Mantuve una interesante conversación telefónica con Thomas Gualtieri, de El País, sobre las posibles razones que hacían que España se convirtiese en un número ya elevado de ocasiones en un auténtico fenómeno de la difusión de herramientas tecnológicas, capaz de alcanzar cuotas de mercado llamativamente elevadas en períodos de tiempo mucho más cortos que los habituales en otros países. Ayer vi el artículo en el que cita algunos fragmentos de esa conversación, titulado «Campeones en WhatsApp» (pdf).
Sociológicamente, España es un país bastante especial. Por un lado, tendemos a ser muy fácilmente influenciables en muchos aspectos, especialmente en aquellos en los que atribuimos a nuestros interlocutores un cierto nivel de expertise del que consideramos que personalmente carecemos. En herramientas tecnológicas, todos tenemos referentes inmediatos personales cuyas recomendaciones de adopción tendemos a tener en consideración. Cuando hablamos de procesos de adopción en los que las barreras de entrada son bajas, esas recomendaciones, habitualmente acompañadas de la exposición más o menos entusiasta de sus beneficios, nos llevan a una toma de decisiones rápida, más aún si la propuesta de valor de la herramienta en cuestión está sujeta a externalidades de red, es decir, la escala, la adopción por parte de un número elevado de personas, forma una parte indispensable de su funcionalidad.
Para el español, ese tipo de procesos son intrínsecamente sociales, y la posibilidad de quedarse fuera de ellos supone un problema: sufrimos una crónica inseguridad que nos lleva a no querer ser «el que se queda fuera», «el que no está», «el que no se entera». Las dinámicas de adopción forman parte de una especie de marca de «prestigio social» con la que buscamos vernos asociados. En el año 2000, en cuanto empezamos a oír hablar en nuestros círculos cercanos de un buscador que resulta ser mejor que los que había, todos en bloque adoptamos Google, y nuestro país se convierte en el primero en alcanzar una impensable y aparentemente inexplicable cuota de mercado de más del 95%, que tomaba completamente por sorpresa a la propia compañía. En 2010, las BlackBerry se convirtieron de repente en compañeros indispensables de todo adolescente como si las repartieran a la puerta de los colegios, a pesar de que su posicionamiento anterior había sido el de un mercado directivo con unas características notablemente distintas, hasta el punto de alcanzar una cuota de mercado elevadísima en un tiempo récord, en otro caso de adopción llevada por las externalidades de red derivadas de su plataforma de mensajería instantánea (que posteriormente fue sustituida por WhatsApp, de nuevo en un fenómeno vertiginoso, debido a la ventaja que le otorgaba el hecho de ser multiplataforma).
Sea por la razón que sea, el caso del mercado español ya es objeto de comentarios entre empresas tecnológicas, y ya ha sido clave en decisiones como la que llevaron a la coreano-japonesa Line a intentar entrar con fuerza en nuestro mercado, incluyendo campañas con actores conocidos en medios masivos: estimaban que el caso español, el ser capaces de entender las dinámicas de difusión social en un mercado con las características del nuestro, podía resultarles clave a la hora de penetrar en otros mercados hispanoparlantes. La adopción tecnológica en España tiene sin duda una base sociológica, derivada sin duda de unas características intrínsecas y diferenciadas, y para la que buscar explicaciones racionales específicas como el coste de los SMS resulta siempre una visión incompleta. Quien lo entienda y aprenda a explotarlo, puede llegar a obtener ventajas muy interesantes.
Borregos, Sancho.
Creo que esto viene dado por la inmensa tasa de «analfabetismo tecnológico» que hay. La gente en general ni tiene idea ni interés alguno en cómo funcionan las cosas, pero la tecnología «mola».
Es por ello que siempre tenemos eses 4 referentes entre amigos y «cuñados tecnológicos», los cuales siempre marcando «tendencia», a los que copiamos descaradamente ante cualquier cosa que suscite envidia o nos parezca extremadamente interesante. Eso acaba siendo la semilla de esa propagación masiva entre amigos y familiares.
Dices que «La adopción tecnológica en España tiene sin duda una base sociológica, derivada sin duda de unas características intrínsecas y diferenciadas». ¿Sin duda y sin duda? Muy seguro estás.
Puede ser, y sería estupendo que hicieras una buena descripcción de ese perfil sociológico que tienes tan claro y que nos convierte en algo tan especial con unas características intrínsecas y diferenciadas. Me temo que no las has mencionado pese a tu seguridad, porque ese dato y no otro es en mi humilde opinión, el meollo del post que acabas de enviar.
No me basta que simplemente digas que tenemos el complejo de no ser escuchados y parecer “el que se queda fuera”, “el que no está”, “el que no se entera”. Un retrato muy incompleto para un interesante perfil del ciudadanito español.
Yo creo que simplemente has intuido que hay algo en nuestra personalidad y no sé si por ignorancia o para no resultar ofensivo no has entrado a esbozar los detalles que permitan aportar un retrato que describa fielmente esa personalidad.
En realidad, esa forma de ser que no detallas, creo que es importantísima, porque tal y como yo creo que es, explicaría una gran parte de nuestras peores desgracias. Voy a mojarme más que tú.
Creo que el españolito de a pie tiene una personalidad que resulta de una extrema debilidad y muy manipulable. El españolito de a pie no es nadie si no se siente parte de un grupo importante. Se trata en mi opinión de una condición social caracterizada por el gregarismo. Somos como un banco de temerosos alevines o un rebaño de corderitos y la tecnología ha facilitado la droga que mitiga la sensación de quedarse fuera del rebaño.
Tenemos un poderoso rebaño cristiano, tenemos una excesiva tendencia a no cambiar de partido político, a no cambiar de equipo de futbol a no cambiar de ideas y a sentirnos cómodos pensando siempre como lo hace la mayoría y un miedo excesivo al que dirán.
La tecnología, no ha servido para convertirnos en libre pensadores sino en gente que sigue a otros y que necesita que muchos le sigan a él y que le digan «me gusta» a cualquier comentario que difundamos. La tecnología no nos ha hecho mejores, no nos cambiado en lo esencial ni a mejor ni a peor. No somos mas cultos ni más sabios. La estamos usando para reafirmarnos en nuestra personalidad gregaria.
Quizá sea que en España somos más «socialdependientes» que en otros sitios, porque los ejemplos que has puesto, (excepto Google), de los finados Mesenger, Skype y SMS y Twenty, a los actuales, Twitter, WahtsApp y Facebook, todos valen/valían, para comunicarse dentro de los grupos de amigos/conocidos. Igual pasa con el ADSL y el cable, y creo que los teléfonos móviles, que tiene una penetración superior a la que correspondería a nuestro nivel de digitalización y riqueza, mientras que otros productos tecnológicos, como Linux, Bitcoin y App de todo tipo, no logran expandirse con la misma facilidad.
Una posible causa es que quien no se suma a un medio de comunicación, que le permita el contacto con el grupo, corre un riesgo de exclusión social de facto, con lo que ello puede acarrear. Claro que no es más que una hipótesis de partida, que habría que investigar más a fondo.
Veo los comentarios a esta entrada e intuyo un pecado español adicional que es la tendencia a la autodestrucción…. ¿de verdad que nadie tiene un comentario positivo a esto?… Por mi parte creo que como individuos somo considerablemente mejores que como conjunto, el nivel individual medio supera con mucho al que podemos llegar a alcanzar como colectivo por defectos de educación y de entorno que afectan a nuestro carácter.
Uno de ellos es precisamente la incapacidad casi enfermiza de reconocer algún mérito a nuestros congéneres (especialmente si con compatriotas). Esto es tan endémico que se manifiesta una y otra vez en nuestra decadente, desde siglos, vida pública.
Ya no sigo. Saludos.
Yo lo explicaría de forma más sencilla: no hace falta decir que somos más influenciables, simplemente somos más sociables que otros paises similares al nuestro respecto al uso de tecnología.
Nos vemos más frecuentemente con los amigos y la familia, generando un nivel mayor de interacciones, lo cual aumenta la velocidad de la difusión.
Yo pondria en cuarentena los Estudios. Sin negar la masiva penetración de diversas tecnologías en nuestro entorno, no veo diferencias flagrantes entre España y otros países. Por suerte o por desgracia viajo mucho y disponer de hijos adolescentes que tienen amigos por todo el mundo me permite afirmar que las prácticas habituales son comunes en España en Alemania, Inglaterra o Norteamérica.
Me fío muy poco de las estadísticas nacionales. Tenemos una larga historia de fabricación de números decepcionantes, y me temo que esta presunta ‘adopción acelerada’ no sea más que maquillación masiva de números de las telcos, de las que me fío solo lo justo.
En un País en el que se hicieron unas previsiones de tráfico que generaron la construcción de las radiales de Madrid y un posterior agujero de 5.000 millones de euros me parece que los fundamentos de investigación estadística y análisis de datos no son muy comunes.
Todo ello sin menoscabo de estar de acuerdo con el fenómeno social que citas, pero a mi me parece que olvidas un punto de ‘moda’ o ‘imitación’ lo que explicaría, por ejemplo, la lenta penetración de Snapchat (comparado con norteamérica). Pero puedo afirmar que en un instituto en Glasgow o en Oklahoma hallaréis la misma densidad de smartphones y usuarios de facebook que en España. El 100%.
#005 Pues aunque en otros temas estoy de acuerdo contigo en que somos bastante «autodestructivos», en este caso coincido plenamente con lo que se dice en otros posts.
Para mi el que seamos «Campeones Mundiales» de uso del Whatsapp no es algo para estar orgulloso. Sólo dice de nosotros como grupo (y probablemente como individuos), que tenemos una necesidad de ser parte de la «manada» y no quedarnos atrás. Si almenos tuviera alguna relación con otros indicadores tecnológicos, podría ser positivos, pero creo que no es el caso…
Hola a todos,
Interesante debate en los comentarios. Personalmente hace tiempo que trato de explicarme esos hechos diferenciales sociológicos y su origen. Pienso que no son del todo específicos de los españoles, sino más bien mediterráneos.
¿Conocéis algún pequeño estudio que haga un retrato más completo e incluso la procedencia u origen de estas diferencias sociológicas con nuestros vecinos?
Gracias.
Este fenómeno no es nuevo. Ya en la implantación de los cajeros automáticos se pudo apreciar este comportamiento.
#009 Bueno, sí. Nuestras particularidades tienen mucho que ver con la cultura mediterranea. Creo que lo has pillado.
Yo creo que tendrá connotaciones positivas y negativas, pero el balance para un momento como el que estamos atravesando, yo creo que no es bueno.
Creo que la gente tiende a pensar mas con las neuronas del grupo que le mola más, en ligar de hacerlo con sus propias neuronas, que en mi modesta opinión, funcionan mucho mejor.
Además, toda una vida pensando con las neuronas de otro evita que la gente ejercite la maravillosa máquina que tiene dentro de su cráneo, y con los años termina convertido en un perfecto idiota pero con una gran habilidad para conectar maravillosamente con mucha gente haciendo gala de su bobalicona simpatía.
Es una cuestión del tiempo que dedicamos a cada cosa, porque las funciones sociales son muy importantes. Ignoro cuantos bares habrá en otros países mediterraneos, pero en España hay muchos. Creo que hay aproximadamente un bar por cada 130 habitantes, y todos sabemos que la principal función de un bar es la función social.
Para no hacer el comentario de borregos que algun otro compañero ha escrito. Es que los españoles, como les esta pasando ahora a los chinos, veniamos de ser muy pobretones, y tenemos ese sentimiento todavia de inferioridad que nos hace querer posicionarlos socialemente con nuestras cosas, la ropa, el coche, el mobil…
Pero tampoco puedo dejar de pensar que si tan masivamente hemos adoptado Google, wassap o el iphone es porque son productos que han respondido mejor que sus rivales a nuestras necesidades. Nunca he conocido un producto que haya alcanzado un monopoligo genuino con recorrido en el tiempo solo por su imagen de marca.
Al socializar mas que otros paises, la difusion de la gripe o la red social se propagan a mayor velocidad.
Quizá la respuesta es mucho más sencilla.
Whatsapp triunfó rápidamente en España, por el precio abusivo e injustificado de los SMS. Y por supuesto por las tarifas de precio desorbitado de la voz. Del oligopolio de operadoras, con ese famoso pago por adelantado del «Establecimiento de llamada».
El español medio no es tonto y siempre intentará pagar lo menos posible, como hacer una llamada perdida para que le llames con el teléfono del trabajo que sale más barato. O bien una solución mucho más versatil que es mandar un «guasap» para decir que llegas tarde.
Así que el español no adoptó el whatsapp por borreguismo, sino por pura obligación, la operadora de turno le regalaba un smarphone al españolito de a pie, porque sabía que con él, le iba a cobrar una tarifa de datos cada mes, y el españolito que tonto no es y que tiene un cuñado que le enseña como no gastar dinero en llamadas de voz, salvo para lo imprescindible, empieza a usar «guasap» y se da cuenta que está ahorrando.
Creo que no solo es que España use mucho whatsapp, sino que cada vez se usan menos las llamadas de voz, y ahora las llamadas de voz son escasas en el contacto diario con nuestro semejantes.
Las operadoras de voz cavaron su propia tumba, ahora nos regalan la voz pero en tarifas planas, pero no hay tarifa plana de datos y ahí es donde cada día nos recortan más.
Noto personalmente, que que cada vez me duran menos los datos incluidos con la tarifa, luego la velocidad baja a extremos inutilizables y empiezan a llegar SMS que nos venden bonos para tener unas pocas megas más a precio de oro.
Se avecina una nueva batalla.
Francisco López:
Si esa es la esperanza de las telecos, lo llevan crudo. Los límites de tráfico no paran de aumentar. Al final se llegará a conexiones sin límite también en los móviles.