Kickstarter está, sin duda, en un momento dulce: desde su nacimiento en abril de 2009, y en gran medida gracias a su papel en el tema, el concepto de crowd-funding se ha popularizado enormemente, los proyectos financiados han diversificado su naturaleza desde el primer énfasis en lo creativo y artístico, hasta el actual en el que abundan los proyectos tecnológicos y de todo tipo, y el hecho de obtener financiación en Kickstarter se ha convertido en un auténtico sello de prestigio para muchos proyectos. Además, está en estudio una modificación legislativa que permitiría a las compañías financiarse en Kickstarter mediante la oferta de acciones – actualmente la oferta pública de acciones está cuidadosamente regulada con el fin de proteger al comprador – que podría dar al sitio toda una nueva dimensión y posibilidades.
Sin embargo, no todo es perfecto. Por un lado, surgen algunos problemas derivados de la aceptación de determinados proyectos considerados polémicos o políticamente incorrectos, otros que son directamente un fraude, o retrasos generalizados en la entrega que afectan al 75% de los proyectos: la prueba evidente de que los problemas, en la mayoría de las ocasiones, no surgen de las características de un proyecto en sí, sino de la mismísima naturaleza y miserias de la condición humana. O de que, a poco que se conozca el mundo de las startups, es perfectamente fácil comprender que, en muchas ocasiones, surjan imprevistos o problemas que den lugar a retrasos inesperados. Mi reloj Pebble tardó casi dos meses más en llegar de lo que inicialmente esperaba, pero en fin… qué le vamos a hacer, son riesgos que entiendo que hay que asumir en estos casos.
Por otro, un problema para mí mucho más interesante desde el punto de vista social: la presión de la comunidad, o peer pressure. La transparencia de Kickstarter permite que el creador del proyecto tenga una visibilidad completa sobre la identidad de los donantes y las cantidades donadas, lo que empieza a suponer, para muchos, un problema. Algunos presionan a amigos y familiares para que donen, otros llegan a recriminar a algunas personas cuando la donación es inferior a lo esperado, o incluso aparecen casos de personas que se mueven en una industria determinada, y se ven prácticamente obligados a donar a determinados proyectos para poder mantener buenas relaciones o referencias con quienes pueden ser, en muchos casos, influyentes en la misma. Un efecto que llevamos toda la vida viviendo en cuestiones como las listas de boda, pero que ahora aparece vinculado nada menos que a la financiación de empresas…
A pesar de los problemas, no cabe duda que el crowdfunding está aquí para quedarse. La dimensión alcanzada por Kickstarter lleva a que obtenga de manera natural resultados y una exposición muy superiores a las de otros sitios de crowdfunding, una prueba de que en estos temas, el tamaño decididamente importa. Si quieres ver consejos interesantes para triunfar en Kickstarter o en el crowdfunding en general, te recomiendo especialmente esta entrada de Peter Diamandis, o este libro corto, «It will be exhilarating», del que ya hablé en una entrada anterior.
Una cosa interesante que es posible extraer de Kickstarter es el análisis demográfico de los Backers.
Los proyectos tecnológicos como Pebble son financiados en su totalidad por hombres con edad de más de 40 años; mientras que proyectos relacionados con Comics, libros, o eventos al aire libre son financiados por mujeres de edad comprendida 18-37 años, menos backers que en caso que los hombres pero aportan mayor cantidad de dinero
Como sabes, estoy metido en la pomada ahora mismo, y comparto con vosotros unas cuantas cosas de lo aprendido hasta ahora:
* Se te ha escapado «para la financiación de empresas», y creo que esto es en parte resultado de que se está pervirtiendo el concepto. Recuerdo que los primeros proyecto que vi en Kickstarter los apoyaba gente que decía, «eh, yo quiero que eso exista». Ahora, empujado por los VC de San Francisco, se utiliza para demostrar si un nuevo producto tiene demanda. A mi me sigue encantando que en Indiegogo se hayan recaudado $700,000 para construir un museo para Tesla. Espero que ese espíritu no se pierda.
* La presión de la comunidad, es cierta, a tu red más cercana sobre todo. Yo he llegado a enviar correos con dibujos de una cabeza de caballo cortada (Enrique, no te ha llegado??). Y como bien dices es una costumbre social que se lleva a la red. Ahora bien, los españoles somos especialmente perezosos, lo que hace que la presión sobre la comunidad española tiene que ser mayor, si cabe.
* Me llama la atención la psicología de esta financiación. Kickstarter tiene una estádística, el 80% de los proyectos que superan el 20% del objetivo, se financian. Eso supone pasar del 43% (34% en caso de proyectos de tecnología) al 80%. Por eso es clave el apoyo de tus círculos más cercanos para alcanzar el 20% lo más rápido posible.
* Promoción, promoción, promoción. Nosotros hemos fallado en no haber dejado mejor atado nuestra aparición en unos cuantos blogs americanos. (Insisto que España todavía no está preparada para financiar de esta forma proyectos de 6 dígitos). En nuestro caso, ahora mismo, el 60% de los backers vienen a través de kickstarter. Y eso es un problema. No estamos consiguiendo dirigir más tráfico externo al proyecto.
Podría seguir y aburriros más, pero lo dejo aquí. Si queréis ayudarnos a llevar la Inteligencia Artificial a cada casa, no podéis apoyar con el proyecto.