Mañana por la mañana participaré en la Casa de América en la presentación del informe «Multilatina puntocom: start-ups españolas de base digital en Iberoamérica 2014″, para el que me pidieron que escribiese un pequeño artículo de introducción que añado a continuación:
Planteando estrategias sostenibles en Latinoamérica
Latinoamérica no existe. La frase, pronunciada hace años por el escritor mexicano Jorge Volpi, hace referencia a la enorme diversidad de una región en el que conviven múltiples idiomas, veinte países, dos dependencias y una infinidad de culturas, circunstancias, actitudes y sistemas políticos. La diversidad es tan brutal, que lo que solemos denominar “estrategias de expansión en Latinoamérica” suelen integrar, a lo sumo, a media docena de países, habitualmente aquellos en los que la combinación entre demografía, riesgo país y crecimiento económico resulta favorable.
Para muchos europeos, Latinoamérica evoca sentimientos contradictorios, cercanos al déjà vu. La relación de Europa con la región ha podido ser considerada, según el momento histórico, como de auténtico parasitismo y latrocinio, de refugio económico y político, de ayuda y cooperación, o de potencia emergente en elevado crecimiento. Muchas empresas, particularmente en el ámbito de internet, han pasado de considerar la región como una suerte de “fondo de pensiones” en el que ir invirtiendo a la espera de un ulterior desarrollo, a verse en la tesitura de que su mercado original ya no crecía o decrecía de manera sensible, mientras Latinoamérica se convertía en la gran esperanza, en aquel mítico lugar donde los PIB crecían sin parar. Para el español medio, el viaje a muchos países de Latinoamérica se ha convertido, en los últimos años. en una auténtica “terapia”: bajarse del avión en un sitio en el que las grúas se mueven a todo ritmo, las personas trabajan y la economía crece con tasas que nuestro país difícilmente recuerda era toda una experiencia.
Durante un buen número de años, el tráfico latinoamericano en las empresas puntocom españolas, atraído por la afinidad lingüística, era poco más que una curiosidad. A pesar de contar con un crecimiento pujante y con un aporte de diversidad que, en el caso de las empresas de contenidos, podía calificarse como enriquecedor, pocas eran las empresas que se aventuraban a tratar de explotarlo de una manera mínimamente seria. Los anunciantes habituales excluían ese tráfico en sus campañas, lo que convertía su explotación en un recurso a intermediarios que, típicamente, otorgaban al soporte muy poco control. Incluso aquellos medios – pocos – que tenían enfoques caracterizados por el cuidado de su audiencia y la búsqueda de una publicidad respetuosa y relevante, tenían tendencia a caer víctimas del “ojos que no ven, corazón que no siente”, y servían al lector latinoamericano una publicidad que compraban en lote y con muy escaso nivel de atención. Las empresas dedicadas al comercio electrónico, por su parte, tendían a ignorar a unos visitantes de ultramar a los que la logística hacía muy difícil llegar, no solo por la distancia, sino por las limitaciones de la distribución física y de los medios de pago.
En efecto, el mercado latinoamericano se ha caracterizado, durante muchos años, por una logística muy compleja fuera de las grandes capitales, y por un nivel de bancarización y de penetración de medios de pago comparativamente muy inferior a la media europea o española. Sin embargo, dentro de esa realidad – que por otro lado está avanzando en algunos países con gran velocidad – surgen entornos en los que el incremento de actividad, el crecimiento y el potencial se convierten en una realidad muy difícil de ignorar.
Para muchas empresas, la alternativa de desplazar delegaciones permanentes a ciudades como México DF, Bogotá, Lima, Sao Paulo o Santiago se convierte en una cuestión de pura lógica: la citada diversidad de esos mercados lleva a que únicamente una presencia permanente en los mismos permita pensar en una explotación sostenible. El antiguo mito de una expansión limitada a una capital desde la que se dirigen las operaciones en toda la región empieza a probarse muy complejo: cada mercado tiene su complejidad, sus factores claramente diferenciales, sus influenciadores y su cultura. Por otro lado, resulta evidente que el crecimiento y potencial de los mercados latinoamericanos no atrae únicamente a los españoles: un potente tejido inversor local y estadounidense, a menudo alimentado por colectivos significativos de emigrantes ya establecidos económicamente y con conocimiento de sus mercados de origen lleva a que la explotación de dichos mercados sea, en realidad, una ventana de oportunidad que, en caso de no ser aprovechad, podría llegar a cerrarse.
En el futuro cercano, es más que posible que los escenarios tecnológicos del entorno latinoamericano lleguen a ofrecer una situación sumamente paradójica: si bien históricamente hemos visto cómo las empresas europeas acudían a la región con una visión de explotación de un mercado más retrasado en la adopción, las tecnologías móviles, con barreras de entrada mucho menores, parecen estar llevando a un proceso de auténtico leapfrogging, a un salto conceptual de la mano de segmentos de usuarios que no tienen que adaptar sus hábitos a los nuevos soportes, sino que directamente se desarrollan sobre ellos. Si añadimos a este escenario el aporte de personal cualificado procedente de universidades y escuelas técnicas en muchos casos más preparadas – o más sensibles al entorno – que las españolas, el potencial de la región como motor de desarrollo económico podría convertirse en una evidencia palpable en muy poco tiempo, y de una manera muy diferente al que refleja el tópico habitual: para muchas empresas, el mercado latinoamericano, con una población más joven, más orientada a la movilidad y con abundancia de desarrolladores, podría llegar a ser un auténtico banco de pruebas.
El presente informe ofrece una perspectiva completamente actualizada acerca de la sensibilidad que cuarenta y nueve empresas españolas del entorno digital tienen sobre el mercado iberoamericano. Su nivel de desarrollo, expectativas, prioridades, limitaciones y preocupaciones. En el momento actual, con una España necesitada de apertura y expansión hacia ese mercado y una Latinoamérica en pleno desarrollo, no cabe duda de que estamos tocando un tema de sumo interés, y que vamos a ver crecer mucho más en el futuro. Un futuro del que, sin duda, vamos a tener mucho que aprender. Para eso estamos los académicos :-)
Sr. Dans;
Publicara el articulo en su web luego de ser presentado ?
Saludos,
Orador invitado: Jenaro García, (pendiente de que el juez le permita salir de España).
:-)
Me parece interesante la tendencia de las empresas a expandirse hacia los mercados latinoamericanos en los ultimos años, tal como se menciona en el articulo las empresas .COM y en general empresas de otras industrias dejaban parte del mercado por un desconocimiento o temor sobre la respuesta de este. Es gracias a esta tendencia que podemos ver oficinas, delegaciones completas de decenas de empresas instalandose en los paises de la region dirigidas a un mercado en particular a fin de conocer sus necesidades y satisfacerlas adecuadamente.
Algo obvio pero que se nos pasa a casi todos, considerar Latam como algo uniforme cuando es un continente de lo más variado política, cultural y geográficamente, con democracias y dictaduras, selvas y desiertos, ciudades con universidades y tribus de cazadores, glaciares, planicies y altísimas cordilleras
Resulta igual de ridículo considerarte experto en Latam, por conocer algo de Brasil, Argentina y México, como considerarte experto en comida europea, porque conoces las salchichas de Frankfurt, los espaguetis y la paella.
Pues si España tiene que hablar de sostenibilidad… La que les espera a los pobres sudamericanos…
¡¡¡OOOHH, WAIT!!!
Enrique, algo que sería bueno que remarques es la absoluta rectitud con la cual deben actuar las empresas u organizaciones que intentan vender sus productos o servicios en nuevos mercados. Por ejemplo, las universidades españolas que han promocionado en Latinoamérica los denominados «títulos propios» de máster han perjudicado a mucha gente que pensaba que estos estudios universitarios tenían un reconocimiento oficial y que servían como etapa previa al doctorado, algo que, por el contrario, sí ocurre con las maestrías que se imparten en América Latina.
Este es un asunto grave, pero como los afectados viven a un océano de distancia seguro que en España casi nadie se ha enterado. Algunos dirán que en los sitios web de las universidades sí dice que son títulos propios, pero cuando la gente confía en la seriedad de las universidades españolas esto no les dice nada. ¿A quién se le va a ocurrir pensar que algunas prestigiosas universidades españolas decidieron hace algunos años darle el nombre de «máster» a unos cursos de capacitación que ellas mismas se han inventado y que solamente ellas reconocen? Esto no está bien y menos aún si España quiere ser alguien dentro del Espacio Europeo de Educación Superior.
#004. Pues aunque no lo creas Gorki, tenemos más en común de lo que pareces entender en tu comentario, entre latinoamericanos y con ustedes también: corrupción endémica, estructuras sociales injustas, mercantilismo disfrazado de liberalismo, riquezas que no provienen de la industria y el trabajo sino de la naturaleza o de la historia (nosotros el oro ustedes el clima y ambos el turismo), desvalorización de la propiedad intelectual -que inventen otros-, mentalidad de lazarillo y amor a la picaresca en todo nivel… ¿te suena familiar?
Cuando les digan que África termina en los Pireneos y se sientan ofendidos, recuerden que en compensación España termina en la Patagonia.