Pues no sé… visto así, como que no parece tanto. Es, según este artículo en eWeek, «What Does Google Know About Us?«, la cantidad de información que manejan los data centers de Google en un año: cien exabytes, en una de esas estimaciones gruesas que siempre son posteriormente corregidas. Un exabyte son 10006 ó 1018 bytes. Hace años, un estudio de la Universidad de Berkeley estimó en cinco exabytes el volumen de datos que ocuparían todas las palabras pronunciadas en la historia de los tiempos desde que el hombre es hombre, aunque el estudio fue posteriormente refutado mencionando cantidades muy superiores.
La cifra proviene de una de las charlas del Gartner Symposium IT Expo 2008 en Las Vegas, concretamente de la pronunciada por Richard Hunter. En la misma, Richard puso de manifiesto que sería posiblemente más apropiado preguntar qué es lo que Google no sabe acerca de nosotros, y que la laguna más significativa que tiene en este sentido es ni más ni menos que el comercio electrónico: Google podría saber qué cosas buscas, qué palabras mencionas en tu correspondencia electrónica, quiénes son tus amigos en Orkut (y cuántas estrellas les das a cada uno), por dónde te mueves, dónde inviertes, qué libros te interesan, y cien mil cosas más que si no fuera porque they are not evil, nos tendrían muertitos de miedo, pero dada la escasa penetración de Google Checkout y la escasa difusión de Google Product Search (antes Froogle) tienen una importante laguna cuando intenta saber qué cosas compramos. Razón que lleva al articulista de eWeek a afirmar que sería de esperar una ofensiva de la compañía en este sentido, y que por tanto podría tener sus miras puestas nada menos que en gigantes como la gran agencia de viajes Expedia (rumor de la semana pasada) o, ya puestos, en las mismísimas eBay o Amazon, como decían en aquel ya famoso EPIC 2015…
Puestos a no alimentar la conspiranoia y aunque sea el tema habitual de muchas conversaciones de café, convendría recordar que, por mucho que se diga, hasta el momento Google no ha tenido ningún tipo de asunto relacionado con un uso no autorizado o «maligno» de la información, cosa que no muchos en su sector pueden afirmar, y ha sido la más agresiva tanto oponiéndose al control gubernamental, como incluso destruyendo la información en su poder y manteniéndola restringida a franjas temporales determinadas con el objeto de no ser vulnerable a peticiones por vía judicial.
Google tiene una gran debilidad que es basar el 90% de sus ingresos en los anuncios contextuales. Es tener todos los huevos en la misma cesta, basta que fallen estos ingresos para que todo se venga a bajo.
Y puede fallar si proliferen en exceso los clicks fraudulentos, Hoy existen redes de troyanos haciendo cliks silenciosos a webs con anuncios Adsense. Se estima que los cliks fraudulentos están entre un 15% y 23%, lo que parece asumible. Pero, ¿qué pasaría si siguieran creciendo y llegaran por ejemplo a un 70%?. ¿Huirían los clientes en masa de este tipo de publicidad?
Ciertamente Google tiene que tratar de diversificar sus ingresos, no descarto que compre una de las empresas que indicas.
¡¡¡Qué barbaridad!!! ¿Alguien es capaz de hacerse una idea de lo que esa cifra representa?
“La vida es el arte de sacar conclusiones suficientes a partir de datos insuficientes” (Samuel Butler)
Je.
Yo no soy tan optimista como tu, Enrique. Google ha tenido todos sus resbalones en el mismo sitio: Atajos para obtener los datos que realmente le interesan a los anunciantes, y siempre usando subterfugios. Gmail es un ejemplo palmario. Y todo porque no tienen ni idea de los principios que guían la personalización y la obtención de la intimidad comercial. Los intentos en Google Labs de abordar aspectos personalizados dan entre pena y risa.
Y no son los únicos que están convencidos en que usando trazas, indicios, rastros se pueden llegar a conclusiones y perfiles efectivos, sin la necesaria colaboración del usuario en el proceso. Y mucha gente se ha tragado la propuesta, porque es muy sexy. Sólo tiene un pequeño problema: Es mentira.
En diez años, Google será tan odiado como Microsoft. O más.