Vivimos en una burbuja. Pero en una burbuja permanente, instalada de manera constante entre nosotros. Como ya avancé hace casi un año, la evolución del entorno tecnológico ha dado lugar a una combinación de nuevas herramientas, nuevos hábitos, crecimientos desmesurados e inversores en busca de rentabilidad que nos lleva a considerar ya la efervescencia como una forma natural de vida, como algo que forma parte inseparable del entorno.
Un artículo en TechCrunch, «Who will be hurt most when the tech bubble burst? Not VCs», deja ya de preguntar «si» hay una burbuja para pasar directamente a plantearse «cuándo» explotará. Así, de la manera más natural, pasamos del «if» al «when», sin ningún tipo de problema. En los últimos meses, la lista de unicornios y decacornios de Fortune crece sin parar, al tiempo que lo hacen sus valoraciones, pero reflejando una situación completamente distinta a la de finales del siglo pasado: ahora hablamos de compañías que, en muchos casos, invaden el mercado de otras que no han sabido evolucionar con los tiempos, adaptarse al nuevo entorno. Hablamos de procesos prácticamente darwinianos que llevan a compañías a consolidarse como el futuro de los alquileres de corta duración o como la nueva frontera de la logística, provocando que muchos que antes intentaban ocupar ese hueco de maneras menos eficientes o menos líquidas se encuentren con dificultades.
Vivimos una auténtica ofensiva de Silicon Valley sobre Wall Street. Hagas lo que hagas, hay una compañía tecnológica planteándose capturar el margen con el que operas en tu negocio, sostenida por una valoración estratosférica, con mucho tiempo para seguir extendiendo la mano al mercado y que la sigan financiando a pesar de no tener ingresos, y siendo capaz de captar talento mucho mejor que tú. Por supuesto, a esas compañías exitosas, a las que lograrán de verdad consolidarse como alternativas de futuro y refrendar sus valoraciones con ingresos, las acompañan muchas otras que no serán capaces de lograrlo. La consolidación no es sencilla, porque los procesos de adopción tampoco lo son: lo que muchas veces empieza como una auténtica fiebre que escala como un cohete, pasa después a enfriarse o a ser sustituido en las preferencias de unos usuarios que también se acostumbran a la idea de vivir en tiempos exponenciales. Los mecanismos del mercado acompañan: una inversión pequeña hecha sobre una valoración muy elevada invita a muchos otros a pensar que se están perdiendo algo, y a no querer quedarse fuera, a modo de síndrome FOMO, Fear Of Missing Out, pero aplicado a las finanzas.
No, no hablamos de una moda, ni de una enajenación mental colectiva y transitoria. Hablamos de acostumbrarnos a vivir a una velocidad diferente, a que lo normal sea que, te dediques a lo que te dediques y lleves el tiempo que lleves haciéndolo, haya algún emprendedor planteándose cómo proveer ese producto o ese servicio que tú provees, de una manera más eficiente, en edición corregida y aumentada, librándolo de determinados condicionantes o replanteándolo de una manera que lo convierta en una oferta que no se pueda rechazar. La misma mecánica perversa que lleva a los inversores a arremolinarse en torno a las nuevas alternativas, lleva a las viejas empresas cotizadas a no ser capaces de innovar al ritmo necesario, a no poder mantener el paso por miedo a arriesgar cosas que supuestamente no se pueden arriesgar. Muy pocas empresas cotizadas consiguen escapar a ese síndrome, que se ha cobrado ya víctimas muy importantes y que sin duda se cobrará muchas más. Si te quedas quieto, estás muerto. Y la única forma de evitarlo es reinterpretar tanto la innovación, como el lugar que debe ocupar en tu organización. En todos los sentidos: en organigrama, en mentalidad y en prioridades.
La respuesta a la pregunta, por tanto, es más que clara: ¿hay una burbuja tecnológica? Por supuesto que la hay. La tecnología de hoy ofrece tantas posibilidades, que lo raro sería que no la hubiera. ¿Quiere ese diagnóstico burbujeante decir que los inversores deben salir corriendo a refugiarse en sus cuarteles de invierno? No, me temo que no. Primero, porque ya quedan pocos cuarteles de invierno que ofrezcan una rentabilidad digna. Y segundo, porque si se meten en ellos, no volverán a salir jamás. La burbuja es la nueva normalidad. Como si el mercado estuviese subido a un monopatín. Si dejas de mantener el equilibrio, te la pegas.
This article is also available in English in my Medium page, “Tech bubble? You better believe it«
Este año en el venture lab del IE business School, 7 de los 10 proyectos no eran Apps.
¿Una tendencia?
Y no puede una situación de este tipo destruir empresas rentables?
Me explico. A veces desde España, observamos atonitos como empresas al otro lado del charco reciben inversiones millonarias para explotar el mismo nicho que tu.
Pueden contratar a los mejores, pueden hacer las mejores y mas costosas campañas publicitarias y ademas, algunas se pueden permitir muchos años sin hablar de beneficios.
Ellos pueden trabajar con margenes que nunca haga viable su proyecto, y mientras tanto, hundirte a ti.
El resultado final será dos empresas hundidas… Esta claro que es algo que no se puede controlar, pero desde luego pinta muy mal …
Los consumidores de tecnología también hacen uso de ella para adquirirla. Es un mercado donde la competencia es feroz y esta se libra de forma muy preferente en Internet.
Todos sabemos que el entusiasmo es contagioso y que el desánimo también lo es, pero cuando estas emociones las referimos al ecosistema de Internet, todo sucede más rápido y a una escala global.
Por decirlo de alguna forma, Internet es un mercado en contínua ebullición. Todo son burbujas. Burbujas de vapor a muy alta temperatura que se crean y se destruyen a velocidad de vértigo. Todo se vuelve obsoleto a velocidades de vértigo.
El peligro está en la insostenibilidad porque lo que queda obsoleto apenas es reciclado y estamos consumiendo recursos de todo tipo a una velocidad de vértigo sin pensar en las necesidades futuras de nuestra aldea global.
No somos una sociedad con mente de colmena. Somos una sociedad de individuos egoístas y salvo aquellos infelices que luchan por su propia supervivencia, los demás luchamos por destacar. Estamos en contínua competencia con nosotros mismos.
La estabilidad y la sostenibilidad se sacrifican continuamente a cambio de un crecimiento que es en sí mismo la auténtica burbuja que nos debe preocupar. Pinta muy mal.
Somos especialistas en mirar a otra parte cuando las amenazas se refieren a otros. Cuando vemos que grandes problemas no paran de crecer en otras partes del mundo, pensamos que aún falta mucho para que esos problemas nos alcancen.
Nuestra insolidaridad nos convierte en ciegos. Solo escarmentamos en carne propia.
Dicho esto, hay que aclarar que la tecnología no es la causa de los problemas. Suele ser de hecho el mejor aliado para solucionar nuestros peores problemas. El problema no está en la tecnología, sino en el uso que se hace de ella.
La burbuja del mal uso de la tecnología es a la peor amenaza que se puede imaginar y estamos bastante cerca de hacerla explotar.
Creo que tienes la razón y que vivimos en una burbuja permanente. En mi opinión se debe a que ha cambiado el tipo de inversor. Antes los inversores era la clase media alta que intentaban colocar sus ahorros en empresas sólidas que garantizaran que muchos años después, ellos o sus herederos, podrían retirar sus ahorros actualizados en la inflación, y que mientras tanto, les dieran un dividendo razonable, Buscaban empresas sólidas y bien establecidas que hubieran triunfado en su sector.
Hoy, los inversores son fondos de inversión manejados por expertos que buscan empresas en fase de gran crecimiento, pues su intención no es permanecer, sino retirar la inversión en cuanto frene el crecimiento. Tenemos así un montón de empresas que son una bomba de relojería pues se exponen que los inversores traten de huir en cuando se vislumbre que cesa su crecimiento, independientemente de que tengan o no, beneficios para dar un dividendo razonable, pues sus inversores buscan crecimientos desaforado, no beneficios.
Es lo yo llamo movimientos de «gilipollas el último», donde todos miran de reojo, para anticiparse a lau salida de los demás, apurando los últimos crecimientos. La desbandada general es inevitable, pues ninguna empresa puede crecer continuadamente a un ritmo del 30% anual. Cualquier empresa que fíe su éxito al crecimiento, esta condenada a un fracaso rápido.
Facebook ya tiene 1350 millones de usuarios, ¿Puede seguir creciendo tres años más?, Google en búsquedas, ya ha llegado al tope, ¿cómo puede crecer?. Se ven por ello metidos en una loca búsqueda de crecimientos alternativos, como el pago por Internet, o el coche sin conductor. que si salen bien, no hacen más que atrasar lo inevitable, y si salen mal, supondrán el fin de la compañía por florecientes que sean.
Osea internet a estas alturas es como la fiebre del oro del XIX, lo que siempre se supo, donde pocos se hacian ricos con el oro y todo eran tahures y especuladores esperando colar la estampita, hasta que se acabo, no se pudo seguir engañando a la gente ya mas tiempo, y aparecieron, despues si, verdaderas tecnologias, y no eso, que fueron negocios desde el primer dia de su invencion sin problemas, ya en el XX mas adelante, sectores claramente boyantes para todos; la radio, la television, el automovil, el refresco etc etc … hemos vivido unos tiempos de atraso
Te confundes , no es solo Internet, todas las compañías tecnológicas y no tecnológicas sufren e mismo problema. O crecen o la inversión huye de su firma. Afecta por igual a compañías TIC que financieras, tecnológicas, o químicas. de ahí el gran baile de las compañías que entras en el IBEX. Es el tipo de inversor y no las compañías las que han cambiado.
Me ha venido a la mente aquella viñeta en la que el autor preguntaba a los ricos que harían cuando se diesen cuenta que el dinero no se come…
Pues con la tecnología no se come, como sigamos así tocaremos fondo al darnos cuenta de que los procesos creativos no son los mecanismos que generan comida, agua y calidad de vida… es el trabajo. Si, ya sé que es otra forma de trabajar… pero entiendan que alguien tiene que crear la tecnología y ese alguien como, bebe, duerme, vive… o en muchos casos malvive… vivimos en una burbuja económico, social, tecnológica, cuando estalle quizá caigamos al vacío y no haga falta repararnos porque inmediatamente seremos sustituidos por otros seres humanos o robóticos que mejoren nuestro rendimiento.
Triste paradoja la que nos mantiene encerrados en un laberinto que nosotros mismos creamos y mantenemos, cuyos muros hacemos cada día más altos y sin un punto de salida.
Me parece correcto que hablemos de burbujas pero tengan claro las implicaciones:
Si no «creen» en las burbujas son neoliberales.
Si creen en las burbujas son keynesianistas.
Los neoliberales se amparan en la teoria de expectativas racionales mientras que el keynesianismo se explica con la economia conductual donde se ve que las decisiones las toma el inconsciente irracional.
Enrique, si vas a hablar de burbujas, que me parece justo y necesario, cuando tengas a los directivos en tus cursos, piensa que no están ahí por méritos racionales, sino por la misma irracionalidad que infla las burbujas. Sea valorar una acción o valorar a una persona, siguen siendo los mismos mecanismos.
No tengan sesgo, las burbujas es donde el neoliberalismo y su hipótesis de expectativas racionales se ha ESTRELLADO.
En otras palabras, creer en las burbujas es de izquierdas, aunque eso es mas una etiqueta que ponen los demás. El estado del bienestar no es ideología sino ciencia económica positiva, el desarrollo de la teoría general de precios ajustada a modelar las decisiones del estado.
En otras palabras, que si no se cree en las burbujas, se es de izquierdas, y que no quiera ver este malabarismo de ideas es que no entiende los conceptos en los que se mueve nuestro tiempo, las ideas e hipótesis que están en liza.
Los dos últimos párrafos se contradicen, En el penúltimo dices «creer en las burbujas es de izquierdas» y en el siguiente «que si no se cree en las burbujas, se es de izquierdas».
Supongo que hay un error de redacción, te importaría aclarar tu pensamiento
a ver no se entiende, de todos modos burbuja significa desgracia, nunca han traido nada bueno y siempre acaban mal, pues es el mismo mecanismo exactamente por el que funciona la loteria, siempre se espera que le toque a uno y el que pierda sea el otro, asi funcionan ganan muy pocos y pierden la gran mayoria, pero hay periodos historicos tan malos, como este, que no hay otra …
Y si la burbuja no va más rápida, comiendo más terreno a las empresas clásicas es porque muchos gobiernos, como el español, legislan para defenderlas poniendo trabas a la innovación.
Así tienen expeditas las puertas a esas empresas para cobrar pingües sueldos por usar sus contactos políticos para beneficiarlas, perjudicando a otras y a los ciudadanos que dicen defender, mintiendo miserablemente.
Zahorín, lo malo de tener sólo cierta parte de información es que acaba uno diciendo gilipolleces sin tener ni puta idea de lo que realmente está criticando. A ver si os enteráis de una vez que lo mismo que criticáis lo harán las empresas «innovadoras», pedazo de borregos con patas.
http://economia.elpais.com/economia/2015/05/23/actualidad/1432404562_510576.html