El combate de boxeo celebrado la velada del pasado sábado no era para mí importante por el combate en sí – no soy aficionado al boxeo – o por su resultado, pero sí tenía una dimensión claramente impresionante como evento. Y decididamente, lo que sí ha puesto claramente de manifiesto es la importancia de la tecnología en el mundo en que vivimos.
Un acontecimiento planteado a escala mundial, gracias fundamentalmente al modelo de negocio que supone cobrar elevadas cantidades a quienes desean participar del mismo viéndolo en directo. Con un esquema de precios basado en cuestiones físicas como espacio y tiempo: ver el combate estando físicamente presente en el estadio puede oscilar entre los $3.000 y los $17.000, y su demanda fue tal que se agotaron en sesenta segundos. Verlo en directo en televisión de pago suponía en los Estados Unidos un precio entre los $89 en calidad estándar y los $99 en alta definición, el precio más alto jamás planteado por un evento en pay-per-view, y la demanda fue tan apabullante que provocó un escándalo e incluso un retraso de 45 minutos en el comienzo del combate cuando miles de usuarios que habían pagado por el espectáculo se encontraron con que no podían verlo por una mala previsión del organizador. La dimensión de lo que eso supone en términos de devoluciones de dinero y de daño a la marca no debe ser en absoluto subestimado.
Pero la tecnología siempre da sorpresas: y es que semejante despliegue ha coincidido en el tiempo con el momento álgido del llamado livestreaming, un fenómeno que técnicamente existe desde hace cierto tiempo, pero que ha saltado la barrera de la adopción masiva con la llegada de dos aplicaciones, Meerkat y Periscope. Ambas utilizan Twitter como canal de distribución, pero mientras la primera experimentó un fuerte ascenso, llevó a cabo una ambiciosa ronda de inversión de doce millones de dólares sobre una valoración de la compañía de cincuenta y dos, pero ahora parece languidecer a la espera de algún posible comprador que quiera apostar por el desarrollo del fenómeno, la segunda fue adquirida por la propia Twitter y ha logrado incorporar más de un millón de usuarios en sus primeros diez días de funcionamiento, convirtiéndose así en uno de los productos más prometedores de la compañía. Una compañía que, conviene recordarlo, tiene como misión «dar a todas las personas el poder de crear y compartir ideas e información al instante, sin barreras».
Levantar el smartphone, hacer clic en la aplicación, y empezar a retransmitir en vivo lo que sea que esté sucediendo delante de ti. Lo que sea… así esté teniendo lugar en un ring de boxeo o en la pantalla de tu televisor. Estaba claro que el pay-per-view y el livestreaming estaban en perfecto rumbo de colisión, y que la escenificación de esa colisión iba a ser la noche del pasado sábado. Muchos lo predijeron, otros incluso lo trataron de evitar, pero fue inútil: mientras miles de usuarios maldecían a su compañía de cable por ser incapaz de hacer los números bien para plantear un dimensionamiento adecuado de sus sistemas, otros miles se dedicaron a ver la pelea completamente gratis a través de una aplicación de livestreaming, sintiendo la curiosa sensación de estar en el salón de otra persona o incluso pegados al ring. En cualquier momento durante la pelea, varias docenas de puntos aparecían en el mapa de la aplicación retransmitiendo el evento en vivo, en una calidad razonable aunque obviamente no comparable con la de la televisión, y bien en el formato vertical característico o en apaisado para capturar mejor el tamaño de la pantalla. A medida que alguna de esas retransmisiones iba adquiriendo tracción y se popularizaba (algunas llegaron a tener más de diez mil espectadores concurrentes), los corazones empezaban a llegar como habitualmente ocurre (los corazones son la manera en la que los espectadores agradecen su trabajo al autor de la retransmisión), y se convertían en alerta para Twitter, que cerraba esa retransmisión. Eso hizo que, al cabo de pocos minutos, los autores de cada retransmisión se afanasen en pedir a sus espectadores que bajo ningún concepto enviasen corazones, si no querían ver la retransmisión cancelada.
Para los usuarios, una curiosa experiencia que convierte el espectáculo en algo más social, en un intercambio constante de comentarios, de celebraciones o de protestas. Para Twitter, un momento perfecto de popularización de su app, que su CEO, Dick Costolo, celebró al final del combate con este tweet:
Un enorme porcentaje de la actividad de Periscope durante esa noche se dedicó a ofrecer retransmisiones del evento y a comentarlo hasta la saciedad, y sin duda supuso un fuerte impulso tanto para el número de usuarios como para el interés de los que pudieron ver la clara propuesta de valor de su uso en un momento como ese. Para las empresas de contenidos, sin embargo, el momento no fue tan simpático: el verdadero combate, ahora, está una vez más entre la industria tecnológica y una industria de los contenidos que ya empieza a hablar de la «Periscope piracy». Y este primer asalto lo ha ganado la primera por KO.
¿Cómo debería reaccionar la industria de los contenidos ante la supuesta amenaza que representa el livestreaming? ¿Realmente alguien piensa que alguno de los que decidieron seguir el combate a través de la retransmisión de un usuario a través de Periscope era alguien dispuesto a pagar el precio del pay-per-view? ¿Va a venir ahora la industria a marearnos con absurdas cifras de supuestas ventas perdidas, o a perseguir a Twitter para que entregue los datos de los que emitieron fragmentos del combate a través de la aplicación? Técnicamente, prevenir la retransmisión de eventos en vivo que supongan una violación de sus derechos es sumamente complejo, y va a requerir el uso de tecnologías de tipo ContentID similares a las que emplea YouTube, con la complejidad añadida de gestionarlo en tiempo real. No hacer nada, por otro lado, podría ser una opción razonable, si no fuese porque eso llevaría a una popularización progresiva del fenómeno y a la posible entrada de empresas dispuestas a vincular retransmisiones de calidad hechas a través de este canal con modelos económicos competitivos y obviamente ilegales.
La respuesta, aparentemente, estará en no hacer demasiado ruido con el tema, en evitar plantear la batalla directa con los usuarios, y en solicitar a Twitter que establezca un cierto control discreto sobre esas retransmisiones en momentos puntuales, cerrando aquellas que alcancen un mínimo de popularidad. ¿Periscope piracy? No me hagas reír. Lo que hay que asumir es que que parar completamente este uso de Periscope es imposible y que, en realidad, el daño producido a las cuentas de resultados es meramente testimonial.
Y fundamentalmente, algo más: pensar en la raíz de la propuesta de valor que lleva a algunos usuarios a plantearse ver el evento a través de esa aplicación, que no es por evitar pagar el precio del pay-per-view (algo que seguramente no iban a hacer en ningún caso) sino cuestiones tales como la novedad o el intercambio social asociado con el desarrollo del contenido. Si la industria de los contenidos es capaz de plantearse aprender de lo interesante y novedoso que como tendencia pueda representar el fenómeno Periscope en lugar de montar un espectáculo judicial y mediático en torno a «lo terrible de la Periscope piracy y las descomunales pérdidas en las que le hace incurrir», demostrará que los años pasados y los miles de millones de dólares gastados en batallas inútiles y absurdas le sirvieron de algo.
Pero no sé por qué, tiendo a dudar seriamente que sea así…
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No suelo tomar posturas muy radicales ante casi nada, pero el boxeo me puede, un espectáculo basado en dos personas intenten dejar mutuamente sin conocimiento al otro de un puñetazo, me estomaga y me parece profundamente inmoral. No quiero ser espectador de ese espectáculo, incluso no quiero comentar nada relacionado con ese espectáculo.
Pues lo acabas de hacer
Supongo que es fácil hacer una lectura en primer nivel de este deporte llena de perjuicios, clichés y simplificaciones. Supongo que para quienes no las han practicado, es difícil descubrir que las artes de combate son un entrenamiento interior mucho más que los efectos exteriores que pueden tener: compromiso, disciplina, constancia, sacrificio, autorealización, …
El boxeo es de los que peor llevan otros temas que también me atraen de las artes de combate: respeto, humildad, compasión, equilibrio. Los grandes campeones suelen actuar movidos por criterios de márketing y publicidad, más como infantiles matones de patio de recreo con problemas de autoestima y realización que como auténticos luchadores de élite. Pero es algo puntual de estos deportes con vocación de masas (incluyo kick-boxing, MMA, etc).
Respecto a la violencia: la vida es violenta. Y en ocasiones la violencia verbal o acosos morales varios (sexuales, «mobbing», «bulling», etc) son más complejos y provocan daños más graves y mucho más duraderos y difíciles de reparar que una ceja abierta o un moratón dentro de unas reglas vigiladas. Entrenar tu cuerpo y mente para la confrontación hace (en general) que, como todos los entrenamientos, seas más diestro en este ámbito. Como un maestro me dijo hace ya muchos años «la gente se extasía con poderosos golpes, o complejas técnicas, pero las artes marciales van más sobre saber recibir castigo que sobre saber infligirlo».
Comparar el Boxeo con la esgrima o el Judo, u otra arte marcial, son ganas de enredar, ¿Qué arte marcial, aparte del boxeo, tiene por objetivo lesionar al contrario hasta el punto de que sea incapaz de ponerse en pie? Yo solo recuerdo la lucha de gladiadores en la Roma Clásica.
es difícil descubrir que las artes de combate son un entrenamiento interior mucho más que los efectos exteriores que pueden tener: compromiso, disciplina, constancia, sacrificio, autorealización, …
Lo que dices es aplicable a cualquier deporte, sea de artes marciales, como por ejemplo el Kyudo (tiro con arco japonés), la pelea barriobajera a mamporros como esta, o cualquier disciplina deportiva que no tenga por objetivo lesionar a otro practicante.
La gente va al boxeo no a ver la belleza, (discutible), del boxeo, sino a ver si hay suerte y dos personas se aporrean hasta que uno deja a otro «knock out» de un golpe en el mentón, a ser posible en el último asalto. Posiblemente si añadieran como los romanos, la posibilidad de que el público pudiera pedir que mataran al vencido, si la lucha no ha sido de su agrado, aun tuviera más público.
«¿Qué arte marcial, aparte del boxeo, tiene por objetivo lesionar al contrario hasta el punto de que sea incapaz de ponerse en pie?» ¿Quieres una lista? Aquí van algunos: kyokushinkai karate (entre otros estilos de karate), muay thai, jiu jitsu (brasileño por ejemplo, algunos combates acaban con uno de los luchadores inconsciente o lesionado al no rendirse a tiempo sufriendo una estrangulación o luxación), wushu sanda, shootfighting (y resto de las MMA), etc… Algunos no tienen por objetivo lesionar al contrario, pero aceptan el KO (taekwondo, reglas olímpicas, sin ir más lejos), con lo cual…
«Lo que dices es aplicable a cualquier deporte, sea de artes marciales, […] o cualquier disciplina deportiva que no tenga por objetivo lesionar a otro practicante.» Técnicamente cierto; pero enfrentarte en una confrontación física directa con otra persona, aceptando ciertos riesgos reales, tiene unos componentes psicológicos muy particulares y poderosos. No es tan fácil, mucha gente no consigue superar sus miedos; muchos no conciben ni afrontarlos (suponen aceptar sufrimiento, dolor, una derrota especialmente significativa, etc). La confrontación física directa dispara nuestros «instintos de supervivencia». Subconscientemente nuestra mente nos dice «fallar aquí significará probablemente la muerte», y pone en marcha ciertos procesos bioquímicos en el cuerpo, además de ciertos procesos mentales. Eso no se consigue lanzando una flecha contra un blanco de paja, ni golpeando un trozo de goma con una raqueta…
Por otro lado por eso comentaba que «los boxeos» (meto aquí kick-boxing, full contact, etc) dan menos importancia a algo que es fundamental para un sano crecimiento mental en la práctica de artes de combate: humildad, respeto, compasión, etc.
«La gente va al boxeo […] a ver si hay suerte y dos personas se aporrean hasta que uno deja a otro “knock out”. ESA es la visión simplista y generalista que comentaba. Entiendo que esa sea tu opinión, respetable, del boxeo. Pero generalizar esa opinión es un gran error. Puede que haya gente que sí que vaya por la belleza del movimiento o de los cuerpos. Más probablemente por la adrenalina de la competición sabiendo que el daño es real, por ver en acción la estrategia de los contendientes, la aplicación de su técnica, etc.
Seguro que una parte SÍ que va a ver dos tíos destrozarse mutuamente. Claro que sí, ‘panem et circenses’ como dices. Pero qué quieres que te diga: ver dos personas capaces y dispuestas a entrenarse y mejorarse, a arriesgar su integridad por un combate dentro de unas reglas, me siguen pareciendo, por comparación, mucho mejores que cualquier participante de «sálvame» o «chonis, ciclados y chusma diversa (HMYV)». Que tienen enormemente más impacto social, y crean un daño más sutil, profundo, grave y duradero. Mi opinión personal.
Gorki… por favor.
A mj lo que me hace gracia es que haya gente que se ha gastado miles de dólares en la entrada a este lamentable pseudocombate de boxeo y, en vez de disfrutarlo todo lo que puedan (si ello es posible dada la ínfima calidad del evento, claro) se dedican a grabarlo con su iphone y retransmitirlo en directo.
EL tema del ContentID de YouTube es una locura, con montones de empresas abusándolo y robando a los creadores. Yo tengo un canal de películas de dominio público donde tengo hasta 30 reclamaciones contra películas como «Viaje a la luna» de Melies (1902) o como «The night of the living dead». Películas 100% en el dominio público, pero que una serie de empresas se entretienen reclamando. Suelo pelear muchas de las reclamaciones, pero es que encima el 20% las «pierdo». De locos. Este es el canal, por cierto: Public Domain Movies
Ya lo decía un tal McLuhan hablando de la importania del medio de comunicación… acaso ahora no resulta mucho más importante la forma de comentar el espectáculo que el propio espectáculo? Y desde luego que las grandes empresas del «entretenimiento» no lo dan pillado! Tanto cuesta mirar para los «sálvames» ( y la posterior riada de comentarios)??
Decididamente… la sombra de Napster es alargada.
Me da a mi que se repetira la historia.
Cuantas van ya…?
;-)
Recomiendo la lectura sobre este tema de un interesante artículo publicado en Wired (antes del combate)
http://www.wired.com/2015/04/periscope-piracy/
No creo que el objetivo del Sr.Dans haya sido crear un debate pro o anti-boxeo, si no otro muy distinto…
yo si veo pérdidas. Imaginemos un partido de fútbol, para españolizar el ejemplo. Si cada persona potencialmente se podra convertir en un emisor en Hd desde su movil o gafas, ¿pensais que la publicidad de la suscripción a movistar tv, con un Madrid – barsa de regalo tendría tanto exito?
Es mas, me gustaría mas periscope, cambiar de camara y angulo. habra pelea.
Si eso os parece polémica ya veréis la próxima temporada en Las Ventas. .. :-DDD entrando en el uso de las aplicaciones, me genera una duda en el caso de Telefónica y Canal +: preferirán ganar dinero con el pay per view o con nuestra tarifa de datos? Porque entiendo que esto del livestreaming se va a comer gigas de datos como si no costasen…..
Por otro lado, curioso que Meerkat que decide dar el paso a Android (obligado? ) este de capa caída y otros servicios no. Cuándo se daran cuentaalgunos que los ecosistemas cerrados cada vez gustan menos?
Tranquilos, no tardarán en aparecer algún tipo de inhibidor, para impedir las retransmisiones…eso, o prohibir el uso del móvil directamente…no será el primer club al que entro, en el que te obligan a dejar el móvil en el guardarropía…
Para nosotros que estamos en el mundo del livestreaming vimos un cambio significativo en los accesos, muchos usuarios y comentarios en el día del evento apuntaban hacia allá. Si fue el ganador del día.
Considero Periscope una de las más prometedoras herramientas actualmente y sus posibilidades a nivel de los medios de comunicación, la publicidad, la gestión de eventos, la activación de patrocinios, las retransmisiones deportivas, los servicios públicos, etc son enormes… Pero como siempre habrá que ver como choca su adaptación en los usuarios en el uso con algunos modelos arcaicos de negocios… Habría que preguntarse como nos plantearíamos muchas industrias con una tecnología tan poderosa en la mano de los ciudadanos!
Estoy convencido de que la industria audiovisual tiene un futuro muy prometedor, pero no tengo ni idea de como será. Creo que se producirá una progresiva convergencia de modelos entre Internet y la televisión. La implicaciones de una mayor globalización de las comunicaciones audiovisuales van a hacer surgir monopolios aún mayores a los actuales y con todo ello aumentarán las necesidades de una legislación global en materia audiovisual. No sabemos en que parará todo esto, pero inevitablemente permaneceremos atentos a la pantalla y ya nos enteraremos.
El señor Dans se equivoca mezclando los problemas de streaming con la television por cable. La television por cable retransmite todos los dias eventos millonarios, superbowls. madrid-barsas y demás sin ningún problema. Lo que tiene problemas es la television por IP, sea en formato IPTV, en streaming o en Periscope. IP, video y millones de usuarios es una combinación que aún no funciona bien. Difusión por cable o por ondas funciona de maravilla. Difusión por IP (multicast) sigue sin funcionar, y el 1-to-1, o streaming, ya se ve que no escala.
Rigor, please.
Enrique, una pregunta que seguro tienes preparada.
Imagina que un grupo de personas reúne el dinero para pagar la matrícula de un MBA en el IE. Una persona asiste a las clases y el resto la recibe por streaming vía periscope.
Cuál sería tu postura al respecto? Y cuál crees que sería la de la escuela?
Gracias
Bien tirado. Partiendo de la base de que no se puede hacer, porque retransmitir una clase exige el consentimiento de todos los asistentes (lo hacemos cuando un alumno no puede asistir por alguna razón poderosa), que el aprovechamiento para los que no están en clase sería nulo (si no participas en las discusiones, tu aprendizaje es sensiblemente inferior), y que por supuesto los que no están en clase no recibirían ningún tipo de diploma acreditativo de nada, mi primera tentación sería utilizar el tema en Comunicación: «somos tan buenos, que hasta así intentan acceder a nuestra educación!!» :-) Y la verdad, no creo que me costase demasiado convencer a quien hubiese que convencer en la escuela, aquí nos gustan los experimentos!