Joel Albarrán me llamó por teléfono para hacerme algunas preguntas sobre Facebook y sus pautas de uso, y ayer publicó en La Vanguardia un artículo titulado «En Facebook, antes de nacer y después de muerto» (al hilo por un lado de la generalización de la costumbre de publicar ecografías y, por otro, de la «memorialización» de las páginas de personas fallecidas), en el que me cita brevemente.
Ya en un libro creo que de Paul Auster, hablaba de un personaje que llegaba a la inmortalidad creando un fondo para pagar las mensualidades de su contestador telefónico.
Hoy esa idea primitiva del contestador está en Internet, vivir para siempre en la red.
Más actual es un personaje de Conde Cero la novela de William Gibson, el cerebro de un hombre conectado a una máquina mantiene una vida virtual muy activa.
Los Simpson tienen su propia versión con las cabezas parlantes de Nixón y otros personajes.
Con Internet hasta se podrían generar mensajes automáticos de respuesta, la empresa podría llamarse «siemprevivos» y gestionar a todos los perfiles virtuales en las redes sociales como si siguieran vivos. Esposible que hasta sea negocio.
Lo que plantea Facebook choca con la barrera de la pertenencia a la propia comunidad tanto del fallecido como del que desea homenajearlo.
En la linea de lo que tú mismo comentas en el artículo, no debe haber diferencia entre lo que sucede en la red social y fuera de la red, pero nos encontramos con la gran barrera de qué ocurre con la gente que fallece y no tenia cuenta en esta red social.
Como es posible localizar a una persona fallecida de forma abierta sin tener q registrarte y dejarle unas palabras y poder vincular videos o fotos. Todos estos comentarios ahora mismo se hacen en las noticias de los periódicos digitales, en videos homenaje o abriendo blog particulares. Pero de forma dispersa.
Para cubrir este vacio están apareciendo redes sociales como perViVe en España e iniciativas con una finalidad parecida en otros paises. Estos servicios nacen con la idea de convertirse en el lugar de referencia para localizar homenajes de personas fallecidas, tanto públicas como privadas.
Como una vez conté en este post me sorprende pero me alegra que haya quienes siguen manteniendo los perfiles de quienes ya no están con nosotros.
Da mucho que pensar sobre hasta qué punto tenemos las redes sociales integradas en nuestras vidas.
Conservar la memoria de un fallecido en la red no es algo que deba desconcertarnos y mucho menos ecografías de los que llegan. Lo chocante es que chicas de 16 y 17 años suban ecografías a redes sociales como Tuenti.
Trabajo en el departamento de User Support de esta empresa y cada día una nueva y paradójica sorpresa se aparece ante mí en forma de denuncia de amigas de la joven madre en potencia o de la otra cara de la moneda: una pobre señora que sigue actualizando el perfil de su difunto hijo.
en mi blog www.cosasquehacenbum.blogspot.com, también aparece un artículo que escribí sobre el death book, en la etiqueta «tendencias». Yo creo que simplemente es una prolongación de la realidad de hoy, una evolución más de los comportamientos sociales en la red.
Esta claro las redes sociales estan en su estado primitivo para lo que llegarán a ser que ni imaginamos