Mi postura con respecto a ese supuesto «derecho al olvido» ya ha sido expuesta en varias entradas anteriores, y no ha cambiado un ápice desde que comenzó la polémica en ese sentido. Hoy a las 19:30 participaré en una mesa redonda sobre el tema en la Fundación Canal (abierta con inscripción previa, y streaming disponible), así que podéis considerar esta entrada simplemente como una forma de ordenar y exponer mis ideas al respecto previa al debate con la sala. Participarán también Antonella Broglia, Guillermo Cánovas y José-Luis Piñar, y estaremos moderados por Carlos Rodríguez Braun.
Una desastrosa decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del pasado 13 de mayo pretendió consagrar un supuesto «derecho al olvido», una teórica posibilidad de «borrar o maquillar el pasado», completamente en contra del criterio del Abogado General. La situación no es habitual: es muy poco frecuente que el TJUE actúe en sentido frontalmente contrario al del Abogado General. ¿El problema? Nos hartamos de repetirlo: que el olvido no es un derecho, sino un proceso fisiológico que no puede ser demandado. Nadie puede obligar a nadie a olvidar algo, por mucho que se empeñe, y con la red pasa exactamente lo mismo.
Pero si añadimos el demencial procedimiento de intentar eliminar no la información en cuestión, sino los enlaces que apuntan a ella desde los buscadores, la cuestión ya roza el ridículo más absoluto: no se podrá encontrar información en un buscador, pero sí en las páginas originales. Cuando quieras investigar a alguien, tendrás o bien que entrar desde un país no sujeto a censura, o bien acceder directamente a los buscadores de los medios originales. En resumen, una soberana estupidez, equivalente a que el TJUE, en esta ocasión, haya jugado el papel del aprendiz de brujo, cocinando una pócima imposible cuyos efectos nadie es capaz de anticipar, pero que cada vez más actores anticipan como muy peligrosas.
El pretendido «equilibrio» entre el recibir información veraz por cualquier medio de difusión (artículo 20.1d de la Constitución) y el de limitar el uso de la informática para garantizar el honor y el derecho a la intimidad personal (artículo 18.4 de la Constitución) tampoco es real, porque lo que se pone supuestamente en conflicto no lo está realmente: obviamente, recibir información veraz es un derecho. Pero el honor y el derecho a la intimidad personal no se salvaguarda atacando a una herramienta de búsqueda, sino yendo al origen del problema, a la fuente que publicó la información que supuestamente atenta contra el honor y la intimidad personal. Nos hemos hartado de repetirlo: si antes del desarrollo de la red nunca se pretendió ir por las hemerotecas arrancando páginas, tampoco ahora puede pretenderse ir por el mundo censurando enlaces y photoshoppeando el pasado. Es exactamente lo mismo, fricción arriba, fricción abajo. Y si no parece adecuado patrullar la red con una supuesta goma de borrar, menos aún lo es, en lugar de eliminar la información teóricamente infractora, tratar simplemente de difuminar de manera torpe los caminos que conducen a la misma.
El problema, en realidad, empezó mucho antes, cuando las todopoderosas industrias del copyright consiguieron, tras forzar a múltiples gobiernos para legislar a favor de sus intereses y en contra de los de sus ciudadanos y de los creadores, obligar a Google y a otros buscadores a eliminar los resultados de búsqueda que conducían a páginas que presuntamente llevaban a cabo violaciones de la propiedad intelectual. En ese momento se consagró la idea de una «internet paralela», de contenidos que existen pero que no son indexados. Algo que nunca sirvió para absolutamente nada – las descargas han proseguido, y si en algo se han reducido no es por no estar indexadas, sino por la propuesta progresiva de más y más modelos de negocio eficientes – y que nos acostumbró como sociedad a vivir en una mentira, a mirarlo todo a través de un absurdo velo.
¿Qué ha hecho Google ante la decisión del TJUE? Simplemente, tratar de cumplir con la ley lo antes posible… para poder así demostrar de manera clara hasta qué punto es un error. El pasado 3 de julio, en lo que podría considerarse una campaña de relaciones públicas desarrollada a la inversa, Google comenzó a notificar a medios como la BBC o The Guardian de que determinados enlaces a noticias publicadas por ellos no aparecerían más en el buscador, porque alguien así lo había demandado. La ausencia de un «proceso de apelación» que permita a los medios reclamar contra la desaparición de sus enlaces ha dado lugar a un nivel de confusión total: tras las protestas de los medios, Google ha restaurado algunos de los enlaces previamente eliminados, tratando de resaltar de manera clara el sinsentido que supone todo el procedimiento. ¿De verdad queremos vivir en una sociedad que se dedica a ir arrancando del buscador páginas de la BBC o de The Guardian que respondieron en su momento a informaciones correctas y fidedignas, simplemente porque alguien opina que no benefician a su imagen? Es sencillamente absurdo, una hipérbole desmesurada, una muy mala conceptualización, y una peor implementación.
Para terminar de liar el tema, está el hecho de que Google plantee «avisar» de la eliminación de los enlaces debido a la aplicación de la ley: una página de búsqueda correspondiente a una persona con una advertencia al pie se convertirá, a todos los efectos, en un reclamo que invita a profundizar en esa búsqueda, convirtiendo si cabe el tema en algo todavía más absurdo y sin sentido.
No se trata de plantear posiciones «en defensa» o «en contra» de Google. Google solo es un actor más aquí, el más grande, pero un actor más. Si esto prosigue, lo siguiente será acudir a todos aquellos que tenemos una función de búsqueda: desde Twitter a Facebook, pasando por cualquier página que permita buscar, incluyendo esta misma que estás leyendo. Te guste o no el modelo de negocio de Google, y plantees o no una regulación de las formas que tienen de explotar la información de sus usuarios – que, por otro lado, resultan infinitamente menos intrusivas y molestas que lo que se hacía en el A.G. («antes de Google») – debemos darnos cuenta que lo que está en discusión no es un juicio de valor sobre la compañía, sino algo infinitamente más grave y peligroso.
Que una ley ofrezca a alguien la posibilidad de «maquillar» su pasado, de jugar con él y con la libertad de alguien para comentar lo que en algún momento hizo o dejó de hacer es algo peligrosísimo, prácticamente orwelliano. Son cosas con las que no se puede jugar. Que se haya planteado además mediante el subterfugio de la consulta directa al TJUE con el fin de obtener un dictamen supuestamente inapelable es algo todavía más peligroso, pues ha conseguido hurtar la cuestión al debate judicial previo a la máxima instancia. El TJUE es un tribunal de última instancia, no está para acudir a él directamente. Y este caso es la demostración clara de que no debe ser así.
Repetimos: EL «DERECHO AL OLVIDO» NO EXISTE, NUNCA HA EXISTIDO, Y NUNCA VA A EXISTIR, lo legisle quien lo legisle. Es una invención absurda, un artefacto legal carente de sentido. Las cosas no pasan a tener carta de realidad porque alguien legisle sobre ellas. Nadie tiene ni puede tener derecho a promover el olvido y photoshoppear su vida, porque el olvido no se produce cuando uno quiere o cuando lo dice una ley, sino cuando otros olvidan de manera accidental, mediante un proceso fisiológico. Si de verdad como sociedad creemos conveniente que las cosas que han pasado sean eliminadas de los registros públicos, lo cual de por sí ya resulta bastante siniestro, habrá que orquestar otros medios, pero radicados en las fuentes, no en las herramientas de búsqueda. Los buscadores están y deben estar hechos para buscar.
ACTUALIZACIÓN (10 de julio): ABC recoge algunos temas mencionados en la mesa redonda, «La sentencia del Tribunal de Justicia europeo sobre el derecho al olvido es engañosa» (pdf).
(This article is also available in English in my Medium page, “The absurd concept of the ‘right to be forgotten’, as shown in practice«)
Cambiemosle el nombre, en vez de derecho al olvido, llamemoslo Fase 2 de la ley de proteccion de datos, por ejemplo. No se trata de maquillar nada, se trata de tener derecho a decidir si queremos que ciertos datos personales permanezcan eternamente pululando por ahi, no me parece ningun absurdo, hasta los antecedentes penales prescriben en ciertos casos Enrique
#001: Prescriben, sí. Pero no se eliminan de los periódicos en los que fueron publicados. Eso es lo que es completamente absurdo. Que prescriban es el equivalente a que la sociedad diga «bah, esto que sale aquí pasó hace mucho tiempo y no lo vamos a tener en cuenta», y eso, por la razón que sea, es algo en lo que la sociedad es profundamente hipócrita: prescriben los antecedentes penales, pero muchísimas personas, si se enteran de esos antecedentes, dejan de contratar o de relacionarse con el ex-convicto, por mucho que decir esto sea políticamente incorrecto o incluso negado por muchos. Eso de la «segunda oportunidad» es una falacia y una hipocresía, y lo se yo, que trabajo con presos.
Que ahora pretendamos trasladar esa hipocresía a la red, y pretender que «la imagen de alguien está limpia» simplemente porque Google oculta determinados resultados cuando se le busca es profundamente absurdo. Lo siento, pero la analogía con la prescripción de los antecedentes penales no se sostiene de ninguna manera.
A por los libros de historia también. Que quiten todas las referencias a Jack el destripador, Hitler, Alcapone o Pol Pot. Ya son agua pasada y no se les puede estigmatizar para siempre. A borrar, a borrar.
Estoy de acuerdo, el asunto se debe de tratar en las fuentes no en el intermediario. Esto se relaciona con otros temas:
Es curioso como la prensa internacional se ha quejado de que se eliminaran los enlaces a sus artículos mientras que aqui AEDE demoniza los enlaces. Queda demostrado que el primer beneficiado de los enlaces es la fuente de los contenidos al contrario de lo que dice AEDE de que beneficia al buscador.
Por otro lado la dependencia que tenemos de Google para encontrar información en Internet, básicamente porque se lo ha ganado siendo el que mejor resultados ofrece a las búsquedas. Solo se ha comentado el caso de Google pero ¿los resultados siguen apareciendo en otros buscadores como por ejemplo Bing?
Estimado Enrique,
En mi opinión, la clave no está en la denominación que demos al derecho. Coincido con usted en que la expresión «derecho al olvido» es desafortunada (y una cursilada). Personalmente, preferiría “derecho a la no-indexación”.
Si, como indica, la sentencia hubiera determinado la eliminación de la información en su página de origen (el periódico la Vanguardia, en este caso), se habría visto afectado el derecho a recibir información veraz. Ningún juez puede exigir a un periódico que elimine una noticia que fue publicada en su día conforme a la Ley.
Sin embargo, resulta innegable que la aparición de servicios de búsqueda ha determinado la aparición de supuestos en los que se aprecia una clara desproporción entre la naturaleza de una información y su nivel de difusión y (sobre todo) de accesibilidad.
Yo creo que es razonable ofrecer amparo a las personas que sufren esta desproporción. No se trata de eliminar la información, sino de “ajustar” su repercusión a la naturaleza de la misma.
Es clásico el caso del profesor de secundaria que aparecía en un boletín oficial por haber sido sancionado al orinar en la calle. Es razonable que la información se publique, pero no que, de por vida, cualquier alumno de este señor pueda conocer este dato simplemente introduciendo su nombre en Google.
Esto no implica maquillar el pasado, sino garantizar un nivel de difusión adecuado a la información. Las hemerotecas están ahí desde siempre. Cualquier investigador puede acceder a ellas, pero yo no deseo vivir en un mundo en el que mi casero pueda saber cualquier cosa que hice desde que tengo uso de razón. Eso si que resulta orwelliano. Por eso pienso que la práctica de Google de indicar que un resultado ha sido borrado, es contraria a la interpretación del TJUE y deberá ser modificada.
Un cordial saludo
Ya puestos, habría que reclamar el derecho al olvido de aquellas escenas de películas en las que aparezca algo que resulte inconveniente u ofensivo para alguien.
Sin duda, la misma tijera habría que aplicarla a las novelas, para que los insultos, blasfemias, difamaciones y calumnias que hieran a los sensibles tímpanos infantiles desaparezcan de la faz de la tierra para siempre.
Yo me confieso traumatizado por la forma de expresarse del capitán Haddock. (Rayos y centellas).
Algunos como Aznar, Zapatero y Rajoy ejerciendo ese derecho al olvido podrían vaciar nuestras hemerotecas de contenido.
El derecho al olvido es pura censura y la excusa podría ser cualquiera. Esta, podría entrar en conflicto no solo con los malvados negocios de los buscadores de Internet, sino con los venerables negocios del lobby del copyright, porque si la ley afirmara que hay que modificar un contenido estaríamos atentando contra el autor del mismo.
Estoy igual de preocupado que Enrique, puede que el actual alcalde de Zalamea de la Serena se sienta aludido por una obra de Calderón de la Barca y tengamos que olvidar esa novela y todas sus obras derivadas.
Ya no saben que inventar para intentar convertir a Internet en una herramienta dócil con los intereses de los que acostumbran a decidir casi todo sobre nuestras propias vidas en beneficio de las suyas.
Esta ley me recuerda tanto al trabajo de Winston Smith en 1984.
¡Qué miedo me da!
Propongo quitar todas las referencias de Google a la actuación de los españoles en la conquista de América pues ofende a los españoles actuales que no tienen las actitudes de los de antaño. También propongo que se quiten todas las referencias a los Nazis pues el actual pueblo alemán se siente ofendido dado que la actual democracia alemana no tiene nada que ver con las hordas hitlerianas. De paso que se borre cualquier referencia al libro «La cabaña del tío Tom» pues pinta al pueblo afro-americano en una forma que no coincide con su actual pujanza en EEUU… y así podría estar toda la tarde…
¿Cuantas generaciones de políticos tendremos que sufrir hasta alcanzar a tener una que entienda los soportes digitales con la misma claridad con la que entienden los soportes tipográficos?
¿Habría prohibido algún político que un diario reprodujera en un artículo actual la noticia de hace 20 años donde un maestro aparecía en un boletín oficial por haber sido sancionado al orinar en la calle?
Ciertamente vivir en un mundo sin censura tiene sus inconvenientes, pero, ¿qué preferimos?
Cuando todos homenajean a Di Stefano, yo me acuerdo aun de un ridículo anuncio que hizo sobre las medias Berkshire. ¿Deberé pagar por traerlo hoy aquí? http://blogs.elpais.com/memorias-blanco-negro/2013/01/broncazo-a-di-st%C3%A9fano-en-el-bernab%C3%A9u.html
Enrique solo unas palabras:
– ¡ La incultura tecnológica y ética, convierte la estupidez en norma y en Ley !
– ¿ Alguien quiere hacer experimentos con gaseosa ?
http://www.similarsites.com/site/google.com
Y otro más. No se si es antiguo, esta orientado a una zona geografica o si es malo, pero los resultados son diferentes. (Como se dice: ¿Estará capado?)
http://www.similarsitesearch.com/es/sitio/google.com
Saludos.
Al final se está creando un nuevo tipo de censura… y lo mejor de todo es que la culpa se la echaremos de la Unión Europea, así es más fácil lavarse las manos.
Me gustaría ver un día que google y todos sus servicios sin excepción dejaran de funcionar una semana, unos cuantos se quedarían perdidos en la nada.
No es que defienda a google, pero a veces los que «crean» las leyes se les va la olla y el sentido común.
Os daré un consejo, que yo me aplico. Cuando leo una opinión por primera vez sobre algo poneros en modo «escucha» y en modo «capturar mas información» y no en modo «yo no opino así».
Yo en este caso la primera vez que leí sobre esto, me pareció una idea razonable «el derecho al olvido», supongo porque sin dato alguno a primera vista me parecía lógico.
Yo leo este blog y otros no para seguir aprendiendo, sino sobre todo para ser capaz de CAMBIAR mi opinión, cosa que reconozco una vez mas me ha pasado. (Si lo pensáis solo tenéis un 33% de probabilidad de llevar razón: Existe la razón mía, la de otro y luego la verdadera)
Después de leer los argumentos y pensamientos de Enrique y vosotros me doy cuenta lo equivocado que estuve la primera vez que escuché hablar sobre esto y ahora lo veo igual de claro que Enrique.
Es un debate interesante y escucho cosas sensatas en ambos lados de la contienda. Entiendo perfectamente a E. Dans cuando razona el absurdo de intentar poner puertas al campo en Internet. Es verdad que la velocidad a la que se propagan los contenidos en múltiples direcciones hace tremendamente dificil el control de la información. Pero eso no impide a un usuario poder ejercer un derecho personal que en nada daña al colectivo. De hecho todos somos conscientes que en la red se publican datos que uno mismo nunca ha facilitado.
La comparación con la hemerotecas es algo demagógica ya que es evidente que una consulta a Google se puede hacer desde cualquier lugar y consultar una hemeroteca lleva tiempo, esfuerzo y energía…
Se equivoca usted. EL “DERECHO AL OLVIDO” EXISTE, SIEMPRE HA EXISTIDO, Y SIEMPRE VA A EXISTIR, quiéralo o no.
Expresiones jurídicas de ello son la prescripción, la caducidad, la preclusión, la amnistía y los derechos de cancelación y rectificación en materia de protección de datos, entre otros.
#014: Te equivocas tú, Carlos. De hecho, el problema lo tienes ya no de los conceptos, sino en la aplicación. ¿Suponen la amnistía, la prescripción, la caducidad, la preclusión o los derechos ARCO que se eliminen los datos de la fuente original que los publicó? En modo alguno. Es más, NUNCA. Jamás habrás visto que el hecho de que un delito prescriba implique que se elimine de los periódicos, de las hemerotecas, del BOE o de donde sea. No ocurre. Por tanto, ¿qué es eso de eliminarlo del buscador? Sencillamente, un artificio absurdo que no consigue nada, y que solo sirve para que quien no entiende cómo funciona un buscador se plantee un sistema que puede acabar siendo un monstruo de censura orwelliana. No, las figuras que me das no son en absoluto homologables ni comparables, lo siento. No tienes razón.
#014 Carlos, el uso de mayúsculas es toda una declaración de intenciones que poco tienen que ver con la racionalidad, la veracidad o la lógica de lo que se expone.
El intento de apelar a alguna forma de autoridad en la referencia a las «Expresiones jurídicas» tampoco cuela, porque no existe la menor relación entre esas expresiones y el supuesto derecho al olvido.
¿Desde cuando perdonar y olvidar son términos equivalentes?
Los jueguecitos de palabras tales como uso de analogías falsas, tomar una acepción de una palabra por otra, o tomar una parte por el todo, etc. son burdos recursos para intentar hacer creíble una falacia.
Es imposible negar su razonamiento porque ni siquiera se puede decir que este exista.
El «Derecho» puede que exista, pero ¿Quién determina qué se puede olvidar?…
Está empezando a producirse lo que pasa en unas cuantas pelis, eliminas un elemento del pasado y las consecuencias del presente son impredecibles….siguiendo la tónica cinematográfica, creo que algunos se plantean el olvido como los «testigos protegidos» que le cambian hasta la identidad para empezar una nueva vida.
Impensable…no debe ser…afectara mis ingresos por publicidad en mi web y ni hablar de mi rank y posicionamiento…tanto escribir un artículo para que llegue google y me borre el enlace desde su buscador noooo!!
Enrique, si lo piensas bien, siempre existió el derecho al olvido: es una consecuencia del respeto a los principios internacionales de protección de datos.
Lo que pasa es que nunca se nos había ocurrido dirigirnos a los motores de búsqueda de Internet para hacer efectivos los principios.
Evidentemente que desde la revolución francesa sabemos que no existen derechos absolutos. Y así el derecho al olvido deberemos ponderarlo con la libertad de expresión, la salud pública, la seguridad nacional, etc.
Y habrá ocasiones en que esos derechos primen. Y otras veces que no.
#012 jose luis portela
Por segunda vez me admiras. Reconozco que es una absoluta tontería y que no hay razón para no hacer lo mismo que haces tu, pero a mi me resulta imposible reconocer públicamente y de forma absolutamente voluntaria, que he cambiado de opinión en un determinado asunto, al leer la opinión de los demás.
Con toda honestidad, la admiración de alguien que se reconoce incapaz de hacer lo que haces tu.
Vaya por delante mi total acuerdo con la postura del post. Sin embargo, disiento sobre la falta de efectividad de la medida: la falta de preparación tecnológica del ciudadano medio provoca que ante un despropósito como el planteado por la resolución la mayoría de la gente carezca de opciones para acceder a la información censurada. Muchas veces olvidamos que los entendidos en toda la parafernalia tecnológica somos un porcentaje minoritario de usuarios de la Red y que no todo el mundo reacciona ante un bloqueo informativo recurriendo a una VPN u otros medios. No sé si han llegado a esa decisión intencionada o inintencionadamente (aunque conociendo lo puestos que están los jueces en temas tecnológicos casi me inclino por lo segundo) pero el caso es que me temo sea de una efectividad práctica mayor de lo que se pueda esperar. Y si a ello le sumamos la memoria de pez de la gente, en cuanto pase el revuelo mediático, la efectividad será mayor. Ya se sabe: lo que no está en Google, no existe.
Por otro lado, como abogado, me chirría la afirmación de que «(…)ha conseguido hurtar la cuestión al debate judicial previo a la máxima instancia. El TJUE es un tribunal de última instancia, no está para acudir a él directamente(…)». EL TJUE no es propiamente la máxima instancia, ya que no se integra en la vía jurisdiccional interna de los estados. Así, el TS es el órgano de máxima instancia y su dictamen es definitivo, contra el que no cabe apelación alguna, ni siquiera ante el TJUE, salvo determinados casos. El TJUE es un órgano judicial de la Unión Europea cuya finalidad es garantizar la aplicación uniforme del Derecho Comunitario y resolver litigios entre administrados (sean particulares o empresas) en el marco de la legislación comunitaria. Para ello, puede resolver la llamada «cuestión prejudicial» en el marco de un proceso nacional sobre el que se genere una duda sobre la aplicación de las normas de la UE (como ocurrió en el caso Traxtore), con lo que no se hurta nada al debate judicial, que precisamente se ventilará en dicho proceso con arreglo al Derecho interno (al juez nacional se se le confiere el papel de juez comunitario y, en caso de duda, podrá plantear la cuestión prejudicial al TJUE, al igual que el art. 35 de la LO del TC hace lo propio ante el TC). La otra fórmula se reserva para aquellos casos en los que se entienda que una acción/omisión de la UE o uno de sus agentes ha causado un daño que haya de ser reparado y que supone una vía de acceso de los particulares a dicho Tribunal, por lo que SÍ cabe acceder directamente al mismo y tampoco hurta nada al debate judicial. No es, pues, un tribunal de última instancia, como se afirma en el post, ni se hurta nada al debate del fondo de la cuestión. Otra cosa es que lo dictaminado no tenga ni pies ni cabeza y que en el caso que nos ocupa se haya optado por la chapucera solución de matar al mensajero.
El problema esta en que el objetivo pretendido y el nombre no concuerdan. Deberia hablarse de derecho a no ser indexado,derecho al honor, derecho al anonimato, derecho a mantener la informacion dentro de contexto o mil y una denominaciones mas.
La idea es que una persona no quede estigmatizada de por vida por la razon que sea. Que si una persona cumple su castigo no se muestre como si no fuera asi. Y no solo hablo de gente culpable. Tambien inocentes acusados de forma erronea.
Es una de las imperfecciones de la web, que no corrige. Si una persona es declarada inocente consta en su ficha, que debe estar actualizada. En cambio, en la red no existe ese vinculo obligado. No existe la opcion en un buscador de indexar una noticia como «correccion de otra» y que se muestre automáticamente, o de desvincular parte de los datos de una busqueda, para que aparezca una noticia cuando buscas acerca de lo ocurrido, pero no acerca de un nombre. Supongamos que ocurre un crimen y una persona aparece entre los sospechosos. Queda vinculado para siempre.
En una hemeroteca se parte de la base de que la informacion puede ser obsoleta, e incita a que se amplie informacion dentro de la misma publicacion. ¿Cuanta gente pasa, en general, de la quinta pagina de resultados de un buscador?
Antes cualquiera no iba al BOE o a las hemerotecas a buscar el nombre de su vecino. Ahora los buscadores magnifican e inmediatizan cosas a veces para bien y a veces generando problemas, distorsionando la existencia humana con un filtro mecanico que nos es ajeno. Este caso es uno de ellos. Yo tampoco sé qué se debería hacer, pero creo que hay parte de razón y parte de sinrazón en ambas partes.
No estoy muy de acuerdo con el artículo, porque no se ha consagrado un «derecho al olvido» con esa sentencia. Sólo se eliminan enlaces a los buscadores. En realidad las informaciones siguen en Internet, lo que no será es tan fácil de localizar, pero todas las fuentes de información tienen sus buscadores internos. Otro empujón para las redes sociales, bueno para facebook y twitter, no para el agonizante precadaver de google+
#20
Pues no es de admirar, yo leo y escribo para «co-crear» conocimiento. Si supiera todo o no fuera capaz de cambiar, entonces ¿para que leo a otros?. Es mas te diré que se que me aportan valor de verdad, cuando son capaces de cambiarme de opinión.
Curioso esto del olvido (será un tema del Alaska’s Partyj)…sobre todo en esta España del corazón…no es pecado hablar de la guera civil debido a que había dos bandos y losvdos hacían atrocidades..pero debemos olvidar la postguerra ya que solo hai un bando que hace atrocidades (o los presos tambiën seguían matando?) …como bien dice ED se llama hipocresía (y de la gordísima!)…olvidar es un verbo que solo las neuronas pueden conjugar (os sena algo que empeza por A?)…el resto es purita censura…hasta las mentiras , en un clima de libertad se dejan ver mejor (o ya no vos suena lo del cojo?)…las mentiras del poder don las que fabrican opresión y tortura (y si no que se lo pregunten a los que siguen con sus abuelos perdidos en las cunetas o al pie de un muro!!)…
Totalmente de acuerdo Enrique. Si no se remedia, este «Derecho al olvido» acabará convirtiendose en un Efecto Streisand de una magnitud descomunal, más aún teniendo en cuenta que Google (y los demás buscadores) solo tiene obligación de aplicarlo a las búsquedas locales en Europa.
Un completo sinsentido
Lo del derecho al olvido me parece una tontería. Como dices, no es cosa de buscadores. Uno no borra la realidad con un click. Además, resulta hasta peligroso, porque tu historia y tu pasado siempre te persigue. Por algo lo llaman «antecedentes».
Ahora, creo que Google va a tener un buen dolor de cabeza revisando todas esas solicitudes que reciben, no les parece? Cuánta gente habrá por allí que quiere que se borre su nombre de algún sitio… en fin
Se habría agradecido un análisis mas profundo de este tema, no simplemente repetir a bombo y platillo las estrategias de PR de Google. Siempre que alguien intenta regular a Google salen a la palestra expertos que hablan del riesgo de censura, las dictaduras, etc o de lo dificil que sera implementarlo. La realidad es que se están defendiendo los intereses comerciales de Google, no principios básicos.
Atacar a los buscadores en vez de a las fuentes tiene todo el sentido. El tema no es reescribir la historia sino evitar el acceso fácil que proporcionan los buscadores y que no existía hace 15-20 años y evitar estigmatizar de por vida a personas que ya han pagado sus deudas.
Google, FB, Twitter etc no viven en un universo paralelo donde las leyes no aplican, Internet no es una especie de nuevo mundo que es por definición intocable y alejado de la realidad cotidiana. Esa vision es un espejismo que estas empresas y sus potentes lobbies se esfuerzan todos los días por imponernos con la colaboración de los periodistas especializados que dependen de ellos para llenar sus columnas.
Las empresas de contenidos ya obligan a Google a eliminar de sus búsquedas resultados que faciliten la piratería, Enrique porqué estas en contra de proporcionar el mismo derecho a los individuos?
Os pongo aqui el enlace de un articulo de Morozov, un feroz critico de los solucionistas y Silicon Valley en general, sobre este tema:
http://elpais.com/elpais/2014/07/02/opinion/1404320771_294893.html