería y almacenamiento que se lleva en el cuerpo. El almacenamiento puede oscilar entre los $15 y los $39 mensuales en función de la cantidad de vídeo producido, con planes que pueden incluir el precio de la cámara o su posible reemplazo cada dos años y medio, lo que lleva a que el coste principal que los departamentos de policía – y por tanto, los contribuyentes – deben afrontar, más el del coste de los dispositivos (en el que las empresas suelen mantener unos márgenes de beneficio de en torno al 15%), sea el del almacenamiento (en el que esos márgenes alcanzan el 51%). Hablamos de un almacenamiento que, además de tener importantes requerimientos de seguridad derivados de su valor legal y de sus posibles implicaciones sobre la privacidad, puede prolongarse bastante en el tiempo: además de los requisitos que la ley puede marcar de manera general sobre su custodia, existen casos, como los que implican muerte de personas, que pueden exigir que sean almacenados indefinidamente.
El coste, por tanto, termina siendo sensiblemente elevado, con un componente de almacenamiento en la nube que consume una parte muy sensible del presupuesto: en el caso del departamento de policía que el artículo utiliza como ejemplo, tenemos un total de $180.000 por el hardware y de $889.000 por un contrato que incluye cinco años de almacenamiento de vídeos en la nube. Los beneficios, sin embargo, compensan sensiblemente estos costes, en términos que van mucho más allá de lo estrictamente económico: a raíz de la implantación de las body cams, se calcula que los incidentes con uso de fuerza por parte de los agentes disminuyeron en un 59%, y las protestas de los ciudadanos se redujeron en un 87,5%. Además de la influencia en la seguridad de agentes y ciudadanos, imposible de cuantificar económicamente como tal, hablamos de unos costes que se pueden considerar amortizados con que simplemente se eviten algunas demandas derivadas de la actuación policial.
Un interesante caso práctico de dimensionamiento, con números y consecuencias, en un tema que, además, es muy posible que vayamos a ver extenderse pronto a otros países.
This article is also available in English in my Medium page, “Police bodycams: saving lives, reducing complaints — and a very interesting IT project«
No me queda muy claro el asunto y no tengo formación jurídica. ¿Pero llevan las cámaras y las ponen a grabar de manera voluntaria, o se les «fuerza» de alguna manera a hacerlo? Porque puedo entender que un porcentaje de policías pueda participar de forma voluntaria, probablemente los que no tengan nada que ocultar, o sean más geeks. O que la enciendan solo en casos de poca importancia. Pero si lo generalizamos, no sé cuántos de nosotros aceptaríamos que alguien nos grabara durante toda nuestra jornada laboral, por muy controlado que estuviese luego el acceso a esas imágenes. ¿Aceptaría un cirujano que grabasen todas sus intervenciones para poder denunciarlo cuando se equivoca? ¿Aceptaría un funcionario administrativo que le grabaran la jornada laboral en caso de que alguien proteste contra retrasos injustificados de trámites? Mi experiencia en el ámbito «educativo» con la UNED es que fuera de Madrid y no sé si Barcelona, para una carrera técnica bastante común en concreto al menos, no hay clases en ninguno de los centros asociados, y los profesores universitarios se negaban a que sus clases en Madrid fuesen grabadas en video como desde las asociaciones de alumnos se pedía y puestas al acceso controlado de los alumnos del resto de centros. Pagando todos la misma matrícula…
En muchos trabajos ya existen cámaras grabando durante toda la jornada laboral. Ejemplo de ellos son los escándalos de diferentes empresas de comida rápida, pizzas y hamburguesas, que todos recordaremos. Igualmente en muchas oficinas, bancos, tiendas, gasolineras, etc. ya existen cámaras grabando a los empleados como parte de su contrato. Es un gran hermano al que te acostumbras «por tu seguridad», mental quiero decir, porque al final te olvidas de que están ahí.
¿O acaso no estamos ya acostumbrados al cartelito «sonría: está siendo grabando» de tantas y tantas tiendas y centros comerciales?
Como siempre: menos intimidad en nombre de una supuesta mayor seguridad. Y seguro que esto es solo el principio…
Así es, pero una cosa es que haya una cámara de seguridad en un establecimiento que graba lo que pasa en general, ante robos, o gente que pueda irse sin pagar, y otra como digo que directamente un dispositivo grabe todo lo que haces y dices para poder ser usado en tu contra. Es como lo que puede pasar con los coches si se nos obliga a tener un cacharrito que informe a Tráfico al instante cuando cometes una infracción, no cumplir un límite de velocidad, no detener el vehículo totalmente en un stop, etc. Todo el mundo en principio tiene derecho a no declarar en su contra. Está claro que hay abusos policiales, ¿pero esto no es eso de vender nuestra libertad para conseguir un poco de seguridad temporal? No termino de verlo claro…
Supongo que a lo que comentáis se llegará pronto.
Hoy por hoy, por lo que se comenta en el articulo es el propio policía el que activa la grabación. Así que dudo mucho que grabe imágenes que vayan en su contra, salvo imprevisto.
Ademas como requiere la acción de pulsar el botón (no esta grabando constantemente) será consciente de que esta siendo grabado así que actuara de una manera mas prudente.
Es cierto que en aras de la seguridad estamos llegando casi al gran hermano, no tendremos que testificar en nuestra contra, ya lo habrá 5 vídeos por nosotros.
El hecho es que ya pasa, por ejemplo en el trafico ya existen muchas cáramas en semaforos e intersecciones, entradas a la autovia y algunos automoviles ya las instalan. Eso sin contar con las cámaras de los espontaneos, ahora es mas común ver 5 smartphone grabando una escena que 5 personas ayudando a solucionarla.
El hecho de que solo grabe cuando el agente lo decide supongo que es necesario por temas técnicos, pero reduce mucho la capacidad disuasoria de las mismas de cara al uso de la fuerza desproporcionada por parte de la policía.
A mi me parece que estas cámaras tienen más bien el objetivo de proteger a los propios policías de denuncias falsas, así como lo que comentas de aportar pruebas de un delito.
Respecto a la disminución de los abusos policiales, voy a dar por buenos esos números sin conocer su procedencia, pero creo que serán más achacables a que el polícía enciende la cámara pensando que va a ser algo fácil de llevar y luego ya se corta un poco cuando el asunto se desmelena.
Pero vamos, que si va caliente a una intervención, no la enciende y ya está.
Yo creo que es por motivos legales. ¿Puedes obligar a una persona a que grabe todo lo que haga y diga todo el tiempo para poder ser usado en su contra si hace o dice algo mal? ¿Quiénes pasaríamos la prueba del algodón?
No me convencen mucho las cámaras pero las aceptaría con gusto a cambio de desterrar ese privilegio cuasi medieval denominado «presunción de veracidad» que viene a ser que la palabra de un policía tiene, a priori, más valor que la de un ciudadano. En un pais serio eso no supondría un problema. Pero en España ya sabemos lo que pasa.
Estimado Enrique, creo que este tema es más complejo de lo que indican esos estudios que hablan de las bondades de este tipo de dispositivos. Al menos en Estados Unidos, que es la realidad que más conozco, por un lado, el abuso policial disminuye porque muchas ciudades han aumentado exponencialmente el número de cámaras de seguridad que tienen, que se rigen por control judicial, es decir, están siempre operativas y no se encienden y apagan a merced del posible abusador.
Por otro lado, aplicaciones como Stop and Frisk, utilizadas por cada vez más gente que defiende los Derechos Humanos, que suben los vídeos inmediatemante a la nube sin posibilidad de «requisar» la grabación han hecho que muchos policías de sangre más caliente se lo piensen dos veces antes de tener una respuesta desproporcionada.
Si uno se fija, todo lo tecnológico es negocio para alguien con la excusa de que «funciona». Con lo sencillo y barato que sería que la justicia funcionara, castigara a los abusadores y los jefes y responsables de cada policía ejercieran su poder contra esa gentuza.
Interesante articulo,
La primera pregunta que se me viene a la cabeza es ¿graban cuando les conviene?
Debiesen ser grabaciones permanentes, para ser justos con todos los ciudadanos.
Saludos
No me parece útil tener que activar o desactivar el dispositivo.
Sería interesante una cámara que grabara permanentemente en un archivo con una estructura de datos circular. Es decir, pasado un tiempo estás sobreescribiendo datos antiguos. Los datos antiguos podrían desecharse o ir pasando a otro archivo también con estructura de datos circular pero mucho mas comprimido incluso perdiendo algo de información (fotogramas resolución, etc.)
Tendrías los últimos minutos en alta resolución y las últimas horas en baja calidad.
El dispositivo debería ser ligero debería llevarse encima permanentemente activado y en el momento que te pase algo que te interés conservar, permitir conservar ese fragmento.
En el caso de la policía, se podría obligar a volcados periódicos que se guardarían bajo llave para un control interno en caso de denuncias. Hay formas de preservar la privacidad de los agentes.
Ya que lo paga el contribuyente, cualquier ciudadano que interactúe con un policía debería ser también capaz de pedirle que activara la cámara. Así este sistema sí podría servir para evitar abusos de autoridad
Para los de Madrid y que esten interesados en debatir del tema y proponerlo para la ciudad, he abierto un hilo en el portal de Gobierno Abierto https://decide.madrid.es/debates/334
Vivo en la actualidad en Cincinnati, donde recientemente la «body-cam» de un policía de la Universidad de Cincinnati (el porqué la Universidad tiene un cuerpo policial es otro asunto), ha sido encarcelado por disparar y matar a una persona a la que detuvo por no llevar matrícula delantera (obligatorio en Ohio, pero no en otros estados), y en la que el vídeo grabado (http://www.cincinnati.com/videos/news/2015/07/29/30841809/) por dicha cámara ha sido crucial en averiguar lo que pasó realmente.
Al margen que entre lo declarado por el agente y lo grabado en el video existe una diferencia como entre el día y la noche, parece ser un hecho que la mayoría de los departamentos policiales en EE.UU. desearían equipar con estas cámaras a sus agentes sobre todo para mostrar más apertura al público. Hasta este incidente, los vídeos se han usado mayormente para mejorar las prácticas de los policías novatos. En mi opinión, no cabe duda que el debate no es cámaras sí o cámaras no, sino cómo y cuánto.