Para algunas personas, empieza a resultar dificil mantener el equilibrio entre su vida real o profesional, y su vida virtual, en la que desarrollan la mayoría de sus relaciones sociales. Este parece ser el caso que comenta Michael Arrington en TechCrunch: Charlie, un trabajador de Goldman Sachs en el Reino Unido, que fue advertido por su Departamento de IT de que el tiempo que había pasado en Facebook, una conocida red social, ascendía a más de 500 horas en los últimos seis meses: más de cuatro horas por día laborable metido en dicha red social. Algo grave teniendo en cuenta ya no sólo la intensidad del uso, sino el hecho de que las normas de la compañía prohibian expresamente el uso de tales redes sociales. Ante tal exceso, el Departamento de IT le advertía en su mensaje que si bien, como gesto de buena voluntad, no iban a notificar a su supervisor de manera inmediata, sí debía cambiar su actitud y abstenerse completamente de visitar ese sitio. Como toda respuesta, Charlie copió el texto del mensaje en su página de Facebook, y añadió el siguiente párrafo:
«Es una clara medida del cómo de aberrante me he vuelto el que no sólo esté sorprendentemente orgulloso de ésto, sino que además, lo primero que haya hecho haya sido postearlo aquí, y que el perder mi trabajo me preocupe mucho menos que lo que me preocupa perder Facebook»
Desconozco la fiabilidad de esta historia ni sus circunstancias coyunturales más allá de lo que cuenta Michael Arrington, pero me parece sencillamente impresionante.
¿Entendemos hasta que punto las personalidades reales se ponen en juego en la red?
¿Entendemos que la búsqueda compulsiva de la realización personal en la red evidencia un problema?
¿Cómo definimos que tipo de usos de la red enriquecen la vida profesional y cuales son un sustituto de esa vida profesional?. Prohibir el uso de redes sociales no sé si esta justificado, más alla de las horas dedicadas.
Lo que ya no entiendo es el comienzo del post: «Para algunas personas, empieza a resultar dificil mantener el equilibrio entre su vida real o profesional, y su vida virtual, en la que desarrollan la mayoría de sus relaciones sociales».
Insisto en que no tengo nada claro que esa frontera exista fuera de los casos enfermizos. En cualquier profesional que se precie y cualquier vida privada rica y sana, pasa y viene por la red. Yo tengo completamente integrada la vida real y la virtual, con todas mis virtudes y defectos, o.c.
Hola,
Enrique, me gustaría saber tu opinión respecto al artículo de tu colega en el IE, Fernando Aparicio, que sale publicado hoy en cinco dias: «La aplicación empresarial de los derechos digitales», http://www.cincodias.com/articulo/opinion/aplicacion/empresarial/derechos/digitales/cdscdi/20070312cdscdiopi_1/Tes/
sin duda con el paso de los años estos casos se irán exagerando mas y mas…
no se hizo un experimento hace unosaños de un grupo de personas encerradas y solo podian comunicarse via internet..hacer lacompra y demas?
que paso al final?
Realmente se esta produciendo un debate muy interesante entre la antigua forma de trabajar y los nuevos métodos. Esta claro que pueden surgir casos como el que cuentas, pero realmente son muchas mas las ventajas, que los inconvenientes, a saber:
– Posibilidad de trabajar y ser operativo desde cualquier punto.
– Incremento espectacular de la productividad.
– No se pierde tiempo en coffe breaks y ‘charlas de ascensor’.
– Ahorro espectacular de tiempo en atascos.
– Fomenta el I+D, ya que los empleados pueden llevar varios temas al mismo tiempo.
– Es una válvula de escape del trabajo del día, lo que redunda en una menor tasa de bajas y abandonos a medio plazo.
En definitiva, si la noticia sale a la luz, es por no ser habitual, sino la excepcion. Serguro que todos conocemos mas ventajas que inconvenientes.
Saludos,
Emilio
www.TodoBI.com
Fernando Aparicio, aparte de un muy buen profesor de Sistemas TI en el Instituto de Empresa, es un experto conocedor de los temas legales (es Abogado) y de temas de Seguridad Informática (con su empresa, SecurityXperts, desarrollan procesos y programas de securización de todo tipo para empresas).
Su opinión en esta materia que referecia el artículo es de máximo interés.
Fernando Aparicio, en su artículo mezcla (no sé si intencionadamente o no) la información general y pública con la información personal y confidencial.
No es lo mismo la una que la otra … ni por asomo.
No es lo mismo que yo me restrinja a lo que me dé la gana un traje que he hecho yo mismo de forma particular y privada a que me diga Versaches (p.e.) donde, como y cuando debo de utilizar el traje que le he comprado.
Me parece que no ha hecho un trabajo demasiado afortunado.
Todos estamos expuestos a caer en todo tipo de hábitos, juez o ama de casa, pastor o bombero. En la vida real o en la vida virtual tenemos que evitar lo que nos puede perjudicar en ambas vidas(si las hay).
He tenido compañeros a mis órdenes que mantenían el Messenger abierto en el trabajo y perdían excesivo tiempo contestándolo, sin qe se pudieran autocontrolar. Claro que otros mantenían por teléfono conversaciones privadas interminables.
Creo que este tipo de conductas aditivas se dan con cierta frecuencia y son dificiles de refrenar, ni por sus jefes inmediatos mediante amenazas, ni por ellos mismos. Pero no es un tema nuevo, lo nuevo es solo el medio.
Ah, pero ¿de verdad existe una frontera entre los «real» y lo «virtual»?
Para mí, como para muchos otros, los dos tipos de relaciones son igual de reales. Yo no me invento un personaje con el que salgo por el cyberespacio. No digo que soy «rubiapulposademetroochentaingenieroentelecomunicaciones»
Soy yo, con mis virtudes y mis defectos. Y las relaciones que mantengo con muchas personas a través de la red son tan auténticas y tan reales como pueden serlo las que se crean alrededor de una cerveza en un bar.
Paso muchas muchas horas en casa enganchada a la red. Enviando y contestando correos, leyendo foros, blogs, comentando, escribiendo. Y eso me enriquece como persona.
Lo que a estas alturas no se puede hacer es restringir tus relaciones a lo «real» o a lo «virtual». Las dos caras de la moneda tienen cosas buenas y menos buenas. El que se queda en las relaciones cara a cara se está perdiendo poder conocer gente de todo el mundo. Y el que sólo se relaciona por la red se pierde los abrazos, las caricias, las miradas, las sonrisas…
Ya decía Aristóteles que la virtud está en el equilibrio, y aun en la era de Internet sigue siendo igual de válido.
Lo insano es precisamente que exista una frontera, un alter ego con un mundo paralelo y una personalidad ultramejorada, ¿eso no se queda para momentos concretos tipo SECOND LIFE? Claro, que si pasas 4 horas diarias dejándote la piel en estos juegos pues al final no sabes quién eres. No creo que sea comparable a participar en redes sociales si tienes la suficiente sensibilidad de interactuar de una manera realmente comunicativa, pues la comunicación nunca puede ser virtual aunque exista distancia física. Es una cuestión de sensibilidad y de capacidad para llegar al otro.
El que se pasa la jornada laboral pendiente del messenger, es un pobre petardo que con o sin internet hace todo tipo de gilipolleces.
Me quedo con los dos últimos comentarios. En efecto, la gente se espanta de la llamada «vida virtual», cuando yo lo primero que hago es preguntarme si existe. Cuando hablo por messenger, por ejemplo, ¿estoy haciendo algo radicalmente distinto que cuando hablo por teléfono? Y si estoy todo el día hablando por teléfono ¿alguien lo considerará grave?
La gente se escandaliza por lo que quiere. ¿Cuántas personas ven la TV durante mucho más de 4 horas al día y nadie se preocupa? Más sano es, digo yo, expresarse libremente en una red bidireccional. Todo es saber usar las herramientas.
El tema de las redes sociales solo es algo preocupante cuando,
1�º Tratas de ser algo que no eres en la vida real.
2Ã?º Cuanto el gestor de la comunidad trata de «enganchar» el mayor número de horas diarias a sus a sus usuarios, dando algún tipo de «poder virtual» a los mismos.
No conozco facebook, pero me repugna second-life, donde todos los avatares parecen ser sacados de un book de modelos, y donde se promueve el consumismo más salvaje.
¿ Cuantas vidas tenemos ?
– Vida Real
– Vida Profesional
– Vida Virtual …
Necesitamos 72 horas por día para vivir. :)
Fdo. Aparicio esta en una posición delicada. No hay nada que objetar a sus planteamientos que, siendo conservadores, apuntar a la necesidad actual de las empresas, nos guste o no nos guste.
Estar en medio de problemas de seguridad y de su relación con las consecuencias legales, todo lo que sea inventar nuevos paradigmas tiene su riesgo.
Es evidente que para ser Lessig hay que vivir de pensar no de actuar.
Otra cosa bien distinta es que todos quisieramos escuchar de una vez al MAJ y al IE rompiendo lanzas a favor de la solución al DRM. Pero es la SGAE la que más paga, me temo….
#Fer
¿Qué soy en la vida real para no poder ser de forma virtual otra cosa?
Estoy de acuerdo contigo que el poder que administran algunas comunidades es sobre valorado y de ahí algunos han sacado la idea de que las comunidades son un paso para llegar a nueva forma de consumir y vender.
Para ser comunidad tiene que haber algo más que comuna y menos de marionetas.
Lo del consumismo es un mito. A lo que añadimos «ismo» es para elevarlo hasta una especie de religión, creencia, ideología y por ello lo desvalorizamos. Lo que pasa de consumo a consumismo no esta nada claro y, además, creo que no es cierto.
Interesante artículo acerca de todo lo discutido ultimamente en este blog (blogs, web2.0, comentarios, anonimato, derechos de autor, mofas hacia empresas u organismos, etc), publicado hoy en EL PAÍS:
«La página es mía, pero tú respondes por los comentarios»
http://www.elpais.com/articulo/internet/pagina/respondes/comentarios/elpeputec/20070313elpepunet_1/Tes
La clave es el autocontrol.
Existen demasiadas personas con escaso autocontrol que se vuelven adictas a muchas cosas con extrema facilidad.
Además se permiten pavonearse de dichas adicciones como si fueran algo digno de presunción.
Allá cada cual con sus decisiones y lo que hacen con su vida.
Lo curioso es que después tienden a mostrarse como víctimas, como si fueran otros los que toman sus decisiones.
quiero entrar pero no puedo me puedes enseñar llapues