Antonio José Chinchetru, de Periodista Digital, me llamó para hablar del recurrente asunto de las pretensiones de AEDE de reclamar al gobierno una «tasa Google», tema del que ya hablé recientemente y para el que tengo ya preparada otra entrada que publicaré en breves momentos, y hoy recoge algunas de mis declaraciones junto con otras de Víctor Domingo en una noticia titulada «Enrique Dans: ‘Google está defendiendo a toda la web frente a los editores de periódicos’»
Poco después de hacer esta entrevista saltaron novedades en el tema: el presidente de AEDE, nombrado hacía tan solo tres días, dimite «por razones personales» en un movimiento que se asemeja más a «convulsiones» que a ninguna otra cosa, y provoca un cuestionamiento todavía mayor del papel y representatividad de una «patronal» que no solo no agrupa a toda la industria del periodismo en nuestro país, sino que además deja fuera precisamente a los representantes menos rancios y más renovadores que podrían contribuir en gran medida a la redefinición del papel de la prensa en los tiempos que vivimos.
La prensa y su corporativismo será el próximo enemigo a batir. Los periodistas se han convertido en los voceros del sistema injusto que estamos viviendo y quieren ser los únicos en ejercer el derecho a la libertad de expresión y de prensa: el caso de La Noria y Pablo Herreros o de la bloguera Yoani Sánchez (y su mundo inventado), o el de Enrique Dans contra Promusicae son ejemplos de clara manipulación y coacción ejercida por los medios, entendiendo por medios aquellas empresas cuya principal función es la de producir, publicar, transmitir todo tipo de contenidos de ficción, divulgación o entretenimiento para un amplio espectro de la población.
Teniendo en cuenta que disponemos de un arma como Internet hoy en día se debería considerar la libertad de prensa como un derecho ciudadano y no como una libertad exclusiva de un determinado colectivo de profesionales.
Si un ciudadano normal difama a otro se enfrenta a un juicio y su correspondiente pena. Si un ciudadano utiliza las armas democráticas para defender sus derechos contra otro ciudadano, se respeta su decisión. Sin embargo cuando el que difama o el que se ve presionado democráticamente es una gran empresa mediática, o alguien que la representa ya se cree con derecho a saltarse a la torera las libertades democráticas y hacer de su capa un sayo, y pobre de ti, como se te ocurra ir en su contra, porque te acusarán de violar la libertad de prensa y el derecho a la información.
Una de las asignaturas pendientes de esta crisis es la prensa y del increíble poder que injustamente detentan, así como su complicidad en los fraudes y estafas de los políticos y el capital. El cobro por indexar sus contenidos es un paso más de un colectivo que ha perdido mucha credibilidad y que culpa de ello (menos lectores = menos pasta por publicidad) al que organiza los contenidos, como si Google decidiera donde hace clic la gente o que es o no trending topic.
La prensa quiere que la libertad de expresión en Internet sea exclusivamente suya, y que las opiniones de la gente sobre su trabajo solo pueda ser vistas en sus publicaciones online, previa censura, naturalmente. Tiene gracia que hablen de enlazar sus contenidos en páginas externas cuando «sus» contenidos están repletos de enlaces a vídeos, imágenes y artículos de aficionados a menudo más interesantes y correctos que las informaciones que ellos proporcionan.
Si van a cobrar a Google por indexar propongo que nos paguen a todos aquellos que indexen ellos mismos. Es decir que paguen por las imágenes, los vídeos y los artículos de otras páginas que ellos mismos indexan.