A medida que van publicándose más análisis y extrayéndose más conclusiones sobre los datos robados y publicados del servicio de citas Ashley Madison, más vamos aprendiendo sobre las características de su indudablemente cuestionable servicio, pero también sobre la esencia de la mismísima naturaleza humana y su interacción con la tecnología. Más allá de tratar de hacer juicios de valor sobre la vida sexual de sus usuarios, a lo que invita realmente es a reflexionar sobre cuestiones mucho más complejas, como la búsqueda de la satisfacción a través de entornos fundamentalmente virtuales.
Una serie de análisis llevados a cabo por Gizmodo concluyen, como han hecho también otros, que por las razones que sean, su propuesta de valor centrada en la búsqueda de relaciones al margen de la pareja habitual («Life is short. Have an affair.») había seducido fundamentalmente a una base de usuarios abrumadoramente masculina. Un sesgo que, además, aparece expresado en el propio diseño de la plataforma: en un esquema abiertamente sexista que recuerda profundamente el de los locales de ocio en los que únicamente los hombres pagan pero las mujeres entran gratis, los usuarios masculinos de Ashley Madison tenían que abrir una cuenta de pago para poder contestar mensajes, pero los femeninos podían enviarlos gratis.
Tras ese primer análisis de Gizmodo en el que se revelaba el fortísimo desequilibrio entre usuarios masculinos y femeninos en la base de datos del servicio, y que de hecho, la gran mayoría de las usuarias parecían ser cuentas falsas que nunca habían hecho uso del servicio, la compañía publicó una nota oficial en la que declaraba que las conclusiones no eran reales, que había bastantes más mujeres utilizando su servicio, que el servicio no era una estafa, y que de hecho, estaba experimentando un fuerte crecimiento a partir de la publicación de los datos robados debido a la gran cantidad de personas que habían conocido sus servicios. Básicamente, tratar de refugiarse en la idea de «toda publicidad es buena publicidad«, como si el hecho de haberse dado a conocer que sus prácticas de seguridad eran un total y absoluto desastre no fuesen a disuadir a nadie que hipotéticamente se hubiese visto atraído por sus propuestas.
Pero la cuestión va aún más allá: un nuevo análisis de Gizmodo, de fascinante lectura, revela una conclusión interesantísima: no solo la presencia de mujeres en el servicio era presuntamente muy escasa, sino que además, muchas de esas supuestas mujeres eran en realidad bots creados por la compañía para incitar a los usuarios masculinos a abrir una cuenta de pago. Agentes programados, denominados internamente engagers, diseñados para entablar conversaciones sencillas con hombres, con protocolos para registrar las interacciones y evitar la repetición, pensados para excitar a usuarios hasta el punto de estar dispuestos a pagar para poder continuar esas conversaciones. La enorme desigualdad en la interacción de los usuarios masculinos y femeninos no provenía, por tanto, únicamente de la ausencia de usuarios femeninos, sino del hecho de que Ashley Madison programaba a sus bots para entrar casi únicamente en contacto con hombres, que eran quienes pagaban.
Crear un servicio para que millones de hombres crean estar hablando con mujeres reales y paguen por ello no es poca cosa, y nos debería llevar a ciertas reflexiones. La primera parece clara: si alguien logró realmente abrir una cuenta en Ashley Madison y terminar teniendo una aventura sexual con una persona de carne y hueso, puede estar orgulloso de sus habilidades, porque incluso pensando que la primera idea de su fundador fuese facilitar ese tipo de encuentros, el servicio había devenido en algo completamente diferente. La segunda, lógicamente, está en pensar hasta qué punto está siendo infiel una persona que se limita a charlar a través de una pantalla ya no con una mujer… sino con un bot. Entre imaginarnos a los usuarios de Ashley Madison como esposos infieles saltando físicamente de cama en cama, y visualizarlos como ingenuos estafados que proporcionaban su número de tarjeta de crédito a cambio de poder mantener conversaciones con bots programados para simular mujeres deseosas de un encuentro, va una enorme distancia. De hecho, si muchos hombres fueron engañados por esos bots hasta el punto de entregar los datos de su tarjeta de crédito, ¿podemos interpretar que esos bots superaban el test de Turing? ¿O únicamente tenían que ser capaces de simular unos cuantos mensajes estandarizados que los hombres al otro lado interpretaban como procedentes de una mujer real?
Obviamente, no se trata de conclusiones absolutas, es más que posible que algunas de las conclusiones sean erróneas o que se basen en unos datos que reflejaban de manera mayoritaria esas interacciones con bots y no las interacciones reales que podrían presuntamente existir, pero no deja de ser un ejercicio mental interesante. Parece difícil pensar que una aplicación que estaba presente en más de cincuenta países y que había logrado ascender, según la propia compañía, hasta el número 14 en el ranking de ingresos, basase su actividad de manera mayoritaria en bots programados para simular mujeres en busca de una aventura, salvo que nos encontremos ante un fenómeno en el campo de la inteligencia artificial.
Por otro lado, que el servicio fuese en realidad una estafa mayúscula similar a la de aquella escena de Minority Report en la que los usuarios de una especie de salón recreativo se dedicaban a vivir aventuras completamente virtuales en las que participaban en una orgía o eran aclamados por multitudes aportaría toda una nueva perspectiva a la dimisión de su creador o a los casos de chantaje que algunos usuarios que aparecieron en la base de datos han comenzado a sufrir. Todo muy frívolo, sí, pero de nuevo: no es lo mismo que chantajeen a alguien porque estaba siendo físicamente infiel a su pareja en una habitación de hotel, frente a que lo hagan porque se dedicaba a chatear con bots frente a la pantalla de un ordenador. ¿O tal vez sí, y la infidelidad está ahí independientemente de lo físico? ¿Existe una «infidelidad virtual» como tal, reprochable en términos similares a la «infidelidad real»? Todo indica que algunos o muchos de los usuarios de Ashley Madison se habían limitado, en realidad, a poco más que a cruzar unos cuantos mensajes insinuantes con un bot, algo que los coloca más en el ámbito de quienes consumen porno o quienes juegan a un juego con algún componente sexual, más que a otras cosas que posiblemente sus parejas encontrarían más reprochables. ¿Cabría, por ejemplo, imaginar un servicio similar con dinámica de juego y destinado a satisfacer similares instintos?
En términos de interacción hombre-máquina, está claro que nos queda mucho por ver.
This article is also available in English in my Medium page, “Ashley Madison: how much AI do you need to trick a horny man?«
Siendo una persona muy abierta de mente siempre he considerado que la infidelidad no es un termino cerrado. La infidelidad siempre estará ligada a la pareja en cuestión. Me explico. En una relación abierta donde ambos sujetos aceptan que la otra parte vea a otras personas, no existe infidelidad, aunque haya contacto físico y todo lo que te puedas imaginar. Gente fuera de esa pareja dirá que cuando te acuestas con alguien fuera de tu pareja estas cometiendo una infidelidad, pero si la pareja en cuestión no lo ve así, no hay infidelidad. Al mismo tiempo si tu sabes que tu pareja es alguien celoso/a para el que el mero hecho de pensar en acostarte con otro no es aceptable, estas charlas de con bots serian una infidelidad, aunque no haya contacto físico. Es por eso que la infidelidad no es un concepto fijo, sino que esta en la mente y en los ojos de quien la sufre, ya sea físicamente o de intención.
«En una relación abierta donde ambos sujetos aceptan que la otra parte vea a otras personas [y tengan relaciones], no existe infidelidad».
Tienes que partir con la premisa de que una relación de pareja exige una fidelidad. Si no, se convierte en otra cosa, que es lo que tú propones. Cuando vives con una persona la quieres a ella solamente. Es realmente raro vivir con alguien y que los dos acuerden que se pueden acostar con otras personas. Evidentemente ahí no hay fidelidad, porque en ese momento, sencillamente, la otra personas no te importa nada.
Es decir, Pablito, que si una pareja establece unas normas que no encajan con las tuyas:
1. no pueden ser fieles a sus normas y además…
2. no se quieren.
Si, como dice Enrique «en términos de interacción hombre-máquina, está claro que nos queda mucho por ver.» me parece que también puede decirse lo mismo de las interacciones entre personas. O eso espero.
No podría estar más de acuerdo con PERPLEJO. Me encuentro a diario con personas que piensan (y además se atreven a decírmelo a la cara) que no quiero a mi pareja, por la simple razón de que tengo contactos sexuales y afectivos con otras personas.
La fidelidad no se mide por lo que el resto del mundo cree, sino por lo que la propia pareja define como «sí» y «no».
Como si el amor, el afecto o el deseo sexual fuese un recurso limitado. Vivir para ver.
Reconozco que no he seguido el asunto demasiado porque no me interesa, pero hay algo que no me encaja. El que en un servicio para conocer gente haya perfiles falsos y bots, es habitual. Hablemos de Tinder, Badoo, POF, happn y similares. Y no es que tengan una inteligencia artificial que te haga creer que estás hablando con una persona real, sino que se trata de servicios freemium, de forma que te enseñan tus opciones, y si quieres acceder sin limitaciones al servicio tienes que pagar. Pero como digo, lo que no entiendo es que si en un servicio de conocer gente en general puede ser aceptable que puedas intercambiar mensajes para ver si te gusta esa persona, o tenéis algo en común, en un servicio tan orientado como este a una infidelidad, ¿al final los usuarios (masculinos en su inmensa mayoría) pagaban, se contentaban con aspirar a que les respondieran a un mensaje y nunca (estadísticamente hablando) pasaban a mayores y aún así lo seguían intentando? Imagina una persona que quiere ser infiel, ¿y que paga un servicio durante meses, o un año, o lo que sea, sin obtener nada a cambio? A mi no me cuadra. Esto no era un servicio de ten paciencia para conocer a tu alma gemela, sino de encuentra a alguien para poner sal a tu vida ya. Y es que no estamos en los tiempos de los chats de los 90 en que nadie tenía cam. ¿Quién se puede imaginar de un bot que te da largas, que no te pone la cam, que no quiere quedar contigo, y así durante meses en un servicio de infidelidad y que sigas pagando? Además, tal y como parece que dicen los informes estos, la mayoría de perfiles femeninos nunca se habían usado, por lo que tampoco respondían mensajes. Es todo muy raro, no sé si esconde algún tipo de prostitución encubierta, o una web de trileros. Puede que algún día lo sepamos.
Dentro de un tiempo, se dirá aquello de «mientres más que Ashley Madison»… Yo creo que las mentiras son tantas que se entrecruzan y se confunden entre sí. No se trata solo de perfiles falsos de mujeres y bots, sino también -y estoy seguro- de millones de perfiles falsos de hombres.
El otro día descubrí que la ciudad pequeña de menos de 14000 habitantes donde tengo la casa de España en Salamanca, dicen que había unos cincuenta usuarios -puede ser-. Lo que me llamó la atención es que, muy cerca, en Navacarros, un pueblito de 125 habitantes -casi todo gente muy mayor y sin internet- había ni más ni menos que 145 infieles. Me parece que es un disparate. Una colección de mentiras para gente tan pobre que necesita imaginar infidelidades con lo bien que se puede vivir encontrando y disfrutando de la pareja apropiada…
A eso me refería con web de trileros. Busca una bolita que no existe. Eso si, ahora publicidad gratuita por todas partes. Pero tampoco descarto que hubiese gente que si que conseguía su infidelidad, pagando, claro, de ahí mi otra explicación a esto…
Este servicio de Ashley Madison, me retrotrae mis tiempos de juventud, cuando muchos manteníamos seriamente, que follar no era un pecado, sino milagro.
Así que había miles de hombres, dispuestos a soltar la pasta, para conseguir contactar con una mujer, y resulta que esa «mujer» no era de carne y hueso , sino un bot que no pasa mi primero de EGB del Test de Turing, ¡¡¡ y no se daban cuenta del cambiazo !!!.
Sinceramente, los hombres no somo unos salidos, es que tenemos una imaginación tan desbordada, que somos capaces de ver una mujer en el palo de una escoba.
Yo aquí hablo por la experiencia real de varios amigos míos que si la han utilizado. (Que conste que no es como el chiste, que dice cuenta la historia que le ha pasado a un amigo….Reto a cualquiera a buscar en la base de datos a ver si encuentran algún dato mio, como os podéis imaginar al ser públicos los datos no iba a escribir esto)
1. Mis amigos la utilizaron durante mucho tiempo, con lo cual no fue algo puntual. (lo que quiero decir es que si funcionaba)
2. Contactaron con varias mujeres que además en seguida les dieron sus móviles y quedaron con ellas.
3. Ninguno recuerda haber encontrado un perfil falso tipo robot. Si prostitutas de verdad y si mujeres con perfiles falsos pero para que no supieran quienes eran para protegerse por si las encontraba su marido o un conocido.
Dicho esto no dudo que no hubiera perfiles falsos, pero que ni mucho menos eran la mayoría y que si es cierto que era utilizado por muchas personas, al menos en España.
PD: Como anécdota decir que conozco a una mujer que se dio de alta en secreto con perfil falso para encontrar a su marido….y claro que lo encontró
La infidelidad comienza desde el momento en que existe una intencionalidad de llevarla a cabo, dudo que los usuarios de la plataforma fuesen conscientes del fraude que supone la creación de perfiles femeninos falsos para igualar la balanza entre hombres y mujeres, para ellos existía una alta probabilidad de echar una cana al aire. Este escándalo no solo afecta a esta plataforma, es mas que probable que se extienda a otras del tipo «contactos» habida cuenta que solo el 5% o menos de las usuarias reales del servicio eran mujeres, algo bastante esclarecedor de la asimetría de intereses de uno y otro sexo.
Yo pagué hace unos 2 años, creo recordar, unos 60 euros al cambio de entonces. Como bien dice Enrique las mujeres no pagan, mientras que a los hombres les cuesta 5 créditos (por los 60 euros creo que recibí 100 créditos) enviar el primer mensaje a una mujer (el resto de mensajes enviados al mismo perfil no se pagan). Además, ofrecen ser «usuario destacado», opción en la que jamás gasté mis créditos porque sabía que no iba a servir de nada.
Vivo en la provincia de Huesca. Conseguí intercambiar algunos mensajes con una supuesta chica (sus fotos no parecían falsas) hasta de un buen día dejó de escribirme.
Lo curioso es, como alguien ya ha comentado, que en pueblos de pocos habitantes de la provincia se daban de alta perfiles de supuestas chicas jóvenes. Nunca me lo creí, sabía que eran perfiles falsos creados por la propia empresa.
Ahora, cuando me quedan 10 créditos para escribir a 2 chicas (5 cada primer mensaje, recordad) tenía claro que una vez gastados infructuosamente me iba a dar de baja. Porque en 2 años no he conseguido ligar, aunque también podría ser porque lo que busco es demasiado específico, lejos de lo que yo llamo «sexo tradicional».
Y ahora que no he ligado en 2 años y me iba a dar de baja… van y atacan la base de datos. Bueno, esto me da igual porque no puse mis datos reales y el correo electrónico que utilicé para darme de alta solo yo conozco que existe.
Ayer recibí como basura en esa cuenta un correo en inglés que dice, resumido, que si me quiero dar de baja en Ashley Madison me cobrarían 19,90 USD para no borrar mis datos realmente, como han demostrado al atacar la base de datos; que ellos (los atacantes) sí que cumplen lo que prometen; y que iban a hacer públicos datos personales de todos los usuarios.
Decían que, claro, esto podría suponer un problema con mi familia o en mi trabajo… y que, opcionalmente, podía pagar 0,5 Bitcoin (unos 100 USD) para que mis datos no se hicieran públicos…
Lo que más me sorprendió fue lo de «opcionalmente», jeje.
En fin.. además de tener mucho de timo, con perfiles creados mediante software, cobrar solo a los hombres, la guinda del pastel la han puesto los que han robado los datos.
Eso sí: me gustaría contactar con alguien que consiguiese tener una aventura, porque creo que es imposible. Vivir para ver…
Jejeje. Como serie cómica, Ashley Madison no tiene precio. Mi favorita es la del gran defensor público de los valores familiares que tenía 2 cuentas de pago.
Para que luego digan que los ordenadores no pueden reemplazar a los seres humanos en cualquier trabajo. En los viejos tiempos de las party lines se usaba a mujeres de carne y hueso como gancho. ¡Ahora se usan fembots!
Matthew Herper (Forbes) crunching interesting numbers on Ashley Madison http://www.forbes.com/sites/matthewherper/2015/09/01/were-there-30-million-cheaters-on-ashley-madison-or-10-how-estimates-get-out-of-hand/
Confesión: Yo me registré en Ashley MAdison… XD
Fuera de coñas, lo hice, de la misma manera que me he registrado en una cincuentena de sitios más, que van desde lo más banal como sitios de parejas, hasta sitios especializados en programación. A mi me gusta saber como funciona el internet, no que me lo cuenten. La experiencia en los sitios de parejas va desde lo absurdo y ficticio; como aquellos que me ofrecen perfiles de rubias escandinavas que viven en zonas de alta marginación en mi país (WTF?); hasta aquellos con un algoritmo decente, que basándose en mis extravagantes gustos lingüísticos, me han sugerido personas que he comprobado, mediante búsqueda en otras redes (e.g. facebook), que son reales, que efectivamente hablan ese idioma exótico, y que viven en otro país. El punto aquí es que la experiencia en Ashley Madison, es como entrar a un bosque desierto. Nada destacable. No me imagino que tipo de personas habrán podido creer que estaban ligando con algún bot. Por cierto, ni siquiera estoy casado, no hay pecado de mi parte :) .
Ay enrique que te ha pillado tu mujer en esta lista y el post lo has escrito para librarte de una buena en casa…
Hace años, hubo una página ¿mejicana? -no recuerdo cual-, en el que había un ejército de gente, simulando ser mujeres; porque los hombres pagaban. Esto es igual.
Las páginas de juego de cartas online ¿descubriremos que en un tiempo, que se falsean los resultados?
¿Toda publicidad es buena publicidad? ¿Lo importante es que hablen de ti aunque sea mal? FAL-SO. Sino que se lo digan a presos, estafadores y políticos corruptos… lo «bueno» de hablar de tí mal.