«El código 2.0«, uno de los libros fundamentales de Lawrence Lessig, actualización del conocido «El código y otras leyes del ciberespacio», está ahora disponible en castellano gracias al trabajo de Florencio Cabello y de sus estudiantes de la asignatura Tecnología de la Comunicación Audiovisual en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Málaga. Me lo cuenta el propio Florencio en un correo electrónico, desconozco completamente los detalles del tema ni tengo absolutamente nada que ver con ello, pero me parece una muy buena noticia. Cuantas más personas puedan leer libros como éste sin encontrarse barreras de idioma, decididamente mejor.
Se puede comprar editado por Traficantes de Sueños en papel por 26€, o bien descargarlo gratuitamente en pdf desde su página web.
Es sin duda una de las lecturas más recomendables a la hora de intentar entender con una cierta perspectiva los mecanismos de la red y los efectos que provocan.
Ya echaba de menos escuchar historias como esta desde universidades españolas. Aunque realmente creo que lo mejor sería que lo hubieran traducido en la facultad de Filología, pero algo es algo. Cualquier día le da un arrebato de inspiración a alguna universidad y ponen como trabajos añadir artículos a la Wikipedia o mejorar los que hay…
¡Que cunda el ejemplo!
Me lo he bajado. Menuda castaña.
Enrique, ¿Que le parece esta noticia que los jovenes pasan del twiter y demas perlas que dice el quinceañero contratadopor profesionales?
Se me olvidó el link:
http://www.cotizalia.com/cache/2009/07/13/noticias_9_informe_quinceanero_sobre_internet_causa_sensacion_londres.html
El pasado domingo, dentro del post “¿Piratas sexys o un problema más de fondo?” alguien, apodado “Otro Alberto”, preguntaba cual es la alternativa al actual modelo de mercado para que “los músicos pudiesen ganarse la vida”.
Responder a esta pregunta en el espacio que te brinda un comentario es una tarea demasiado optimista, ya que son muchos los elementos de carácter socio-jurídico-económicos los que han de transformarse, y describirlos quizá emplearía un libro como el que nos acaba de brindar en este post Enrique.
No obstante, aprovecharé este último post para exponer algunos de los motivos que dificultan la transición entre el modelo actual de mercado y el que nos brindan las actuales posibilidades tecnológicas.
Cuando accedemos al enlace que Enrique nos ha dejado de la página de la editorial “on-line” en donde se efectúa la venta del libro, nos encontramos con dos opciones: la descarga gratuita del PDF o la compra por 26 euros de la edición en papel.
Yo, y supongo que ha mucha más gente, hemos echado en falta una tercera opción que te permitiese entregar, según tu criterio, la cantidad de dinero que consideres adecuada a la obra del autor, a la labor de los traductores y demás procesos de edición y distribución.
Uno de los problemas actuales es que aquel que quiera recompensar al autor (y al editor en una medida proporcional) no posee los medios necesarios para hacerlo y cuando estos están presentes no son lo suficientemente cómodos.
¿A qué me refiero con lo suficientemente cómodos?
Si hubiese debajo del enlace “Descargar PDF” una cajita de texto con un rótulo que exponga: “Evalúe monetariamente la obra” y entre paréntesis los porcentajes de dicho dinero que se llevarían el autor, editor y distribuidor (que podría ser incluso aquel que exponga el enlace de bajada del PDF); si al introducir cualquier cantidad de dinero en dicha cajita y pulsar posteriormente sobre un botón de envío se abriese en tu navegador una ventanita con tu entidad financiera (nada de “Paypales” ni historias que la mayoría de la población le suena a chino) que certificase la seguridad y términos de la operación que estás a punto de realizar… o cancelar.
¿No habría muchas más posibilidades de que un determinado número de lectores recompensasen la obra con el dinero que considerasen tras haberla leído? (Si la cajita de texto que antes he descrito se colocase también en el propio PDF las posibilidades aumentarían aún más)
La tecnología para hacer esto posible existe, pero no está implementada y para hacerlo es cierto que serían necesarios una serie de amplios movimientos entre la industria editorial (en este caso), la financiera y, por supuesto, la del software; pero al final de ese camino aflorarían los beneficios para todas las partes.
(Como decía al principio: para exponer ni tan siguiera una pequeña porción de cómo debería cambiar el actual modelo de mercado, son necesarias ingentes cantidades de texto).
#5 Owerflow·
Lo que propones es algo parecido a lo que hace un abrecoches que te pone la gorra al abrirte la puerta del coche.. No creo que sea una forma digna de ser remunerado por tu trabajo de forma habitual. Digo yo que alguna otra forma mas digna habrá que la limosna.
4# Jose Antonio
Gracias por el link. Como dice un comentarista para que hace falta encargar un informe para saber lo que hacen los quinceañeros si los tenemos en casa.
Lo que yo `pienso es que extrapolar easa actitud a que la nueva generacion nunca letra la prensa (de papel o digital) me parece muy aventurado. Esos quinceañeros dentro de diez años tendrán veinticinco años y puede que piensen y actúen mas próximo a los que hoy hacen los jóvenes de veinticinco años que a lo que hacen ahora.
¿Alguien recuerda si leía periódicos a los quince años? yo desde luego no y posteriormente me he tragado bibliotecas y quizá no sea mormal del todo, pero tampoco soy tan raro..
Una recompensa por algo que valoras no tiene nada que ver con una limosna por caridad ante una acción que ni tan siquiera has pedido.
Si me descargo el libro tendré varias opciones:
1 Que me parezca un pestiño y en consecuencia no pagaré nada.
2 Que su lectura me aporte el interés suficiente para considerar que ha merecido la pena y en este caso lo más lógico sí que es aportar alguna cantidad en consecuencia.
En este segundo caso, actualmente no existe un método “instantáneo” de aportar esa recompensa y la única forma de hacerlo es aceptar la cuantía que editor el editor/autor considere, que puede o no coincidir con la del lector.
Es cierto que ahora mismo no existe una cultura de pagar por algo que puedes obtener gratis, tan cierto como que tampoco se ponen los medios lo suficientemente cómodos para que esto suceda ni se expone de un modo transparente a dónde va destinado el dinero que doy.
Lógicamente, no estoy intentando decir que todas las industrias y sus autores se tienen que “sumir” a las aportaciones voluntarias de sus clientes, pero sí que es cierto que la participación de éstos en la elaboración del precio final puede ser un importante incentivo para que cada cliente llegue a pagar una determinada cantidad que sirva a su vez como valoración y reconocimiento de la obra y su autor.
Si por, ejemplo, el editor o distribuidor descontase además una parte significativa de tu reconocimiento económico al próximo libro impreso que comprases añadiríamos otro incentivo para realizar dicho reconocimiento.
Si parte de dicha recompensa también sirviese de descuento en la compra del e-book de una determinada marca (que habría previamente llegado a un acuerdo con el editor) sería otro revulsivo a añadir.
Si además la cuantía de esa recompensa proporcionase un determinado número de participaciones en algún tipo de sorteo…
En cualquier caso, entre 100 personas que paguen 26 euros y 10000 que paguen 2; me quedo con la segunda opción.
@Gorki: Limosna?!?!? Uhm… de todos los enfoques posibles, es que has tomado uno que -en lo personal- ni se me hubiera ocurrido… un poco extremo, no te parece?
Yo estoy de acuerdo con Overflow. En el mundo del software ese modelo funciona desde hace mucho.
Si nadie paga los lectores se arriesgan a que el autor se dedique a otra cosa.
Pero para eso tendrían que hacerse muy cómodos los micropagos.
En España a lo mejor esto no tiene mucho éxito, pero en los paises civilizados funciona.
No sé si Enrique ha terminado (o siquiera empezado) a leer el libro de Lessig, que en mucho se opone a los conceptos que, sobre la «naturaleza de la red», se han vertido aquí y que ameritarían de su parte no sólo una introducción sino una confrontación de ideas.
La tesis de una red que funcione como res nullius, tierra de nadie, el inecúmene, ajena a toda regulación posible, es de saque descartada por Lessig, para avanzar hacia los peligros de una posibilidad totalmente opuesta, lo cual constituye, en suma, el cuerpo de su texto.
Espero que Lessig no sea también etiquetado como analfabeto digital, troll, vendido al SGAE u otro de los epítetos con los que usualmente nos adornan a quienes discrepamos de la línea central del blog. Como a cualquiera opinante, habría que leerlo y digerirlo para refutarlo, y decir ya algo sobre el platillo principal en vez de debatir sobre el corte de pelo del camarero como hasta ahora.
Por último, unas preguntas previas para contrastar: ¿Cuál es la naturaleza de la red, según Enrique Dans (no sé si podrías aventurar una definición), y si ésta no se opone a las ideas de Lessig sobre el código?
Enrique, sabes si podemos encontrar el libro traducido al Gallego.
Estimad@s amig@s
Muchas gracias en primer lugar a Enrique Dans por colgar la noticia de nuestra publicación en su blog asi como al resto de personas que han querido colaborar con sus comentarios que de tanta utilidad nos resultan a proyectos como el nuestro.
Tanto para proponer ideas como para solucionar cualquier duda podéis escribirnos a nuestro mail editorial@traficantes.net
Un afectuoso saludo
Llevo 140 páginas , de las 500 y pico que tiene , y me parece realmente bueno.
Gracias