Las grandes discográficas presionan a Spotify para que introduzca restricciones artificiales en la cantidad de música que ofrece en su producto gratuito, aprovechando la renegociación de sus licencias. Pretenden forzar una mayor conversión de usuarios gratuitos a usuarios de pago degradando la calidad del servicio gratuito, algo que Spotify ha demostrado consistentemente gestionar mejor que nadie. Spotify, que ha sido capaz de obtener una de las mejores tasas conocidas de conversión de free a premium, se encuentra ahora con la presión del oligopolio formado por las tres grandes discográficas, cuya codicia podría estrangular su modelo.
Crear un modelo de negocio válido compitiendo con la infinita variedad de opciones gratuitas existentes es enormemente difícil. En todo lo referente a la música, vivimos en una auténtica economía de la abundancia: si quiero escuchar una canción, tengo muchísimas opciones para hacerlo en cualquier momento. Que Spotify, en un entorno así, haya sido capaz de crear un modelo que anima a muchísimos usuarios a probarlo, y a un porcentaje muy respetable de ellos a pagar por él, supone un enorme ejercicio de entendimiento de la psicología del usuario, que parte de bases asentadas en la experiencia. En los modelos freemium, es verdaderamente difícil obtener un porcentaje de conversión que supere el 10%. Únicamente empresas con una gestión muy sensible y muy afinada son capaces de mejorar esos porcentajes. Spotify obtiene regularmente porcentajes superiores al 25%, diez millones de usuarios de pago frente a cuarenta millones de usuarios totales, y el porcentaje es aún superior si consideramos únicamente usuarios regulares.
Spotify sabe que tiene que ofrecer un servicio gratuito que valga la pena, que proporcione acceso a un catálogo ilimitado, y que introduzca muy pocas restricciones y muy bien dimensionadas. El usuario puede admitir que cada pocas canciones se le administre un anuncio molesto que permite monetizar su atención y que le lleva a pensar en la posibilidad de pasarse a la opción de pago para librarse de él, pero le cuesta mucho más asumir que hay determinados artistas que le apetecería escuchar pero no están disponibles. Spotify tiene claro que lo que tiene que hacer es incentivar la prueba de su servicio de pago mediante promociones de todo tipo, porque ha comprobado perfectamente que la conversión de los usuarios tras la prueba es muy elevada, pero la clave de esa elevada conversión está precisamente en la calidad del servicio gratuito que tiene en la base de su pirámide. Si la base de la pirámide es menor porque el servicio gratuito pierde atractivo, todo el sistema se resiente.
¿Dónde está la raíz del problema? En un esquema de derechos de autor que fue hace años tomado por asalto por los intermediarios, que lleva demasiados años diseñado no para beneficiar a los creadores ni a los usuarios, sino únicamente a las discográficas. A esas discográficas que han ido concentrándose hasta ser ya únicamente tres, cuyo negocio ya no tiene justificación alguna desde el punto de vista de aporte real de valor, y que únicamente mantienen su posición hegemónica gracias a restricciones artificiales. Lo único que lleva a que un creador tenga que tocar la puerta de una discográfica es el hecho de que sin ella, el acceso a determinados canales de distribución resulta mucho más complejo o prácticamente imposible: en plena economía de la abundancia, hay tres empresas gigantescas que viven de explotar la escasez gracias a un diseño completamente sesgado de los derechos de autor que les permite explotarlos para su beneficio, a costa de unos ingresos que tendrían que ir a los creadores y de una calidad de servicio que debería llegar a los usuarios. El negocio de las discográficas está precisamente en eso: en perjudicar artificialmente a creadores y usuarios, creando restricciones sin ningún aporte de valor a cambio, gracias a la explotación absurda de unos derechos de autor planteados de manera completamente absurda. La perversión absoluta de lo que un día se diseñó para proteger a los creadores, y que hoy protege únicamente a un intermediario cuya labor, en un mundo en el que no hay que producir ni distribuir soportes físicos, ya no tiene ningún sentido.
Para poder convertirse en un actor relevante en la distribución de música, Spotify se vio obligado a negociar con las discográficas, a entregarles una parte de su accionariado, y a diseñar su servicio de manera que siguiese entregando a esas mismas discográficas una cantidad que estimasen adecuada, cantidad de la que esas empresas siguen reteniendo la mayor parte para hacer llegar a artistas y creadores únicamente las migajas. La culpa de que los artistas perciban pocos ingresos de Spotify no está en la manera en que funciona Spotify, sino en el hecho de que las discográficas sigan llevándose un porcentaje descomunal que de ninguna manera se corresponde con el valor que aportan.
Ahora, esas mismas discográficas pretenden saber más que Spotify sobre su propio negocio, y se dedican a opinar sobre si deteriorar la parte gratuita incidiría en una conversión superior. Spotify sabe perfectamente que un deterioro así de su servicio básico no hará otra cosa más que enviar a los usuarios a YouTube o a otros servicios competidores, o incluso de vuelta a las páginas de descargas. En plena economía de la abundancia, si tu producto gratuito no es suficientemente bueno como para enganchar a los usuarios e incentivar la prueba, el paso a premium no puede hacer más que reducirse.
Mientras no se rediseñen los esquemas de derechos de autor para adaptarlos a la era digital y, sobre todo, para entregar el valor a quien realmente le corresponde, poco se va a poder hacer.
This article is also available in English in my Medium page, “Now the record labels are telling Spotify how to run its business«
Y si baja la tasa de conversión invariablemente hará que el foco se giré hacia los que tenemos el servicio Premium subiendo el precio o bien segmentándolo. Vamos, un frenési.
Yo veo un camino en un «servicio por género»: me importa un carajo el pop, la música comercial actual y los 40 ppales me producen alergia.
Pero pagaría a gusto 2€ x género por un servicio que me diera todo el jazz, todo el soul y toda la clásica de los últimos 80 años.
No puede tener el mismo precio música que se publicó hace 50 años, o hace 30 que cualquier basura sonora actual como se llame.
Cuando hablamos de derechos de autor, muchas veces metemos en el mismo saco lo que son derechos de los productores y los de los autores. Representados los primeros por kas discográficas y su asociación, y los segundis por las sociedades de gestión de los mismos (SGAE). Aunque ambos deben radicalmente revisar los acuerdos con artistas y autores (muchos de ellos sin derechos contractuales a esta explotación), la presión sobre ese cambio en el modelo que mencikna el artículo, la ejercen os productores principalmente.
Hola Enrique,
Pertenecí al sector discográfico como directivo por mas de 10 años y lo deje precisamente porque nadie (mis superiores, especialmente Internacionales) entendían el «nuevo entorno» y reinaba el miedo a todo lo «digital». Te hablo de ya hace 10 años y es – permite la palabra – acojonante que los directivos y «capitanes» de la industria musical de hoy siguen siendo los mismos que hace 10 – 15 años. Aquí reside parte del problema.
Saludos
Totalmente de acuerdo,
Y ¿cuando los artistas/autores se darán cuenta que quien realmente les está chupando la sangre son las discográficas, las editoriales, etc?
La mayoría siguen pensando que Spotify y similares son los malos!
Si por algo necesitamos un Internet Libre es para que termine con los monopolios/oligopolios que hay en el mundo que entre otros están los siguientes. El orden no esta por importancia y algunas están mas liberadas ya que otras
1. Energía del Petroleo
2. Energía eléctrica
3. Grandes Farmaceúticas
4. Partidos políticos
5. Música
6. Libros
7. Periódicos vegetales (fuentes de información)
8. Televisión
9. …..
Sin duda en un mundo más libre, más competitivo y más transparente, todos saldremos ganando. Esta claro que unos muy pocos que ahora tienen el poder no, pero la guerra ya la tienen perdida.
Sin Spotify free volverá el parche y la pata de palo y se utilizara Google Music para subir la musica p2p.
Mi pregunta es, ¿Qué diferencia ven las discograficas entre una radio-formula de FM jque se financia solo con publicidad y el Spotify free que hace lo mismo? Yo escucho Spotify libre con la obligación de escuchar los álbumes aleatoriamente (lo que en musica clasica es un rollo) y los anuncios. Es lo mismo que la radio, yo oigo los anuncios y con eso pago, ¿No? Y otra pregunta ¿conocen las discograficas el dicho «tanto fue el cántaro a la fuente que se rompió»?
La misma historia de siempre. Resistencia al cambio. Inercia de lo que hacíamos antes.
La musica ha sido lo primero (formato digital y menos peso en MB). Pero hay muchiiiiiisimos mas sectores.
No solo la cultura (musica, libros, cine..etc) esta en pleno proceso de transformación.
Un sector ? el del prof. Dans: La enseñanza y los MOOC. Los profesores serán mas bien coaches en pocos años.
Que porcentaje de los trabajos requieren la presencia física ? El teletrabajo debe de despegar ya !
Y cuantos trabajos que requieren presencia física empiezan a ser factible su robotizacion.
Conducción
Limpieza
Seguridad/vigilancia
Y para mi lo mas importante de todo. Hoy con internet, el talento capaz de introducir las tecnologías que revolucionen los sectores-procesos arriba mencionados es detectado inmediatamente, al tener contacto directo con los grupos de desarrollo a través de la red.
Cuantos genios de la programación se detectan al día en los proyectos free software ?
Cuantos genios de la programación se detectaban al año en las «casas de software» de los 70 u 80 ?
Abróchense los cinturones. Despegamos !
Hola,
no estoy de acuerdo en que las discográficas no aportan ningún valor. Creo que si lo hacen en el tema de marketing y promoción: si alguien quiere ser famoso de manera rápida (y tiene algo de talento para ello), las discográficas son el camino más fácil.
Otro tema es que hoy en día existan montones de alternativas para que cualquiera se autopromocione… y eventualmente sea famoso. Personalmente no conozco a nadie que lo haya hecho con muchísimo éxito, partiendo desde 0 (es decir, sin que ya fuera famoso anteriormente y se moviera a la autopromoción en parte por indignación con las discográficas, y en parte para mostrar lo guay que son con esto de las nuevas tecnologías).
Obviamente no estoy de acuerdo con lo que hacen las discográficas con Spotify, pero en cuanto a tener un mercado controlado y artificial, es lo mismo que hacen los taxis y montones de otras industrias. Es decir, es parte del juego.
Saludos.
El objetivo, pues, debería ser concienciar a los artistas para progresivamente desintermediar el flujo de ingresos. Convencerles de que las discográficas se están llevando una parte del pastel que no les corresponde. ¿Cómo conseguir eso? Difícil.
Esto ya cansa.
Soy suscriptor premium de Spotify, y la verdad, es que es un gran servicio, va de fábula, tanto en iOS como en Android. A veces llevo alguna que otra sorpresa al ver que de repente tal canción o disco desaparece de Spotify, y luego al cabo de unos meses vuelven a estar disponibles. No entiendo este juego de las discográficas. Yo desde luego que si se cargan Spotify, me niego en redondo a comprar cualquier tipo de música en soporte físico o en tiendas online (léase iTunes). Si hay que ponerse un parche en el ojo y una pata de palo se pondrán, y tan a gusto.
Por último, hasta cuándo estaremos en manos de dinosaurios (en esto, en política, en la educación de nuestros hijos a través de la inmenrsión total en el s.XXI, etc…), hasta cuándo???.
Es la misma sensación de siempre en estos casos: unos empresarios que más bien son empresaurios, asustados porque ven la entrada de un nuevo mercado que les puede dejar fuera de juego. Poco a poco las discográficas han pasado de ser gente que ponía el dinero para la edición y distribución a ser gente que movía los hilos de la música que llegaba a los mass-media.
Spotify les incomoda, porque en las viejas radios ellos controlaban qué oía el público, y en un medio más abierto pierden gran parte de ese control. Les aterra, y siempre lo he dicho, la guerra sobre el control de los contenidos en internet tiene más que ver con poder controlar qué consumimos que con pérdidas de ingresos.
Leo esto mientras escucho Spotify, tengo premium hace tres años, y no me importa reconocer que los 360 € gastados en este tiempo son el doble o triple de lo que hubiese gastado en comprar CDs o temas en itunes. Y no me importa porque la accesibilidad de Spotify lo vale. Accesible a todas horas, para correr, para improvisar una lista y ser el rey de la fiesta, o para acompañar un baño d espuma en el hotel tras un dia loco.
Y la variedad es sin duda el segundo valor, me encanta descubrir y escuchar la «radio» de mis temas favoritos. Ademas, tengo hijos adolescentes que, logicamente, no comparten mis gustos.
En resumen, Spotify es como Yomvi…la libertad.
Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
Ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números rojos
En la cueva del olvido,
Y hubo tanto ruido
Que al final llegó el final.
Mucho, mucho ruido,
Ruido de ventanas,
Nidos de manzanas
Que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido,
Tanto ruido y al final
Por fin el fin.
Tanto ruido y al final…
Hubo un accidente, se perdieron las postales,
Quiso carnavales y encontró fatalidad.
Porque todos los finales
Son el mismo repetido
Y con tanto ruido
No escucharon el final.
Descubrieron que los besos no sabían a nada,
Hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
Se apagaron los latidos,
Y con tanto ruido
No se oyó el ruido del mar.
Mucho, mucho ruido,
Ruido de tijeras,
Ruido de escaleras
Que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final…
Tanto ruido y al final…
Tanto ruido y al final
La soledad.
#10 Completamente de acuerdo, nadie mínimamente informado puede sostener que las discográficas «no hacen nada» y se forran con el sudor de los artistas. Las discográficas financian las nada baratas grabaciones, surten de canciones ajenas a los numerosos «artistas» que no saben lo que es una partitura (ya no digamos componer una canción, aunque sea mala) y casi lo más importante: se encargan de la promoción mediante unos canales (de lamentable calidad) que les ha llevado un siglo montar.
No nos engañemos, la gran mayoría de «artistas» que triunfan a lo grande no serían nada ni merecerían actuar siquiera en la boda de su primo sin las multis. Merecen estos «artistas» llevarse un trozo mayor del pastel cuando en el fondo no dejan de ser productos de las empresas discográficas, prácticamente meros empleados? No.
Y claro, luego están los Artistas que sí que tienen talento propio. Estos pueden elegir: o son valientes y se llevan su carrera ellos mismos (o en pequeñas compañías independientes) pagándose grabaciones, giras y promociones y luego llegarán donde sea o se echan en manos de las 3 pérfidas multinacionales, que obviamente se cobrarán los servicios prestados. Lo que no se puede pretender es quedarte con lo bueno de ambos mundos.
#10 y #16, no se ha dicho que las discográficas «no hacen nada», pero sí que el espíritu es que «cobran demasiado para lo que hacen», sobre todo considerando las alternativas que hoy existen. Y sobre todo teniendo en cuenta, no las cosas positivas que mencionáis (grabaciones, marketing, etc), sino las negativas que se han comentado aquí (controlar el acceso a canales de distribución, dificultar el acceso fuera de sus ámbitos controlados, cambiar a través de lobbies las reglas del juego para que les favorezcan, etc) . Y ese debate es apropiado y defendible.
#16 Ya estamos con la chorrada de siempre: el triunfo, los triunfitos, el éxito, bla, bla, bla. Esa es una perspectiva nimia, sincrónica.
Aquí lo que cuenta es la infinitud de musica grabada en las últimas 8 décadas. La historia de la música. Todo lo que querría escuchar de autores e intérpretes que hace mucho que murieron, para los que el éxito es una broma macabra.
Todo eso que no puede costar 1€ por canción. Yo compraba vinilos a 600pts. la unidad en los primeros 80. ¿Me van a cobrar ahora por esas mismas canciones 12€/18€ y encima sin soporte? Vamos, anda…