Una campaña destinada a presionar a Facebook para la retirada de contenido ofensivo para las mujeres (lenguaje e imágenes que trivializan o glorifican la violación o la violencia) consigue su objetivo en una semana, cuando Facebook anuncia finalmente su respuesta a la presión con un cambio en sus políticas de contenido. Un cambio que, además, puede ser complicado: detectar el lenguaje sexista o el contenido ofensivo no es algo que pueda hacerse técnicamente, como se hace la detección de determinadas fotografías.
¿Dónde estuvo la clave para que la petición llegase a buen puerto tan rápidamente? Muy sencillo: en la carta abierta dirigida a la compañía se solicitaba específicamente a los usuarios que contactasen a los anunciantes de Facebook, incluyendo el uso de un hashtag, #FBrape.
Las reminiscencias de aquel caso «La Noria» que enfrentó a Pablo Herreros con Telecinco son completamente evidentes, como lo es la absoluta falta de acierto mostrada por la cadena cuando decidió lanzar su absurda querella: pretender que el ejercicio de la acción colectiva contra una empresa pueda ser en modo alguno constitutivo de un delito es una auténtica barbaridad. De hecho, no solo no puede ser de ninguna manera delito, sino que, como demuestra el reciente episodio con Facebook, se está convirtiendo en todo un signo de nuestros tiempos. La querella de Telecinco contra Pablo Herreros era un clarísimo ejemplo de SLAPP, Strategic Lawsuit Against Public Participation, o «pleito estratégico contra la participación pública», destinado a intimidar o a elevar las barreras de entrada a la protesta, y es algo completamente censurable.
En una sociedad hiperconectada en la que la organización de las personas en grupos utilizando herramientas de todo tipo está a un clic de distancia (con herramientas como Twitter, Change.org o la propia Facebook), lo normal es esperar que las personas, llevadas por dinámicas sociales, amenacen con votar con su bolsillo. Si eres un medio y vives de la publicidad, tendrás que entender que en la sociedad actual, tu línea editorial va a estar en todo momento delimitada por la posible presión de los usuarios sobre tus anunciantes. Si eres anunciante, te toca hacerte a la idea de que no puedes desconectarte completamente con respecto a dónde aparece tu publicidad y a qué puedes estar, voluntaria o involuntariamente, prestando apoyo con ello.
Estamos viviendo un verdadero cambio en la forma de entender muchas cosas, un auténtico replanteamiento del modelo social. Tradicionalmente, los espectadores eran eso, espectadores, y se limitaban a poner sus globos oculares delante de una pantalla y a recibir impactos publicitarios. En la sociedad actual, los que antes eran espectadores pueden ahora organizarse, solicitar apoyos, y planificar múltiples acciones de presión. Que los espectadores pidan a los anunciantes que no se anuncien en tu cadena para pedir un cambio en tus políticas o para apoyar una causa determinada pasa a ser una parte normal del escenario, como lo puede ser el que tus usuarios amenacen con dejar de adquirir tu producto si te anuncias en un sitio determinado, y es algo con respecto a lo que es esencial mostrar sensibilidad. El análisis de riesgos vinculado a este tipo de situaciones pasa a ser una tarea sumamente compleja: no puedes apresurarte a conceder todas las peticiones que aparezcan sin evaluarlas muy cuidadosamente, es preciso entender los motivos y posibles consecuencias de las mismas. Pero tampoco puedes cerrarte en banda, guardar silencio, intentar apagar el fuego con gasolina, o (mucho menos) reaccionar con agresividad.
La otra parte del análisis es también necesaria: ¿qué consecuencias puede llegar a tener para la libertad de expresión o la libertad de información una sociedad sometida a estas nuevas normas? ¿Podemos estar empezando a ver una especie de «dictadura de las masas» que censure todo aquello que sea políticamente incorrecto o de alguna manera transgresor? O, también relacionado: ¿cuántos de los firmantes de una petición que amenazan con dejar de comprar una marca están realmente dispuestos a dejar de hacerlo? ¿Pueden las marcas ignorar estas peticiones porque, en el fondo, terminan olvidándose cuando pasa la tempestad mediática, o por el contrario, puede llegar a suponer un daño permanente a su reputación? ¿Llegarán a saturarnos las peticiones de este tipo y a perder efectividad por puro agotamiento?
Pregunto desde el total desconocimiento, pero, ¿es posible que esos grupos y páginas existieran realmente y que cumplieran los términos de uso y que nadie los hubiese denunciado?
Si la respuesta es si, me quedo totalmente atónito, si no hubiese leído esto aquí, hubiese pensado que es como la historia del vodka, una leyenda urbana.
Por desgracia este tipo de control por parte de los usuarios de servicios son la excepción y no la norma, pero su trascendencia podría llevarnos a un nuevo modelo económico donde el cliente, mira por donde, vuelva a tener siempre razón.
Estamos muy lejos de eso, pero dar con un sistema que funcione y que no sea la primera vez debería hacernos reflexionar a todos sobre la importancia del consumo responsable.
La calidad precio de un producto o servicio no son el único factor a tener en cuenta. La ética de las empresas y su respeto a los intereses de la sociedad son fundamentales en un planeta donde la estabilidad y la calidad de vida vienen sacrificándose en aras del sacrosanto dinero. El crecimiento económico contínuo es un concepto insostenible que termina provocando fuertes crisis económicas que benefician a los especuladores y castigan a los trabajadores. El diferencial de riqueza entre las clases mas humildes y las cases pudientes ha adquirido unos niveles difíciles de soportar.
Va a resultar que la solución es tan simple como dejar de alimentar a nuestros verdugos. Nuestra ceguera hacia la ética de las empresas tiene siempre su desagradable retorno kármico.
Muy interesante. Las personas, actuando en grupo, demuestran tener criterio a la hora de recibir mensajes. Me pregunto donde empieza a desarrollarse el concepto de inteligencia colectiva.
Interesante el poder que pueden llegar a tener las masas. Ya lo estamos viendo con el auge de plataformas de crowdfounding o la gran creación de la inteligencia colectiva (a mi modo de ver) que es la Wikipedia.
Todas estas cosas dan poder a cada uno de nosotros siempre y cuando actuemos en grupo. Lo único que quiero es que este tipo de movimientos despierten el pensamiento crítico y no terminen por convertirse en simples catalizadores de rebaños de ovejas que apoyan un titular o una frase ingeniosa carente de contenido que utilice alguien en su propio beneficio.
#003: Dónde empieza a desarrollarse el concepto de inteligencia colectiva, y dónde el de turbamulta enfebrecida capaz de ahorcar al que disiente en plena plaza pública. Sin duda, un tema muy interesante, pero que merece una reflexión…
¡Qué buen análisis, Enrique! No veo el riesgo de turba enfervorecida censurando libertad de expresión, porque eso nunca llegaría a ser turba, sino un ‘chalao’ al que nadie seguiría.
Me explico: lo de La Noria era gravísimo: pagaban 10.000€ a una mujer que estaba condenada (madre responsable legal de un menor que había escondido un cadáver), y que debía 414.000€ al Estado por la búsqueda del cuerpo (aún sin aparecer hoy). Yo no hubiera iniciado nada si es una entrevista con la tipa a la que no pagan; pero que pagasen 10.000€ a la mujer condenada como responsable civil del monstruito de su hijo, era gravísimo. Por eso miles de personas me apoyasteis, igual que hicieron el 99% de las marcas cuando reflexionaron sobre lo ocurrido.
En el caso de Facebook, pasa tres cuartos de lo mismo: si veis los contenidos denunciados, la conclusión es clara: hacen apología de un delito tan repugnante como la violación. No habría que hacer campaña alguna para que Facebook prohibiese semejante basura: es de cajón que no se puede decir «te mereces que te violen».
El problema es que, una vez reconocido el fallo por parte de Facebook, hay una segunda parte: es imposible rastrear todo el contenido en una plataforma tan gigante. Por eso es bueno que sean también los usuarios quienes a veces ayuden en eso a Facebook. Así lo hice yo hace tres años con una publicidad en Facebook que me parecía intolerable: http://comunicacionsellamaeljuego.com/intolerable-publicidad-enganosa-en-facebook/. ¿Qué pasó? Que me amenazaron con una querella que, por supuesto, no se atrevieron a poner en aquel caso.
Y sí, es un mundo nuevo que hacemos mejor entre todos. Ojalá la humildad y buena respuesta de Facebook se hubiera dado en el caso que me tocó vivir. Y ojalá no tengamos nadie que sufrir embestidas absurdas por hacer cosas que mejoran la sociedad. Porque aún hay y habrá empresas que en vez de aceptar una propuesta de mejora, se lo tomen a la tremenda y pongan querellas. Pero cada vez serán menos ;).
Juntos ganaremos, siempre que el contenido de nuestra propuesta tenga sentido. Porque si no, es difícil que la gente te siga: no se reúnen 100.000 personas sin conocerse si no es por algo que tenga lógica. Veremos…
Es cierto que algo está cambiando en los medios de comunicación tradicionales (tv,radio y prensa) y es por la marcada parcialidad ideológica con la que abordan sus contenidos.
Crean opinión, nos adoctrinan de una manera sutil y elegante tanto a través de la información como de los consejos comerciales (llámese publicidad) y cuando nos convencen de que esos «ideales» son los que debemos defender a toda costa y por encima de cualquier consideración, es muy difícil que renunciemos a ellos.
Si se defendido hasta la saciedad, y en algunos casos de manera un tanto agresiva, que por ejemplo el maltrato a las mujeres es algo deshonroso y punible, es normal que los seguidores de la cadena una vez que hayan interiorizado este ideal como suyo se muestren muy enfadados y lo hagan saber cuando acuden al medio maltratadores.
El problema no es que los espectadores se quejen y muestren su enfado por la volatilidad ideológica con la cual actúan los medios, sino que amenacen sus únicos ingresos, la publicidad; y lo peor de todo, que se hayan organizado y tengan tanto fuerza como para obligar a ceder al cuarto poder.
Quizá sea un pulso al cuarto poder?
Reflexionando sobre el concepto de inteligencia colectiva, me pregunto si tiene que ver con el hecho de pensar en común.
Es decir: todos podemos estar de acuerdo, en que la publicidad ofensiva condiciona de manera negativa al receptor hasta que por fin alguien se da cuenta y lo transmite y muchos otros, que a lo mejor también se habían dado cuenta, a su vez, se suman a una reivindicación.
Cuando éramos pequeñas, mi grupo de amigas y yo, nos angustiábamos con determinados anuncios para adelgazar, donde la protagonista era un palo viviente. Era horroroso. Pero no todo el mundo, lo veía.
Luego, cuando una lo comenta, y varias lo vemos, nuestra inteligencia colectiva comenzaba cuando analizábamos por que nos influía tanto un anuncio televisivo y por que nos condicionaba la vida.
Esa pregunta la fuimos resolviendo con el tiempo.
De hecho, la resolvimos con otros grupos de gente, que se cuestionaban sus realidades.
Y nunca terminas. Supuestamente internet es un medio a través del cual se pueden leer realidades fuera del alcance de la manipulación mediatica y quizás por eso se alcance el nivel de disruptivo e incluso disfuncional.
Entonces, lo preocupante es ver invadir a las marcas con una filosofía que en internet no funciona.
Si antes, el detalle publicitario formentador de anorexias, quedaba en un grupo de 4 adolescentes inquietas, ahora la critica se multiplica y toma cuerpo. Luego, si a la critica se suman intervenciones constructivas para modificar el cauce, entiendo que es donde la inteligencia colectiva tiene su inicio.
Soy de los que esta convencido que Internet es un facilitador clave para tener un mundo mejor.
Dicho esto el tema de las mujeres me preocupa mucho. Siempre que doy una conferencia y alguien me pregunta por la crisis (tipica pregunta a un profesor de escuela de negocios) le pido que me aclare a que crisis se refiere, porque en un mundo en el cual la mitad la población vive con menos de un dollar diario y en el cual grandes potencias humanas como la India, China, algunos paises arabes y algunos paises africanos la mujer todavía no tiene ni los mínimos derechos como por ejemplo decidir con quien casarse.
Enrique, alguna vez comenté aquí mismo que en un experimento realizado en Alemania se mostraba que si el 10% de un grupo se dirigía de manera decidida hacia alguna parte, el 90% restante optaría simplemente por seguirles. El breve artículo que informaba sobre este experimento se titula El cardumen y vale la pena darle un vistazo. ¿Dictadura de las masas o dictadura de un 10% de dichas masas?
#009 José Luis Portela Lopez
Y añadiría que cuando cambias de países, el contraste todavía es mayor, porque te das cuenta de lo insensato de algunos hábitos extendidos, cuando hay gente que ni siquiera puede comer, el valor de la seguridad y de las normas en algunos casos y el concepto de matriarcado en otros.
Curiosamente en África, en algunos países ( Ejemplo Togo) las mujeres son las emprendedoras, en México, se las considera las matriarcas aun siendo una sociedad calificada de machista.
Opino que el concepto seria la libertad para poder disponer y decidir libremente y/o de manera consensuada sin renunciar a la dignidad. Al transponerlo a las diferentes sociedades, cada una tendria una respuesta distinta.
Siempre voy a creer más en el criterio de las «masas» que en el de una marca. La transparencia y la ética deben de primar. Ahora tenemos más herramientas para conseguir que esto sea así. Espero que los consumidores cada vez seamos más exigentes en ese sentido.
Con la iglesia hemos topado y con la dictadura de las masas (que siempre, siempre, siempre, siguen a un salvapatrias) nos daremos de bruces… si hasta va a salir rejuvenecido nuestro denostado Ortega!