Mi columna de Expansión de esta semana se titula «Empresas que aprenden» (pdf), y trata de analizar el incipiente fenómeno de las redes sociales corporativas, puesto de actualidad por el lanzamiento de versiones para uso corporativo tanto de LinkedIn como de Facebook: pronto, el uso de ese tipo de herramientas dividirá a las empresas entre aquellas que son capaces de alimentar y sostener culturas innovadoras, frente a aquellas en las que únicamente «se hace el trabajo» mientras se espera a «que inventen otros».
Lo que me parece más importante de este tipo de lanzamientos – y por supuesto, de los que vendrán en este sentido, alguno de los cuales espero con verdadero interés – es el papel del contenido. Entra en LinkedIn: tras la compra de Pulse a principios de 2013, LinkedIn ha pasado, de forma completamente intencionada, de ser una simple base de datos de personas, empresas, puestos y relaciones entre ellas, a ser un sitio al que un número creciente de usuarios acuden para informarse, para leer, para encontrar artículos relevantes convenientemente filtrados por intereses profesionales, funcionales o sectoriales afines a los suyos. Muchos autores que publican en LinkedIn hablan de tasas de lectura muy elevadas, y sobre todo, de una fuerte viralidad debido al desarrollo de un entorno en el que compartir contenidos con compañeros o colaboradores resulta completamente natural. Si entras en tu Facebook, te ocurrirá lo mismo: desde la primigenia función de saber qué hacen tus amigos o comprobar si es el cumpleaños de alguno de ellos y lo tienes que felicitar, hemos pasado a una sucesión de contenido de todo tipo – una gran parte del mismo calificable seguramente como absoluta pérdida de tiempo – que se comparte de manera incansable.
Lo importante de las redes sociales corporativas no va a ser tanto el desarrollo de relaciones entre personas – que de por sí no es una mala consecuencia en absoluto en muchas empresas – sino el impacto de la circulación del contenido. La existencia de una red en la que encontrar, comentar y compartir contenido resulte algo natural, y convierta a las empresas en auténticas «máquinas de aprender», en las que circulen artículos interesantes que muevan el cerebro de las personas que trabajan en ellas. Para entender el entorno actual es preciso leer, estar al tanto de las novedades que ocurren en tu industria, de los nuevos desarrollos, de noticias que pueden afectar a lo que haces o al cómo lo haces. Pasar del simple periódico en la mesa y de los inoperantes recortes que amarillean en una carpeta a verdaderos sistemas de descubrimiento, comentario y compartición de contenido es algo que va a cambiar la cara a muchas empresas y al panorama de las relaciones laborales en su conjunto.
A continuación, el texto completo de la columna:
Empresas que aprenden
El pasado martes, LinkedIn anunció el lanzamiento de una nueva herramienta destinada a conectar entre sí a los trabajadores de una compañía, para ayudarles a encontrar y compartir información.
Para LinkedIn, que desde la adquisición de Pulse en marzo de 2013 trata de pasar de ser una simple base de datos a ser un sitio para compartir información, el paso tiene mucho sentido: pensar en los trabajadores de una compañía accediendo a información relevante para su industria, y compartiéndola, comentándola o reenviándola a otros es una idea que puede generar bastante valor.
Al día siguiente, fue Facebook la que anunció la salida, por el momento en pruebas, de su Facebook for Work, una aplicación que permite a las compañías desarrollar su red social corporativa, con las características y usabilidad de la archiconocida red social. Dejando al margen que las compañías quieran compartir con Facebook la información que consumen sus empleados, la idea es muy similar: proporcionar a las empresas herramientas para compartir información internamente.
Esta obsesión por la circulación interna de la información en las compañías tiene muchísimo sentido: para alimentar la innovación, las empresas necesitan aportes constantes de información, para adquirir inteligencia ambiental, para estar informadas de lo que ocurre a su alrededor, en su industria o en otras. Herramientas como Slack, Yammer y similares llevan años tratando de generar este tipo de entornos de comunicación, aprendizaje e inspiración: quienes lo prueban, suelen tener niveles de satisfacción elevados. Ahora, se unen LinkedIn y Facebook, y pronto, otras empresas de este ámbito.
Estas nuevas herramientas van, en muchos sentidos, a cambiar la fisonomía de las compañías: consumir, compartir y comentar información como una parte importante de nuestro trabajo. Aprendizaje organizacional. Pronto, en nuestras pantallas.
This article is also available in English in my Medium page, “The learning company«
Muy cierto Enrique. Creo que estamos asistiendo a una adaptación y a unos cambios donde el feedback trabajador-empresa cobra cada día más fuerza.
La empresa se está dando cuenta de la importancia de esta retroalimentación y de esta comunicación para su propio crecimiento y desarrollo.
Son empresas que crean y aprovechan la creación de unas herramientas de avance y aplicaciones que no hacen si no adaptarse a un mercado y a unos usuarios… ¿Conoces en España algún caso parecido?
Cierto es que de las empresas que nombras, hay muchas de ellas que hacen ‘intentos’ de lanzamientos que después sostienen finalmente y lo ‘aguantan’ para fidelizar a un pequeño grupo.
Muy lejos quedan empresas conocidos por todos que esperan sentados una ayuda a través de una subvención o un canon. Pero esto es otra historia.
Enrique, me encantan tus artículos. Te leo con frecuencia desde hace unos año pero nunca suelo comentar porque o no me creo con la autoridad para hacerlo o pienso que en muchas ocasiones mi opinión no resulta útil por falta de conocimiento. No obstante, te felicito por la labor que estás llevando a cabo de alfabetización digital. Muchos, entre los que me incluyo, estamos descubriendo cosas y herramientas nuevas casi todas las semanas gracias a ti.
Un saludo crack
Desgraciadamente en esto del la vertiente digital. en el 98% de las empresas «La letra con la sangre entra».
Hasta que no meten la pata, y pagan el pato, no aprenden. Y me temo que así será en el futuro, hasta que Internet esté tan incorporado a los negocios, como hoy lo están, el correo o el teléfono. Tenemos que crear protocolos de actuación en las empresas para que los empleados se conecten por teléfono, ¿por qué hay que crearlos para Internet?
Enrique después de verte en una conferencia en Valencia me he enganchado a tu blog. Grandes artículos. Este tema me tiene un poco «quemado», yo trabajo en una agencia de marketing especializada en el sector clínico, Clinic UP, y muchos clientes nos insisten, a pesar de nuestras recomendaciones, de que prefieren un perfil en facebook en lugar de página (porque así tienen «amigos») y no quieren saber nada de Linkedin!! Porque para muchos «eso no lo lee nadie»!!
Como bien dice Gorki «la letra con sangre entra» y espero que sea pronto…
Saludos Enrique y sigue así.