Mi columna de esta semana en Expansión se titula «Innovación e isomorfismo» (pdf) habla, a raíz de una visita a la fantástica exposición de Ferran Adrià en el Espacio Fundación Telefonica, «Auditando el proceso creativo» con uno de sus artífices, José Aguirre, de Bestiario.
Es una columna en la que intento definir el que considero el mayor enemigo de la innovación en las compañías – en realidad, a todos los niveles, incluido el individual: el isomorfismo, la tendencia a ir incorporando cada vez más características del entorno normativo que nos rodea. La razón por la cual la gran mayoría de los bancos «parecen un banco», o la gran mayoría de las instituciones de educación superior acaban «pareciéndose a una universidad».
Presiones e influencias de todo tipo, personas que llegan de la industria arrastrando esas características o esperando encontrarlas, legislación u organismos de estándares, las propias expectativas del mercado… al final, el isomorfismo se convierte en la presión que constriñe la innovación, el pensamiento original o el desarrollo de iniciativas que terminen convirtiéndose en verdaderas ventajas competitivas. Si una organización quiere convertirse de verdad en innovadora o fomentar la industrialización o sistematización de la innovación como parte de su cultura y de sus características intrínsecas, tiene que ser capaz de identificar, perseguir, aislar y poner en la picota todo rasgo de isomorfismo.
A continuación, el texto completo de la columna:
Innovación e isomorfismo
Una visita a la fantástica (y muy densa) exposición de Ferran Adrià en el Espacio Fundación Telefonica en la Gran Vía madrileña me lleva a reflexionar sobre la atención que desde hace ya algún cierto tiempo genera la llamada “industrialización de la innovación”.
El tema se está convirtiendo en una de los grandes preocupaciones de muchas empresas en nuestros días. O al menos, de aquellas que son conscientes de la importancia crucial que ha adquirido la innovación: cómo mantener sus características punteras o de vanguardia frente a tendencia natural hacia la inercia organizacional.
El enemigo número uno se llama isomorfismo institucional: la tendencia de cualquier sistema a alcanzar el equilibrio adquiriendo cada vez más características de su entorno normativo. El isomorfismo se infiltra en las organizaciones procedente de todas partes: de la llegada de directivos y trabajadores de otras empresas de la industria, de la imitación más o menos consciente de la estrategia y los movimientos de empresas supuestamente líderes, del uso de determinadas herramientas, de procesos de homologación exigidos por la administración o por asociaciones de estándares de diversos tipos… Podemos hablar de isomorfismo normativo, mimético o coercitivo, pero el resultado es siempre el mismo: el dinamismo y la ruptura de reglas que en su momento hicieron de esa compañía “algo diferente” tiende a perderse, a diluirse, a sustituirse por una cultura más basada en la estabilidad.
Plantéese qué recursos y procesos contribuyen en su empresa a la innovación y cuales al isomorfismo. Mantener la cultura innovadora exige conocer al enemigo: luchar por todos los medios contra el isomorfismo. Y además, hacer que los procesos que alimentan la innovación se conviertan en una seña de identidad, en un valor de la organización. ¿El premio? Incalculable.
This article is also available in English in my Medium page, “Innovation and isomorphism«
Un caso de claro de Isomorfismo, pero adrede, es el del Banco de Santander. Si quieres trabajar en ese Banco, al menos en la parte de informática, una de las cosas que más valoran es que ya hayas trabajado, primero en Banca, y un plus si alguna vez has trabajado en el mismo Santander. Siempre he considerado que eso crea una endogamia de ideas que hace que no evolucionen. De hecho, como tu mismo comentaste en un articulo hace tiempo, hubo un tiempo, y perdón por la redundancia, en que la banca española estaba a la cabeza en innovación, mojando la oreja a la misma banca americana, hoy en día es solo la sombra de lo que fue y podía haber sido.
Lo que a mi me parece más paralizador es haber alcanzado el éxito en algún momento, Lo que yo he vivido en muchas empresas con las que he tenido relación o he trabajado, es que quien ha conseguido un éxito, pretenda volver a repetirlo con los mismos medios una y otra vez, sin querer tener en cuenta que ese éxito se debido a unas circunstancias del mercado que han cambiado, o poco a poco, o de forma disruptiva, que hace que el éxito pasado ya es imposible que se vuelva a producirse.
Quien tuvo éxito con un modelo de negocio, es muy difícil que aparte recursos para probar otra fórmula, porque siempre le parece mas arriesgado probar algo nuevo, que reinvertir en la formula primitiva una vez más.
Este «isomorfismo» yo lo vengo denominando «inercia».
Y la ilustro con la historia de los monos, plátanos y agua fría:
http://www.microsiervos.com/archivo/juegos-y-diversion/monos-y-platanos.html
Montar un negocio sin tener experiencia previa y lograr que sea rentable y que siga en pie después de cinco años no me parece un tema trivial. Si tienes experiencia previa es muy posible que la uses y gracias a eso uses una fórmula que funcione.
El isomorfismo en la naturaleza se produce gracias al fenómeno de la convergencia evolutiva. Es el resultado de la optimización adaptativa y me temo que en el mundo empresarial ocurre lo mismo.
De hecho, para los que no tienen experiencia previa existe la opción de pagar por ella y montar una franquicia. Con una franquicia sueltas la pasta y no tienes más que seguir al pie de letra todo lo que te indican. Innovación cero y riesgo mínimo. Estás aplicando una fórmula magistral muy probada y que funciona.
Llama la atención que eso funcione incluso con franquicias que se parecen mucho entre si. Como por ejemplo el caso de las hamburgueserías.
Otro caso ce convergencia evolutiva puedes verlo en la playa de Gandía. En esa playa por lo larga que es puedes darte un paseo de siete kilómetros pero apenas encontrarás otra cosa que no sean hoteles, heladerías, pitzerías, algún restaurante, bazares, algunas tienda de alimentación, zapaterías y muy poco más. Son siete kilómetros de paseo marítimo muy amplio y bien construido, pero comercialmente muy aburrido. No se complican la vida. El negocio a pie de playa siempre es igual.
Hay cierto tipo de negocios donde la supervivencia no depende de la innovación.
En otros la propia metodología de trabajo consiste en optimizar la innovación y la creatividad.
Apple ha sobrepasado a muchos competidores porque ha logrado que la creatividad forme parte de la receta de su éxito.
Lo que dice #004 Anónimo no deja de parecer sensato, abres una franquicia y te aprovechas de la experiencia de otro y por ello aparentemente es un acierto. Y digo aparentemente, porque una franquicia es como el taca-taca que das a un niño de 9 meses. Con él empieza antes a desplazarse y aprende a coordinar el movimiento de las piernas, pero una vez ha aprendido, el taca-taca se transforma en un peso muerto al que te aferras para ir a todas partes porque pese a todo no has aprendido a andar solo.
Quienes tiene un franquicia corren bastantes de los riesgos de cualquier negocio, no haber acertado con lo que buscan los clientes del barrio, no saber tratar al cliente al personal, etc. aunque otros los tienes resueltos, las compras, la informática etc., pero a cambio corres los riesgos del franquiciador sobre los que no tienes ningún control. Abrir una franquicia, no es garantía segura de éxito, hay muchos Mc’Donalds que han cerrado, y es verdad que hay franquiciadores como Mc’Donalds que prosperan pero muchos fracasan y arrastran en su caída a muchos franquiciados que estaban teniendo éxito. En el mundo de las hamburguesas quien se acuerda hoy de la Wendy, cerro el franquiciador y dejó en la estacada a los franquiciados.
Si quieres realmente triunfar, no puedes ser franquicia, jamás darán una estrella Michelin a restaurante de Mc’Donals, porque siempre serán vulgares, pero la ha conseguido El Retiro de Pancar, en Llanes, porque hace platos que o los comes ahí o simplemente no los comes en minguna parte.
Lo que este cocinero hizo fue aprender durante varios años junto a cocineros de prestigio y luego cuando el creyó que sabia del negocio, se hizo cargo del restaurante que tenían de siempre sus padres, (ejemplo de restaurant de toda la vidas sin la menor innovación, ibamos ahí a comer una ensalada una riquísima tortilla de patatas y fabada y poco más), y darlo la vuelta al completo. Eso es innovación y (supongo) que ganar de verdad dinero.
Muy interesante entrada… Quizá reformularía la cuestión refiriéndome a un problema de patrón, patrones que tenemos inculcados y con los que guiamos buena parte de nuestras decisiones y maneras de vivir y trabajar, y que, en última instancia, nos llevan al porqué de ese encontrar refugio en lo conocido, la incapacidad para gestionar la incertidumbre y la incapacidad para gestionar/trabajar con el error.
Como siempre, gracias por crear debate