El pasado miércoles, en la barra tecnológica de La Noche en 24 horas, hablamos sobre la oferta de música en la red, y de cómo está evolucionando este mercado desde que, en 1999, empezó la traumática interacción entre la industria de la música e internet con el lanzamiento de Napster. Mi intervención puede verse en la web del programa, a partir del minuto 1:32:36.
Mi impresión sobre la evolución de la música en la red es que, definitivamente, estamos mucho mejor que hace algún tiempo, algo que, por otro lado, tampoco era demasiado difícil. Hace algunos años, el panorama era el de un lobby de empresas discográficas en campaña hiperactiva para obtener leyes cada vez más duras para perseguir la oferta irregular de contenidos y perseguir a los usuarios, sin preocuparse en absoluto de proponer alternativas a esa oferta y enrocados en trasnochados mecanismos de distribución. Actualmente, al menos, la oferta disponible por canales regulares ha mejorado mucho: con el streaming como tendencia imparable y un paso de entender la música como «posesión» – herencia de los tiempos en que estaba vinculada ineludiblemente con un objeto físico – a otro en el que se entiende como simplemente «acceso», los usuarios han pasado a enfocarse en una mentalidad de conveniencia, de «házmelo fácil y puede que así llegue a estar dispuesto a pagar por ello».
En términos de tendencias, la descarga de música de páginas irregulares está en total desuso, se ve ya como algo cada vez más arcaico, y lo normal ha pasado a ser, cuando se quiere acceder a música, al menos de determinados géneros, no de todos, acceder a algún tipo de servicio que la proporciona mediante modelos freemium. Hablemos de YouTube, Spotify, Tidal, Playster o Apple Music, con diferentes balances entre lo free y lo premium y obviamente solo por citar algunos, la cuestión es que hemos pasado de una industria en estado de negación de la realidad, a otra que al menos la acepta, enfoca el cambio en sus fuentes de ingresos, y aprende – tal vez «demasiado bien» – a vivir con ello. Claramente, la tendencia que ha triunfado es la del «dame acceso a la música que quiero en cada momento», con la de «quiero tener terabytes y terabytes llenos de música en mi disco duro» pasando a un segundo plano en las preferencias de los usuarios. Cuestiones como el planteamiento de los servicios, la disponibilidad de sistemas de personalización y recomendación, o simplemente, la mejora de las conexiones tanto fijas como móviles han ido contribuyendo lentamente a una situación que parece difícil plantear que vaya a revertirse. En el futuro, lo normal es plantearse que la música que escuchemos esté en algún tipo de nube.
¿Quiere decir esto que yo considero que el panorama de la música «se ha arreglado»? En absoluto. Sigo pensando que el reparto de los márgenes en la cadena de valor es completamente absurdo. Que vivimos en una era en la que las empresas discográficas han logrado consolidar de manera increíble una situación histórica que no tiene ningún sentido. Que el margen que las empresas discográficas retienen es demencial, y no se corresponde con un aporte correspondiente de valor añadido. Y por supuesto, que los artistas, creadores y ejecutantes no están adecuadamente compensados. Para sostener esta situación absurda, que por otro lado parece tener pocos visos de evolución en un futuro cercano, las discográficas se valen de un control férreo de determinados canales de distribución (acceso a radio y televisión, fundamentalmente) que aún mantienen una gran influencia en la creación de los gustos musicales: si no estás con una discográfica importante, resulta enormemente difícil, cuando no casi imposible, que tu música suene en radio y televisión, y sin acceso a esos canales, resulta complicado hacerse un hueco en la demanda. Los casos en los que algunos artistas han conseguido romper ese control sonando, por ejemplo, a través de YouTube o de otros sitios, han sido rápidamente puestos bajo control por las propias empresas discográficas, con el fin de evitar que fuesen vistos como modelo. En nuestros días, y salvo excepciones, trabajar con una discográfica es casi la única manera de alcanzar un mercado masivo. Y eso, considerando los medios disponibles para la creación, la producción, el marketing y la distribución de música, no es lógico ni normal.
La situación lógica sería que surgiesen empresas capaces de gestionar la cadena de valor de los artistas y creadores sin llevarse por ello un margen demencial. Que una discográfica se lleve mucho más que el artista solo pudo tener sentido – si lo tuvo – cuando esa discográfica resultaba esencial para que el artista crease, produjese, se promocionase y distribuyese. Ahora no debería serlo. Sin embargo, si un artista intenta buscar mecanismos alternativos, suele encontrarse con que esas discográficas han blindado el acceso a canales de distribución que resultan aún estratégicos, y por tanto debe o bien hacer concesiones para llegar a ellos, o bien renunciar a utilizarlos, con todo lo que ello conlleva. Que no haya prácticamente ningún caso de artista que haya sido capaz de plantear una carrera exitosa en lo económico sin pasar por una discográfica es terriblemente significativo, pero no del valor que estas aportan, sino del nivel de estrangulamiento que han sido capaces de crear.
El reparto de márgenes, por tanto, es el verdadero problema. Utilizando su catálogo, las discográficas han logrado negociar con canales como Spotify o Apple Music estructuras de márgenes que perpetúan su modelo, y siguen dejando a los artistas simples migajas de rentabilidad. Cuando un artista se queja de que sonar en Spotify, por ejemplo, le deja únicamente unas pocas milésimas de euro, comete un error al hacer responsable de ello a Spotify, porque quien en realidad se está llevando la parte del león no es Spotify, sino una discográfica que, desde mi punto de vista de estudioso de la industria, no tiene modo alguno de justificarlo – pero que sin embargo, ha sido capaz de crear un círculo prácticamente imposible de romper. Si un nuevo jugador pretende distribuir alterando ese reparto de márgenes, se encontrará privado del acceso al catálogo. Si un artista no quiere seguir ese camino, no llegará a sonar e radios y televisiones. Y al usuario, entre tanto, le queda la alternativa o bien de integrarse en uno de esos sistemas buscando la comodidad y decidiendo si prefiere «gratis con publicidad» o «pago y escucho», o seguir accediendo a unas descargas cada vez más en desuso, no tanto por la inútil persecución a la que han podido ser sometidas, sino porque simplemente, en un mundo con ancho de banda y disponibilidad casi ilimitada, ya no resultan prácticas.
A estas alturas, lo realista parece aceptar que la música va a ser cada vez más ubicua, llegará a los usuarios mayoritariamente mediante streaming a través de cada vez más canales con fórmulas de diversos tipos (gratis con publicidad y pago por suscripción como las más populares), y que los artistas y creadores seguirán quedándose con las migajas de rentabilidad que las discográficas les quieran dejar para que su esquema siga resultando sostenible. Ante la escasa capacidad de esos artistas y creadores para buscar alternativas, todo indica que la situación evolucionará de esa manera, sin que aparezcan por el momento demasiadas alternativas.
¿Quiere decir eso, por tanto, que el panorama de la música, tras unos años convulsos, se ha «arreglado»? Pues más bien no. De las tres partes implicadas, se ha alcanzado un equilibrio en el que los usuarios han conseguido estar seguramente mejor que antes (ahora el acceso a la música resulta mucho más sencillo, más barato y con más alternativas), los creadores y artistas se han quedado básicamente como estaban (con su rentabilidad secuestrada por un tercero), y las discográficas han conseguido, tras consolidarse en tres majors y algunas independientes, mantener en algunos casos sus niveles de rentabilidad, y en otros incluso mejorarlos. Lo que en su momento pudo ser la promesa de una internet convertida en un canal que mejorarse la cercanía entre creadores y público y permitiese un acceso más directo y un reparto de márgenes menos intermediado, es hoy una lejana imagen borrosa que nunca llegó a materializarse. Lo que pudo ser verdadera transformación y disrupción, se quedó en simple reingeniería continuista.
This article is also available in English in my Medium page, “Online music: what did Napster really change?«
Pobres artistas, aunque igual que pasa en la música, me parece que pasa en el sector lácteo y otros tanto sectores.
Allí donde hay productores de bienes (músicos, agricultores, ganaderos) y por otro lado consumidores. Pero cuando entran en escena intermediarios con dudosa aportación de valor a la cadena pero que son demasiado grandes, solo pierden los productores de bienes y en último caso también los consumidores.
La fijación de precios de estos grandes intermediarios. Terminan por hacer pagar al consumidor hasta donde esté dispuesto a llegar y por otro lado obligan al productor a cobrar lo mínimo, para sobrevevir.
Todo el beneficio entre estas dos variables se lo llevan siempre los mismos, los intermediarios, cuya labor es meramente acumulativa, especulativa y en definitiva poco productiva.
Como siempre la única opción está en Internet, aquel productor que consigue llegar al consumidor, sin el intermediario chupasangre, conseguirá una remuneración digna de su trabajo.
No cabe duda que los intermediarios tiene muy mala prensa, pero no entiendo como personas cultivadas, mantinen esa opinión.
Los intermediarios dan un valor añadido, que es acercar los producto al mercado, si no lo hicieran, no tendrían razón de ser y desaparecerían, y si no lo hicieran de una forma económica, pronto los otros eslabones de la cadena, prescindirían de ellos, ocupando su lugar.
Como de hecho intentan las cooperativas de agricultores, que algunas casos tienen hasta tiendas al pormenor, sin que hayan conseguido aumentar sensiblemente los beneficios del productor, ni rebajar los precios finales.
Lo que si ocurre es que en algunos casos, las TIC mejorando la información y las comunicaciones, han permitido eliminar algunos intermediarios y eso se ha traducido normalmente, en mejores precios de venta, mas que en mejores precio a los productores.
La existencia de los intermediarios no es un problema. El problema está en el abuso de los intermediarios en comparación con su valor añadido.
Exacto, el abuso de la «economia especulativa» frente a la productiva.
La compra local puede resolver el problema de abuso de intermediación. Cada vez hay mas cooperativas locales que venden productos frescos de la zona. Son los propios agricultores los que llevan los productos frescos a la cooperativa local.
Quizás con la musica podría pasar lo mismo. Los grupos locales tocan en locales físicos de su zona, y cobran la entrada. Asi podrían desengancharse de las discográficas. Y si son muy buenos, saldría a las regiones adyacentes.
Me hace el efecto que los creadores, los músicos, habían fiado demasiado a la venta de discos como fuente de ingresos, olvidando todas las demás alternativas, en especial la actuación en directo.
Cuando venta de soportes, (discos, cd, dvd), se ha acabadoo, han tenido que volver, (obligado te veas), a buscar otras formas de finaciación y mal que bien, las están encontrando. Aun no se han curado de la pérdida de ingresos por venta de soportes físicos, pero en mi opinión van reduciendo la diferencia de ingresos, entre lo que recibían antes y lo que reciben hoy.
Incluso hay que le han cogido el tranquillo al nuevo sistema y obtienen hoy cantidades que antes nunca hubieran obtenido, porque habrian quedado en manos de los intermediarios.
Otre cosa es la situación de los intermediarios, que vivían de comercializar los soportes físicos. Para esos no hay solución, Como los que vivían de arreglar relojes, fabricar pañuelos de tela, o de repartir telegramas, se ha acabado el negocio y tienen por fuerza que buscarse otro. Qué se lo va a hacer.
Me interesaría saber en qué fuentes y con qué datos apoyaría Gorki esa opinión de que los músicos han ido recuperando los ingresos perdidos por la caída en la venta de discos.
La venta de discos tenía muchas ventajas, y no solo para discográficas y distribuidores. Para empezar, muchos músicos podían, incluso con cifras de ventas muy modestas pero repartidas geográficamente por todo el mundo, vender lo suficiente para dedicarse durante varios años a su propia evolución musical. Y esas ventas, aun siendo mínimas, cuando conseguían alcanzar una masa crítica suficiente, permitían que incluso músicos underground pudieran pagar facturas y vivir de una creación que no era necesariamente del gusto del mainstream.
Son esos músicos pequeños, los que antes vendían modestamente, los que más han sufrido el cambio tecnológico. Ahora, si quieren pagar facturas, y no hablo ni siquiera de vivir en el lujo, tienen que actuar en directo constantemente. Y eso tiene su lado positivo, porque los enfrenta a su público, pero también muchos aspectos negativos.
Por mencionar solo uno, pues no quiero extenderme mucho más: ¿por qué iba un músico underground a venir hasta Madrid a tocar, cuando quizá no llene ni una sala de 100 personas?
Yo he visto en directo a Ted Leo, una leyenda del rock menos mainstream de EEUU, un tipo con 30 años de carrera, y nada sospechoso de defender el statu quo discográfico, que en realidad con la pérdida de ventas ha sucedido como con la economía: la han sufrido mucho menos los grandes que los demás. Los artistas fuera del mainstream ahora tienen que pasar fuera de casa 300 días al año para pagar facturas. Insisto: pagar facturas, que no vivir en la opulencia.
Eso desgasta, y ha reducido mucho la vida y la producción de los grupos y los músicos. Porque si alguien quiere dedicarse a desarrollar su música, o a investigar, o a simplemente descansar, tiene que abandonar la música como dedicación a tiempo completo.
Ne gusta nucho el jazz y sigo a la Sant Anndreu Jazz Band que es una bande nacida en una escuela municipal de música de Barcelona. De ese grupo han nacido dos grupos de Jazz el de Andrea Motís y el de Eva Fernández, dos grupos musicales que parten de la cero, en un estilo de minorías como es el jazz.
Pues así y con solo la ayuda de Internet no les faltan actuaciones ni ingresos y lo que es más curioso , poniendo gratuitamente toda su obra en Youtube, aun han saco cinco o seis CD y se venden. A esto me refería yo cundo decía «que le han cogido el tranquillo al nuevo sistema y obtienen hoy cantidades que antes nunca hubieran obtenido».
Por cierto estos «músicos undergraund» se han permitido venir a Madrid, sino que han hecho una tourne por Japón y tienem planificada otra en USA, Creo que Anderea Motís, tiene unos 20 años, y Eva Fernandéz quizá no llegue.
Estos no son mas que unos entre los muchos que utilizan Internet para conseguir ingresos indirectos por otros medios, que sustituyen, te concedo y lo indiqué, en parte los ingresos que proporcionaba las discográficas a los autores, que siempre fueron migajas de lo que se obtenía de la venta de discos.
Es lógico pensar que entre las habilidades fundamentales de los artistas no está la de saber hacer negocios, y que necesitan quién se ocupe de ese aspecto, desde la figura del representante hasta la de la discográfica, pasando por «el empresario» o «el promotor».
Parece que cuando hablaban atacando al público y defendiendo sistemas obsoletos hablaban desde la ignorancia y repitiendo como loros lo que oían de quienes le llevaban estas cosas. Por tanto, y por supuesto, con esa falta de control sobre el negocio, han quedado como el último mono de esta historia.
Ahora ha surgido «Tidal» como un intento de tener mayor control de la cadena de distribución en el mundo digital.
Ya Charles Chaplin y otros artistas fundaron en su día la United Artists para luchar contra los grandes estudios de la época, y les calificaron de algo así como los locos dirigiendo el manicomio. Pero funcionó.
Quizás es la única forma.
Desde el punto de vista del consumidor comentar que estuve suscrito durante un año a Spotify y resultó que un artista de la talla de Brian Eno ( no es de los 40 principales), por poner un ejemplo, no estaban en catálogo o que los nuevos lanzamientos se postergaban indefinidamente. Me parece que su catálogo únicamente se nutre de las discográficas y esa pretensión que tienen de que escuches una determinada música. El streaming, por otro lado, necesita una buena conexión, cosa que no ocurre allí donde uno la necesita; en fin que dejé el servicio. Ahora prefiero comprar en amazon o recurrir a noisetrade, descargar, grabar en un reproductor mp3. A lo mejor, más adelante, cambio el sistema pero por el momento a la vista del panorama creo que es la mejor opción aunque resulte cara
Brian Eno, mucho pides tu … gran compositor de música electronica por supuesto de la edad de los Beatles … las nuevas generaciones siempre han tachado de ridiculas a las anteriores, «de anticuadas» … todo eso cambió cuando vino internet … en el 2000 los niños si querian música tenian que criarse con la que escucharon sus padres, y en el 2015 si quieren música tendra que criarse con la música que escucharon sus abuelos, no hay otra … un ordenador vulgar gana facilmente a un jugador de ajedrez, elimina el trabajo de músico o escritor, pero el trabajo de albañil o gente que lava a los viejos o los de esclerosis multiples, o jardineros que poda un pino, o peligroso trabajo de bombero fuego y alturas etc esos trabajos penosos siguen ahi … tecnologia lo llamaban, porque no lo es, la degradacion del trabajo intelectual su pirateo y abaretamiento que trae internet, nos mete en una crisis global crónica de la que no se ve ninguna salida … Orwell se quedo MUY corto con 1984 …
De tu comentario solo saco una cosa en claro, tu no has leido a Orwell. ¿Qué tiene que ver el Gran Hermano con los problemas de los músicos e intelectuales en general para darse a conocer del público?
1984 de Orwell o cualquier otra gran obra, jamas pretende adivinar el futuro porque eso no es posible, son mas bien metáforas o caricaturas de una situacion que se prevee, y en realidad vale para cualquier comparacion, en este libro que costaba unas cien pesetas en los 90s la mayoria de los autores que aparecen no comparan 1984 con el mundo de los paises comunistas, sino curiosamente con la situacion en Inglaterra y el mundo capitalista en general http://www.tercerafundacion.net/biblioteca/ver/ficha/5002 en aquellos tiempos me parecio ridículo pero hoy dia se aprecia el acierto total tal como ha evolucionado las cosas … Orwell es el gran autor que consigue que contemporaneos con premio Nobel y gigantes de la época, como Heminguay, Faulkner, Herman Hesse, parezcan enanos soporiferos, es como cuando corre Usaint Bolt que parece que esta corriendo contra niños en comparacion, cuando a su lado compiten los mejores esprinters del planeta … aqui, una muestra de la clarividencia de Orwell y como en «Homenaje a Cataluña» sobre la guerra civil, ya, tal vez sin saberlo, describe con toda la razon y toda la argumentacion que Cataluña es España, y estos sin enterarse, aqui va el magistral parrafo de, como siempre, la magistral novela, que describe que es lo que ocurre cuando se tomaba cualquier tren en Cataluña ( España ) en los años 30s;
«…Como regla general, las cosas ocurren demasiado tarde, pero, ocasionalmente —de modo que uno ni siquiera puede confiar en esa costumbre—, acontecen demasiado temprano. Un tren que debe partir a las ocho, normalmente lo hace en cualquier momento entre las nueve y las diez, pero quizá una vez por semana, gracias a algún capricho del maquinista sale a las siete y media. Tales cosas pueden resultar un poquito pesadas. En teoría, admiro a los españoles por no compartir la neurosis del tiempo, típica de los hombres del norte; pero, por desgracia, ocurre que yo mismo la comparto… «
Es increíble como en un artículo sobre la comecialiazación de la música se acabe hablando del tema de Catalunya , decia usted que Orwell hablaba de neurosis?
Afortunadamente el catálogo de estos servicios mejora día a día (que falta hacía). Ahora mismo ya puedes encontrar la discografía completa de Brian Eno en Spotify (https://open.spotify.com/artist/7MSUfLeTdDEoZiJPDSBXgi), e imagino que también en otros.
Es llamativo el contraste entre la música y los libros. Con los libros electrónicos sí que ha ocurrido que un buen número de escritores se han hecho ricos y famosos auto-publicando, sin haber pasado previamente por una editorial.
¿Por qué? No lo sé. La explicación de que la radio y la televisión siguen controladas por las discográficas se me antoja incompleta. Las editoriales siguen controlando el papel, y este sigue siendo importante, pero eso no ha impedido el auge electrónico de los escritores que auto-publican.
Tal vez la respuesta esté en que los músicos no han tenido un Amazon. Spotify es en parte propiedad de las discográficas, Apple pactó con ellas y nunca se ha preocupado de promover la auto-publicación de canciones en iTunes, y Youtube es un gigante de la música por accidente, dado que es un sitio de vídeos, no de canciones. Amazon, por el contrario, ha estado siempre a la gresca con las editoriales, y ha promovido la auto-publicación todo lo que ha podido y más.
Pienso por tanto que hay una excelente oportunidad de negocio para la primera punto-com que sepa ponerle el cascabel al gato. Que tenga las canciones de las discográficas, y que al mismo tiempo promueva la auto-publicación, contrarrestando así gradualmente el poder de estas.
En cuanto a la piratería, cada vez quedan menos cosas para piratear. Las aplicaciones y los juegos ya los tenemos gratis en Android, la música también gratis en Youtube, muchos libros están tirados de precio en la Kindle Store, y para series y pelis el mes que viene llega Netflix a España. Dentro de poco, lo único que va a merecer la pena piratear es el fútbol :-)
Las «simples migajas de rentabilidad» de las que hablas han convertido en multimillonarios a numerosísimos artistas de todo el planeta y han sido ellos quienes, por acción (Napster/canon digital) o por omisión, han consentido/conseguido que el modelo, como bien dices, continúe. Los artistas ( pongamos los 1000 o 10000 súper ventas ), que son los que realmente podrían haber cambiado las cosas, están muy a gusto como están, con sus migajas de rentabilidad y no solo están con la industria, sino que son su verdadera baza.
La «parte del leon» que se llevan las discográficas está plenamente justificada sencillamente porque ellas la han creado. De qué forma sino iban a conseguir unos cuantos chavales con algo de talento vender cientos de millones de discos en todo el mundo en el último tercio del siglo XX. No es sólo la cuestión del soporte y la distribución, es la atención que les consiguieron, creando un mercado masivo y global hasta entonces inexistente. Finalmente se llegó a una situación tipo el ganador se lo lleva todo y, por supuesto, los artistas establecidos no están dispuestos a renunciar a ella.
En cuanto a » que no haya prácticamente ningún caso de artista capaz de plantear una carrera exitosa en lo económico sin pasar por una discografica…» , creo que habrá bastante gente que viva de la música sin discografica y eso puede considerarse exitoso en lo económico. Si nos referimos a hacerse multimillonario vendiendo discos o a vivr de las rentas de tres o cuatro discos el resto de tus días, creo que esto pertenece a un momento muy concreto de la historia que se acaba y no volverá a repetirse y que tuvo mucho mas que ver con las discográficas que con cualquier otra cosa.
El negocio de las discográficas fue convertir el «acceso» en «posesión». Ahora recorremos el camino inverso, pero el negocio es SUYO.. Hasta su aparición, la música era irremediablemente acceso.
No estoy de acuerdo en absoluto. Si eso es así estamos picando como pinines. El streaming es un timo. Carisimo y dependiente de tarifas de datos que hay que vitaminar pagando aún mas. Luego resulta que muchisima música simplemente no está. Y además se escucha fatal y dependes de la cobertura, y además se bebe tu batería. Truño vestido de seda. Sigue siendo preferible comprar discos o canciones digitalmente. Lo que compras es tuyo para siempre, no caduca. Siempre se escucha al menos decentemente, y no dependes de tener red. Lo puedes grabar donde quieras, etc. No cuela esa moto. Y diría muchas mas cosas si no estuviera escribiendo desde mi nexus.
Y no olvidemos además que gracias a los que siguen comprando soportes de plástico se mantiene el chiringuito. La SGAE lo agradecerá. jajaja.
Lo que no nos damos cuenta y ahora lo hablamos con total normalidad y naturalidad, es el hecho, de ofrecer productos y servicios basados en la disponibilidad y en la abundancia, combinar un fremium con un longtail, pasar a una tarifa plana, cambiar la cadena de valor, pasar de sentido de pertenencia del objeto materialista al disfrute y consumo de experiencias enriquecedoras, y en definitiva el modelo de negocio completo. Todos estos cambios han sucedido rápido y en muy pocos años y lo que no nos damos cuenta es que la industrias de la música y el video fueron y son las primeras en mostrar una capacidad de innovación sin precedente. Ahora hablamos mucho sobre economía colaborativa y servicios de cualquier tipo que puedas disfrutar de manera instantánea y online (on demand), cloud, big data etc etc conceptos aplicables a prácticamente cualquier industria de cualquier tipo y la raíz siempre vendrá de las dos industrias citadas.
Bajo mi opinión la música puede estar pasando por su tercera oleada de disrupción, en la que hay una convivencia entre los nuevos actores, las viejas discográficas, los creadores y los consumidores. Los spotifys son compañias de alto valor y cotización, las discográficas han pérdido margen pero han ahorrado costes apoyándose en la plataforma de un tercero, los creadores ven mermados sus ingresos, pero como paradoja llegan a una audiencia sin precedente y los consumidores disfrutamos de servicios de alta valor añadido a cambio de una tarifa plana razonable. No hay tanta disrupción si no que la nueva manera de organizar el negocio ha redistribuido el flujo de capital.
Sobre la conceptualización global de reproducciones de streaming Youtube prácticamente concentra la mitad del mercado, los Spotifys reúnen la otra mitad, sin embargo el 75% de los ingresos en la cadena de discográfica-creador viene de los segundos siendo el 25% el flujo captado por Youtube, que además tiene un catálogo más amplio que los Spotifys. Ese es el motivo por el cuál Youtube puede estar generando la cuarta ola, teniendo en cuenta que a futuro los interfaces pueden cambiar hacia una realidad virtual donde la visualización y el formato tiene mayor peso, podría ocurrir que tanto video como música converjan en un único servicio, personalizado y con un mayor nivel de interactividad y personalización.
Puede ocurrir que los creadores usen a las discográficas como trampolín y una vez que generen masa, pasar a plataformas de crowsourcing usando canales gratuitos de promoción que evitarían el paso por el intermediario.
El cualquier caso la clave sigue siendo el valor que aportes a tu usuario, con la reciente entrada de Apple music, Spotify ha tenido que espabilar y por fin disfrutamos ahora de algoritmos de machine learning que junto con el Big Data te ofrecen una experiencia personalizada satisfactoria. Con este hecho te das cuenta del valor del TIEMPO y la competencia entre empresas del mercado, más que la idea, el equipo o la financiación. Dude sobre darme de baja de Spotify hace unos meses hasta que sacaron el Descubrimiento semanal. Estuve haciendo memoria y resulta que el directivo que lo ha hecho posible viene de LASTFM, que hace 10 años saco el mismo servicio que disfrutamos unos pocos usuarios aislados. La idea era y es genial, el tiempo y la preparación de la sociedad para enterderla y adoptarla es la clave.
Por último y a modo de resumen, para los que somos muy melómanos no nos deja de sorprender la excelente salud de la goza la industria del Vinilo, aquí es cuando entiendes que puedes convivir con la última tecnología sin perder de vista la importancia de tocar, ver la portada y disfrutar tu disco. Quizá acabemos imprimiendo un vinilo en una impresora 3D, diseñaremos la portada personalizada, grabaremos nuestras playlist y los reproduciremos como una experiencia virtual con nuestras gafas holográficas.Sin duda quedan muchas ideas y retos.
Pues para mí, que un sitio de vídeos domésticos como Youtube tenga la mitad de las reproducciones musicales y más catálogo que cualquier servicio especializado en música (incluido el Vevo de las propias discográficas, que son vídeos musicales) es consecuencia de que durante años la industria musical se negó a adaptarse a Internet.
El vacío lo suplió la piratería. Hubo muchas descargas p2p de canciones, pero también muchos vídeos en Youtube cuya única finalidad era proporcionar la canción. Con cierta frecuencia la imagen del vídeo era una única foto estática, o una sucesión de unas pocas, y lo único que importaba era el audio (la canción).
Las discográficas estuvieron ordenándole a Youtube la retirada de miles y miles de vídeos con canciones, pero siempre había gente que los volvía a subir. Al final, después de años, las discográficas acabaron por tirar la toalla. Permitieron Spotify (después de adquirir casi regaladas parte de sus acciones), y empezaron a subir ellas mismas sus vídeos a Youtube (incluidos los de Vevo), y a permitir (cobrando) que siguieran allí los vídeos con canciones subidos por otros.
Como dices, pese a representar la mitad de las reproducciones, Youtube solo supone la cuarta parte de los ingresos. La industria musical está pagando así su ceguera del pasado. Y los músicos, por supuesto, siguen pagando el no haberse desligado de las discográficas, casi todo el dinero obtenido se lo quedan estas.
Diego A. Manrique en El Pais: palabra de Dios.
http://goo.gl/NVmmAQ