Sergio C. Fanjul me envió algunas preguntas por correo acerca de Google Street View y de las sensaciones que provoca vivir en un mundo en (supuesta) permanente monitorización, y hoy me cita en su artículo en El País Semanal titulado «Morbosa y polémica trastienda global» (ver en pdf) con fotografías del artista canadiense Jon Rafman y del fotógrafo alemán Michael Wolf seleccionadas a partir de la herramienta, sin salir de su casa.
Intenté aportar un cierto punto de escepticismo y realidad, de huir de la típica visión tremendista de «¡oh, dios mío, estamos bajo vigilancia permanente!», y creo que en la selección de mis respuestas que hizo Sergio, mi aporte viene a representar precisamente eso, ya me diréis si lo veis
A continuación, el texto completo de las preguntas y respuestas que intercambié con Sergio:
P. Google Street View (GSV) ha tenido problemas en muchos países en los que se ha tratado implantado, por problemas con la privacidad de las personas y la protección de datos. Aunque ya se haya accedido a borrar las caras y matrículas, ¿crees que estos temores son fundados?
R. Son temores completamente absurdos. La idea de una Google en modo «gran hermano» que intenta capturar toda nuestra información para utilizarla en nuestra contra y convertirse en el amo del mundo no es más que un cuento de viejas, una estupidez que las mismas leyes del mercado se encargarían de impedir. En el momento en que Google o cualquier otra empresa se convierte en una amenaza real que resulta incómoda a los usuarios, pierde el favor de éstos, y sencillamente se ve obligada a rectificar cualquier cosa que hubiese podido haber hecho mal. Google intenta únicamente tener productos competitivos que provean un servicio que los usuarios valoremos, y la idea de que son malvados y quieren vigilarnos es simplemente digna de una mala película de miedo. Todavía no conozco ninguna compañía importante en la historia de la tecnología que haya sido tan respetuosa con sus usuarios como Google, y eso está profundamente imbricado en el ADN de la compañía y de todos sus empleados, Obviamente, no deben tener carta blanca – ni ellos ni nadie – pero la actitud de impedir toda innovación basándose en una supuesta privacidad que nadie está interesado en violar resulta simplemente absurda.
P. GSV, Google Earth, Google Books, Google Art Project… ¿Qué opinas de este afán de la compañía por, de alguna manera, recopilar el conocimiento sobre el mundo?
R. Es completamente coherente con su misión, que es la explicación perfecta para entender qué hace la compañía y porqué lo hace: «organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil». Es una compañía que intenta crear servicios que nos permitan hacer cosas con nuestra información. Cada vez que mi mujer usa Latitude para saber si estoy aún en mi despacho o estoy ya llegando a casa, entiendo perfectamente que Google también almacena esa información: es más, yo mismo le he pedido que lo haga. ¿Detecto en algún momento algún tipo de intrusión, alguna violación de mi intimidad, alguna injerencia molesta? No, no es así. En cualquier momento puedo irme a una pagina, ver exactamente cuánta información tiene la empresa de mí (mi historial de búsquedas, localizaciones, etc.), eliminarlo si así lo deseo, revisarlo, etc., y si en algún momento decido que algo de lo que hacen me molesta, puedo irme.
P. ¿Habrá una “imagen hegemónica” del mundo “powered by Google”?
R. Hay una empresa que intenta competir ofreciendo servicios que nos resulten lo más atractivos posibles, y que en algunas ocasiones resultan exitosos. No hay nada malo en intentar tener éxito siempre que tu éxito no impida a terceros competir contigo, no se puede castigar la innovación por principio, sería estúpido hacerlo. Google es una empresa que en lo general, aplica una filosofía clara: los usuarios somos en realidad proveedores de atención que Google recopila, segmenta y ofrece a las empresas, y nos paga esa atención mediante el acceso a servicios gratuitos. Obviamente, Google no «vende» nuestra información a las empresas, sino que se limita a gestionar la publicidad de éstas para que llegue al conjunto objetivo que esas empresas han definido. En ningún momento «pasa información» a nadie diciéndole «Fulanito busca estas cosas o aquellas, y sale a correr por esta zona»… solo pensarlo es sencillamente tonto.
¿Hegemonía? Cualquiera que diseñe un algoritmo de búsqueda mejor que el de Google podría, con la estrategia adecuada, desplazar a Google en nuestras preferencias, porque de hecho así ocurrió hace ahora doce años: en esta industria, la lealtad del cliente prácticamente no existe. En este mismo momento, empresas como Facebook ofrecen productos publicitarios que rivalizan con los de Google a la hora de resultar atractivos para las empresas, es un mercado en el que no faltan competidores. Y cuanta más competencia, mejor para todos.
P. En estas aplicaciones puede uno echar un vistazo a cómo es y qué ocurre en las otras esquinas del mundo ¿Crees que pueden aplicaciones como Google Earth o GSV crearán una mayor conciencia de Humanidad unida en un mismo planeta?
R. Google Earth o GSV proporcionan una facilidad para «conectarse» a cualquier sitio en cualquier momento, lo que nos permite una ilusión de «mundo pequeño», de recorrer el planeta a vista de pájaro. No es completamente real, se trata de fotografías tomadas en un momento dado y que se cambian con menos frecuencia de lo que seguramente sería deseable, pero ofrecen un servicio que resulta interesante en muchos momentos, si quieres ver una zona a la que estás pensando si ir de vacaciones, para evocar un viaje determinado, para ver una casa que estás pensando en comprarte, para elaborar una ruta hacia un sitio… Sin embargo, aquello que no supone un uso estrictamente práctico tiende a caer en cierto desuso tras un período inicial.
P. ¿Tienes ideas de cómo evolucionarán estás tecnologías, hasta donde llegarán?
R. Lo tentador parece pensar que las redes de satélites acabarán permitiendo la visualización de una información en tiempo real, y que podremos ver lo que ocurre en un momento dado en cualquier lugar del mundo echando un ojo a través del satélite que esté en ese momento encima del sitio correspondiente. Pero me temo que aún falta bastante para ello. Me apunto más a la más cercana integración de estas tecnologías con la visualización a través de la pantalla de un dispositivo como un smartphone o un tablet para construir el concepto de realidad aumentada, observar una ciudad a través de la pantalla y ver una superposición de indicaciones, información, mapas, etc. Eso en realidad ya existe, solo falta desplegarlo adecuadamente y que se generalice su uso.
P. ¿Eso que llaman geolocalización no representa la última amenza de control del individuo?
R. Te contesto con un fragmento que escribí hace no demasiado en mi página: «El compromiso no es renunciar a vivir geolocalizados, sino entender las consecuencias de ello y las limitaciones que deben plantearse al uso y almacenamiento de esos datos. Básicamente, exigir a quien recopila y utiliza nuestros datos de geolocalización que cumpla estrictamente la legislación de privacidad, y que trate nuestros datos con el debido respeto. Que no los almacene ni los venda a nadie sin nuestro conocimiento, pura y simplemente. Lo que exige la ley en aquellos países que tienen una legislación razonable al respecto. Eso es todo. La geolocalización, en sí misma, no es mala, y es más: debemos ir acostumbrándonos a que, nos pongamos como nos pongamos, vivimos ya en una sociedad en la que en cada momento estamos revelando nuestra posición, y que pretender oponerse a ello resultará dentro de poco tan retrógrado como pretender a día de hoy vivir sin teléfono móvil. Y que resulta de crucial importancia que esos datos no sean utilizados para convertir el mundo en un permanente panóptico, sino para crear propuestas de valor razonables para el usuario. No, la geolocalización no es mala, y está aquí para quedarse: simplemente, como todo, hay que utilizarla bien.»
P. Por cierto, en vista de las fotos ¿qué te sugieren?
R. Interesante y sorprendente, pero anecdótico. Cabe pensar que una foto fija a escala planetaria ofrezca panorámicas como estas, y el trabajo de descubrirlas y mostrarlas es notable. Pero hacer una generalización conceptual de ello y pensar que estamos en permanente vigilancia es sencillamente erróneo.
Sólo teme ser vigilado quien tiene algo que esconder. Yo estoy deseando que llegue Google Earth y/o GSV entiempo real y a ser posible en HD (y puestos a pedir o soñar, con sonido y en ambas direcciones). Espero vivir lo suficiente para verlo.
La privacidad me parece muy importante pero también el derecho a ver, saber, conocer eligiendo donde, como y cuando. Hoy Internet nos ha abierto una ventana al mundo en libertad, donde cada uno elige, al contrario de lo que ocurría hasta ahora con los medios tradicionales (prensa, radio, tv, etc).