Mi columna en Expansión de esta semana, que tenía ya escrita y entregada cuando me pidieron opinión sobre el tema en La Información, se titula «La huelga como anacronismo«, y habla precisamente de la visión anticuada que supone intentar paralizar un país cortando calles y cerrando comercios, cuando una gran parte de la actividad económica e informativa ya no tiene lugar en la calle, sino que se desarrolla en la red. Como contraposición, comento las medidas de protesta organizada que vimos la semana pasada lanzadas desde 4chan en forma de ataques de denegación de servicio contra páginas como las de la MPAA o la RIAA: sin que yo obviamente me dedique a promover o recomendar este tipo de métodos de «protesta postmoderna», creo que el contraste entre ambos métodos resulta suficientemente elocuente por sí mismo…
No sé en qué planeta vives, Enrique (no te lo tomes a mal), pero las protestas en la calle claro que sirven para paralizar un país. De hecho no hay otra forma de pararalizar, aunque sea en parte, la actividad productiva.
Si las ediciones electrónicas de los periódicos seguían funcionando es porque había periodistas en las redacciones, si compras productos físicos en la red, alguien debe llevarlos a su destino, y eso de que «un número significativo de personas trabajaron con normalidad sin salir de sus casas» deja patente un completo desconocimiento de la realidad laboral de este país. El teletrabajo es, a día de hoy, una rara excepción, ni mucho menos la norma. Eso sin contar que dichos trabajadores, por más que trabajen desde sus casas, por descontado también pueden sumarse a la huelga.
En cuanto a la movilización impulsada desde 4chan, aplicado a una reforma laboral, lo veo como un método de protesta complementario, pero nada más.
Y por cierto, no opinarás sobre las motivaciones de la huelga, pero poco más y pides que fusilen a los piquetes…
Un saludo.
Ivan, una huelga no se impone. Es un Derecho Constitucional como lo es el derecho a trabjar. Ante los piquetes ilegales la policía debería de intervenir haciendo uso de la fuerza.
Si yo quiero hacer huelga, que me dejen hacer huelga. Si yo quiero trabajar, que me dejen trabajar.
Ivan, hoy en día una empresa ante una amenaza de huelga manda a los trabajadores a casa a que trabajen desde allí si pueden. Y muchas empresas pueden.
Los sindicatos que buscan imponer una huelga por la fuerza son tan criminales como las patronales que impiden una huelga. Es lo mismo, desde el otro lado.
En este país a los sindicatos se les consiente mucho, y a los piqueteros especialmente.
Un piquete informativo en España en el mejor de los casos es una ronda de insultos gratuita.
Por culpa de huelgas como la de ayer y de lo que hacen los sindicatos con los cursillos del paro en España el sindicalismo tiene una imagen lamentable. Y es muy triste. Los sindicatos son elementos importantes en una sociedad. Es España son poco responsables y poco serios, además de chupar del bote que da gusto.
Yo no desestimaria ninguna forma de protesta, pero no deja de ser novedosa una protesta virtual en contraste con la protesta real. Segun un amigo profesor… Nos clasificamos en tres grupos: Los nativos, o sea los que nacieron con una computadora. Los emigrantes, como yo, que logramos entrar a empujones en la era virtual, y los fallecidos o sea los que no atinan ni a encender una computadora
Toda la razón. De hecho yo llamé al trabajo para comentarles que me quedaba a trabajar desde casa. Me pasé el día conectado al correo, vnc y Internet. ¿Quien dijo huelga? :-)
Yo también comparto la opinión de Dans, el modelo de huelga del pasado 29 es completamente anacrónico y trasnochado. Eso por no entrar en que se trataba de una huelga pactada entre los sindicatos y el gobierno y que, además, se convocaba a destiempo: ¿por qué ahora y no en junio o julio? ¿había que esperar a que se aprobara en el Parlamento la reforma laboral?.
De otro lado deseo mostrar mi más profunda indignación por la acción de los piquetes que presionan con insultos o incluso con la fuerza para obligar a cerrar empresas. Desde mi punto de vista la policía tendría que haber sido más dura y contundente para garantizar el derecho a la huelga y al trabajo. Nadie, nadie, tiene derecho a obligar a otra persona a hacer huelga o a cerrar su negocio. Son actitudes mafiosas que en un Estado de Derecho no se pueden consentir.
La huelga general es una farsa. Un tira y afloja para que el partido de turno abra el bolsillo y aumente las, ya de por sí, suculentas partidas presupuestarias que les otorga. Lo más divertido de todo es que enarbolando el derecho a la huelga ejercen prácticas antidemocráticas y fascistas para que su derecho democrático tenga «éxito». Seguimos siendo la España de la pandereta. Sálvese quien pueda.
Lo siento, caballero, pero vive usted en los mundos de Yupi digitales. Hay vida más allá del protocolo HTTP, y me da que lo que usted propone es lo que le gustaría que fuera. Le aseguro que los curritos de ir hacinados en tren al trabajo todavía existen y son muchos más que los teletrabajadores hoy en este país.
Se vuelve a confundir entre huelga y piquetes violentos. Los piquetes violentos son parcialmente un anacronismo por las razones que apuntas (y que como has dicho se pueden sustituir por un DOS), pero un trabajador que quiera secundar la huelga no te trabajará por muchos bits que tengas en la nube y por muy teletrabajador que sea.
En esta huelga general ha habido menos trabajadores que han decidido secundarla que en la del 2002. Fin de la historia. En el 2002 teníamos casi tantos bits «nubosos» como ahora, no ha cambiado casi nada en este aspecto.
Enrique, tan equivocado es pensar que internet no ha cambiado nada como pensar que lo ha cambiado todo. La huelga continuará siendo la forma de protesta prioritaria de los trabajadores. Básicamente porque un trabajador solo tiene esto, fuerza de trabajo. Ni patrimonio, ni acciones, ni leches. Fuerza de trabajo. Y la tiene igual dándole a una manivela en una fábrica como tecleando un portátil en su casa.
Pero es cierto que la estructura del mercado de trabajo y los modos de producción han cambiado. Entonces la pregunta sería: cuáles son las nuevas formas de conflicto que incorporará la clase trabajadora a su repertorio?
Ya hace tiempo que los investigadores de la realidad juvenil detectan que la precariedad laboral ha hecho bascular el conflicto de la huelga al sabotaje. Si tengo un contrato basura y voy a durar cuatro días, soy prescindible, ergo la huelga sirve de poco (no podré recoger los frutos). Entonces paso de hacer huelga. Me cargo una pieza de una máquina (o introduzco datos erróneos) y listos. Y te juro que es mejor el ciclo reivindicación – conflicto – negociación – pacto que el sabotaje.
La extensión de la máquina y la red ha construido una ficción: puedo prescindir de la gente. Pero es eso, una ficción. Ojo con creérsela demasiado.