Dos mujeres británicas, una periodista y activista por los derechos de la mujer, Caroline Criado-Pérez, y una parlamentaria, Stella Creasy, recibieron una serie de persistentes ataques de mensajes insultantes y amenazas de muerte o violación a través de Twitter – hasta cincuenta mensajes insultantes cada hora durante doce horas – tras haber participado activamente en una campaña para conseguir que la imagen de una mujer, Jane Austen, apareciese en los billetes británicos.
Los mensajes, aparentemente organizados y que han llevado ya al menos a una detención, han puesto sobre la mesa un tema importante: hasta qué punto tardan en desarrollarse en la red los protocolos de uso que todos damos por aceptados fuera de la misma. El acoso, los insultos o las amenazas son una conducta abusiva e incluso delitos claramente tipificados fuera de la red, pero dentro de la misma suelen ser calificados con el mucho más benevolente adjetivo de trolling, y gozan de una aparente impunidad.
La pregunta, claramente, es hasta qué punto deben los medios utilizados para este tipo de comportamientos, tales como las redes sociales, participar en su regulación. En los últimos dos días, Twitter ha podido presenciar cómo se iban acumulando decenas de miles de firmas en peticiones destinadas a conseguir que hiciese más fáciles las denuncias de abusos en su red, hasta que finalmente ha emitido una nota en su blog corporativo en la que se comprometen a tomar acción sobre el tema creando un sistema de reporte sencillo y rápido para estos casos.
El balance es claro: libertad de expresión, frente a la posibilidad de expresar todo lo que uno quiera sin respetar ningún tipo de reglas. Las pruebas son claras: si no se hace nada, la conversación sigue la teoría de las ventanas rotas: el abuso generalizado y la prevalencia de insultos, acosos y descalificaciones en Twitter terminan por generar un ambiente irrespirable. Aunque se trata de estadísticas de cuantificación compleja, todo parece indicar que el comportamiento abusivo crece en la red: personas aparentemente normales que nunca insultarían, amenazarían o acosarían a otra persona en plena calle se consideran, por la razón que sea, autorizadas a escribirles mensajes insultantes, amenazantes o de acoso en la red.
El límite parece difícil de poner: además de que definir el acoso, el insulto o la amenaza puede estar sujeto en ocasiones a una completa subjetividad, pasar de un entorno de total tolerancia a un ejercicio de excesiva severidad podría llevar a una auténtica judicialización de la conversación que prácticamente colapsase los juzgados. En la vida offline, un insulto público puede llevar aparejada una denuncia por difamación, aunque la acción judicial no es lo habitual y se suele reservar para casos de especial virulencia. En ocasiones, incluso, este tipo de recursos son objeto de abuso y son utilizados para silenciar críticas legítimas mediante la intimidación, un tema que merece especial atención. Por otro lado, la generación de sistemas internos que simplemente actúen dentro de las redes en modo «lo que ocurre en Twitter se queda en Twitter» puede dar lugar igualmente a abusos, dada la facilidad con la que un usuario que es expulsado de dicha red puede crear de nuevo un perfil en la misma.
Sin duda, el compromiso no es sencillo, y empezar por un mecanismo que permita al menos a quien es insultado, amenazado o se siente acosado reportarlo de una manera sencilla es un primer paso necesario. Solo sistemas de este tipo y un código de actuación bien definido pueden hacer que se empiece a desarrollar en la red un consenso adecuado sobre el tipo de comportamientos que resultan inaceptables. La justicia entrará cuando tenga que entrar, y si es el caso, el soporte – Twitter o la red en la que haya tenido lugar el hecho – deberán estar ahí para proporcionar las pruebas adecuadas a quien considere que debe recurrir a los jueces. Para muchos, el trolling es tan viejo como la red o incluso una consecuencia de determinados aspectos de la misma. Pero para una creciente mayoría, el abuso de las normas solo genera más abuso, y la violencia verbal solo engendra más violencia, hasta convertir el clima en irrespirable.
Plantear regulaciones especiales y leyes para la red resulta completamente absurdo cuando la vida fuera de la red ya cuenta con suficientes normas en ese sentido a diferentes niveles: se trata simplemente de apoyar que las normas que el consenso social ha creado a lo largo de muchos años se apliquen también en la red. Se trata, simplemente, de pedir que se aplique el sentido común: en tantas ocasiones, el menos común de los sentidos.
(This post is available in English in my Medium page, «Twitter and the limits of conversation«)
Ya existen los mecanismos suficientes para estos casos de insultos y amenazas:la denuncia ante la @policía. Y como en el mundo offline, ante un agravio habrà que molestarse en ponerla si nos sentimos ofendidos o amenazados.
Saludos.
Por trato diario con adolescentes he visto denuncias en fiscalía de menores cuando se calumnian en Tuenti. Sin embargo, en Twitter veo que los adultos prefieren cerrar las cuentas ante el abuso.
Creo que se podría utilizar el «trolling» para alguna tesina sobre detección de psicopatías y desordenes mentales. Llamarles trolls es vilipendiar a los personajes de Tolkien…
No debemos caer en el clásico principio de la regulación, al «sacrificar libertad por seguridad». A hacer las cosas por represión, porque lo dice una ley no porque sea lo correcto. La misma fórmula fracasa en otros ámbitos como el copyright o el espionaje. Entiendo la buena intención del planteamiento, pero la experiencia demuestra que ese camino esta muy poco adaptado a la realidad y al final solo acabará generando censura.
Ojo, no estoy en desacuerdo en el problema, que es evidente y grave, sino en la solución. La red es joven y la gente aprende despacio. Esto se arregla con educación y paciencia, no a golpe de ley y/o restricciones. Mientras, sistemas democráticos como el del karma, sirven para que grandes plataformas puedan ir limpiando el ruido. Dejemos que el propio ecosistema de la red se regenere y equilibre él solo, aunque ese proceso sea mas lento y doloroso, de la misma manera que la sociedad entera progresa y se civiliza.
Por otra parte, se me antoja el debate ya mas filosófico, psicológico y antropológico, de porque las personas o una parte importante de ellas actúan de manera diferente bajo el paraguas del anonimato (anonimato relativo). Pero ese es otro debate que creo acabaría en el mismo lugar: la educación.
Saludos
gracias Enrique por tu genial análisis, como siempre muy interesante!
con tu permiso te he hecho un RTM con el siguiente twitt: «cualquiera en Twitter puede decir lo que quiera y a quién quiera pero … ¿también cómo quiera?»
y para muestra un botón con la reciente actuación del partido liberal francófono belga ante el inadecuado twitt de su consejera sobre el accidente ferroviario de Santiago de Compostela: http://www.antena3.com/noticias/sociedad/despedida-politica-belga-tuit-mal-gusto-accidente-santiago_2013072900299.html
gracias por tu post Enrique
Yo creo que como has dicho otras veces, las mismas leyes de fuera de internet deben ser las que se apliquen a internet. El fondo del asunto creo que es de más calado aún. Internet, y las redes sociales, han conseguido ponernos un micrófono en la cabeza de cada uno, y esta posibilidad de darnos voz, que tiene tantas consecuencias positivas, también tiene sus efectos negativos. Parafraseándote otra vez, la tecnología no es ni buena ni mala, en este caso, es como un megáfono, que transmite lo que llevamos dentro. Yo no estoy tan de acuerdo en que la gente hace en internet lo que no haría fuera, si no lo hace, es porque no se dan las circunstancias, o porque no se atreve, pero es la misma persona dentro y fuera. Con toda la situación política, yo entre mis contactos, y contactos de contactos, leo comentarios de odio, y de incitación a la violencia casi todos los días, políticamente correctos todos, es decir, contra políticos, banqueros, etc, los malos oficiales, pero es una forma de pensar que no surge cuando se conectan a internet, sino que es lo que llevan dentro. Y eso si que asusta, porque entre mis contactos, y sus contactos a su vez que hablan de política, es prácticamente generalizado…
Sé que todo esto suena a buenismo, y a utopía, pero entre todos hacemos este mundo, cuando optamos por dejar una huella, de nosotros depende que esa huella sea positiva o negativa.
El respeto es la base de todo. Deberian sacar un carnet de persona para poder acceder a el permiso de conducir, sacarse un ADSL y cuentas de redes sociales etc
Envíale un enlace del post a Elena Valenciano y «tenemos que salvar twitter» a ver si lo entiende.
El problema está en que no puedo hacer una denuncia a la políciá, porque alguien me llama «Tonto» en mi TL, porque es primero es ridículo, y segundo porque tenderé demostrar que no lo soy.
No obstante. creo que tengo derecho a impedir que los mensajes de esa persona no aparezcan en mi TL. Simplemente, habria que implementar la posibilidad de habilitar un filtro en el TL, por direcciones IP, o @nombres que elimine los orígenes del incorrdio.
Con ello, ni se coarta la libertad de expresión de nadie, ni se perturba la lectura del los TL. Así ambas partes contentas, uno escribe lo que le da la gana y otro, «ojos que no ven, corazón que no siente».
Mi experiencia indica que el troll que sospèche que el destinatario de su puyas no las lee, dejará de enviarlas. A nadie le gusta trabajar para el maestro armero, aunque seas tan tonto como un troll.
Otra cosa es la amenaza o la calumnia real, que deben ser perseguidas por la Justicia a instancias de paerte, como son perseguidos estos actos en la vida real.
No es sencillo no solo por la subjetividad sino porque un sistema antiabuso necesitaría de un sistema recursivo del antiabuso del antiabuso.
Es absolutamente lamentable que algunas personas utilicen el anonimato para insultar o incluso amenazar a las personas (y lo peor de todo es que esto no es la primera vez que ocurre ni será la última)
Cuando se habla de internet, se pueden estar entendiendo concepciones distintas.
Si se interpreta como cables, es un medio para comunicarse y cada uno lo puede hacer como su educacion le permita. El,que amenaza dentro puede amenazar fuera de la red, opino que lo,hará a través de otros medios. Tema diferente es no estar frente a la persona y aprovechar esa circunstancia para desahogarse. Hablar claro y directo es una característica personal, que no todo el mundo tiene. a mi no me da por armarme de valor e insultar. Si le reconozco al anonimato la facultad de atenuar prejuicios. Si no te veo, no me hago una imagen, no te prejuzgo, luego en la red hablo contigo con mas facilidad. En la vida real, hablaría contigo igual. :-)
La faceta negativa de facilitador en la liberación de tensiones existe. Pero la capacidad de controlarse no debería anularse por el hecho de que al no ver rostros, puedo,perder empatía.
Si tengo ganas de pelar, lo hago y punto. Si tengo ganas de dialogar y esa es mi intención real,mes lo que haré.
No creo que la falta de empatía justifique el cretinismo de invadir la,parcela de libertad que le corresponde al otro.
Facilitar mecanismos para denunciar me parece muy acertado, siempre y cuando se hagan efectivos. Contactara y colaborara twitter con la policía? Sino…»ese botón de ayuda se convierte en un paripe.
Los servidores «nacionales» europeos de Amazon cumplirán con la patriótico act? Dudoso.
Twitter fluirá en sentido contrario? Todavía mas dudoso.
:-)
…..si tengo ganas de pelear….. Pequeña corrección. :-)
Uhm… ¿sabemos diferenciar entre injurias, difamación y amenazas? Porque claro, un insulto -que es una cosa tan abstracta y subjetiva que la Ley no debería de darle la mayor importancia- tiene el arreglo de la ruedecilla de un ratón, pero lo otro es bastante más complejo. La difamación y las amenazas son otra cosa bastante más graves. La primera porque se acusa de un hecho que quizás no se ha cometido, y sobre todo cuando esa acusación tiene que ver con un delito. Las segundas creo que no hace falta que las explique. Un insulto llega hasta dónde el receptor quiere que llegue (la importancia subjetiva que le dé). Una amenaza o una difamación no, porque ya pasa a ser algo «objetivo» (independientemente de lo que le pueda parecer al receptor).
En el mundo de Yuppie de los tecnólogos y compañía, ese mundo que sólo debe regular lo que a ellos les parece bien, la libertad de expresión es una especie de dogma sagrado al que cualquier imbécil rendirá culto hasta que se dé cuenta de que una amenaza también podría entenderse como «libertad de expresión». Entonces, cuando al imbécil le amenazan o difaman, se percata de que por muy bien que queda lo de la palabra libertad, tan solo pensó en defender ese concepto porque de cara a la galería queda muy bien. Pero no reflexionó acerca de todas su variantes, las cuales posiblemente se le volvieron en su contra. Normalmente porque lo contrario ni da lectores, ni da votos, ni da amigos, ni nada de nada.
Nuestro imbécil seguirá defendiendo la libertad de expresión por muy diferentes razones populistas, hasta que se dé la paradoja de que un día alguien le amenace o le difame, y entonces quizás se sienta vulnerado y pase a pensar que la Ley debería acotar determinados comportamientos.
Obviamente, ni los CEO de Twitter ni los de Facebook pensaron en este tipo de situaciones, porque, tal y cómo los Kim Dotcom dijeron en su momento «nosotros sólo ponemos el medio», lavándose las manos tal cual Poncio Pilatos. Obviamente, este tipo de empresas han ido postergando todos estos asuntos, de la misma forma que Google intenta evitar que las leyes le obliguen a otras cosas. Porque incluso este tipo de empresas norteamericanas se han subido a ese dicho español del «lo que nos gustan son los derechos, no las obligaciones».
De todas formas, relacionado con este asunto hay un concepto muy importante que es el de la publicidad. Y no, no me refiero a los anuncios precisamente…
Al genio de #001:
Sucede una cosa, que es la clave de todo este asunto, y es que un Cuerpo o Fuerza de Seguridad del Estado no puede ponerse a investigar por arte de magia si no tiene unos datos. Es precisamente ese acceso a esos datos lo que los Twitter/Facebook no quieren entregar, viendo que podría ser como abrir la caja de Pandora. Lo curioso es que si realmente les importara algo ese asunto jurídico, ya tendrían un departamento que se encargara del tema, pero parece que o bien no les interesa mucho lo que pueda hacer la gente con su medio (tesis de Kim Dotcom), o bien ellos no se sienten responsables (Kim Dotcom otra vez), aún a expensas de que con ese medio haya un trasfondo lucrativo que pueda o no basarse en vulneración de derechos ajenos(Kim Doctom a la enésima potencia).
Estoy absolutamente en contra de tales actuaciones que se dicen en Twitter o en cualquier otro medio de comunicación, (como por ejemplo en tu blog, Enrique).
Pero, precisamente tú, que le eriges en paladín de la anti censura y de las libertades por encima de cualquier otra consideración, incluidas algunas leyes vigentes, estás precisamente sugiriendo que se censure a estos cafres.
El enlace que pone Albert Porta #004 viene como anillo al dedo a este respecto. Todo el mal gusto, falta de respeto y mala leche que tu quieras, pero esta «señora» ha sido censurada por expresar una opinión contraria a lo que el 99,99% de las personas hemos sentido por la catástrofe del tren de Santiago. Eso si, cuando Cameron toma una decisión como gobernante para prevenir delitos tipificados en el derecho británico e internacional te rasgas las vestiduras…
Un saludo.
#016: Yo no sugiero que se censure a nadie. Nunca lo haría. La censura sería absurda, porque no se conseguiría nada con ella. Lo que sugiero es que se apliquen en la red las mismas normas y leyes que se aplican fuera de ella. Completamente coherente con lo que comenté en el caso de Cameron y su absurda muralla china…
#16 El problema del «vale todo» y del «a una naranja y una lechuga le llamo lo mismo porque son vegetales» es que acaban en una peligrosa confusión que paradójicamente se vuelve en contra de sus defensores.
A la imbécil del enlace de #004 no se le ha censurado, sencillamente se le separa de un cargo público porque se entiende que decir gilipolleces no debería de ser algo relativamente normal, por mucho que en España comience a ser así. La libertad de expresión no puede dar licencia o barra libre para que cualquier gilipollas en un cargo público diga la primera imbecilidad que se le pase por la cabeza. La moral y la ética son bastante objetivas, o lo suficiente como para que todos entendamos que uno no puede hacer chistes negros públicamente cuando ostenta un cargo público (en su casa ya cada uno hace lo que quiere).
Creo que eso se entiende en prácticamente toda Europa, menos en España y países semejantes.
No esa que es le censure, es que es una perfecta imbécil y como tal no debería desempeñar un cargo público. Es precisamente ese tipo de perfecto imbécil que cree que la libertad es poder hacer cualquier cosa.
Por otro lado, el mismo concepto de censura es otra cosa mucho más arbitraria. No todo es censura, ni un coche es un pimiento porque sea verde o rojo.
#016 CMT. Efectivamente, yo tampoco creo que Enrique sugiera que censuren nada, por el contrario, en su concepto de las cosas creo que le da igual un twitter difamador que un video de pornografía infantil, ninguno es censurable, ambos pueden y deben circular profusamente por la red, ambos son el arquetipo de lo que Enrique entiende por libertad de expresión. El hecho anecdótico de que existan seres humanos reales, no cuentas ni perfiles, que resultan dañados en su reputación o hasta en su libertad sexual, mientras que las plataformas se forran de dinero distribuyendo difamaciones o pornografía, no debería arruinarle la diversión a nadie. La solución es la de siempre: no hacer nada.
Te equivocas si crees que esta entrada trata sobre el daño que puede causar una difamación o una calumnia a las víctimas que pierden un trabajo o un contrato porque alguien les atribuye un delito o una falsedad, o sobre alguien que es objeto de amenazas o acosos por internet. No, esto no se trata de seres humanos ni del caso de una señora inglesa. Lo que está amenazado aquí, lo que es importante y se tiene que proteger a toda costa, incluso al grado de modificar la plataforma, es el buen ambiente del Twitter. Ante la profusión de amenazas o discusiones descontroladas in crescendo, nos comenta Enrique, hay que evitar que el ambiente se vuelva irrespirable o muy agresivo y el Twitter la tiene muy difícil. Eso era lo que había que cuidar, el buen ambiente; no a las personas.
Después viene el añadido, puramente cosmético, de mandar a la víctima a reclamar offline y a que se reprima todo delito fuera de internet, porque se sabe que a diferencia de cualquier medio de comunicación tradicional, cuyos propietarios, directores o editores se hacen absolutamente responsables de lo sucede en sus medios, en internet todas las tecnológicas juegan al «yo no fui», «yo no sabía que esto pasaba en mi web» y el más importante, al «yo no puedo hacer nada».
De hecho ya está prohibido por las reglas del mismo Twitter, y cito: «publicar o enviar amenazas de violencia directa o específica contra otros». Pero al igual que la prohibición en Megaupload sobre subir piratería, se trata de una cláusula hipócrita, destinada más bien a rehuir posibles co-responsabilidades antes que asumirlas. Si las tecnológicas cumplieran sus propios términos de servicio ni sabríamos de esta señora inglesa. Bueno, quizás veríamos en Youtube una docena de locos plantados frente a su puerta o la dama hubiese tenido que cambiar sus números de teléfono, pero nada comparado con el daño que puede hacerse gracias al anonimato y la impunidad en una red social.
Si realmente Enrique quisiera que se usen los remedios judiciales existentes para estas situaciones, tendría que al menos pedirle a las tecnológicas el mismo grado de responsabilidad que a cualquier otro comunicador social. Pediría un Twitter que hace cumplir su propio contrato y que se dedica concienzudamente a limpiar su plataforma del tipo de mensajes que ellos mismos han prohibido. Pero en vez de esto solo repite que es imposible o es inútil porque esa es la excusa perfecta para no hacer nunca nada.
Pues a Twitter sí le interesa y sí acomete con relativo éxito la eliminación del spam porque afecta su negocio. Allí sí que lo vemos hacer cumplir sus reglas al pie de la letra. Es tan sencillo como darse cuenta de que mientras el spam sí le cuesta dinero, la difamación o las amenazas de violencia no. El resto es pura hipocresía.
#018 ¿Sabes de dónde proviene etimológicamente la palabra censura? Pues a ver si nos enteramos. El censor romano era un cargo electo que se encargaba de elaborar el censo, supervisaba las cuentas públicas y también la moralidad pública. Hoy en día el trabajo de un censor jurado de cuentas no tiene nada que ver con el que censura por cuestiones morales a otra persona o grupo de personas; tú caso es paradigmático: «se entiende en prácticamente toda Europa, menos en España y países semejantes».
Aunque no quepa en tu mentalidad británica, un español tiene las mismas probabilidades que uno británico de entender qué es la censura. No es cuestión de ser de aquí o de allí, es cuestión de CI. ¿Lo entiendes?
Hablando de imbéciles, el ministro de asuntos exteriores británico que se ha quejado al de España por que se ha impedido a unos camiones atravesar la frontera de Gibraltar. A ese si que habría que hacerle dimitir, y no sólo por imbécil, si no por no tener ni puta idea de las leyes del tratado que los súbditos de su graciosa majestad esgrimen y retuercen a su gusto según sople el viento. Lo de la diputada belga es solo una opinión personal expresada públicamente en Twitter con la que la mayoría no estamos de acuerdo pero igual de respetable que cualquier otra que no esté en contra de las legislaciones vigentes.
«Delenda est Carthago». ¿Te suena?, el que lo decía siempre como coletilla final a sus discurso en el Senado fue el más conocido censor.
#014 observador
Mundo de los tecnólogos? Siempre me ha dado curiosidad por entender que problema tienes con este mundo que criticas, insultas y menosprecias. Me resulta curioso que algo tan abstracto te haga dedicarle tanta energía.
Debe ser algo que tienes contra Enrique? No te convence la manera de interpretar el concepto de libertad de expresión? La vedad, no te entiendo.’
Mario, no había leído tu comentario #19, disculpa.
Por desgracia la ética de todas estas empresas es nula o prácticamente inexistente. Desde mi punto de vista el que todas estas plataformas sean de acceso gratuito creen que mientras sus ingresos vayan viento en popa, ellos no tienen que entrar a intervenir en caso de situaciones como la que describe Enrique.
Sería maravilloso que todos pudiéramos vivir en un mundo sin violencia y malas prácticas. Pero todos sabemos que esto no es así. Incluso la flema inglesa se olvida cuando alguien trata de que en las libras aparezca el retrato de una conocida escritora; el sentido y la sensibilidad se pierde misteriosamente :)
Del mismo modo que muchas actividades profesionales tienen un código deontológico
http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3digo_deontol%C3%B3gico
creo que todas estas plataformas deberían sentarse juntas y suscribir un documento común e internacional en el que quedaran claramente expuestas las limitaciones que todo usuario que quiera serlo tiene que aceptar y cumplir. Evidentemente cada plataforma tiene su propio «código de conducta», pero, al menos que yo sepa, no hay nada escrito a nivel global.
Un saludo.
#20 El problema es que vosotros llamáis censura a que una perfecta imbécil haga humor negro de forma pública ostentando un cargo público. Sí, es cierto que decir gilipolleces entra dentro de la libertad de expresión, pero no entendéis que determinadas gilipolleces son objetivamente repugnantes, independientemente de la ideología que se practique. Te repito que la censura es otra cosa. Separar a un gilipollas de su cargo público porque es eso, un gilipollas, no es ningún tipo de censura, ya que NO HAY SUBJETIVIDAD de ningún tipo. No hace falta que me expliques la historia de la censura para entender que a esa señora no se le ha censurado nada. Es simplemente que uno no puede decir lo primero que se le pase por la cabeza cuando ostenta un cargo público. Nadie le habría «censurado» de haber sido una azafata de vuelo o una dependiente de comercio, pero eso es diferente a ostentar un cargo público.
De la misma forma, la libertad de expresión no cubre tampoco a un imbécil que va amenazando con poner bombas a través de Internet:
http://www.publico.es/internacional/460740/la-policia-britanica-investiga-amenazas-de-bomba-a-mujeres-periodistas
En España nos puede parecer gracioso, o incluso anecdótico -aparte de lícito-, pero no, en otros lugares incluso la libertad de expresión tiene límites, que es dónde comienzan los derechos de los terceros. Por alguna razón, los tecnólogos y demás personajes no conocen límites hasta que sus derechos son vulnerados.
Sinceramente, tienes una concepción de la política que es igual de lamentable y repugnante que el comentario de esa señora. Por suerte, en otros países entienden que hay unos principios que no deben rebasarse. No espero que en países como España eso lo entiendan. Porque estáis como estáis por razones como esa, entre otras
#21 Es bien sencillo. Los tecnólogos parecen querer reescribir milenios de ciencia jurídica adaptando nuevas interpretaciones a sus finalidades puramente comerciales/empresariales. Pero no, una vulneración en Internet es una vulneración, no es una pseudovulneración, ni una vulneración virtual. Y no te equivoques, muchos chiringuiteros que se lucran con una web de warez, o los mismos contenedores que añaden publicidad engañosa en sus sites, los Kim Dotcoms o los Twitter o demás, tienen un modelo de negocio al que poco le importan los derechos de terceros, porque parecen querer dar a entender que todo está permitido en Internet (ya que obviamente es lo que les conviene). Además vende muy bien lo de la neutralidad y demás para que determinados personajes den palmas con las orejas, pero no, la historia es otra, como estamos pudiendo comprobar día tras día: nosotros sólo queremos ganar dinero sin complicarnos la vida, y si es a costa de derechos de otros, nos la trae al pairo.
#023 «Tienes una concepción de la política que es igual de lamentable y repugnante que el comentario de esa señora».
Ya veo, el señorito británico puede pasarse por el forro los tratados que él mismo se firmó, o firmaron en nombre de su majestad en el pasado. ¿Es ese tu concepto de lamentable y repugnante?. Exactamente, muchas de las actuaciones políticas de los hijos de la gran bretaña son lamentables y repugnantes.
El cese forzado de esta belga es igual de lamentable que este caso:
http://www.abc.es/tv/20130731/abci-reportera-despedida-blog-201307311155.html?utm_source=abc.es&utm_medium=modulo-sugerido&utm_content=noticia-AB&utm_campaign=outbrain=obnetwork
Si lo entiendo bien, creo que un periodista no detenta cargo público alguno. ¿O si? Ha quedado claro que es imposible que hagas unos razonamientos acertados, no llegas al umbral requerido. Que pases buen día.
#024 CTM, estamos hablando de un tema y me vienes con unos camiones y unos tratados que no tienen nada que ver con lo aquí debatido. Me vienes con unos tratados firmados no sé cuándo que ahora no sé quién dices que se salta, sin tener en cuenta todas las circunstancias.
Sinceramente, la comparación de los dos casos es básicamente ya de por sí lamentable. Si para ti los dos casos son lo mismo, o bien debes de ir a un psiquiatra, o bien debes de leerte libros sobre ética y las afirmaciones que uno puede hacer desde unos medios u otros y desde unos contextos u otros.
Por otro lado, tú último párrafo… En fin. Yo no sé si no os cansáis de hacer el ridículo o qué, pero en serio que me sorprendéis con las rebuznadas que llegáis a soltar por aquí.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/consejera-belga-despedida-por-tuit-mal-gusto-accidente-santiago-2540469
El comentario «nos ha chocado», ya que es «totalmente contrario al mensaje del partido, que defiende el respeto de todas las creencias» y «no nos podemos permitir la menor ambigüedad» al respecto, ha explicado el portavoz.
El partido «lamenta profundamente la terrible tragedia» ocurrida en Santiago de Compostela y no puede tolerar esas palabras de alguien que ejerce las funciones que ejercía la exconsejera, ha añadido la fuente.
Es posible que yo me haya explicado mal, y que tú hayas entendido que yo me refiriera a que esta señora era alcaldesa o concejala, pero no, no hace falta tener un cargo institucional para detentar una responsabilidad política pública, tal y como explica su propio partido. y por muy periodista que sea.
Pero si sus propios «partidarios» entienden que el comentario es una gilipollez suprema, ¿qué estamos debatiendo? ¿O es que os gusta discutir por cualquier cosa, sea o no una imbecilidad?
Sinceramente, el nivel que tenéis para mezclar cosas es lamentable. Y que conste que estoy de acuerdo con muchos de tus comentarios, pero intentar justificar aunténticas gilipolleces en base a que «la censura es muy mala», es ya de por sí una gilipollez al mismo nivel. Por supuesto que hay que censurar las imbecilidades, sobre todo cuando vienen de alguien con funciones públicas relacionadas directamente con partidos políticos.
El día bien, gracias.
CMT, te había escrito un mensaje bastante largo, pero creo que no va a salir, te dejo con un enlace y lo que dice la gente del mismo partido. Por cierto, que esa señora sea periodista no evita que haya ejercido funciones públicas (o semi-públicas si quieres) como consejera de un partido político. No hace falta ser alcaldesa o concejal para que tus declaraciones se puedan considerar políticas. Más cuando ha estado trabajando en temas de neutralidad del Estado. Copio/pego un párrafo de su mismo partido:
El partido «lamenta profundamente la terrible tragedia» ocurrida en Santiago de Compostela y no puede tolerar esas palabras de alguien que ejerce las funciones que ejercía la exconsejera, ha añadido la fuente.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/consejera-belga-despedida-por-tuit-mal-gusto-accidente-santiago-2540469
Intentar justificar la gilipollez escupida por esa señora porque la «censura es muy mala» es ya de por sí una gilipollez bastante supina. Y que conste que con muchos de tus otros comentarios estoy muy de acuerdo.
Lo más curioso es que el mismo partido es quien decide reconocer que es una gilipollez y que salgan personajes que, vaya usted a saber por qué, les parece que no. Es bastante paradójico.
El día bien, gracias.
Observador: Perdona, el tema de Gibraltar viene perfectamente a cuento, ¿porqué?, pues porque tu admiración hacia la rectitud, superioridad y coherencia británica son la antítesis de la falta de rigor y parcialidad que tu y los británicos pensáis que tenemos los que no tenemos la «desgracia» de haber nacido en aquel lugar. ¿En serio puedes creer en semejante dogma?
Los británicos se creen los elegidos para dirigir el mundo, y los demás tan solo debemos acatar lo que a ellos se les encapriche u ocurra en ese momento. La diferencia entre un ario hitleriano y un británico es que su propaganda se ha cuidado muy mucho de borrar del mapa los auswitzs que han dejado por donde han hollado sus hordas.
Entonces, te parece perfectamente normal que estos sujetos puedan hacer u deshacer a su antojo, ¿no?