Un buen artículo en Mashable titulado «Google in 2014: the world is (almost) its oyster« vuelve a poner de manifiesto la progresiva deriva del buscador de Google desde las páginas de resultados consistentes en diez enlaces azules más su correspondiente publicidad, hacia arquitecturas cada vez más complejas y editorializadas, pensadas teóricamente para reforzar el principio de relevancia de la búsqueda de cara al usuario, pero susceptibles de entregar a la compañía un control cada vez mayor sobre variables que, en opinión de muchos, resultan sumamente peligrosas.
Por un lado, el dominio cada vez mayor de zonas dedicadas a productos de la propia compañía en la zona superior: ¿buscas un viaje? ¿Comprar algo? ¿Ir a algún sitio? ¿Un restaurante? ¿Un hotel? Tienes muchas posibilidades de que sea la propia Google la que responda a tu búsqueda con un recuadro convenientemente situado en la parte superior de la página… lo cual está muy bien, salvo que tengas una empresa dedicada a ofrecer ese tipo de productos y te encuentres con que Google usa su fortísimo dominio en la búsqueda para impulsar sus propios productos situándolos por encima de los tuyos, un asunto que la Unión Europea está tratando de regular desde hace ya un cierto tiempo.
En segundo lugar, todo lo relacionado con la privacidad. De nuevo un importante caballo de batalla de la compañía con las autoridades reguladoras de países como España, Holanda, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, y en el que la actitud de la compañía, que pretende supuestamente estar por encima de las leyes locales y responder únicamente ante la jurisdicción californiana, ayuda más bien poco – un recurso, el de «déjeme en paz, yo no se nada, pregunte usted en Mountain View», utilizado ya habitualmente por la compañía en casos anteriores. A medida que el buscador editorializa sus resultados, tiende para ello a hacer un mayor uso de la información que extrae del usuario con el fin de proporcionarle supuestamente una relevancia cada vez mayor, una información sobre cuya gestión y control se plantean numerosas incógnitas. ¿Cuánto poder otorgamos a una compañía si le permitimos editorializar nuestros resultados y confiamos en que los resultados que obtenemos son «por nuestro bien»? Sinceramente, prefiero diez enlaces escogidos de manera consistente y dejar actuar a mi propio criterio.
Pero es que en este caso, además de las posibles infracciones de la legislación sobre privacidad en diversos países que tienden a protegerla a un nivel superior al que lo hacen los Estados Unidos y a las que Google tendrá que hacer frente, debemos tener en cuenta el llamado «efecto burbuja«: lo que sucede a medida que las páginas de resultados van intentando adaptarse a las características que el buscador interpreta que tiene el usuario, y que termina por convertirse en un universo parcial en el que este usuario únicamente recibe resultados de aquello que está de acuerdo con su visión del mundo. Un caso muy bien ilustrado desde hace ya tiempo por DuckDuckGo, al que Google, en su permanente búsqueda de la relevancia, ha dado muy escasa respuesta.
En general, las respuestas de la compañía a todo aquello que contradice su visión son más bien escasas. A su respuesta a las autoridades de la competencia de los diversos países se unen cuestiones como el tratamiento de las reclamaciones por derechos de autor, en las que Google desprecia de manera consistente a los autores individuales en favor de las grandes compañías: un tema que conozco bien, que llevo comentando a todos los niveles de la compañía desde hace ya bastantes años, sobre el que nunca he recibido una respuesta satisfactoria, y que me afecta incluso en lo personal… mi propia cuenta de YouTube tiene restricciones derivadas de varias reclamaciones de propiedad intelectual incorrectas presentadas completamente a la ligera por diversas compañías, mediante un esquema perverso, notoriamente desequilibrado y absurdo que Google jamás ha intentado compensar.
Pero, actitudes de la compañía aparte y volviendo al tema de la editorialización, hablamos de un problema de modelo de negocio: a medida que la compañía ve cómo una gran parte del tráfico se desplaza hacia dispositivos móviles y cómo su dominio en ese escenario se consolida hasta extremos increíbles gracias a Android, trata de evolucionar hacia diseños de tipo mobile first, concebidos para ese escenario: en la visión de la compañía, los diez enlaces azules resultan poco atractivos en una pantalla de pequeñas dimensiones en la que obligan a un desplazamiento prolongado, mientras que los modelos editorializados de información intermediada por Google tratan de ofrecer respuestas en un solo clic. Y claro está, mucho más rentables.
La gran discusión es clara: frente al modelo de diez enlaces azules provenientes de un único algoritmo y sobre los que el usuario elige libremente, un nuevo modelo basado en cards como Google Now, que supuestamente brinda resultados más relevantes, a cambio de pasarlo todo por el tamiz de la compañía y de restar grados de libertad al usuario. La defensa de Google, afirmar que sus resultados están protegidos por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que protege la libertad de expresión, tal vez sirva a efectos legales, pero resulta un consuelo muy escaso para el usuario consciente de estos cambios. Posiblemente a estas alturas tenga yo algo de «vieja escuela», pero con franqueza, prefiero claramente el modelo anterior, que fue además el que en su momento me hizo preferir a Google frente a los buscadores que había anteriormente. Es más: la compañía hará lo que quieras y ya ha mostrado su escasa predisposición a escuchar, pero creo que en la defensa de ese modelo anterior de diez enlaces azules nos jugamos, como usuarios, mucho.
(This post is also available in English in my Medium page, “Google and the editorialization of the web: in defense of the good ol’ ten blue links«)
tenemos la solución en nuestros dedos y esta mencionada en este mismo artículo: irnos en desbandad hacia otros buscadores como https://duckduckgo.com/
Google escucha continuamente a los usuarios, lo hace analizando sus clicks, el tiempo que el usuario permanece navegando en cada resultado y miles de métricas mas.
Google no hace los cambios para jorobar a Enrique Dans, lo hace porque ha mostrado un experimento a millones de usuarios y ha determinado que estos usuarios preferían los cambios. Cada día Google prueba de media 2 cambios en el buscador y solo los que conducen a mejores resultados, de acuerdo a todo tipo de análisis, permanecen.
Anoche me senté un rato a ver la televisión y me topé con «Demolition Man», un petardo de película protagonizada por otro petardo de actor: Sylvester Stallone. (Pido anticipadas disculpas si alguien no está de acuerdo con mis críticas cinematográficas :) )
Lo único que me ha llamado la atención de este bodrio es la acusación de fascista que Stallone hace del mundo en el que reaparece nosé cuantos años después de su criogenización.
En muchos aspectos adonde Google nos está llevando es a una progresiva fascistización del mundo. No creo que la misma Google sea consciente de lo que supone controlar todos y cada uno de nuestros movimientos, pero si creo que sus clientes y agencias gubernamentales saben sacar perfecto provecho de dejar expuesta tanta información privada, particular y exclusiva en manos de estos chicos tan simpáticos hace no tantos años.
Todos los usuarios de internet deberíamos desvincularnos de una vez y para siempre de esta empresa; la única duda que me surge es si no acabará DuckDuckGo o cualquier otra empresa sucediendo a Google en el control de nuestra privacidad.
Un saludo.
Las cosas antes de mejorar suelen necesitar empeorar bastante. Poca gente se ha hartado de la situación renunciando a usar el buscador de Google. Lo ideal sería que los gobiernos limitaran en lo posible los abusos que se cometen por parte de compañías en una situación de dominancia casi absoluta como la de Google.
Como en el villancico del video, a una amiga mía le pasó algo muy parecido: http://www.sideleft.com/2012/11/youtube-el-dominio-publico-y-la-notificacion-de-infracciones/
Ocurre que ContentID compara ‘producciones fonográficas’ (de audio a audio) no con obras (de partitura a partitura) por tanto aunque la obra (partitura) esté ya bajo dominio público, la producción fonográfica (audio grabado) mantiene unos derechos para el productor (que no el autor) de por lo general durante 50 años. Es entonces donde las Majors, como titulares de ese derecho sobre la producción, se ven benefeciadas.
001 – Jota Palacios
De hecho puedes añadir al navegador de google esa extensión para usar DuckDuckGo… y comparar los resultados con uno y con otro
Totalmente de acuerdo, Google camina como Goliat, vigilado cada vez más por leyes que incluso secrean a medida para controlar un medio que cada día está más legislado, más incluso que la propia calle…
Acabo de tener un dejà vú…
En fin.
Sería curioso hacer una encuesta con dos preguntas :
Considera que Google ha perdido calidad en las respuestas en comparación con las que daba en el pasado. – Mi respuesta sería SI
Conoce un buscador mejor que Google – Mi respuesta sería NO (por ahora)
Comprendo su interés comercial de Google por colocar en la parte superior las respuestas que le producen beneficio y aun fastidiándome le disculpo, de algo hay que vivir. Por otra parte, ya he aprendido a saltarlas.
Lo que no entiendo y me fastidia es por qué han ocultado la ´pagina de búsquedas avanzadas y ya no funcionan con la precisión de antes, expresiones entre comillas, suma o sustracción de palabras clave etc. pues era una forma de búsqueda eficaz que no condiciona, que luego nos den las respuestas que más le interesen. El eliminar eso perjudica a los usuarios y no veo en ello una ventaja económica para Google
A mi juicio y sin más información sobre el motivo que le llevó a tomar esa decisión, la considero un error de los responsables del buscador y una clara baja de la calidad del buscador.
El problema es que no son «nuestros resultados», son de Google. Si nos gusta bien, sino está bing, yahoo, duckduckgo…
Lo ideal sería que le surga competencia, antes que regular por ley su invención, que no es nuestra, es de ellos.
Imaginen, hagan el ejercicio, que mañana google dice ‘saben que, nos cansamos, cerramos, ya que no les gusta nuestro producto tal como va y nos quieren regular, damos de baja todo’. ¿qué hariamos? Que pasaría? Los obligariamos a seguir? Pediríamos su estatización y declaración de servicio público?
Cuando estamos tan acostumbrados usar «gratis», a veces olvidamos que es una empresa privada y no un servicio público. Sería bueno que siempre fueramos conscientesmde ello, porque tiene su costo.
Google y Microsoft, iran para abajo, cuando vaya para abajo hamburguesas McDonalds, cada vez hablan peor, que si engorda que si le echan matarratas que si un millon de cosas … y cada vez mas restaurantes y mas llenos, cuando vaya para abajo CocaCola, mira que es facil hacerse una limonada pues nada, domina el mercado, Adidas o Intel, con niños manejando sofisticadisima maquinaria haciendo zapatillas deportivas de microporo sin costuras o microprocesadores etc etc … me temo que Google vino para no irse y hablar perpetuamente cada vez peor durante siglos, mira si hablas de una cosa mal reiteradamente tambien la haces importante, porque quien gaste ese producto te fastidia a ti y con mas gusto que lo hace cada vez, de eso se alimentan … ea te fastidias, todo esta asimilado, va ya en un tubo, no os dais cuentas que estamos metidos ya en un tubo con una unica salida ? pues os falta inteligencia …
#011 No me lo digas pero estoy convencido que tu comentario lo has escrito con algún artilugio con tecnologías desarrolladas y patentadas por alguna empresa yankee.
jotace:
¿Qué propones? ¿Abolir las leyes anti-monopolio? Existen desde hace más de un siglo, por muy buenas razones.
Solución: usar otros buscadores. Llevo un mes haciéndolo.
#014: Te falta decir que para solucionar el tema hay que coger al toro por los cuernos :)
No solo dejar de usar su buscador, también abandonar Gmail, Gcal, Drive, G+, Android y cualquier otro producto que dicen que nos regalan.
Lo deja el 004 meridianamente claro : donde hai un gobierno para que queremos una empresa?
Con gusto me pasaría definitivamente a DuckDuckGo. El problema es que DuckDuckGo en verdad no parece muy interesado en plantear una alternativa a Google. Nada de búsquedas avanzadas como las del primer Google o Altavista, nada de filtrar por rangos de fechas o por tipos de archivo, nada de desarrollar un «crawler» que indexe la mayoría de páginas; ni siquiera permiten que los webmasters remitan sus propias páginas para que sean indexadas. En cambio, abundan todo tipo de plugins estúpidos para calcular raíces cuadradas, buscar en tal o cual página, o hallar las calorías de determinado alimento, al mismo tiempo que replican la tontería esa de «voy a tener pato-suerte». Copian lo peor de Google, no lo que tuvo de bueno en su momento. Con la mentalidad que parece inspirar a DuckDuckGo vamos a tener Google para rato.
Puede ser útil, eso sí, para búsquedas puntuales en las que advirtamos que Google nos está dando gato por liebre. El otro día buscaba la fuente de un artículo, pero Google sólo me remitía a resultados del dominio blogspot.com que se limitaban a reproducir dicho artículo. Gracias a DuckDuckGo di con la fuente original, que resultó estar alojada en wordpress.com. ¿Estará también Google falseando los resultados para perjudicar a la competencia? No me extrañaría nada.
Tenemos opciones. Por ejemplo no usar Google excepto para lo imprescindible. Es que no sabemos ir a un restaurante cine o viajar sin el navegador? La mayoría de las personas hemos pasado la mayor parte de nuestras vidas sin Google sin Internet Sin móvil. Todas estas tecnologías son maravillosas han cambiado en parte nuestras vidas, pero reservemos algo o buena parte de estas para la improvisación, la relación personal y física con los demás, etc.
Los «diez enlaces azules» que defiende Enrique no son un resultado que haya sido auditado ni sometido a escrutinio externo para determinar su neutralidad, ni se les puede llamar «orgánicos» pues no vienen dados por la naturaleza de las cosas sino por decisiones puntuales de ingeniería de sistemas que se alinean a los intereses de Google y no los de los usuarios.
Estos intereses fuero quizás al inicio «brindar el mejor resultado posible para cada usuario» (lo que de por sí ya era subjetivo) pero hoy claramente deben apuntalar el negocio publicitario y la efectividad de los avisos para los clientes corporativos de Google. Google ya no es más un buscador sino un agencia de publicidad.
Delegar a Google la misión de «organizar la información del mundo» y confiar en ellos, es tan iluso como delegar a la Shell y a Texaco la misión de resolver los problemas del cambio climático o calentamiento global.
Google y las demás tecnológicas están pasando un momento de libertinaje para sus apetitos económicos parecido al que disfrutaron los «robber barons» del capitalismo americano a comienzos del XX. Esa era de oro donde los monopolistas Rockefeller (petróleo), Vanderbilt (ferrocarriles), JPMorgan (banca) o Andrew Carnagie (acero), acaparaban sectores eneros de la economía y se encontraban o pensaban hallarse por encima de las leyes y de la competencia.
Mi sensación es que se necesita otro momento de ruptura con los monopolios tecnológicos como los que se dieron con los antiguos barones capitalistas de comienzos del XX. Una decisión contundente en favor de los mercados y la competencia que obligue por ejemplo a Google a separar su buscador de su negocio de publicidad o que separe su negocio de correo de su red social, de manera que el usuario pueda elegir en cual de estos servicios distintos elije a Google y en cual a otro competidor. Es la integración horizontal de sus servicios lo que permite a las tecnológicas excluir todo remedo de competencia y abusar de su posición frente al usuario. Lo que más le conviene a Google es hoy inversamente proporcional a lo que más le conviene a los usuarios.