Natxo Sobrado me entrevistó en mi despacho para el blog corporativo de Lenovo acerca de la posibilidad de que las instituciones académicas actuales fuesen capaces de acomodar algo como un niño impartiendo clases, y ha publicado mi opinión junto con otras en su artículo titulado «¿Tu profesor de universidad podría ser un niño?»
Mi opinión no puede ser más clara: cuando empecé a dar clase en IE Business School, sin habérmelo planteado antes y fruto fundamentalmente de que la persona a la que considero mi verdadero mentor profesional me convenciese para ello, era un «crío» de veintipocos años dando clase de un tema percibido como complejo a alumnos en muchos casos del Executive MBA, que me superaban ampliamente tanto en edad como en experiencia profesional. No tuve ningún problema, más bien lo contrario: mi valor era precisamente el de haber saltado no hacía mucho desde el otro lado de la tarima, y saber qué resultaba interesante para mis alumnos. Obtuve unas evaluaciones como profesor muy altas, en un entorno en el que esas evaluaciones juegan un papel fundamental a la hora de decidir quién sigue dando clase y quien no, y aquí sigo.
En esa misma institución, cuando decidimos comprar una universidad y refundarla para adaptarla a nuestras metodologías, fuimos perfectamente conscientes de que carecíamos de experiencia con alumnos de esa edad, e hicimos lo que nos pareció más natural: montar un Junior Advisory Board, con jóvenes de medio mundo con edades anteriores a las del ingreso en la universidad, para que nos definiesen qué era lo que buscaban en una universidad. Mucho más que una «idea para la galería», se convirtió en una genuina fuente de ideas de las que han surgido muchos de los elementos que hoy caracterizan IE University. Funcionó – y sigue funcionando – fenomenalmente bien.
¿Puede un niño impartir una clase en una universidad? Sin duda. La idea es provocativa, y precisamente por ello, muy utilizable en un proceso educativo. Para mí, en educación, vale todo lo que genere experiencias de aprendizaje. La idea de llevar a clase a un niño que haya demostrado algún tipo de talento o habilidad especial que pueda compartir es muy interesante y atractiva, y juego con ella – más con «jóvenes» que con «niños» como tales – con cierta frecuencia. Dicho esto, mi opinión es que los mejores para impartir un curso, con su estructura y sus objetivos, somos los profesionales de la enseñanza, los profesores a los que pagan por ello. De ahí que, aunque haga abundante uso de invitados en mis clases, siga siendo yo el que decide cómo, cuántos, dónde y cuándo, y jamás me haya «inhibido» en mis clases con invitados: estoy por supuesto presente en todas ellas, me gano mi sueldo como el que más porque a la responsabilidad sobre el contenido añado los costes de coordinación, y me encargo de tareas que van desde el ser «guardián de la ortodoxia» y asegurar que el invitado cubre los temas que quiero que cubra y no otros, hasta la gestión de la participación.
Ese mismo tipo de aproximación la uso cuando me comparo con otras instituciones en las que los profesores part-time predominan sobre los full-time: bajo el pretexto de aproximar a los alumnos a la realidad, se hace uso de muchos profesores que realmente no lo son ni saben serlo, y que en muchos casos se limitan a compartir con los alumnos una serie de «batallitas» en las que han participado, sin demasiado juicio crítico sobre ellas más allá de una visión parcial, y muchas veces sin una estructura que permita derivar de ellas el adecuado aprendizaje. No, ni los profesores part-time son ninjas capaces de dar clase mientras capean una crisis empresarial y manejan unos nunchaku, ni los full-time somos, al menos en el modelo de la institución en la que trabajo, unos carcamales subidos a su torre de marfil y yendo a congresos en los que discuten cosas rarísimas con personas tan raras como ellos.
¿Puede por tanto un niño ser tu próximo profesor de universidad? Posiblemente, pero a mí se me hace mucho más adecuado que participe como invitado impartiendo una o varias sesiones en un curso que gestiona un profesor con una metodología claramente probada. Y por supuesto, en otras ocasiones, esos niños o jóvenes pueden ser utilizados como contraste de ideas, como forma de hacer ejercicio de prospectiva exponiendo sus intereses, o como manera de asegurar que no nos distanciamos demasiado de lo que viene.
En cualquier caso, agradezco a Natxo que sacase ese tema en el contexto de una entrevista bastante más amplia sobre educación de la que dará seguramente cuenta dentro de no mucho tiempo (solo transcribir la conversación, con el «rollo» que yo tengo y la libertad con la que me permitió hablar, le va a llevar unos días! :-)
This article is also available in English in my Medium page, “Learning from children«
Desde mi punto de vista es una situación que va a coger más fuerza en el futuro. Los cambios se están acelerando y los que nos vienen encima serán todavía más disruptivos. En esta situación incluso los que tenemos poco más de veinte nos vamos a encontrar con gente joven que dominan tecnologías a las que nosotros malamente hemos podido prestarles atención.
Así hay dos opciones, tratar de incluir a esta gente joven en la formación, o ver como huyen despavoridos de una educación formal que les obliga a aprender diagramás mágicos y teorías obsoletas, que saben que no les serán nunca de utilidad en una empresa competitiva.
Lo mejor de todo es que ni siquiera es necesario ser ningún genio, simplemente juntando creativamente algunas tecnologías que cualquier persona podría usar se pueden conseguir resultados inconcebibles para alguien que las desconozca.
¿Una app? Pega adecuadamente unos códigos que ni siquiera tienes que saber que es html en un documento (ionic o onsenui). Añade textos e imágenes y tienes la estructura de una app. Copia el código y pégalo en un sitio que lo transforme mágicamente en una app móvil funcional (Monaca). Publicala en las app store: FIN
¿Necesita un vídeo promocional profesional? (Powtoon) ¿Cubrir gastos? (crowdfunding). Vale que no así solo tienes una app estática, y solo puede valer para una aplicación de horarios de transporte, o algo tipo guía de viajes. Pero ahora si ya puedes aprender programación y mejorarla :P.
O mejor esperar a que la tecnología inevitablemente avance :D
Enrique, la mayoría de doctorandos dan clase con veintipocos años en la universidad. Y no veo la necesidad de que un niño de repente tenga que formarse como pedagogo, cuando la mayoría de los profesores universitarios ni siquiera lo están para impartir la materia de la que son titulados, siendo solo personas con un tercer grado académico.
Mira, de esto me invitaron a hablar en IBM.
Pero cuando dices «sin duda», me hecho a temblar sobre de donde habrá salido la idea.
Incluso siendo un experto en la materia, la enseñanza requiere de cierto «magisterio didáctico» y no es un acto de erudición monológico, sino de capacidad de comunicación hacia el educando, que se decía.
Y aun sin entender, a cuento de qué le beneficiaria a un niño subirse a un estrado, cuando la idea es precisamente educar en todo lo contrario, y reforzar la capacidad de establecer relaciones antes que criterios.
Los niños «prodigio» no existen Enrique, son solo un producto de mal periodismo y publicidad.
Bastante inmadurez hay ya en las cátedras españolas.
El niño de 13 años que tiene su empresa y da clase en el MIT
http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2013-11-23/el-nino-de-13-anos-que-tiene-su-empresa-y-da-clase-en-el-mit_57941/#lpu6fGL6IFX2sdJI
Comparto contigo tus ideas.
Entre el corrector hartográfico y la diminuta caja de texto voy a tener que echar más de una lectura antes de darle a enviar.
Bastante acorde con menestro (alcachofa más, alcahofa menos) quiero suponer que lo de niño ya se refiere a «con inicio de bigote» (o haber tenido la regla)… pues en caso contrario y según el tipo de público (no todo es IB!) puede entrar en el maltrato….pero , sobre todo, el problema básico de esta entrada está en ese dúo paradigmático: dar clase…
Y llegado a ese dúo ( tan megacomplejo) me quedo con un par de maestros que se inventó Cervantes (pero tenían poco de críos… porque la experiencia se va cociendo poco a poco…).
Logicamente hai una errata, ya que IB quería ser IEB…
Corintios 13:11
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.
El conocimiento que busco es la sabiduría de quien tiene un «eye in the sky» y es capaz de usar ponerlo en el contexto de mi existencia.
Eso ningún profesor pudo transmitirmelo, lo he buscado yo durante años. La educación superior parece mas una fabrica de tornillos, donde entra inutiles de papa y mama y salen «parecebuenos» listos para integrarlos dentro de la mediocridad.