Mi amigo y compañero de los años del MBA José Luis Pérez Lobo, Director Económico-Administrativo de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), me pidió a finales de diciembre una pequeña colaboración para el número 6 de la revista de la entidad, FADBook, y les escribí esta columna titulada «Adicciones tecnológicas» (pdf) que se me había pasado reseñar aquí.
A continuación, el texto completo de la columna:
Adicciones tecnológicas
Mientras el mundo evoluciona hacia un entorno en el que la conectividad y la red tienen un peso cada vez más importante, resulta curioso comprobar como en un buen número de colegios y hogares impera una mentalidad cada vez más absurdamente conservadora y retrógrada.
En comunidades autónomas como Galicia o Castilla-León, se ha llegado al punto de aprobar nuevas leyes para prohibir los teléfonos móviles en las aulas: el uso de tecnología es uno de los factores que van a determinar de manera más clara la empleabilidad de nuestros hijos… pero nosotros nos empeñamos en separarlos de sus dispositivos, en prohibírselos o en temer que “se hagan adictos”.
El concepto de “adicción tecnológica” es una de las tonterías más grandes que hemos podido crear en el imaginario colectivo. ¿Existen “adictos a la calle”? ¿Adictos a la correspondencia? ¿Adictos al teléfono fijo? Siempre puede haber patologías, pero su número no se ha incrementado significativamente. El smartphone es uno de los logros tecnológicos que más ha hecho por reducir la brecha tecnológica: antes, era preciso tener un costoso ordenador para integrarse en el mundo digital, una inversión que solía estar cerca de los mil euros. Ahora, un smartphone de alrededor de cien, o menos (la próxima generación de dispositivos Android está previsto que ronde los quince o veinte euros) tiene prácticamente la misma funcionalidad que un ordenador. Y nosotros, en lugar de maravillarnos y tratar de formar a nuestros hijos en todos los aspectos de su uso – incluida la educación y la etiqueta a la hora de usarlo – tratamos de restringírselo, y le explicamos que “para ir al colegio, tiene que desconectarse del siglo XXI y retornar al XX”, un siglo en el que, en muchos casos, ¡ni siquiera había nacido!
La brecha en la adaptación de la educación al nuevo entorno tecnológico radica fundamentalmente en la mentalidad de educadores, profesores y padres. Si dejásemos a los niños organizarse, desarrollarían metodologías para utilizarlos en su educación, como sustitutos ventajosos de los trasnochados libros. El conocimiento y la educación, hoy, ya no están entre las tapas de un libro de texto. Están en la red. Y el smartphone es la puerta de entrada.
Enrique, en nuestro país existe con demasiada frecuencia la tendencia a prohibir, y en este caso como bien comentas en el artículo, los casos de Galicia o Castilla-León no son una excepción. Tendemos a prohibir en lugar de educar, pues a priori puede parecer más fácil.
Soy ingeniero informático especializado en marketing digital y nuevas tecnologías. La semana pasada daba una charla en una escuela de primaria sobre nuevas tecnologías y marketing, y me asombró ver que los conocimientos que tienen los chavales de 10 años de Google y el posicionamiento no son pocos. Como ves, soy partidario y defensor del uso de las nuevas tecnologías, pero te animo a que debatas en próximos artículos sobre lo siguiente:
– ¿Cómo afectan las radiaciones generadas por las redes WiFi a los menores en las escuelas?
– ¿Está reduciendo realmente la brecha tecnológica el uso de los smartphone?
Como te he comentado, no hay que prohibir, sino educar en su uso.
un fuerte abrazo,
Josep
Te has expresado en un tono excesivamente contundente y casi diría provocador. Sospecho que nuevamente se trata de agitar las aguas para ver que tipos de respuestas obtienes. Supongo que estos globos sonda te permiten detectar los comentarios que en una tertulia seria en televisión deberías evitar.
Para mí, es perfectamente lógico prohibir los teléfonos móviles en la aulas. Tan lógico como hacer lo contrario, es decir, un uso didáctico de esa tecnología y de cualquier otra en las mismas aulas y con los mismos alumnos, incluso simultáneamente. Es un sí pero no.
Creo que cometes el mismo error cuando preguntas si existen adictos a la calle. Yo creo que existen adictos a ciertos usos de la calle, como la adicción a los bares, los botellones, etc., y si me preguntas si hay adictos a la televisión, te contestaría que hay adictos a la televisión basura.
En las aulas cuando el profesor está impartiendo una materia no es el momento de ponerse a leer el correo ni de chatear con un amigo o de ver vídeos en youtube. El problema no es el teléfono móvil, sino el uso que pueda hacerse de él en un determinado momento.
Si yo fuera profesor tampoco permitiría comer el bocadillo en clase y no tengo nada contra los bocadillos.
Por el contrario, no vería mal que en un colegio los profesores animaran a los alumnos a hacer alguna redacción sobre algún tema animándoles a apoyarse haciendo búsquedas en Internet. Para ello sería bueno que les explicaran como conseguir mejores resultados en su búsquedas.
En lo relativo a dejar a los niños que se organicen ellos mismos, me parece una completa ingenuidad. No me puedo creer que tú tengas experiencia en educación infantil después de un comentario como ese. Ni siquiera haces distinción por edades y afirmas que «Si dejásemos a los niños organizarse, desarrollarían metodologías para utilizarlos en su educación, como sustitutos ventajosos de los trasnochados libros». Los niños a los que tu te refieres, o son muy mayores o son un poco marcianos.
Bueno, si consideramos normal no apagar el móvil jamás, ni siquiera por la noche… ¡y contestar hasta los whatapps!
Si consideramos normal volverse histérico cuando le quitas el móvil.
Entonces sí, es verdad, no hay adictos tecnológicos, pero bueno, le preguntaré a un amigo psicólogo a ver qué opina sobre la adicción tecnológica vs adicción a la calle, al teléfono fijo, ¡a la correspondencia!, etc.
Estaba seguro que no te comprenderían.
Solo recordar que a mi, que tengo 70 años, me prohibieron en primaria, el uso de pluma estilográfica, había que utilizar palillero y tinta, en bachillerato el uso de bolígrafo, era obligatorio utilizar pluma, en la universidad estaban prohibidas las calculadoras, era necesario utilizar, reglas de cálculo, en el trabajo prohibían ir con vaqueros, había que vestir de traje y corbata, luego restringían el uso de la fotocopiadora habia que utilizar papel carbón, más tarde, escatimaban los diskettes, había que hacer las cosas impresas en papel, más adelante controlaban las conexiones a internet, no se podía utilizar redes sociales, y así hasta que me jubilé.
No lo digo yo, ni cualquiera «de la calle». Lo dice un juez de menores:
https://www.youtube.com/watch?v=9T4PbownsiM
Enrique, ¿qué opinas al respecto?
#004 Totalmente de acuerdo.
Lo que a mi me sorprende es la unanimidad general en prohibir/detestar lo nuevo. Poner puertas al campo…
Pues Enrique, siento discrepar. Creo que si que existe la adicción a la tecnología (si clasificamos como tecnología usar Facebook, y el Whatsapp de forma compulsiva). Y muchos mas de los que lo reconocen. No es que la tecnología sea adictiva o cree adicción, pero si que hay «adictos en potencia» que usan cualquier «dorga» para vencer sus inseguridades y reafirmarse.
Por supuesto que podría haber adictos a la correspondencia o al teléfono fijo. Si estás 12 horas al día escribiendo cartas o hablando por teléfono (y no porque ese sea tu trababjo), en mi opinión eres un adicto a las dos cosas.
Otra vez vuelves a mezclar la prohibición de los móviles en las aulas, que por activa y por pasiva ya se ha visto que no es ir en contra de la tecnología sino una norma de convivencia, con estos temas, pero bueno, es tu opinión, lógicamente.
Y de verdad, cuando hablas de que los niños si se les deja sólos acabarían usando sus móviles como herramientas de aprendizaje, creo que hace mucho que no estás en un aula. Y por aula no me refiero a las del IE con gente de mas de 30 años y que paga muchos miles de euros por aistir a un Master. No me sirven como ejemplo de «alumnos», cuando de lo que hablamos es de niños o jóvenes de 6 a 18 años.
#005 Javier
Este juez tiene el mismo fallo que otros, el divismo. Es lamentable ver a un Sr. Juez recitar un monólogo digno del Club de la Comedia.
«Si dejasemos a los niños organizarse»…(y a los adolescentes y a los adultos)…como maltratamos al lenguaje…queremos que diga hasta lo que no dice (o si, siempre que queramos sobrentenderlo)… no se bien comom admite el IB profes tan ácratas como Edans…
Por lo visto «organizar una aula» para este profe es darles un montón de aparatitos y esperar que salga algo… no lleva explicando post tras post la importancia de monitorizar el proceso de aprendizaje… ah, pero si eso me lo acabo de inventar!
Edans debe ser de aquel tipo de profes que al empezar el transporte en buses decía: que los niños vayan solos… e incluso … que aprendan a ir sin conductor!!
Y, si Gorki, haces una relación muy completita: resaltemos que el smartphone que hace patética a la calculadora, será permitido en las aulas como le pasó a ella, cuando sea obsoleto (y tengamos otro aparatito más completo para prohibir!)… errarum humanus est…
Llevas toda la razón. Pero una pregunta para todos
Cuando yo estaba en el colegio, recuerdo que estaba prohibido hablar en clase, jugar por debajo de la mesa con los cochecitos, o leer revistas por debajo. El motivo es que distraen tu atención. En este caso los móviles pueden ser un claro caso de distracción en un momento concreto de la clase, y durante determinados momentos a lo mejor si tiene sentido pedir que no se utilicen. Si estoy de acuerdo en la teoría que si eres un buen profesor los alumnos te atenderán y no mirarán los móviles, pero a cierta edad, ya sabemos que es mas complicado que a otras.
Desde mi punto de vista si que existe la adicción tecnológica, desde el momento en que mientras se hace cualquier otra cosa se está pendiente de las nuevas tecnologías. Al final pasa lo de siempre, todo en exceso es malo…hasta la tecnología
Cuando yo iba al colegio estaban tan de moda los videojuegos Game&Watch que los llevábamos a clase. Obviamente nuestros profesores nos los prohibían, con toda la razón, pues no atendíamos a sus explicaciones. Con los móviles pasa lo mismo, pues en clase hay que atender al profesor, no entretenerse con el whatsapp, el facebook o jugando con el móvil. Y soy el primero que defiende el uso de la tecnología y que los niños aprendan a usarla (he dejado a mis hijos aprender a usar el ordenador, el móvil y la tablet), pero cada cosa en su momento y medida justas.
Totalmente de acuerdo con tu post, en vez de prohibir tanto deberían dejar mas libertad al uso de las nuevas tecnologías y su adaptación a las aulas, aunque también tiene que haber un cierto control para evitar que este uso derive en adicción.
Buenos días, ¿que no hay adicciones a la calle? que pasa con los jóvenes que se levantan y se marchan a la calle, que hacemos que los jóvenes vuelvan al siglo xx, cuando de hablaba se jugaba en la calle, en la casa es decir se mantenían lo que llamamos relaciones personales, No estoy nada de acuerdo con su articulo. Dejemos que los adolescente se relacionen por medio del teléfono del ordenador, y quien no se lo pueda permitir no esos 15-20 e como usted dice, entonces no tienen derecho a relacionarse?