Esta reseña en ABC, «Si no estás en LinkedIn no existes«, me recuerda que ya se ha presentado el libro «Revolución LinkedIn«, de Juanma Roca, que me gustó un montón cuando lo leí en su momento y para el que Juanma me pidió que escribiese el prólogo. La editorial Paidós ha puesto en pdf en abierto el primer capítulo del libro, «Orwell, Huxley y Cela se conectan: el mundo feliz de una colmena llamada Gran Hermano«, y me autoriza también a publicar el prólogo (pdf) del mismo, cuyo texto reproduzco a continuación:
PRÓLOGO
El fenómeno de las redes sociales constituye un mundo en sí mismo. No tanto por su concepto, tan simple como llevarnos a un fichero en Internet el mapa de relaciones sociales que teníamos previamente repartido entre la cabeza, el teléfono móvil y una pléyade de tarjetas barajadas con los papeles de la mesa de trabajo, como por las implicaciones del mismo. Explorar las redes sociales sitúa al investigador ante un sinfín de compromisos, de opciones, de beneficios potenciales y de problemas que le llevan en muy poco tiempo a darse cuenta de que, en realidad, con su uso, estamos redefiniendo muchas cuestiones, algunas tan antiguas como el hombre.
Tras un paso tan simple como rellenar un perfil, las redes sociales nos llevan a un terreno en el que la mayoría de las cosas no son tan sencillas como parecen. Cualquier decisión, empezando por el tipo de red al que uno se une – uno no busca pareja en una red social profesional, de la misma manera que no trata de encontrar trabajo en una red de contactos sentimentales – tiene implicaciones inmediatas y futuras. La mecánica de las redes sociales incluye aspectos que van desde lo cultural a lo personal, pasando por temas como el protocolo, la privacidad, la educación o el más puro sentido común, muchas veces el menos común de los sentidos.
El tipo de red social que uno escoge define en gran medida lo que podrá encontrar en ella. Hay redes horizontales, de tipo generalista, que no definen su propósito: Facebook, Bebo, Friendster y muchas otras, por ejemplo, caen en este perfil. El usuario suele ser atraído a ellas por la invitación de un amigo o persona de confianza, posiblemente alguien a quien por alguna razón no se siente cómodo ofreciéndole una negativa, o a quien supone un criterio adecuado para decidir sobre este tipo de herramientas. A partir de ahí, los comportamientos pueden oscilar entre activos – búsqueda de contactos en la red con los que llenar esa especie de horror vacui que surge al principio ante un casillero poco poblado – y pasivos – esperar la llegada de otras invitaciones, con variables de todo tipo que lo moderan. Las propias redes sociales manejan la variable “número de contactos” de un modo algo simplista: tienden a pensar que un usuario con más contactos es un usuario más fiel o más vinculado, y ofrecen todo tipo de mecanismos para el establecimiento de relaciones, algunos de ellos rayanos en el spam. Cuando te das cuenta, como en el caso de Hi5 (única red social que goza del “privilegio” de un filtro automático en mi bandeja de entrada que traslada todos sus correos a la carpeta de correo no deseado) de que varios amigos tuyos cuyas habilidades en Internet conoces han «picado» en la casilla inadecuada y han enviado correos masivos a todas aquellas personas con las que alguna vez en su vida cruzaron un correo electrónico pidiéndoles que se unan a su red de contactos, deduces que hay algo terriblemente equivocado en el agresivo esquema que dicha red utiliza para popularizarse. Pero más allá de la mala práctica en cuestión, cabe plantearse el porqué de ese esquema o de otros similares, como las herramientas de búsqueda de afinidad que recomiendan personas en función de intereses comunes u otros factores: en muchos casos, las personas entran en una red no para reflejar en ella el mapa social que poseen fuera de ella, sino para construirse uno (el ejemplo más evidente es el de las redes de contactos, como Match.com o Meetic, pero se extiende también a redes con otros propósitos, o a redes generalistas).
Otras redes intentan recrear en la red aspectos más concretos, intereses verticales. El caso que nos ocupa en el libro, LinkedIn, es especialmente interesante, porque ha logrado mantener un crecimiento muy fuerte pero combinándolo con una calidad media de los contactos muy elevada: uno, en su LinkedIn, no da de alta a cualquiera. Salvo casos relativamente excepcionales dotados de relaciones inherentemente asimétricas, como nos ocurre a los profesores, los usuarios se vuelven muy selectivos en esta red, y procuran añadir únicamente a personas de las que sienten que pueden decir algo si son preguntados por otra persona. La especial pujanza de LinkedIn en algunos mercados empieza a provocar un fenómeno curioso: ante una búsqueda de un profesional específico, el hecho de no encontrar un perfil suyo en LinkedIn pasa a despertar recelos, a que el potencial ofertante de empleo se plantee si realmente quiere incorporar a alguien de quien intuye un escaso nivel de manejo de tecnologías. En otros casos, el fenómeno ocurre exactamente al revés: hay analistas que opinan que LinkedIn no es un lugar al que ir a buscar determinados puestos de nivel de responsabilidad escaso, o que perfiles muy altos deben intentar mantener un cierto «halo de exclusividad» manteniéndose alejados de la red. Sin embargo, parece evidente que el nivel de éxito y crecimiento de la red social previene prácticamente cualquier discusión acerca de su funcionamiento: el ostracismo parece cada día una opción menos recomendable.
Las redes sociales están viviendo un momento dulce: en muy poco tiempo, pasaron de despertar todo tipo de dudas, a convertirse en las vedettes de la fiesta, las parejas con las que todos querían bailar. La adquisición de MySpace por News Corp. en Julio de 2005 por 770 millones de dólares en cash llevaba a muchos a plantearse si Rupert Murdoch había sufrido algún tipo de ataque de demencia senil. El pago suponía en aquel momento una valoración de treinta dólares por usuario, y llegaba con la red social en pleno apogeo: en Diciembre de ese mismo año, el afamado Business Week tituló su portada con un rotundo «The MySpace Generation”: una generación de jóvenes que, prácticamente, vivían en la red. Cuando, en Abril de 2006, Facebook levantó sin demasiada dificultad 25 millones de dólares de varios inversores para financiar su desarrollo, o cuando en Marzo de 2008 AOL adquirió la red social Bebo por 850 millones de dólares, Murdoch ya había recuperado su reputación de visionario: las evidencias de generación de valor de MySpace para News.com eran ya absolutamente palmarias en función de la evolución de la red durante los dos años anteriores. Entre tanto, en Octubre de 2007, una oferta de Microsoft de $240 millones a cambio de un minúsculo 1.6% de Facebook valoraba ésta de manera efectiva en nada menos que quince mil millones de dólares, y disparaba todas las alarmas y comparaciones con la pasada burbuja puntocom. Obviamente, la operación de Microsoft era puntual, buscaba únicamente asegurarse el contrato de gestión de la publicidad de Facebook, y no podía en modo alguno extrapolarse a una compra completa, pero reflejaba una cuestión fundamental: las redes sociales estaban aquí para quedarse, y se habían consolidado como una parte fundamental de Internet. Lo que Microsoft compraba en realidad no era ni más ni menos que inventario, páginas vistas, además de la oportunidad de privar de ese mismo bien al que ya se había convertido en su competidor más temible: Google.
Sin embargo, el fortísimo crecimiento de las redes sociales no oculta un panorama de luces y sombras en algunos de sus aspectos: el desarrollo de los protocolos de uso o la rentabilidad de este tipo de iniciativas permanecen todavía en el entredicho. La cuestión de la rentabilidad resulta especialmente provocativa: hasta el momento, las redes sociales no han tenido demasiados problemas a la hora de levantar capital en el mercado, pero los contratos publicitarios de Google y Microsoft respectivamente con MySpace y Facebook no han logrado alcanzar el límite inferior de ingresos previstos, y se limitan a ofrecer publicidad de relleno, de baja calidad. La experiencia parece demostrar que si bien las redes sociales son grandes generadoras de páginas vistas, los usuarios entran en ellas en el llamado «modo social», no en «modo comercial», y por tanto permanecen sumamente refractarios a los mensajes publicitarios en ellas. Por el momento, las únicas iniciativas dignas de interés en este sentido han sido las de redes que han optado por un tipo de publicidad hipersegmentada y con características más próximas a la promoción, que sí obtienen métricas de respuesta interesantes y que demuestran que es precisa mucha más innovación a la hora de hacer viables económicamente este tipo de servicios.
El otro aspecto sociológicamente interesante es el de los protocolos de uso. En una red social de propósito general, por ejemplo, aparecen comportamientos que segregan, por ejemplo, a jóvenes y mayores: mientras los primeros tienden a aceptar únicamente a personas que conforman su red social «real» o de fuera de la red, los segundos manifiestan esquemas más afectados por otras circunstancias, o incluso manifestando características diferentes en función del género. El progresivo volcado de un porcentaje mayor de la vida de las personas hacia las redes sociales comienza a producir fenómenos extraños: ¿qué hacer, por ejemplo, cuando el entorno personal y el profesional confluyen? ¿Cómo explicar a una persona de tu entorno de trabajo que pretendes reservar la red social a aspectos de tu vida personal? En las redes profesionales como LinkedIn, este tipo de problemas son, si cabe, más preocupantes: cada día más, encontramos departamentos de Recursos Humanos, por ejemplo, haciendo una suerte de «uso inverso» de las redes: intentando detectar qué empleados actualizan su perfil con asiduidad o piden recomendaciones, tratando de deducir de ello algún indicador de tendencia a la rotación o de fidelidad a la empresa. Personas que abusan de la confianza enviando un nivel de correo excesivo y convirtiéndose en auténticos spammers, usuarios que no responden a contactos o notificaciones, comportamientos demasiado «utilitaristas», gestión de la movilidad profesional… con las redes sociales, como con cualquier otra herramienta tecnológica, estamos desarrollando y solidificando los protocolos de uso mucho tiempo después de haber comenzado a utilizarlas. Y es en ese contexto de exploración, en ese «aprender a la vez que caminamos», donde el libro que Juanma Roca pone en nuestras manos cobra su verdadero valor.
He leído el primer capítulo ofrecido “en abierto” por el autor y me temo que la conexión que hace entre el “1984” de Orwell y “La Colmena” de Cela me parece que solo cuela para aquellos que no hayan leído el último título.
La Colmena, en modo alguno trata de exponer “la presencia de una larga sombra que todo lo controla, ese gran hermano omnipresente y omnisciente del que nadie escapa”.
Se trata de una novela costumbrista, ubicada en la posguerra de nuestra última guerra civil, que narra, con crudeza y brillantez, un trozo de aquella dura situación utilizando para ello a un amplio abanico de personajes que se interrelacionan, cada uno en su segmento de vivencias; y de ahí el nombre de la obra.
Me parece que la inclusión de Cela como autor visionario está un tanto metida a martillazos.
«Si no estás en LinkedIn no existes“. Que el autor haya sido capaz de decir una barbaridad como esta ya me merece no leer el libro…
Yo no se que tendra linkedin pero está todo el mundo y no solo mangurrianes sino gente de mas de 150000 euros al año
No estoy en LinkedIn, feliz de no existir.
# 1 mejor imposible y, por supuesto, de visionario Cela, poco. Divertido un rato pero listo lo justo para forrarse y ya ves lo poco que le ha durado.
Sólo admitiria La Colmena como metafora sobre algunas esquinas de la red donde se vive con una imagen pero se pasa hambre de ideas.
Sobre las redes sociales, espero que cuajen y se decanten porque me temo que será una burbuja sino encuentra pronto el retorno.
Me gustas más escribiendo post,que escribiendo prologos y estoy con #1 Overflow. Cela escribio una magnifica y obsesiva novela, pero relacionarlo con el 1984 de Orwell, es no haber comprendido lo que quería expresar Cela, (o Orwell).
Hola a todos,
Lo primero, deciros que sois un poco negativos en los comentarios. Estoy más a menos de acuerdo con algunas críticas pero ante dos personas que han trabajado escribiendo un prólogo y un libro creo que habría que ser algo menos «de-constructivo»…
Sobre la introducción y Cela, supongo que se usa el simbolismo para representar la red social como una matriz de personas/situaciones agrupadas de alguna manera. La red sería una agrupación tecnología, una base de datos con personas y contenidos por cada registro. El esquema y presentación en «La Colmena» tiene una cierta similitud…
Sobre las redes sociales y en particular sobre linked-in creo que por el momento se sobrevaloran. Hay un fenómeno de adopción por novedad, una gran versatilidad y facilidad de uso; y por supuesto suponen un mecanismo más para estar en contacto con gente que no tienes todo el tiempo cerca (es decir, aparte de tu familia más próxima, todos los demás). La parte que no veo tan clara es el valor neto que aporta a las relaciones entre personas, el nivel de calidad en relacionarse de esta forma. Normalmente a pocos esfuerzos, pocos resultados. Y usar redes sociales requiere de bastante pocos esfuerzos… Quien no tiene tiempo de escribir cosas importantes y meditadas a sus amigos no va a conseguir mejores resultados escribiendo una frase en facebook o twitter visible a todos ellos. Y no va a recibir mejores respuestas. Para mi linked-in es lo mismo, una red social orientada sólo a contactos profesionales (lo de mezclar en facebook a los amigos y los compañeros de trabajo no lo veo..) donde «estar» supone un mínimo esfuerzo y por el que debemos esperar resultado proporcional. Creo que es algo excesivo esperar que un headhunter vaya a navegar a través de conexiones para llegar a tu perfil, evaluarlo, sentir la confianza para contactar a un desconocido y considerarte seriamente para un trabajo.
«Si no estás en linked-in no existes» es cierto, pero simplemente no existes en linked-in..un listado, una base de datos simple de manejar y rápida de tus contactos profesionales y una herramienta para recuperar o mantener un contacto ocasional con algunos de ellos.
Un saludo,
Emilio.
Falta que las redes sociales se afiancen y se instalen con solidez en nuestros hábitos de vida. Mientras, tienen un valor digamos que flojito. Demasiada carga de novedad, de revolucionario, de tecnológico, de evolutivo…y de juguete. Y de egotool, ni hablamos. Y claro, la gente se acerca a ellas sin honestidad y sin franqueza, con lo que su valor es tendente a cero ahora mismo.
Vamos, que en Facebook todo el mundo sin excepción dice que tus fotos son estupendas, que ese poema que te has marcado en tu muro es supermegaemocionante, que tus gustos musicales son lo más de lo más y que tus niños son los más simpáticos, guapos e inteligentes del mundo mundial. En Linkedin, más o menos lo mismo, todos somos unos profesionales del copón y si nos dieran a nosotros las riendas, los brotes verdes se transformaban en sequoyas…
Claro, criticar a alguien y ser su ‘amigo’… chungo. En la vida real, afortunadamente, hay algunos casos. Pero dejarlo por escrito???
Facebook es un mundo de color. Y LinkedIn es una oficina de color.
Gracias Emilio por rebajar nuestras criticas y, en lo que a mi respecta, te aseguro que etiendo perfectamente que La Colmena no tiene más pretensiones que ser costumbrista. Es díficil encontrar en Cela algún compromiso que no se la pasta sin menospreciar su calidad literaria.
Cómo tu lo interpretas no inmediato y es así como se tienen que utilizar las aproximaciones a la literatura. Tiene que se inmdiato porque otros genios de la literatura lo han hecho y, sobre la pertenencia a redes en el sentido trágico, sólo un par de vueltas por Shakespeare (busca isla sería interesante) le hubiera dado mejores opciones o el mismo Dante (alguna parte del infierno), o Cervantes (algún patio divertido), … Pero Cela…como que no…
#9 jftamames
Es díficil encontrar en Cela algún compromiso que no se la pasta >/i>
Te aconsejo que leas «la Familia de Pascual Duarte», «Viaje por la Alcarria», o la misma «La Colmena», para conocer a un Cela diferente del que nos dio a conocer la «Marina Mercante» cuando ya estaba «gaga» No creo que ninguno de esas novelas las escribiera por dinero y por buscarse amigos..
Al leer este post he recordado que hacia meses que no entraba en Linkedin una red social de pago que no me ha aportado nada profesionalmente. Prefiero mil veces facebook incluso para usos profesionales.
Lo siento Gorki, Cela hizo maravillas con la lengua pero de la moda un estandarte. Algunas cosas no se pierden o se ganan de repente. Y me quedo, sin duda, con Delibes para explicarlas.
Yo hace meses que no entro en Linked-in y la poca gente que conozco que está allí me dice lo mismo, que se apuntaron por probar y lo olvidaron a los pocos días. Con Xing más o menos lo mismo.
Conozco a muchísima más gente que usa Facebook.
Linkedin es muy caro para lo que solemos hacer en las redes.
Y muy inglés. Tipo segregación Nickersbockers en NY.
Prefiero Xing, por algo más de 70 pavos al año (casi 30 al mes Linkedin, salvo que solo te interese contar con tu jefe y con tu hermano como contactos)
Como red profesional, me quedo con Xing. No hay color.
De Facebook, sin comentarios. Aquí caduca todo antes que el pan o el periódico,excepto los cuestionarios tipo Tarot.
Mis biorritmos son humanos, así que no llego a ese ritmo.
La mayoría de los que andamos en el espacio que ocupa la gran campana de la curva de Gauss nos hartamos de estos cortocircuitos con celeridad.
Mola el Dans. Tiene más ritmo que el periódico. ¿Comerá?
Si alguno quiere ver una entrevista a Juanma Roca, autor de «Revolución LinkedIn, el equipo de AgoraNews le hizo una entrevista http://www.agoranews.es/2009/07/16/juanma-roca-nos-habla-de-su-libro-revolucion-linkedin/
mi nombre esta en esto de linked in, pero no se como llego alli.
alguien que sea tan gentil que me pueda explicar como hay informacion de donde trabajo y el puesto que desempeño, y para que sirve esta pagina
gracias
Todo muy lindo, pero el Dr. Juanma Roca no está en Linkedin…