Si hace algunos días leíste la noticia de que Francia prohibía enviar y responder correos electrónicos profesionales a partir de las seis de la tarde para proteger el balance entre vida personal y profesional de los trabajadores, a estas alturas puedes olvidarlo: la noticia era completamente falsa, y ya ha sido adecuadamente corregida en todas partes. Afectaba únicamente a algunos trabajadores, no mencionaba horario alguno, y no tenía carácter de ley, como la Secretaria de Estado para Asuntos Digitales, Axelle Lemaire, aclaró a través de Twitter.
Sin embargo, y desde hace ya mucho tiempo, no faltan voces que defienden la idea de que la tecnología está siendo el factor más importante a la hora de atentar contra el balance entre vida profesional y personal, o incluso quienes defienden que la supuesta medida francesa no habría sido una mala idea. ¿Es la tecnología, en efecto, una amenaza a los derechos de los trabajadores, un factor utilizado por las empresas para obligar a sus empleados a trabajar o estar pendientes del trabajo a todas horas, poniendo en peligro su estabilidad y su vida personal? Sin duda, no faltan casos de personas que interrumpen cualquier situación a cualquier hora del día o de la noche para contestar «un mail importante» o «una llamada inaplazable», pero ¿realmente se ha convertido la tecnología en una amenaza en este sentido? ¿No añade la tecnología otros factores positivos para compensar por ese supuesto «acoso» de nuestras horas de ocio?
La idea de que un gobierno legisle las horas a las que puedo o no puedo trabajar se me antoja la más estúpida entre muchas posibles ideas estúpidas. Sencillamente, alude a un concepto de trabajo cada vez más del siglo pasado, con trabajadores que entran a una hora determinada fichando en un reloj con una tarjeta magnética y salen por el mismo sitio ocho horas – o las que sean – después. Si a esa rutina añadimos una empresa que abusa de los medios de comunicación y demanda cualquier cosa a cualquier hora de sus trabajadores, la idea es sencillamente pavorosa. Trabajadores esclavizados, interrumpidos en cualquier momento de su ocio con demandas constantes, y sometidos además a desfases horarios por las comunicaciones enviadas desde filiales en distintas zonas horarias… un panorama insoportable para cualquiera. Y en efecto, ese tipo de casos pueden existir, no solo en el trabajo de tipo fabril o administrativo, sino incluso en el directivo. Desgraciadamente, aún existen empresas y directivos que mantienen esa concepción de «tiempo en el trabajo», de «hacer las horas», de «cumplir». Pero al mismo tiempo, existen muchos otros tipos de trabajo, cada vez más, en los que la tecnología se convierte en un factor capaz de aportar una flexibilidad envidiable, susceptible de ofrecer un bienestar asociado al trabajo que nuestros antepasados nunca pudieron ni imaginar.
Una parte muy importante de mi trabajo se desarrolla en un aula, a una hora determinada, en un lugar determinado. Otra parte, las reuniones, pueden tener lugar en mi despacho por una cuestión de pura comodidad – mi despacho está en pleno centro de Madrid en una zona de fácil acceso y bien comunicada – o en cualquier otro sitio, y generalmente dentro de las horas que conocemos como «de trabajo». Pero otra parte muy importante, todo lo relacionado con la preparación de materiales para mis clases, con la parte más creativa de generación de conocimiento, se ha independizado completamente de tiempo y de lugar. Básicamente, trabajo cuando me da la gana, donde me da la gana, cuando me siento más inspirado o cuando me resulta más agradable. El resultado es una jornada laboral inexistente: a menudo acudo a mi despacho evitando las horas de más atasco, sencillamente para evitar hacer frente a un tiempo completamente improductivo tras un volante, o no voy si no tengo clases o reuniones ese día. Un balance entre vida personal y vida profesional que me funciona de manera envidiable, que se traduce en mucho más tiempo de calidad con mi familia, o que ofrece una flexibilidad y una productividad decididamente mucho mayor que la (ahora para mí impensable) alternativa de entrar todos los días a las nueve de la mañana y salir supuestamente a las cinco de la tarde.
¿A cambio? No dejo de trabajar en ningún momento. Cualquier oportunidad de desarrollo de material didáctico, de investigación o divulgativo, del tipo que sea, es aprovechada, aunque ocurra en medio de mis teóricas vacaciones, o durante un fin de semana. Si la inspiración para un tema llega por la noche, no son pocas las ocasiones en las que me levanto y me pongo con ello durante la noche, ese momento mágico en que las horas tienen de verdad sesenta minutos. ¿Radical? Tal vez, pero me gusta. Y decididamente, me compensa enormemente. La tecnología se ha convertido en la maravilla que me permite trabajar como a mí me gusta. Si quiero desconectar, por supuesto que puedo hacerlo. Pero no suelo hacerlo. Sin duda, explicar mi sistema a algunas personas resulta complejo, algo que generalmente empeora con la edad de mi interlocutor (con honrosas excepciones). Pero no parece que mi empresa esté descontenta con mi productividad en absoluto, o al menos, eso dice en las evaluaciones periódicas de rendimiento.
¿Hay empresas que abusan de esto, y que someten a sus empleados a una tortura mediante el recurso al correo electrónico a todas horas? Sin duda. Pero si bien he oído casos de correos electrónicos enviados fuera de horas de trabajo, no suelo tener datos acerca de la supuesta obligación de contestarlos a esas mismas horas. No me consta que las empresas echen o penalicen a sus trabajadores por no contestar un correo a altas horas de la madrugada, o en medio de un fin de semana, salvo que sea una causa de fuerza mayor. Repito: ¿puede haber abusos? Sí, seguro, como puede haberlos de casi cualquier cosa. Pero en lo general, mi impresión es que la tecnología trae muchos más factores positivos potenciales a esta ecuación en forma de flexibilidad, que de supuestos factores negativos en forma de moderna versión de la esclavitud.
La correcta gestión del equilibrio entre vida profesional y vida personal es crucial en una vida productiva y satisfactoria. Pero tengo serias dudas acerca del papel que la tecnología juega en dicho equilibrio. Mi impresión es que los desajustes no se deben a ese factor tecnológico, sino a otros que se encuentran mucho más dentro del campo del sentido común. Que la principal ganancia no vendría de plantear restricciones tecnológicas, sino de tratar de racionalizar las metodologías en las muchas empresas que aún trabajan como se hacía el siglo pasado, en función de horarios y sistemáticas que ya no tienen sentido. De condenar el «9 to 5» a una bien merecida jubilación. En el mundo actual, el «9 to 5» – o peor, el «9 to whenever the boss leaves» – ya no tienen ningún sentido, porque existen formas mucho mejores y menos alienantes de hacer las cosas. Y gran parte de ese fantástico avance, todavía por conquistar en muchas compañías, se lo debemos a la tecnología.
(This post is also available in English in my Medium page, “Technology and the work-life balance: the strange case of the French email ban«)
Si un trabajador acepta unas condiciones peores que las recogidas en su contrato, o que las recogidas en el estatuto general de trabajadores, o peores que las que figura en su convenio de su sector, etc. Poco se puede hacer.
El problema es que las empresas se aprovechan de ello para convertirlo en exigencias para los que realmente no desean pasar por ello. El típico caso de hacer horas de más y gratis.
Va también mucho en las costumbres de cada país.
Poco más que añadir. Totalmente de acuerdo con la opinión de Enrique en este caso.
Es muy respetable tu opinión y la comparto en muchos puntos, pero su caso es de un trabajo en el que disfruta y le gusta. Una mayoría muy grande no le gusta su trabajo, entonces el análisis es bien distinto.
Mi experiencia es similar a la descrita, hago el horario que más o menos me viene bien (compaginado con mi vida personal), y trabajo cuando y donde me viene mejor en cada momento (oficina, casa, etc.). Eso no me obliga a estar hiperconectado y/o responder en tiempo real y/o en cualquier franja horaria. La máxima que yo aplico es «no hagas hoy lo que puedas hacer mañana». De lo contrario si que se está trabajando el 100% del tiempo. Hay mucha gente que tiene la impresión o creencia que el universo se viene abajo si no responde un correo al poco tiempo de recibirlo (o en el mismo día). La verdad es que cada vez está menos presente el overtime cultural (provengo de las consultoras y por desgracia lo he vivido unos cuantos años), aun así algo queda. No obstante, también hay que reconocer que enviar correos de forma habitual a horas intempestivas, y conozco gente que lo hace después de pasar las 8h de rigor en la oficina, denota algún tipo de problema o disfunción (no sé si de tipo personal, de rendimiento laboral, de prioridades, etc.).
En cierto modo admites, Enrique, que no separas el trabajo de tu vida, y que eso te gusta y te compensa enormemente. Suena a herejía, pero yo también me identifico con esa forma tuya de trabajar y vivir, donde más que buscar una «conciliación» o equilibrio entre vida profesional y vida personal («work & life balance» en inglés), lo que se consigue es llegar a «integrar» trabajo y vida. Y doy fe que es mucho más enriquecedor y satisfactorio ser un profesional independiente y competente (dueño de tu agenda de trabajo), que ser un «cuentajenado» en nomina, obligado a estar «presente» en un lugar de trabajo determinado de lunes a viernes de 9 a 5 (o lo que sea).
Enrique, dices haber encontrado un «balance entre vida profesional y vida personal», que se traduce en mucho más «tiempo de calidad con tu familia», a cambio del cual «no dejas de trabajar en ningún momento». ¿Si esto es así y no dejas de trabajar en ningún momento, cuál es o cómo defines «el tiempo de calidad con tu familia»? ¿Cada uno por su lado metido en internet sin poder desconectarse pero sentados en el mismo sillón?
También dices: «Si quiero desconectar, por supuesto que puedo hacerlo. Pero no suelo hacerlo.»; que es más o menos el mismo discurso que oímos de cualquier adicto, al trabajo, al shopping, al poker, al alcohol o a la cocaína, y sin duda a la internet. Mi impresión es que no solamente no puedes desconectar aunque quisieras, sino que estás muy a gusto con ello. Y te lo dice alguien que no se desconecta ni un minuto las 24 horas del día porque tampoco puede.
La diferencia Enrique es que como adicto a la tecnología lo que a ti te parece una bendición a mí me parece una maldición. Tú la harás por placer pero yo lo hago y lo permito porque la paga es muy buena. Acúsame en todo caso de ser adicto al dinero, pero si se pudiera revertir la tecnología y librarme de un konnichiwa a las 4 de la mañana no dudaría ni un segundo en hacerlo.
Laboralmente eres básicamente un freelance sin horarios con algunas horas de appointments obligados en tu agenda, notoriamente tus propias clases o las conferencias que dictas. Aún así tienes una oficina y al menos un tiempo donde recibes a personas y eso está muy bien pero no es ni de lejos el común de la actividad laboral de un empleado.
Cualquier empresario te puede decir lo contrario: la hiperconectividad ha sido un beneficio neto para la empresa en desmedro del tiempo libre del trabajador. No solo puedes encomendarles tareas que sabes a ciencia cierta no podrían cumplir limitados a sus horas pagadas y lo hacen en casa, sino que psicológicamente el trabajador está más que dispuesto a romper los límites de horarios que su propio contrato imponían para protegerlo. El trabajador se siente más importante, más imprescindible cuando se le pide actuar fuera del horario de trabajo, se cree más un directivo siempre pendiente del negocio que un empleado aunque los sueldos reflejen lo contrario. El resultado son ayudantes de contabilidad que se creen médicos por la disponibilidad pero que cobran como barrenderos. Esto, y no tu caso particular, es lo que ha hecho la tecnología por la fuerza laboral.
Dices por último, y es lo que más llama la atención de tu entrada además del fallido intento de extrapolar tu metodología laboral al resto de la sociedad, que hay que «tratar de racionalizar las metodologías en las muchas empresas que aún trabajan como se hacía el siglo pasado, en función de horarios y sistemáticas que ya no tienen sentido. De condenar el “9 to 5″ a una bien merecida jubilación.»
Existen Enrique beneficios inmensos para una sociedad en logística y productividad cuando el trabajo de empresas privadas y del sector público se organizan y coinciden en el tiempo, aunque te parezca tan «del siglo pasado» que exista un horario de 9 a 5.
Ya sea por algo tan sencillo como que todo proveedor sepa que todos sus clientes pueden recibir su mercadería de 9 a 5, o porque la gestión de cualquier trámite administrativo se puede realizar de 9 a 5, o por la misma naturaleza humana que te hace funcionar mejor de 9 a 5, o aunque solo sea porque hay luz diurna de 9 a 5, tu idea fuerza de que hay que «jubilar merecidamente» la jornada laboral común de 9 a 5, debe ser la más demagógica, impensada, tecnocentrista, y francamente tonta que te he leído en mucho tiempo.
Indudablemente vamos en la dirección de que nuestro trabajo consistirá en asumir una responsabilidad, que se pueda sacar como media en una jornada laboral y que la podamos realizar sin necesidad obligatoria de hacerlo en un local de la empresa y sin atender horarios, sino a conveniencia de cada cual y ha de considerarse una ventaja que permite mejor compaginar la vida laboral y familiar.
Sin embargo desgraciadamente hay algunos casos en que a partee de tu jornada laboral normal, se exige disponibilidad 24 horas y eso produce un estres considerable. Cuento mi experiencia personal, durante un temporada fui el responsable de explotación informática de una empresa. Teníamos lo que en el «argot» profesional se llamá los «vampiros» o empledos que vigilan el mainframe fuera del horario habituales y en los festivos. En esas horas se realizan procesos batch, facturacion, nóminas, backups, etc. Los «vampiros» no tiene formación informática pues su trabajo se reduce a suministrar lo que le indica el ordenador, papel para la impresora, colocar y retirar soportes magnéticos (entonces cintas magnéticas) y cosas por el estilo. Si todo va bien, (que es lo normal), su jornada transcurre sin incidentes, pero si va mal, avisan al técnico responsable de la explotación. Entonces lo hacian con el «busca», unos SMS por radio que han pasado a la historia.
Ahí entraba mi participación, cualquier dia y a cualquier hora podías recibir el mensaje, buscar el teléfono más próximo enterarte del problema y dar las instrucciones para arreglarlo. Te podía pasar a las tres de la madrugada o en el cine. En el primer caso, sal del sueño, enteraté de lo que pasa y da las instrucciones pertinentes, pero al menos tienes documentación del programa a mano, pero si te pesca en el cine, estas despierto pero te falta la documentación y tienes que fiarte de la memoria.
Sinceramente la disponibilidad, 24×7, imprescindible en algunos trabajos, en unos caso con tu inmediata participación y en otros con guardias imaginarias y cosas por el estilo, es algo que afecta bastante a la vida familiar y a la tranquilidad del empleado. Lo que no sé, es como se puede obviar, si no es multiplicando mucho las plantillas de personal, lo que obliga a un coste laboral desproporcionado para la actividad que realmentee se realiza en esas emergencias.
Y en su caso su esposa nunka se molesta? jeje perdon la curiosidad :P
#007 Felix, ninguna persona en su sano juicio puede ni debe estar las veinticuatro horas al día durante los siete días de la semana pendiente del smartphone y su trabajo. Bajo ningún concepto la disponiblidad puede ser una exigencia «24×7» por persona (si debería serlo, en cambio, para los departamentos de atención al cliente). Estoy convencido que a lo largo de este siglo la «disponibilidad» se impondrá al «presencialismo». Y debe ser cada uno de nosotros quien aprenda a fijar sus propios límites, y establecer sus canales, alertas y medios para poder actuar cuando se le necesite.
#006 Discrepo, Mario, con tu forma de hablar de lo profesional en oposición a lo personal, obligando a tratar el trabajo como un elemento aislado e incluso contrario a nuestras vidas, como si fuera el lado oscuro de la condición humana, el Mr. Hyde del Dr. Jekyll. Es absurdo este intento de separar el trabajo de nuestras vidas porque, por más que uno quiera, no podemos deslindar lo profesional de lo personal. Para bien o para mal, el día a día en el trabajo afecta mucho a nuestra situación personal, y viceversa, nuestra situación personal influye en el rendimiento profesional. Guste o no, trabajo y vida están naturalmente integrados y entrelazados. El trabajo es consustancial a la vida, y tratar de separarlos poniendo uno a cada lado de la balanza es, además de artificial, un contrasentido que impide que el desarrollo humano y material vayan parejos, lo que constituye una de las raíces del malestar de la cultura moderna, sobre todo en la moral social. Sinceramente, tener que elegir entre mi carrera y mi familia es un planteamiento erróneo, doloroso e injusto. Más bien deberíamos derribar este falso muro que distingue entre vida laboral y personal que hemos construido durante la era industrial. No se trata, pues, de pretender “conciliar” (hacer compatibles) dos formas de vida que de facto no son contrarias, sino que la cuestión crucial es saber «integrar» trabajo y vida. Necesitamos defender la idea de que el trabajo forma parte de nuestras vidas (una parte elemental por cierto). Estamos obligados a transformar el trabajo en lo que es, en algo humano. Y que esta integración consiga que cualquier profesional pueda ser, ante todo, persona.
#009 Alberto
Yo lo he estado trabajando asi y lo estuvo alguien delante de mi y alguien después e igual que yo, lo estuvo mi padre que fue abogado, pues cuando un cliente te llama y está detenido en comisaría, no puedes decirle, lo siento pero he cerrado el despacho.
Tambiéen tengo dos parientes que varios días al mes le toca guardia imaginaria y no puede alejarse mas dos horas de su puesto de trabajo y yo he utilizado un cerrajero que viene a la media hora de que le llames, de día y de noche, asi como hay quien desatranca bajantes embozadas a cualquier hora en día de diario y en fiestas.
Hay mucha mas gente de la que parece que tiene horarios de guardia por si se necesita sus servicios, y no hablo de personas con horarios de trabajo nocturno o festivos, sino 7 días 24 horas a demanda, lo que no implica que trabajen todo el día de forma continuada, pero si cuando se les requiere.
Estoy plenamente en tu línea, Enrique. Además soy de los que disfruta trabajando.
Pero admitamos que las grandes consultoras no nos vsn a reconocer que tapan muchos de sus ‘agujeros’ en los servicios que proveen con esos ‘abusos’ atemporales. Y sí que penalizan o quizás discriminan a los que no entran en el juego subliminal de una supuesta falta de compromiso del que no atiende cuando ellos creen que es necesario (cuando sea).
Vengo viviendo a menudo escenas y experiencias de compañeros de esta índole que no se registran ni reportan en ninguna estadística. ¿Para qué preguntarse por datos o estadísticas que no van a ver la luz mientras exista tanta hipocresía?
Insisto en que coincido al 100% contigo y que en mi caso personal se me discrimina positivamente por estar ‘siempre disponible’ (al final muchas urgencias terminan no siendo más que ansiedades y, demostrando un poco de dominio, en cinco minutos todo resuelto). Ello se puede deber a que tuve una vez un jefe que cuando defendía las disponibilidades del equipo siempre sacaba a relucir un ordinario adagio: si hay que hacer de p…, que sea de p… caras.
Yo trabajo en la industria automotriz, entonces esta es mi experiencia: para fabricar un auto, se requieren de miles de piezas, desde chasis, puertas (que es a su vez ensamblado como por 100 piezas mas), vidrios, motor (que es un complejo de cabeza, monoblock, válvulas y un montón de tornillos) y así un largo etcétera. Ahora bien, supongamos que cierta compañía fabrica o ensambla 60,000 autos por mes, si traducimos esto al numero de componentes necesarios para fabricar esta cantidad de autos, algunos de los componentes ya se elevan a millones.
Obviamente se requiere trabajar las 24 hrs. divididas en jornadas de 8 hrs. por trabajador. A nivel ingeniería y soporte (cualquier área de mantenimiento), tenemos que contar forzosamente con el apoyo de ciertos especialistas (programadores de PLC, Interfaces hombre-maquina, administradores de bases de datos), y de nuevo, estas especialidades se llegan a utilizar 24 hrs por día (siempre como soporte, de manera que se atienden entre 1 y 20 eventos diarios).
Se ha intentado en el pasado, que un solo especialista de soporte 24hrs, así a deshoras y cuando se requiera, pero al menos por mi experiencia (soy programador PLC y HMI), es imposible compaginar o integrar tu vida social con tu vida laboral.
Sucede que por ejemplo, estas en un evento familiar, te tomas algunas cervezas, y en eso suena tu móvil que te requieren urgente en planta para solucionar un problema con un PLC. Es frustrante tener que dejar tu evento familiar por el trabajo. Despues resulta que llegas a tu trabajo y por políticas de la empresa no deberías de entrar con aliento alcohólico, pero como urge, entras, y al otro día casi te quieren crucificar por a verte presentado con aliento alcohólico, y cual es la solución al dilema, o no te presentas o no vuelves a tomar alcohol en toda tu vida?.
Creo que existen trabajos como el de Enrique, en el que se pueden integrar perfectamente el trabajo y la vida social. Pero existen otros en los que no, en los que es imposible hacerlo.
Entonces tampoco podemos decir que los horarios laborales establecidos o el estar presente en tu área de trabajo sea cosa del siglo pasado.
Muchas gracias Enrique! Me ha parecido súper interesante. Estoy de acuerdo contigo. Quizás nos pasamos el día «hiperconectados» y a veces debemos marcarnos reglas propias para no terminar en un checkeo constante del email (o de blogs, o notícias… o Twitter!) Pero es absurdo marcar estos horarios en términos generales. Porque cada uno tiene su horario o reloj interno y prefiere trabajar por las noches o las mañanas. (O por las tardes).
Gracias de nuevo! Feliz pascua ;)
Humm, bueno, esto tiene bastantes matices.
Por un lado, estoy de acuerdo, a mi – empresario – la tecnología me ha permitido trabajar desde casa, trabajar cuando y donde quiero, aunque bueno, a diferencia de ti, yo tengo que estar en la oficina varias horas todos los días sí o sí.
Sin embargo, con la gente que trabaja conmigo, me ha creado un pequeño dilema: por un lado tengo a la gente que es profesional, que básicamente son todos aquellos que su trabajo se lo permite (por ejemplo, los programadores), pero por otro lado, tengo gente que no puede tener esas libertades de momento (el personal de atención al cliente), y tengo gente que directamente su trabajo no les motiva (no necesito hablar del caso de la señora de la limpieza, pueden ser los contables, u otros puestos).
Aparte, hay otro perfil, que es gente que se motiva cuando esta rodeada de gente trabajando.
Así pues, cada vez que se mueve este tema (que lo hacemos), se genera un conflicto por envidias entre departamentos, de gente que querría tener dicha movilidad u horarios y su puesto (o mucha gente de su departamento) no lo permite.
Nunca me imaginé cuando empecé con la empresa es que lo que más dolores de cabeza me traería sería la gestión del personal (envidias y peleas entre personas incluidas).
Mucho me temo que el uso que comentas de la tecnología, a corto plazo, va a quedar restringido a puestos muy especializados, o a empresas en las que la mayor parte de la gente pueda permitirse esa movilidad.
#013 Balam Xoom Totalmente de acuerdo, los radicalismos siempre son no sólo peligrosos sino equivocados. Hay muchas profesiones en las que ya nos comportamos así, comportamiento que suele ir asociado a un contrato de mantenimiento remunerado o a una cláusula del contrato laboral también remunerado, pero de ahí a pensar que el horario de oficina esté caduco y en la lista de cosas a extinguir, y que eso se haga además de forma general y sin su correspondiente remuneración, pues no, lo siento pero no.
Lo siento Enrique pero creo que tu planteamiento es un exceso peligrosamente simplista. Y digo peligrosamente porque no vivimos en los mundos de yupi, vivimos en España, y en este país hay demasiados «jefes» a los que se les hace la boca agua de pensar que por el mismo precio pueden tener empleados 24 h.
«La correcta gestión del equilibrio entre vida profesional y vida personal es crucial en una vida productiva y satisfactoria»…tan difìcil es combinar correctamente los reactivos para realizar una lectura compensiva? Porque gestionar equilibrios entre diversos tipos de vida tiene más de química que de alquimia…y lo mismo que funcionario debía llevar como ímplicito funcionar, profesar determinado trabajo debe llevar (repito: debería!) la capacidda para hacerlo correctamente y a gusto…por supuesto no hablo deprofesionales mineros o pescadores de altura (por ejemplo), no practiquemos tanto el «reduccionismo lector»!!
Y termino. El concepto de «jornada laboral» (el sistema de retribución por horario otorgado) implica consentir que la empresa es dueña de un tercio de mi vida (8 horas diarias), y francamente, lo que yo quiero es ser dueño de mi agenda de trabajo, de mi vida. Me parece razonable que la empresa me pida unos resultados a cambio de un dinero, que ya soy yo mayorcito, profesional y responsable para organizarme con mi trabajo, y no necesito que me traten como a un niño de internado, supervisando el número de horas que paso sentado en el cubículo de la empresa.
#006 Mario: ¡Amén!
No cabe duda que a todos nos gustaría encontrarnos en la situación de Don Enrique, pero no es posible extrapolar su trabajo y el de 4 yuppies más al conjunto de la fuerza laboral. Lo peor de todo es que él mismo se debe dar cuenta del error que ha cometido, que no es otro que no señalar que su situación puede ser aplicable a determinados puestos tecnificados, pero no a todos. Sea verdad o no la noticia (o globo sonda) que apareció en prensa sobre el caso de Francia, hay que contextualizarlo: ¿Qué tipo de mercado laboral hay en Francia? ¿Cuál es su cultura de trabajo? Una respuesta me permito: No son 65 millones de Enriqués Dansés disfrutando de un croissant y un café con leche a las 11 de la mañana en una terraza con vistas a la Torre Eiffel mientras teclean ideas inspiradas en sueños. Ni 65 millones ni 1 millón ni 100.000 seguramente.