La nueva iniciativa anunciada por Amazon, pagar a los autores de libros en función de cada página leída por los usuarios, suena tan provocativa como interesante, y es una prueba de cuánto puede llegar a cambiar una industria cuando se adopta un nuevo desarrollo tecnológico.
De acuerdo, la iniciativa de Amazon no es un cambio radical, no es algo que se vaya a aplicar a todos los libros de todos los autores de la noche a la mañana: comienza únicamente con los autores que publican obras editadas a través de la propia Amazon y que están incluidos en los esquemas Kindle Unlimited o Kindle Owners Lending Library. Las dos fórmulas en las que se aplica son, en efecto, de alcance razonablemente limitado. La primera, disponible en numerosos países entre los que se incluye España, es un club de lectura en el que los usuarios pagan unos diez euros por el acceso en modo tarifa plana a un repositorio de más de 750.000 títulos. La segunda, disponible por el momento únicamente en los Estados Unidos, permite a los propietarios de un Kindle tomar prestado gratuitamente y sin fecha de vencimiento hasta un libro al mes. Sobre el total de ingresos obtenidos por estas iniciativas, Amazon destina un determinado porcentaje a repartir entre los autores, y lo que está planteando es, simplemente, pasar de repartir esos ingresos en función del número de descargas de los libros y hacerlo en función de las páginas consumidas. No son iniciativas mayoritarias, aunque sí de popularidad claramente creciente. Pero el – por el momento limitado – alcance de la iniciativa no hace que resulte menos fascinante desde el punto de vista de análisis de la disrupción.
¿Que evidencia el movimiento de Amazon? La primera cuestión evidente es que, en la era de la lectura electrónica, el concepto de libro ha cambiado completamente. ¿Cuántos libros se compran pero nunca se llegan a leer? ¿Cuánto libros de los que son adquiridos están destinados a figurar en una librería, en una estantería, en una mesa de despacho o debajo del brazo, a modo de statement o señal, como advertencia del tipo «cuidadito conmigo, que me he leído este libro»? La lectura electrónica ha destruido esta idea. Un libro electrónico es descargado, pero no sirve para «pasearlo» o para «presumir» de que se tiene: su presencia es «invisible» – como bien saben, sin ir más lejos, todos los que gustan de consumir literatura erótica. El mismo atributo que supone una ventaja cuando se busca un consumo «discreto», se convierte en un inconveniente cuando lo que se intenta es lo contrario, «presumir» de lo que se lee, practicar un «postureo literario» que parece estar mucho más extendido de lo que muchos estarían dispuestos a admitir.
Pero ese atributo, que únicamente tendría consecuencias de cara al usuario y, a lo sumo, a su imagen y a su conciencia, se convierte en un problema de cara a una Amazon que lo que pretende es la stickiness, la «pegajosidad» de sus servicios: porque no se trata de tener muchos dispositivos repartidos por el mundo ni muchos servicios que permitan llenarlos en todas las modalidades disponibles, sino de ofrecer un servicio que los usuarios aprecien y valoren. Para Amazon, sea en su faceta editorial como en la de distribuidora, las perspectivas son mucho mejores si sus autores escriben libros que los lectores están locos por leer. No por poseer, porque esa noción ya está anticuada, y no por simplemente «tener» descargados en sus dispositivos, porque eso brinda réditos más bien escasos. El verdadero beneficio se obtiene de autores que estimulan el verdadero consumo, de los que se convierten, por la razón que sea, en auténticos page-turners, en libros que estimulan a un consumo mayor del servicio, porque la verdadera ventaja competitiva sostenible no se obtiene de tener muchos clientes, sino del hecho de que tus clientes te consideren un servicio imprescindible, por el que están encantados de pagar.
¿Significa un movimiento como el de Amazon un peligro de que se planteen obras de otro tipo, más de «consumo rápido», orientadas al sensacionalismo o a los cliffhangers? ¿Será la consecuencia de este movimiento un desplazamiento hacia obras más parecidas a los culebrones televisivos? ¿O será, más bien, una forma de redefinir la literatura adaptada a un nuevo soporte? De entrada, un libro ya no tiene que tener una longitud mínima como para que «se aguante de pie en la estantería»: puede tener la entidad que el autor estime oportuna, siempre y cuando invite a seguir pasando páginas, a consumir el contenido, que en último término debería ser el propósito de toda la cuestión. Además de posibles nuevos géneros o formatos literarios más propios para la lectura electrónica – o al menos, desprovistos de los sesgos que tenían antes de que existiese esta – como es el caso de los Kindle Singles, el movimiento de Amazon podría significar toda una serie de nuevas oportunidades para quienes sepan crear esos contenidos que son realmente consumidos, que demandan el gesto del cambio de página para seguir leyendo.
Por supuesto, un movimiento así ha demandado medidas de estandarización. Utilizar una letra más grande o unos márgenes más generosos para ofrecer así un número mayor de páginas ya no son recursos válidos, porque Amazon ha creado el Kindle Edition Normalized Page Count (KENPC) para evitarlo. Las ilustraciones sí funcionan, pero imagino que se pondrán en marcha medidas correctoras si estas son presentadas sobredimensionadas sin motivo o de alguna manera que sirva para distorsionar el consumo. Todo un nuevo entorno que responde al hecho de que la lectura electrónica, en realidad, es en sí misma y como tal un nuevo entorno, no simplemente el resultado de prescindir del papel. Del mismo modo que algunos ya hemos prácticamente abandonado la lectura en papel porque los inconvenientes superan enormemente a las ventajas si de verdad se lleva a cabo un consumo activo de la información (subrayar y apuntar), nos disponemos a presenciar el desarrollo de otro tipo de patrones también para otras obras, no necesariamente aquellas en las que llevamos a cabo ese tipo de lectura funcional.
El movimiento de Amazon, en sí, es mucho más que simplemente un cambio de incentivos, y podría llegar a tener consecuencias de muchos otros tipos.La lectura electrónica ya no pretende ser un simple «sustituto» del papel, sino iluminar toda una nueva gama de géneros y posibilidades. Si un número suficiente de autores recogen el guante lanzado por Amazon con nuevas creaciones que intenten aprovecharlo, en lugar de simplemente sentarse a esperar a ver qué pasa, tendríamos una consecuencia más que notable y, muy posiblemente, positiva: en la era del consumo electrónico, la literatura podría llegar a reinventarse.
This article is also available in English in my Medium page, “Amazon’s turn up for the books«
Yo he dejado de publicar novelas porque me di cuenta de que en el mercado de la autoedición estaban entrando muchos autores por su cara bonita. Me explico: Si además de ser un escritor novel no eres un personaje conocido, te encuentras que de buenas a primeras tienes que competir con una enorme cantidad de escritores noveles que tienen algo que tu no tienes. Ellos son conocidos, por salir en la televisión, o por alguna otra razón y tú no.
Quizás yo dentro de unos años vuelva a intentar publicar novelas, porque la reacción de los pocos lectores que llegaron a mi novela fue muy buena, pero eso no será antes de lograr algo de reconocimiento en cualquier campo que me permita darme a conocer. Puede que no tenga que esperar a eso si veo que las cosas empiezan a funcionar de otra forma.
Por otro lado he alucinado mucho con el éxito de algunas obras que no he sido capaz de terminar de leer. Hay que reconocerlo. Algunos se promocionan estupendamente, incluso consiguen premios literarios de gran prestigio que te hacen preguntarte como demonios consiguieron que les premiaran aquella mierda infumable.
Es muy desmoralizador que un autor novel tenga que luchar contra cosas que no tienen relación alguna con la calidad de lo que se escribe.
El negocio de la autoedición en la literatura esta funcionando con el modelo de los negocios de larga cola en los cuales se comercializa una enorme cantidad de basura.
Me parece normal que alguien quiera comercializar miles de obras sin ejercer controles de calidad rigurosos y caros, pero resulta que existe el sistema que ahora Amazón pretende usar y que serviría para separar el grano de la paja sin tener que gastarse dinero en contratar profesionales que juzguen la calidad de las obras.
Todos podemos comprar un libro electrónico movidos por una portada atractiva, una promoción convincente, una cara conocida de alguien que nos apetece conocer mejor, o en un impulso que te pille en un momento con la guardia baja, etc. Otra cosa muy diferente es terminar de leer ese libro . Terminar de leer un libro es un dato muy importante y conocer ese dato seguro que lo cambiara todo.
Amazón podrá distinguir la calidad de lo que vende y premiar a las obras más prometedoras transformando así su negocio de una manera radical.
Más le vale a la competencia copiar esta idea.
Hola,
Antonio, has probado por empezar a promocionarte a través de las redes sociales? Eso si, hay que ser constante y diseñar un plan para poder introducirte en el mundo virtual. Es un buen comienzo, y a partir de aqui pueden venir programas de radio o/y TV. Un saludo!
Salvando las distancias, es algo parecido a lo que hizo YouTube cambiando de valorar principalmente el número de visualizaciones por el de minutos de vídeo vistos. Ahora, un vídeo subirá más en los rankings cuanto más tiempo de ese vídeo sea visualizado, no solamente por el número de veces que se vea. Ya no es sólo hacer vídeos de 1 minuto.
Obviamente, el cambio responde a esto que comenta #2: se han «dado cuenta» de que, en estos días en los que el continente es más importante que el contenido, el autor prefiere escribir cualquier mierda de 25 páginas, entre otras cosas debido a que, al lector de Internet, 2€ de e-book le parece caro (para qué escribir pues 600 páginas).
Y aunque Dans no comente nada sobre eso, la única realidad es que a Amazon le interesa una somera mierda lo que sus autores escriban; lo único que quiere es cobrar comisión de todos ellos y que además les hagan de comerciales hacia su tienda (miles de autores diciéndoles a sus familiares y amigos que compren su libro en Amazon…). La idea, desde un punto de vista de estrategia empresarial, es fabulosa (imagino que alguien como Bezos, que comenzó vendiendo libros online -Kadabra- y que luego fundó Amazon, sabía lo que hacía).
Eso sí, creer que la literatura no va a sufrir de ningún modo esa «disrupción» es, o no tener NI PUTA IDEA, o ser de una inocencia casi imposible, o hacerse el tonto de forma profesional. Yo la segunda ya la descarto.
#3 Gorki, relee la entrada y no hagas el ridículo, anda. Esto es lo más parecido a una barra de bar que hay, pero es que ni siquiera aparece la palabra «Google» en todo el «artículo»…
Me parece que esa medida, más que destinada a los autores, va orientada al lector. Me hace el efecto que lo que Googe quiere, es que el lector pueda «husmear» por la biblioteca, ojeando una gran cantidad de títulos, sin que eso repercuta de forma importante para el autor, que solo percibirá gran paga si el libro es seleccionado por le lector para leerlo al completo, o al menos en buena paste.
Al fin y al cabo también en las librerías físicas, muchos libros los abres y lees un par de páginas, sin que finalmente los compres, y por tanto cobre el autor sus derechos.
Tiene todo el sentido que Amazon pague por páginas leídas en el contexto de Kindle Unlimited. Los libros son «gratis» (pagas 10 euros al mes sin importar cuántos leas) así que seguramente hay muchos lectores «probando» libros a ver si les gustan, leyendo unas cuantas páginas de cada uno.
A partir de ahí, esta nueva forma de pagar promete ser disruptiva a más no poder. Se favorece, ante todo, que el autor sea prolífico. Da lo mismo si escribes 10 libros de 80 páginas o uno de 800, lo que importa es que escribas muchas páginas, cuantas más mejor.
Tienen que ser páginas que el lector desee leer, por supuesto, pero el contraste con los incentivos previos es más que notable. Hasta ahora, se pagaba por libro. Era demasiado frecuente que un escritor (o la editorial más bien) dejase pasar unos años entre un libro y el siguiente. Se operaba en base a «lanzamientos». Cada libro tenía que vender mucho, cuanto más mejor.
Pero ahora es diferente. Toca producir páginas a porrillo, y muchos escritores van a hacer exactamente eso. Al menos en lo que se refiere a la literatura para las masas, vamos a ver una explosión de páginas escritas como nunca antes se ha visto.
Da lo mismo si escribes 10 libros de 80 páginas o uno de 800, lo que importa es que escribas muchas páginas, cuantas más mejor.
Toca producir páginas a porrillo, y muchos escritores van a hacer exactamente eso
vamos a ver una explosión de páginas escritas como nunca antes se ha visto
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Supongo que esto es lo que entiende por literatura un nativo digital. No hay otra explicación. Lógica de programador, marketer o diseñador online, imagino. Madre de Dios, la que os espera.
Tienes una curiosa manera de citar las palabras de otro, eliminando parte de una frase para cambiarle el sentido.
Esta clase de manipulaciones son muy fáciles de desbaratar en un medio bidireccional como es Internet. Lo que nos espera no lo sé, pero sí sé la clase de pasado de la que nos hemos librado. Ahora es más dificil manipular, ¿verdad?
¿Manipulaciones? Krigan, tu comentario original está a 10 centímetros del mío y por debajo del tuyo. ¿Qué gilipolleces estás diciendo?
Pareces un directivo de Apple. Ponte a escribir comentarios a porrillo, a ver si así…
Esto que está promoviendo Amazon, puede ser de efecto similar a lo que los periódicos ofrecieron a los escritores en el siglo XIX, cada semana publicaban unas hojas del libro, con lo que apareció el género literario «folletín» en el que escribieron autores deleznables, pero en el que destacaron también autores que han pasado a la historia de la literatura como Dickens, Dumas, Salgari, etc.
Supongo que el cobrar por páginas dará lugar a nuevos géneros literarios que inciten al lector a seguir fielmente a un autor, Puede que los libros abiertos con muchos posibles finales, tipo «sigue tu propia aventura», o las llamadas «novelas rio», puedan de nuevo ponerse de moda de nuevo debido a esta forma de remuneración, pero también es posible que aparezcan nuevo géneros literarios específicos de este medio. Por supuesto habrá muchos escritores malos que se decidan por estos géneros, pero también aparecerá alguno que merezca el honor a ser recordado por otras generaciones.
Sí, yo también pensé en las novelas por entregas del siglo XIX.
En efecto, habrá muchos escritores malos, y alguno bueno. Eso ha pasado siempre, y siempre pasará. Una gran parte de los grandes clásicos de la literatura son obras de géneros que eran populares en su época.
Yo también pensé en los folletines. Y en escritores rusos como Tolstoi y Dostoyevski, que ya cobraban por página (por eso les salían esos tochos, con larguísimas descripciones de paisajes, personas, situaciones, etc). Y en la enorme legión de escritores de aquella época que ni conocemos, porque debían ser de difícil digestión, en mayor o muy mayor medida…
Vamos que la idea ni es nueva, ni es «disruptiva». Es simplemente aplicar las nuevas tecnologías a ideas más viejas que el tebeo. Literalmente.
¡Vivan las bit-naderías hechas palabra!
¡¡¡L@s Belénes Esteban de la palabra ya se están frotando los bolsillos!!!
La literatura es incompatible con los DRM.
Ya le pasó a los CD, los Blue Ray y espero que Amazon desista de este modelo de negocio.
Ni quiero software que no pueda auditar ni tampoco hardware.
Nos han advertido claramente de estos peligros, no es sólo la salvaguarda de los intereses de los autores, pobrecitos, si son los que menos se enteran de estas cosas.
Yo leo mucho con mi Kindle pero jamás he activado el wifi del mismo (no me apetece que Amazon sepa lo que leo o no leo), con lo que en mi caso no se cómo Amazon va a saber cuántas páginas leo. Supongo que no seré el único que hace esto.
Siempre sospeche la existencia de una relacion entre lo largo de una novela , y la extension de las vias ferroviarias del pais, guerra y paz -o cualquiera de los rusos – daban justo para empezar en Mocù y justo llegar a Vladivostock. Los folletines se vendian en las estaciones de cercanias de las capitales europeas. Se segia los capitulos en los cortos viajes de ida y vuelta
Asi pues en los tiempos de las autopistas de la informacion, no hay tiempo mas que para hojear cualquier cosa .