Un interesante artículo en The Guardian, titulado «A third of young people think social media will influence their vote«, detalla y comenta los resultados de una encuesta de Ipsos Mori cuyos resultados indican que un 34% de los jóvenes entre 18 y 24 años consideran que el uso de redes y medios sociales ejercen una importante influencia sobre su voto, el segundo medio con más influencia tras los tradicionales debates televisados. Unos debates, además, en los que cada día predominan más patrones de consumo en modo «doble pantalla simultánea», viendo la televisión al tiempo que se siguen y se comentan las reacciones en las redes sociales. En muchos sentidos, afirma la encuesta, las redes sociales parecen estar sirviendo para acercar al debate político a personas que no parecían interesadas en él, aunque aparentemente lo hagan de una manera claramente superficial y con una escasa calidad en formas y argumentos.
El resultado en sí no resulta especialmente sorprendente: a medida que un porcentaje cada vez más significativo del consumo de medios va cambiando de pantalla y va desplazándose a las redes sociales, cada vez más centradas en el consumo de contenidos frente a su uso tradicional u original de mantener el contacto con amigos y conocidos, parece lógico pensar que su influencia en una decisión como el voto crezca consecuentemente. El carácter bidireccional de las redes sociales favorece que los intercambios de opiniones, tanto aquellos en los que la persona participa como aquellos que simplemente presencia, se conviertan en una fuente de influencia, dotada además de una mayor sensación de proximidad, de cercanía al usuario. Las opiniones que impactan al usuario provienen de personas a las que este ha decidido seguir, que posiblemente pueda considerar como referencia en esos u otros temas, y por tanto impactan de una manera más eficiente. El hecho de que en muchos casos se añada a la opinión una métrica de popularidad en forma de retweets, likes o métricas similares se puede convertir además en un efecto de reafirmación colectiva que también juega un papel importante, sobre todo en usuarios jóvenes.
Las redes sociales, sin embargo, no responden a los patrones tradicionales de la comunicación unidireccional. Aquellos partidos que tratan de manipularlas de manera burda o de aplicar estrategias basadas en la «fabricación» de una falsa relevancia pueden fracasar con suma facilidad. Los tiempos en los que los partidos se dedicaban a colocar varias filas de militantes armados de ordenadores o teléfonos móviles en los mítines para «fabricar» artificialmente trending topics y fingir una relevancia de la que carecían completamente parecen haber pasado ya a la historia, pero en su lugar parecen anunciarse estrategias de coordinación muy similares: consignas dictadas directamente desde los partidos para que hordas de militantes actúen de una manera determinada, aparentemente inspiradas en el «estilo Hugo Chávez«, que utilizaba a cientos de personas contratadas para «elevar las barreras de entrada a la participación», insultando y apaleando públicamente a quien osaba tener una opinión contraria a la oficial.
La calidad del debate político en las redes sociales no es necesariamente buena: en muchos casos, hablamos más de frases cortas, lapidarias o irónicas y de simplificación burda de argumentos que de un verdadero intercambio de opiniones. Incluso cuando se utilizan las redes para difundir un artículo más largo y con más reflexión, es habitual que ese artículo termine siendo usado casi a modo de «arma arrojadiza», pero con un nivel de lectura real muy bajo – aunque otros contenidos, como el vídeo o el cómic, puedan ser objeto de un consumo mayor. Posiblemente sea este componente de consumo «en píldoras», unido a una asincronía que lo hace muy conveniente, una de las claves que estén haciendo que las redes sociales se conviertan en una potente fuente de influencia a la hora de decidir el voto: sostener la decisión de votar por una formación determinada cuando una mayoría de tu red está lanzando constantemente argumentos en su contra no es sencillo. Los argumentos negativos, por otro lado, parecen pesar más que los positivos, salvo cuando estos son aportados como un recurso al sentido común o de manera relativamente desapasionada: el mensaje claramente propagandístico, laudatorio u obviamente proselitista suele generar en redes sociales un rechazo o incluso un hartazgo. No, las redes sociales no son para «pegar carteles»: son (o deberían ser) más para otra cosa. Pero entre lo que son hoy y lo que deberían o podrían ser en el futuro, me temo que aún nos queda mucho por ver – y por sufrir.
This article is also available in English in my Medium page, “Are the social networks going to influence your vote?»
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¿Que os parece si empezamos con un chiste o discurso político.?
– Nosotros los políticos y las políticas, seamos senadores, diputados, presidentes, alcaldes, etc. somos gente honrada. ¡Quién roba es… La Casta.!
A veces, las palabras y las lágrimas no dejan ver la realidad y las estrellas.
Saludos.
Hace dos entradas criticaba abiertamente tus opiniones. En esta ocasión estoy totalmente de acuerdo. Antes, tendenciosas o no, las reflexiones que se daban en medios de papel, TV o radio, debían ser más razonadas aunque sólo fuera por la misma extensión que requerían. Ahora la cortedad de espacios hace que prime el exabrupto antes que el razonamiento. ¿Es esto mejor o peor? A mi entender antes era más fácil llegar a conclusiones propias aunque más trabajoso, ahora es más rápido y supongo que la posibilidad de error aumenta. O al menos eso me parece. Saludos.
No coincido con el final. El mensaje propagandístico, laudatorio o proselitista cala entre los convencidos, y solo molesta a los que están enfrente. Yo mismo me he planteado dejar de seguir a ciertos contactos por hacer esta propaganda a favor de uno de estos nuevos partidos de forma totalmente partidista, acrítica, contradictoria, y machacona. Pero de momento no lo he hecho porque me sirve para tomar contacto con una parte de la sociedad con la que no coincido en casi nada, pero que está ahí.
Pero las redes sociales las hacemos todos. Si queremos contenidos más comedidos, razonados, que no traten a la gente como encefalogramas planos a los que manipular, sino que sirvan para crear debate y encontrar soluciones entre todos, hagamos eso. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo. Yo mismo he prácticamente autocensurado todas mis opiniones políticas para no acabar con debates eternos a diario. Es lo que tiene pensar por ti mismo y no seguir a la corriente, y tener un tiempo limitado…
#003 Goomer
Precisamente, precisamente un libro, que he visto comentar en Internet:
SONRIE O MUERE: La trampa del pensamiento positivo
— Barbara Ehrenreich – 2009 —
Solo hay que leerlo para aclarar dudas y sacar las propias conclusiones.
Saludos.
Buenos Dias , Maestros.
Creo que este post (y sus comentarios) es de lo mas interesante que he leído en mucho tiempo.
Me siento muy identificado con muchas de las observaciones que en el se exponen.
Enhorabuena a tod@s.
Que tengan ustedes un buen fin de semana.
Carpe Diem.
P.D.1: Don Enrique, Maestro, de nuevo pone usté negro sobre blanco parte de mi pensamiento. Con genialidad, además. Como siempre. ;-)
P.D.2: Al loro con los comentarios de este post… que algunos tienen miga.
http://www.patarrantrantran.com/2015/03/podemos-se-toca-techo-ciudadanos-sube.html
Sería muy interesante conocer datos como edad, nivel cultural y uso de redes sociales, relacionados con la intención de votar a partidos nuevos que apuestan por una regeneración democrática.
El voto de los que consumen la información de las redes sociales me temo que no se parecerá en nada a el de los que consumen preferiblemente televisión y prensa escrita.
Los ataques a las libertades en Internet, tienen el mismo objetivo que nuestra ley mordaza. Se trata de una ley que impone duras sanciones para los que ejercen la libertad de expresión en un país donde las manifestaciones son muchas, pero también muy pacíficas.
La historia demuestra que no valorar los ataques a las libertades se paga con la esclavitud, pero también nos enseña que la humanidad rara vez aprende de sus errores.
Totalmente de acuerdo. Cada vez se cuenta con herramientas mejores y que llegan a mas gente, quies sepa usarlas bien llevara un paso frente a sus competidores
Hagamos un poco de recapitulación histórica. En los tiempos de Atenas y Roma la democracia era directa, no había parlamento sino que la totalidad de la ciudadanía debatía y votaba las leyes en algún espacio abierto de tamaño adecuado. Podían hacer esto porque eran ciudades-estado, de pequeño tamaño.
Cuando Roma se expandió, los ciudadanos romanos que no vivían en Roma ni en sus cercanías en la práctica ya no pudieron votar las leyes. Gradualmente estos ciudadanos que no podían votar, ni influir en otros que sí votaban mediante el debate, acabaron siendo la gran mayoría del electorado. Roma fue dejando de ser una democracia y acabó convirtiéndose en una monarquía absolutista (o una dictadura hereditaria, como prefieran decirlo).
La resurrección de las democracias hace 2 siglos se hizo, no en forma de democracia directa, sino de democracia representativa. Sin importar donde vivieras, podías votar a tus representantes, los cuales a su vez debatían y votaban las leyes en el parlamento. El problema que tenemos actualmente es que los representantes ya no están al servicio de sus votantes, sino de otros intereses bien distintos.
Gracias a Internet, el debate político se ha universalizado. Ya no tenemos que limitarnos a debatir con personas de nuestro entorno cercano, Internet es el nuevo ágora y el nuevo foro romano. Pero la estructura política sigue siendo la de antes de Internet, las leyes se siguen votando en el parlamento, y las votan tan solo 350 ciudadanos en un país de 47 millones.
En mi opinión, el proceso de cambio político inducido por Internet no concluirá hasta que, no solo el debate, sino también el voto, se lleven a cabo en la Red, ya sea mediante democracia directa, con los propios ciudadanos votando las leyes, ya mediante una democracia líquida que garantice que en cada momento los representantes cumplen con la voluntad de los representados.
http://es.wikipedia.org/wiki/Democracia_l%C3%ADquida
#008 Democracia líquida. Ignoro si alguna vez llegará a a esos extremos. Sería bonito, pero actualmente «Un sistema en el que cualquier ciudadano tiene la posibilidad de votar por Internet cada decisión del parlamento y realizar propuestas.» fallaría porque los ciudadanos están profundamente desinformados, manipulados y embrutecidos (no en vano ha costado su considerable esfuerzo convertir a la ciudadanía en lo que es ahora). Con la preparación ciudadana actual, la democracia líquida, sería como someter a un viajero a una aceleración de 0 a 100 en una milésima de segundo. ¿Tenemos tanta prisa?
Personalmente, creo que con los problemas tan graves como los que tenemos ahora, habría que empezar por una fase más sensata de estabilización de las constantes vitales de nuestra moribunda democracia con en objetivo de no terminar de destrozarla. Para ello bastaría con corregir todos aquellos problemas que el 99% de los ciudadanos consideran que es un problema evidente. Lo que se llamó consenso de mínimos hace tiempo. Creo que logrado ese importante objetivo se podría continuar avanzando mucho más, pero aquí la gente prefiere ir directamente a que le resuelvan, al precio que sea, su problema particular, mañana mismo.
#9 Antonio Castro:
El argumento de que el pueblo (o una parte de él) no está preparado para decidir las leyes es ya demasiado viejo y demasiado fácil de rebatir. Democracia sí, pero sin el pueblo. ¿No es una contradicción?
Esos problemas tan graves que tenemos ahora nos vienen precisamente porque no fue el pueblo el que decidió.
#08 Krigan
Si, básicamente así es.
;-)
La democracia representativa tuvo (y tiene) su razón de ser.
Y las democracias actuales son (para lo bueno y para lo malo) productos de aluvion de aquellas primigenias democracias liberales, con sufragio censitario, no lo olvidemos.
Pero…
#09 Antonio Castro tambien tiene algo de razón en lo que dice.
No es tan fácil.
Pese a que las RRSS puedan eliminar «la fricción» de los medios tradicionales, existen otros considerandos, que exceden el contenido de estos comentarios.
Da para una tesis doctoral, como poco.
En resumen.
La frase de «todo para el pueblo pero sin el pueblo» es el máximo exponente del Absolutismo Ilustrado.
No tiene nada que ver con lo que estamos hablando.
Ese es otro escenario.
No obstante, como te decía la principio… «básicamente, así es.»
Pero no me refiero solo a la posibilidad de la implantación de una democracia directa en detrimento de la representativa (usando o evolucionando las Nuevas Tecnologías)
Si no… al verdadero «quid» de la cuestión, que -también- lo mencionas muy acertadamente.
«El problema que tenemos actualmente es que los representantes ya no están al servicio de sus votantes, sino de otros intereses bien distintos»
ESTE Y NO OTRO ES EL PROBLEMA DE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA.
No el sistema parlamentario en si mismo.
Hace falta un cambio de paradigma, si, probablemente.
Pero principalmente en la sociedad.
O por lo menos ANTES en la sociedad que en las instituciones.
Estas (por definición) no son mas que el reflejo de la sociedad que representan.
Si los valores y el compromiso de una sociedad no cambia… sus instituciones tampoco lo harán.
Sea cuales sean.
Y eso solo se soluciona con Educación y Cultura (pero la de verdad, no la que tenemos ahora)
Es decir aquella que nos hace capaces de pensar por nosotros mismos y tener criterio propio.
Y… como poco en una (o dos) generaciones, me temo.
Un abrazote.